Argentina: La lucha continúa
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Un dedo
Rufino Almeida
Asociación de ex Detenidos Desaparecidos
El joven Ariel Strajman fue torturado y mutilado por sus secuestradores, que
le amputaron un dedo para obligar a un segundo pago por su rescate en octubre
del 2002.
Acaba de pedir pena de muerte para sus captores y poder ejecutarlos él mismo. Su
madre indicó que hay que hacerles lo mismo que ellos hicieron y cortarles un
dedo a cada uno.
A dos años de su cautiverio, los integrantes de la banda fueron detenidos y son
juzgados en juicio oral. Se les llamó la banda de los "patovicas", porque varios
de ellos son "guardianes" en boliches y comercios. Contaban con seis autos,
armas de alto poder de fuego, una ametralladora UZI y utilizaron tres
aguantaderos para rotar a la víctima.
La vinculación con el "aparato de seguridad" que las clases mas opulentas
utilizan para "protegerse" no hace más que confirmar una vez más la inocultable
raíz que da sustento a la problemática de los secuestros extorsivos: la
participación del sistema policial y de custodia que ha dado continuidad y
reciclado a la estructura represiva impune de la dictadura militar.
La policía y las empresas de seguridad son las proveedoras de información, de
cuadros operativos, de infraestructura, de armas y de cultura fascista al
escenario del delito en la Argentina.
También en esta semana la prensa canalla, cómplice histórico de la represión y
el control social, ha desplegado la campaña por la mano dura y el desvío de la
atención sobre el complejo neo terrorismo paraestatal que se cierne sobre la
sociedad argentina con la incorporación de doña Susana Garnil. Madre de otro
joven de las "familias inocentes", también víctima del sistema para represivo
impune, se asocia a Blumberg en la difusión de la moral y la política de La
Horqueta.
Basada en la oración que les compre un Dios sólo para ellos, por un lado y en la
persecución de los más pobres por la otra, esta lógica del fascismo simplista de
las clase acomodadas busca instalar el concepto de generalizar la represión como
supuesto método de pacificación social.
Haciendo uso del dolor montan campañas de megadifusión de los principios que
justifican el uso cotidiano e irrestricto de la fuerza represiva del estado
contra el conjunto del pueblo. Se reproduce y magnifica el miedo que genera la
nueva forma de terrorismo que es la proliferación de la actividad delictiva
amparada por la policía. No admiten la terrible verdad de sus perros guardianes
comiéndose a sus propios hijos. El mismísimo gobernador Solá, espécimen de la
"gente bien" y cultor clásico del "hacerse el boludo" sigue diciendo que en la
provincia las "zonas liberadas" se generan en los barrios humildes porque no
pasa el patrullero o por la corrupción solitaria de un jefe de calle.
Es una clase social que interpreta la realidad desde la perspectiva de "la casa
tomada", que hace de la propiedad individual y el éxito personal un culto
maldito que amenazan los sectores mayoritarios que su propia complacencia arroja
a la pobreza. Oculta las verdaderas causas económico sociales de la
inestabilidad y exacerba los síntomas y consecuencias de una organización de la
sociedad basadas precisamente en la ley del más fuerte, del más "vivo", del
aprovechador, de aquel que más atesora.
Durante más de veinticinco años dijeron no saber "lo que pasaba", cuando "se
enteraron" culpabilizaron a las víctimas. "Por algo será" dijeron, a esas Madres
les espetaron "por que no se acordaron antes de preguntar por sus hijos", a las
Abuelas les exigieron "para que quieren a sus nietos, después de tantos años", a
los Hijos los miran con desdén cuando escrachan a los asesinos de sus padres y a
nosotros, sus compañeros, nos siguen atribuyendo la culpa de luchar por un mundo
con justicia para todos.
Pero su reacción ante la adversidad sólo desnuda la miseria moral de una clase
apropiadora que desmerece la existencia de los demás, que se acuerda del
sufrimiento cuando le toca y que jamás se hace cargo de la realidad como
resultado de sus propias acciones.
Contrariamente, aquellos que durante más de veinticinco años luchamos por ver
juzgados y presos a quienes desde el propio estado, hicieron desaparecer a
treinta mil jóvenes como Strajman y Garnier, que nos torturaron, violaron a
nuestras mujeres y se apropiaron de casi quinientos niños, exigimos que la paz
se construya desde el respeto a la vida y con justicia para todos, partiendo del
cumplimiento de los derechos sociales y compartir la riqueza de nuestra nación.
El sábado pasado en La Plata acompañamos a Chicha Mariani, fundadora de Abuelas
y ahora presidenta de la Asociación Anahí, en la conmemoración de los 28 años de
su nieta apropiada por los militares y policías bonaerenses de Camps frente a la
casa donde fuera masacrada su madre junto a otros compañeros. Sólo se escucharon
palabras de justicia para todos, de memoria por los que no están y de esperanza
por encontrarla para poder festejar con su presencia el próximo año.
Mientras, un dedo señala la moral clasista de los autodenominados "ciudadanos
decentes" como la mejor plataforma para enfrentar a los pobres y que nuestro
pueblo siga viviendo en libertad condicional.
Rufino Almeida-22/08/04