Argentina: La lucha continúa
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Por debajo de la linea de flotación del poder
Rene Irurzun
Como hacer para encerrar tanta riqueza en las pocas líneas establecidas,
solo el valor de la solicitud me embarcan en esta aventura tan comprimida.
Observo que el Movimiento piquetero tiene sus orígenes en las luchas que el
movimiento social viene sosteniendo desde hace unos cuantos años atrás, montado
en el caballo del despliegue de una crisis de representación, que estimo sigue
abierta en buena medida en nuestros días. Así el movimiento social fue surcando
por distintas formas y metodologías de lucha que se distinguían por transitar
cada ves mas, por los bordes del sistema, mientras el territorio de lo orgánico
no lo percibía.
Según aprecio hace años atrás comenzó a aflorar un proceso de recomposición del
movimiento social y uno de los primeros rasgos distintivos fue el advenimiento
de un proceso Asambleario. Como producto del carácter que iba cobrando la lucha
social, se constituían en las Asambleas las formas de la democracia directa, la
participación abierta y la contundencia para la lucha que surgían de una
situación de protagonismo y libertad. Disminuida la representación, se
agrandaban los espacios de libertad y de creación desde abajo.
Así, en distintos lugares, las Asambleas afloraban embrionariamente y
desaparecían luego frente a la rápida penetración de los punteros de los
partidos políticos, que originaban la dispersión y atomización de estos brotes,
cuando no la represión abierta y su larga lista de compañeros muertos lograba la
dispersión transitoria.
El embrionario movimiento de desocupados mostraba estos rasgos distintivos de lo
novedoso, con sostenida profundidad
Los grandes medios de comunicación deformaron siempre éste proceso de
recomposición, exaltando las expresiones de los cortes y las formas de la lucha
abierta, pretendiendo sembrar una imagen acentuada en la violencia.
Coincidentemente, las expresiones orgánicas del sistema, negaron desde un
principio la profundidad y la riqueza del proceso Asambleario y se quedaron en
la adopción de las formas más superficiales de las metodologías de lucha.
Cuando aparece con tanta fuerza el piquete y el corte de las rutas en Cutral Co,
recuerdo la fuerza de las Asambleas multitudinarias y como estas desplegaban
tanta potencia que subordinaban al poder político, que intentando no quedar
descolgado de estas expresiones, participaban de ellas sometiéndose a las
resoluciones que se tomaban y que siempre delegaban las tareas más complicadas y
comprometidas en concejales e intendentes. Casi podríamos decir que algunas
expresiones del poder empezaban a estar en penitencia.
Es que la verticalidad con que el poder somete era aplastada por nuevas
prácticas participativas, horizontales, de creación permanente y lo mas
novedoso, sin representación vertical.
La metodología del corte y el piquete resultaba así de una fuerte contundencia
que emanaba desde la asamblea y la participación y resolución multitudinaria, no
al revés.
Con el correr del tiempo y el devenir de las luchas y el advenimiento de las
expresiones política al movimiento social, el proceso de representación le
imprimió a éste, una lenta
pero permanente disociación entre la asamblea y su multitudinaria participación
y creación extendida, y las decisiones verticales y sus respectivas
representaciones, debilitando y hasta tergiversando las luchas. Hoy ya lo
repetitivo se reproduce hasta el agotamiento.
Estimo que la expresión más alta de este proceso fueron las profundas y
extendidas luchas del 19 y 20 de Diciembre. Aparecía en el escenario de las
luchas de este país que fue, una nueva subjetividad cargada de valores
impregnados de radicalidad y ruptura. Las expresiones asamblearias cobraban
magnitud.
La profundización de la crisis de representatividad, puso en vilo al poder que
reaccionó, como siempre produciendo más muertes, en este caso la de los
compañeros Darío y Maxi.
El Estado ponía en vigencia la represión abierta sobre el movimiento y sus
mejores expresiones y ofrecía concordantemente, una salida institucional.
La fuerza de la coyuntura se metía fuertemente en el movimiento social tratando
de imponer tiempos y territorios que son los del Estado y el poder. Se trataba
de recuperar una iniciativa para la política que había quedado comprimida por
las luchas.
Hasta allí lo social como lo político, avanzaba con mayor iniciativa que la
política como lo estatal.
Luego de la represión del 26, lo espectacular de la política se imbricó en el
movimiento social. La representación y las formas verticales subyugantes, que
solo tienen cause en los andariveles del poder, se afirmaban en el movimiento
social. La pérdida de la independencia del movimiento social degradaba su
soberanía, y constituía uno de los mejores avances del poder, que hacia que los
tiempos del movimiento social entraran en el territorio de lo previsible.
Es en este proceso que las novedosas formas de la coordinación, los criterios de
movimientos de movimientos, la democracia directa y los espacios de la creación
horizontal, comienzan a ser ahogados por la preeminencia de la centralidad
verticalista en el conjunto mas extendido del movimiento social. Solo
expresiones puntuales sostienen la radicalidad y el cuestionamiento profundo a
la dominación. Es que el horizonte de mayor radicalidad solo puede ser pensado
desde el no sometimiento a la reproducción de los valores de la dominación.
El advenimiento del complejo fenómeno del Kichnerismo mostraba según mi
entender, un intento de comprensión más profunda que las anteriores
representaciones, de las luchas que se venían desplegando, claro está, desde la
perspectiva del poder y del Estado. Se trata en definitiva de buscar sin grandes
traumatismos una reconformación y direccionamiento orgánico entre la sociedad y
las instituciones del Estado. El movimiento social debía ser llevado al
territorio de lo estatal.
En este sentido me parece apreciar que actualmente las expresiones mas
extendidas del movimiento social, en general, salvo expresiones muy puntuales,
parece sometido a la dinámica de las representaciones, los tiempos y las formas
estatales, perdiendo una valiosa autonomía en su desenvolvimiento. Esto visión
no presupone dejar de aprovechar los espacios de apertura para un
fortalecimiento del movimiento, sino que lo pernicioso es sostener una posición
de subordinación a la agenda institucional, imbricándose en territorios y
espacios generados por el poder, desde donde en definitiva solo se reconstituye
institucionalidad dominante. Tal parece ser así, que hoy son muy puntuales las
expresiones sociales que están por afuera de la gran interna entre Duhalde y
Kitchner. El conjunto
mayoritario de las expresiones actuales del movimiento piquetero, de distintas
manera, quedan atrapadas en la dinámica de esta disputa del poder.
Y actualmente una nueva embestida que marca con claridad el pasaje por otro
umbral acontece con la muerte de un compañero piquetero en manos de un
testaferro político.
Otra vez el pueblo se ve golpeado con la muerte como única propuesta del poder
en su avance hacia el logro de un mayor disciplinamiento sobre el movimiento
social.
Y este parece ser el curso mas importante de la política en la actualidad. La
agenda institucional tiene como tema más destacado, la búsqueda de los caminos
posibles de la represión. Con unas formas unos, con otras formas otros.
La inseguridad, como confluencia de acontecimientos y apetencias del poder pasa
a constituirse como política represiva y ha avanzado hasta instalarse con fuerza
en la sociedad.
El hambre, la miseria, la desocupación, la muerte, el sufrimiento y todas las
lacras mas pervertidas del capitalismo están en un plano relegado, hábilmente
escondido en sus fundamentos.
Pero los cursos del acontecer tienen ribetes impensables en este país, tan lleno
de sorpresas y asombrosos sobresaltos para el poder. Y en esta apertura entra
hasta lo inimaginable, como es de esperar. Claro que por debajo de la línea de
flotación del poder también pasan cosas.