Argentina: La lucha continúa
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Los consorcios petroleros y los gobiernos de Bolivia, Argentina y Chile tejieron una madeja de tergiversaciones y sigilos
La crisis energética argentina, una jugada a favor del ALCA
Víctor Ego Ducrot y Martín Waserman
alcaabajo.cu
El gas que falta en Argentina Repsol lo vende a EE.UU. La funcionalidad de
una crisis de dudosa identidad de cara al escenario regional que Estados Unidos
necesita para apropiarse de los recursos naturales de la región.
Con la llamada crisis energética, los argentinos y los sudamericanos en general
están siendo sometidos a una de las operaciones de desinformación mejor
planificada de los últimos tiempos. Los consorcios petroleros y en alguna medida
los gobiernos de Bolivia, Argentina y Chile tejieron una madeja de
tergiversaciones y sigilos que oculta algunos elementos cruciales y vinculados a
la estrategia estadounidense de apropiación forzada de los recursos naturales
latinoamericanos.
Todo ello fue posible gracias al desguace del estado sudamericanos, registrado
durante el proceso de privatizaciones y desregulaciones que tuvo lugar durante
la pasada década de fundamentalismo neoliberal y a que, más allá de algunas
insinuaciones del actual gobierno de Buenos Aires, como la anunciada creación de
una empresa energética estatal, aquella concepción sigue vigente.
¿Cuáles son esos elementos a los que se hace alusión en el primer párrafo de
este artículo?
En primer lugar hay que dejar establecido que los envíos oficiales y registrados
de gas argentino a Chile no fueron recortados como se dice y que las carencias
energéticas aducidas por el gobierno de Ricardo Lagos obedecen a que Santiago
aumentó las reexportaciones de ese gas a Estados Unidos, para abastecer la
verdadera crisis que sí afecta al sector en el estado de California.
Con esa operación cuasi clandestina, Chile cumple con las obligaciones impuestas
por el tratado bilateral de libre comercio que suscribió con Estados Unidos,
concretándose en los hechos la operación contra la que se levantó el pueblo
boliviano a fines del año 2003, para concluir con la caída del presidente
Gonzalo Sánchez de Lozada y su sustitución por otro protegido de Washington, el
actual jefe de estado Carlos Meza.
Recordemos aquí que el de los acuerdos bilaterales de libre comercio con los
distintos países de América Latina es uno de los caminos alternativos trazados
por las administraciones estadounidenses para imponer una suerte de ALCA de
facto. El proyecto ALCA fue planteado durante el gobierno de George Bush padre,
reinstalado a mediados de la década del ´90 por William Clinton y finalmente
impulsado por el actual inquilino de la Casa Blanca, George W. Bush.
En segundo término, es necesario aclarar que la triangulación comercial del gas
que Bolivia le vende a Argentina, o mejor dicho que una empresa se vende a si
misma -Repsol Andina le vende a Repsol YPF- llega a Chile a través de los
gasoductos que también son de Repsol, y termina cuando desde allí se reexporta
hacia Estados Unidos.
En otras palabras, los tan vapuleados recortes a la exportaciones argentinas a
su vecino del otro lado de los Andes son, en los hechos, mínimos, y el faltante
de energía acusado por Lagos es consecuencia del incremento de sus propias
exportaciones a su socio comercial del Norte. De lo que se concluye que la falta
de gas a los consumidores domésticos y al aparato productivo de ambos países
sudamericanos -en Argentina ya afecta a 12 mil industrias- conforman las dos
caras de un mismo negocio, que siempre termina en las mismas arcas, las de
Repsol.
Esa empresa además desabastece de petróleo a los mercados internos para
incrementar su renta exportadora y presiona al gobierno argentino con un
constante reclamo de aumento en los precios domésticos, política empleada
también por el resto de las empresas que conforman el sistema oligopólico que
rige en este país.
Estos datos fueron revelados en forma reservada a APM por técnicos argentinos
que trabajan en Repsol YPF, quienes fundaron sus apreciaciones en documentos
internos de la empresa y explicaron que la operatoria es posible debido a que el
Estado argentino no sólo desconoce el volumen de sus reservas gasíferas sino que
tampoco tiene control alguno sobre el tránsito y el destino del fluido que
atraviesa su territorio, ni mucho menos sobre el destino del 70 por ciento de
las ganancias por exportaciones que perciben las petroleras -habilitadas
legalmente a no liquidarlas en el país- ni la verdadera identidad de la
ingeniería financiera y societaria de Repsol, que está cumplimentado los pasos
burocráticos para transformarse en una corporación de matriz estadounidense.
¿Y que gana con todo esto el estado boliviano? El grupo Repsol le paga sólo el
15 por ciento del precio de las exportaciones asentadas oficialmente, ya que el
país del Altiplano sufre la misma incapacidad de control que afecta al
argentino.
Félix Herrero, integrante del movimiento en pro de la recuperación de la
soberanía energética de Argentina, MORENO, explicó por su parte que cuando el ex
jefe de gobierno español José María Aznar llegó al poder "la pequeña destilería
estatal Repsol se convirtió en una gran privatizada, manejada por algunos amigos
suyos. A partir de ahí funciona como intermediaria entre grupos norteamericanos
y británicos".
¿A quien pertenece Repsol? El propio Herrero dijo que "es una sociedad española,
del capital bancario español, en la que, hasta el año 2005, el Estado tiene una
acción de oro. Cuando esta acción venza, los capitales propietarios están
dispuestos a vender la empresa por un buen precio. En ese caso, es probable que
una firma norteamericana o inglesa se haga cargo de Repsol. Más aun, hace tres
meses, un grupo californiano, Brandes Co., tomó el control del 9,9 por ciento de
las acciones".
Este economista de la Universidad Nacional de Buenos Aires (UBA) recordó que "Repsol
es la empresa petrolera más endeudada del mundo. Llegó a tener un 80 por ciento
de deuda sobre su capital". La petrolera -¿española?- opera en Argentina,
Bolivia, Venezuela y Jamaica a través de una refinería estadounidense, completó
Herrero.
Otras fuentes reservadas, consultadas en Bolivia y Estados Unidos, revelaron a
APM que Repsol ya tiene previsto una cesión millonaria de acciones a favor del
consorcio petrolero estadounidense encabezado por el clan Bush, el mismo que
diera origen, hace más de una década, a la firma "Arbusto" (palabra que
traducida al inglés significa "bush"), una asociación entre George Bush padre y
la familia cuyo hijo menor se llama Osama ben Laden.
Esos capitales forman parte a su vez de la masa societaria de la corporación
Hallyburton, ganadora de hecho de las principales "licitaciones" abiertas por el
gobierno norteamericano de ocupación en Irak y entre cuyos principales
accionistas se encuentra el actual secretario de Defensa de Estados Unidos,
Donald Rumsfeld (ver libro "Bush & ben Laden S.A., de Víctor Ego Ducrot, Grupo
Editorial Norma, Buenos Aires, 2001).
Se comprueba así la profunda articulación existente entre la América Latina que
resultó de las dictaduras militares de la década del ´70 -privatizada, con
economías desreguladas y convertidas en botín para la disputa interimperialista
entre Estados Unidos y la Unión Europea (UE)- y el Irak tomado por asalto por
Washington en nombre de sus corporaciones energéticas. Ambos escenarios
geopolíticos son atravesados por un mismo fenómeno: el de la tortura como método
para enfrentar la protesta popular y la resistencia armada.
En la América Latina de la década del ´70 la tortura sistémica se llevó a cabo
amparada en la Doctrina de la Seguridad Nacional, en tanto que en Irak, las
tropas del Pentágono actúan en nombre de la Teoría de la Guerra Preventiva y de
la lucha contra el llamado Terrorismo Internacional.
En el prólogo al notable libro del cientista político brasileño Luís Alberto
Moniz Bandeira ("Argentina, Brasil y Estados Unidos", Grupo Editorial Norma,
Buenos Aires, 2004), otro especialista brasileño, Samuel Pinheiro Guimaraes,
escribió que "la estrategia económica estadounidense para América del Sur,
matizada y agravada hoy por un nuevo enemigo, el terrorismo internacional, cuya
existencia maléfica, difusa y terrible todo lo justifica, permanece en su
esencia: mantener los lazos de dependencia económica y financiera de los dos
principales Estados sudamericanos -Brasil y Argentina- utilizando los acuerdos
con el Fondo Monetario Internacional (FMI) y su creciente administración
directa; abrir y mantener abiertos sus mercados para bienes, servicios y
capitales; y acceder a las materias primas estratégicas".
Esta estrategia estadounidense, que para todo el mundo fue diseñada a mediados
de la década del ´90 a través de un documento académico y adoptado por la Casa
Blanca - "Proyecciones para el 20015"-, pone en el centro de la escena al
siguiente concepto: para recuperar su hegemonía absoluta, puesta en jaque por la
UE y por la aparición de China como nuevo protagonista central del tablero
internacional, Estados Unidos debe asegurarse el control de la reservas
fundamentales de la llamada economía real. Esas reservas son las de energía y
sistemas de distribución, agua potable y biodiversiad.
Para el cumplimiento de ese objetivo, las administraciones norteamericanas se
han propuesto, entre otras coas, y según lo manifestara el ya citado Pinheiro
Gimaraes, desarticular las soberanía energéticas de los países periféricos y
fomentar entre ellos el recelo y el enfrentamiento.
Ese esbozo teórico cae como anillo al dedo para entender el escenario de la
llamada crisis energética sudamericana y en particular el tablero explosivo de
Bolivia, declarado hace dos meses por el departamento de Estado norteamericano
en el mismo grado de prioridad y urgencia que Colombia, base geográfica de los
planes militares de Washington para el conjunto de la región.
Estados Unidos estimula a Chile, su socio y pieza geoestratégica en el Cono Sur,
para que, con su negativa a una solución negociada de una salida al mar para
Bolivia - reclamo de ese país desde la Guerra del Pacífico a fines del siglo XIX-,
recaliente el clima de inestabilidad en el área. Además, fuerza al gobierno de
Bueno Aires a sostener a su nuevo hombre en Bolivia, el presidente Meza, a la
vez que a darle casi exclusividad operatoria en el sector gasífero -el país del
Altiplano es la principal reserva del continente como Venezuela lo es de
petróleo- a la ya casi estadounidense Repsol.
Por otra parte, favorece el escenario para el ALCA y para la vuelta de los
fundamentalistas neoliberales, y sigue socavando el parque energético y
productivo en general de la periferia sudamericana, especialmente de Brasil y
Argentina, las dos máximas preocupaciones de Washington en estos confines Sur de
nuestro continente.