Argentina: La lucha continúa
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Incidentes que son funcionales a la derecha
La vieja CGT, que el peronismo controla desde los años 40, que vivió muchas fracturas, pero cuyas alas combativas en serio siempre buscaron orientarse afuera de sus estructuras, ha vuelto a unificarse tras los desarreglos que el menemismo generó en sus entrañas.
Isidoro Gilbert
La República
Autoexcluida quedó la militante Central de Trabajadores Argentinos (CTA) y, claro, el universo de los desocupados organizados. Una hipótesis de trabajo posible es leer la unificación como una necesidad del peronismo histórico para tratar de volver a ocupar los espacios sociales cubiertos por los nuevos emergentes sociales, los piqueteros particularmente.
¿Cuál es la lectura que hace Néstor Kirchner, más allá de la formalidad de enviarle una felicitación al triunvirato que conducirá la CGT luego de semanas de forcejeo entre los más amigos del gobierno y los otros donde el menemismo tiene reales pero que más que todos cuidan sus estructuras e intereses?
En principio de satisfacción, aunque sabiendo que con la CGT hay intereses, no ideales y que no puede dejar (del todo) de lado a la CTA. Por eso charló amablemente con su titular, Víctor De Gennaro, cada vez más disconforme con el rumbo económico-social. Solo palabras amenas.
La reunificación y el objetivo de la central de ocupar "para el movimiento obrero organizado" los espacios públicos, lucen en principio a provocativos contra los emergentes sociales, pero es cosa que se verá. Ciertamente desnuda una frustración: el objetivo del kirchnerismo en realzar un sector sindical distinto en objetivos a los que quedaron ahora ungidos.
La intención de Kirchner de dirigirse a un Norte sindical y político diferente al del pasado ha estado estos tiempos en el tapete, y es, en cierta manera, una de las claves de su controversia con el caudillo peronista bonaerense, Eduardo Duhalde, una rencilla que, una vez más, ha entrado, básicamente, bajo sordina.
Si el renacimiento de la CGT supone el fracaso o traspié del kirchnerismo para elevar el papel de una alternativa sindical, ella ocurre en un momento de pequeño declive en la imagen presidencial. Es, de todos modos, muy positiva, un 63% con uno de los niveles de rechazo mas bajo en dos décadas, pero en un mes cayó un 11%.
Ataques al edificio de la Legislatura
Según la encuesta del diario La Nación, sugestivamente un 68% se queja por la actitud frente al movimiento piquetero, por falta de medidas del mantenimiento del orden. La confusión pública entre desorden social e inseguridad criminal sé convierte en un problema político.
El viernes varios grupos de izquierda con sectores afectados por un Código de Convivencia de sesgo conservador y represor del piquterismo y el trabajo sexual que está en debate en la Legislatura porteña, provocaron un pandemónium de destrozos en ese edificio. No hubo represión dura.
El criterio presidencial es no reprimir pero tampoco hubo prevención y contención, como si la zona se hubiera "liberado" y esa es una responsabilidad del Ministerio de Seguridad, no de la comuna.
Sugestivamente las autoridades de la Legislatura llamadas a custodiar el orden, que pertenece a los promotores de las reformas del Código, que son partidarios del empresario derechista Mauricio Macri, no adoptaron ninguna providencia de cuidado del edificio de la Legislatura.
Es sospechoso también que ese lugar haya sido el solitario objeto de los desmanes, que no se trasladaron a los numerosos negocios comerciales cercanos y que de los 400 manifestantes entre travestíes, prostitutas, vendedores ambulantes, piqueteros y pequeños grupos de izquierda que sueñan con el poder y donde hay lío están, se haya detectado a un núcleo tan organizado como desconocido con medios de comunicación y pirotécnicos.
Lejos de haberse acercado a un incendio tipo Reischtag que le sirvió a Hitler acabar con las libertades públicas, todo lo ocurrido es funcional a la derecha y sus modales de restringir los derechos de los porteños. Pero las novedades la votan legisladores democráticamente electos cuyas sesiones no pueden ser perturbadas.
No hubo muertes, ni heridos graves, que son la obsesión de las autoridades. Sin embargo el Gobierno nacional y el porteño son los que pagaran altos costos políticos por lo sucedido: son hechos que sacan de quicio a las capas medias hasta ahora, el puntal de respaldo al Presidente.
La izquierda histórica que tiene fuerza en el espacio piquetero confunde algunos arrebatos de violencia de pequeños ahorristas, como los que entraron con fuerza dentro de la Suprema Corte en protesta por una acordada que los afecta y favoreció a los bancos, con un método que se generaliza y recibe aplausos.
En rigor la situación de los piqueteros hoy frente a otros sectores sociales (incluido pobres) recuerda la observación de Walter Benjamin en el Moscú menesteroso de 1927: " Es muy raro que la gente de una limosna. La mendicidad ha perdido su base más sólida: la mala conciencia social que abre los bolsillos mucho más que la compasión", escribió en su diario. Hay una metodología de reclamo que puede haber quebrado la conciencia social.
Límites para un sindicalismo alternativo
Regresemos al asunto de la CGT. Los límites objetivos para un sindicalismo alternativo lo dan lo medular de política económica. Su impronta mantiene la política impositiva y de ingresos heredadas de los '90. La primera corroe cualquier intento de mejorar la distribución de los esfuerzos, porque siguen sin pagar lo que corresponde los que más tienen.
La política de ingresos se niega a salir del esquema heredado incluido el asistencialismo derivado del estallido del 2001 y la devaluación posterior. No hay sitio para un sistema universal que rebane el nexo entre los necesitados y los caudillos, espacio donde entran también fuerzas de izquierda que orientan a organizaciones piqueteras, no solo los clásicos caudillos del justicialismo y el radicalismo.
Sobretodo, no hubo decisión política para confrontar con la burocracia sindical peronista, tan solo muestras de insatisfacción con la desplazada dirigencia de la central ahora unificada. Pruebas al canto: con el reclamo de la OIT, la CTA gestiona sin suceso la personería de más de dos mil sindicatos de empresas que minarían a las viejas estructuras, a pesar que en la conducción de esta central, hay amigos incluso personales de Kirchner.
Dicho de manera diáfana, está en manos del ministerio de Trabajo dar ese paso que modificaría radicalmente la correlación de fuerzas en el movimiento obrero organizado. Por lo que se vio no se quiere llegar a tanto. Y si fuera impotencia no es por pobre muñeca política ni, en todo caso no fundamental, la (relativa) carencia ahora de cuadros y masa crítica necesaria para esos objetivos.
CGT y piqueteros
El liderazgo de la CGT quedó en manos de un triunvirato para amortiguar el papel del camionero Hugo Moyano. Pero tanto él como un triunviro, José Luis Lingiere, recordaron en el Congreso unificador, que tienen raíces en la Juventud Sindical Peronista, la rama ortodoxa que en los '70, se enfrentó con la Juventud Trabajadora Peronista, que era pro montonera o de izquierda (tiempos de añoranzas de Kirchner).
El peronismo retoma las pujas del pasado que harta a vastos sectores pero el desgaste no se canaliza, porque la sociedad parece no querer escuchar ninguna de las opciones con lazos con experiencias del pasado y esto le alcanza, por ahora, tanto al progresismo de Elisa Carrió como al centro-derecha sea el de Ricardo López Murphy u otros en danza.
Moyano, que tiene lazos amistosos con Kirchner, tejió alianzas con un enemigo del Presidente, el dirigente gastronómico y flamante directivo, Luis Barrionuevo, para encontrarle la vuelta a las negociaciones unitarias, donde los "gordos" (sindicatos numéricamente fuertes pero vecino del amarillismo sindical) querían garantías que no serán afectados sus espacios de poder. Un encuentro de la Mesa Directiva de la CGT con el Presidente no será un acto de placer si ese personaje va a la Rosada y que sin duda querrá extraer beneficios por su "gesto".
Ahora bien habrá que ver como hace la CGT, con ayuda oficial, para sacar del primer plano a los piqueteros. Descartada para el Gobierno, pero quien sabe para la derecha peronista, el uso de la fuerza callejera, grupos de choque que Moyano se apuro en negar. Pero atención, hace muy poco, la intención de sindicalistas disidentes de crear un gremio del transporte autónomo, fue atacada con bastones ante la indiferencia policial.
Un rumbo parecería ir transfiriendo hacia los sindicatos el manejo de subsidios para los desocupados de cada rama, lo que se transformaría en una dura disputa de colores políticos.
En la misma línea pero con otro perfume es darle a los sindicatos cierto control de acceso a los nuevos puestos de trabajo y no como piden los piqueteros que los empleos se recluten entre ellos. Los piqueteros se lo pidieron al ministro de Trabajo, Carlos Tomada y este no los escuchó.
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Diez años de AMIA, la impunidad sigue
Mientras en el plano de los derechos humanos sigue avanzando el juicio a sus violadores, la impunidad sigue con firmeza en casos graves. Uno ha sido el desprocesamiento por un tribunal de alzada de los senadores sospechados de haber recibido sobornos para aprobar durante el gobierno de Fernando de la Rúa, una reforma laboral. Y eso a que quien distribuyó la plata dada por la SIDE confesó sus culpas.
Hoy se cumple una década de la voladura de la AMIA sin que pueda pensarse que el juicio oral y público que dentro de poco debe dictar sus conclusiones luego de casi dos años de discusión pueda acercarse a la verdad. La imagen del 11 de marzo en Madrid, de como los responsables del atentando a la estación Atocha fueron apresados e incluso, superando las trampas electorales que intentó José María Aznar se hace ineludible.
Por un lado porque en la península la sociedad impuso la verdad y también porque funcionan las instituciones. ¿Ha castigado, por caso, a Menem, en 1995, cuando buscó su reelección, pese a que la sospecha de encubrimiento (o al menos impericia) campeaba sobre la sangre aun fresca de las víctimas?
Kirchner da señales de querer avanzar y no solamente porque declaró hoy Día de Duelo Nacional. Pero vencer la impunidad es tarea de una sociedad, no solamente de los abanderados de la verdad. *