Argentina: La lucha continúa
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Juicio al preso político vasco Josu
Lariz Iriondo
El propio fiscal Argentino, que representa al gobierno Español en
el juicio, reconoce que la mayoría de las imputaciones contra el detenido están
"prescriptas"
Resumen Latinoamericano
El fiscal argentino Eduardo Freiler que representa al gobierno español en el
juicio por extradición contra el preso político vasco Josu Lariz Iriondo-
manifestó durante la segunda sesión del juicio celebrado en los tribunales de
Comodoro Py que los delitos que le imputan -«tentativa de homicidio» y
«pertenencia a banda armada»- están prescriptos. En caso de que el magistrado
Claudio Bonadío accediera a la petición de extradición por el delito de
«estragos» (único de los pedidos que consintió debido a que según su
interpretación aun no ha prescripto) el fiscal demandó que «se exija a España
que Lariz no sea ni incomunicado ni torturado».
Por otra parte, la defensa, por la voz del abogado Eduardo Soares, pidió «la
nulidad del proceso porque responde a una operación política». Desde el
exterior, y a través de una carta, el Relator de la ONU para los Derechos
Humanos Theo van Boven reclamó que se garanticen sus derechos. Es el mismo
Relator que en varias oportunidades denunció al gobierno español por violaciones
reiteradas de los derechos de los presos y también por los flagrantes casos de
torturas que se producen en las acciones de detención de ciudadanos vascos.
Durante la primera sesión del juicio contra Josu Lariz Iriondo, los testigos
aportados por la defensa dejaron bien establecido que lo que ocurre en el País
Vasco es un conflicto de características políticas y que en función de ellos en
innumerables ocasiones se produjeron acciones de Terrorismo de Estado. Desde la
creación por parte de importantes integrantes del staff gubernamental español,
de los tristemente célebres GAL (Grupos Antiterroristas de Liberación), que
asesinaron y secuestraron a numerosos ciudadanos vascos que se hallaban
refugiados en el denominado País Vasco francés, hasta la aplicación sistemática
de la tortura a los detenidos.
También se ilustró minuciosamente la política por parte del gobierno español de
ilegalizar a todas las organizaciones políticas, sociales y culturales del
independentismo vasco. Asi también, uno de los testigos insistió en que los
jueces españoles hacen caso omiso a las denuncias de torturas por parte de los
detenidos. Y se habló explícitamente de un cuartel de la Guardia Civil Española,
el de Inchaurrondo, al que por los vejámenes y sevicias cometidas contra
detenidos, se lo conoce como ³la ESMA² del País Vasco.
Capítulo importante de esa primera jornada fue el alegato del propio Lariz
Iriondo, quien después de relatar con lujo de detalles su historia de vida y
explicar por qué se considera inocente de las acusaciones vertidas contra él por
el juez Baltasar Garzón, terminó dirigiéndose a Bonadío. Exhortándolo a que
después de todo su alegato si bien no le pedía que se ponga una ³txapela²
(boina) y piense como un vasco, que por lo menos tampoco se ponga la Corona
española².
El alegato culmino con una cerrada ovación del público que colmaba la Sala de
Casación, una de las más grandes del Tribunal.
En la segunda y última jornada, el fiscal Eduardo Freiler consideró prescriptos
los delitos que se le imputan a Lariz y afirmó que, en caso de concederse la
extradición, ésta no puede ser motivada por las acusaciones de «tentativa de
homicidio» y «pertenencia a banda armada». Junto a ello, Freiler declaró que
«como ciudadano» siente «preocupación e indignación» por el modo en que Lariz
llegó a Argentina.
La defensa, por su parte, demandó la «nulidad del proceso porque hubo una
maniobra política y todo esto responde a una persecución política». También
subrayó que «ha quedado patente el riesgo de sufrir maltratos» y que por
«estragos» no se puede conceder una extradición. No obstante, si se tomara en
consideración este delito, sostuvo que «no se cometió en territorio argentino,
por lo que debería ser puesto en libertad provisional al tratarse de un delito
'menor'».
Entre las declaraciones de los testigos de esta jornada, destacó la de Adolfo
Pérez Esquivel, Premio Nobel de la Paz 1980, quien dio por cierta la existencia
de torturas a los detenidos durante los ultimos gobiernos españoles. Relató su
papel de mediador durante un año y medio- entre la organización ETA y el
gobierno español durante el año 1994. Allí intentó avanzar en el acercamiento d
e las partes, incluso con una tregua de la organización armada. Pidió también en
ese momento, que el gobierno español se comprometiera como gesto de buena
voluntad- a trasladar los presos políticos vascos a las cárceles vascas. Toda
esta gestión le permitió conocer muy bien la situación de malos tratos en las
prisiones, así como la política de dispersión de los presos políticos (la gran
mayoría de ellos se hallan en cárceles muy distantes de sus lugares de origen,
en el Estado español y Francia).
Toda esta intermediación se frustró totalmente con la llegada de Aznar al
gobierno quien sólo optó por la vía policial para resolver el conflicto y la
consabida represión al movimiento independentista.
Perez Esquivel dijo también que conocía muy bien al movimiento independentista
vasco y también reseñó los intentos por parte de la dictadura franquista- de
anular otras culturas, además de la vasca, como la catalana y la gallega.
En declaraciones posteriores a la prensa , Perez Esquivel pidió que el Gobierno
de Néstor Kirchner «debe otorgar el refugio político» a Lariz.
Afirmó que el conflicto «entre el Estado español y los vascos es político» e
incidió en «los intentos del PP por presentarlo como algo policial».
A modo de prueba, además, se presentaron los últimos informes de Amnistía
Internacional y el elaborado por el Relator Especial de la ONU para la Tortura,
Theo van Boven, quien envió una carta dirigida al juez Bonadío indicando que «si
se produce la extradición, Lariz no puede ser incomunicado y debe tener contacto
con sus abogados de confianza».
Mientras esto ocurría en el interior de los Juzgados bonaerenses, afuera se
movilizaban varios miles de personas, entre las que había varios diputados y
representantes políticos, además de contarse en la primera jornada con la
asistencia de Hebe de Bonafini de las Madres de Plaza de Mayo, quien insistió en
que si se extraditara a Lariz ³se cometería una injusticia atroz² y pidió al
gobierno de Kirchner que no se deje chantajear por las privatizadas españolas.
Por su parte el abogado vasco (llegado especialmente para este juicio) Joseba
Agudo hizo hincapié en que «han quedado muy patentes la persecución política que
hay contra Lariz y las denuncias de torturas».
En la extensa declaración judicial del martes, el propio Lariz relató los
motivos que le llevaron a abandonar su pueblo y trasladarse a Biarritz, donde
vivió hasta 1988. «Ese mismo año, hay un clima de terror y pánico entre los
refugiados políticos vascos por la impunidad con las que los GAL actúan bajo los
gobiernos de Mitterrand y Felipe González, que firman un Tratado de Cooperación.
En virtud del mismo, el Estado francés nos quita la carta de trabajo y los
documentos de identidad, y comienzan a deternos y expulsarnos sin que medie
ningún proceso de extradición».
«Un día quedamos con unos amigos refugiados que a la salida del trabajo nos
encontraríamos a ver un partido de fútbol en el Monbar de Baiona. Antes de salir
de casa recibo la visita de unos amigos y cambio de planes. Esa misma noche,
entran dos personas con metralletas y matan a cuatro refugiados.
Luego de esto, viendo que no podía ni salir a la calle, decidí irme a otro
país», manifestó.
Saltando en el tiempo, rememoró lo sucedido en 1992 en Montevideo en la
denominada «operación Lagarto» que se saldó con la detención de 30 personas, de
las que la mitad fueron sometidas a un proceso de extradición. «La primera
sentencia es la mía, donde salgo absuelto por falta de pruebas en primera
instancia y el juez reconoce que hay un problema político (...) El triste final
es que toda esta historia termina con la extradición de tres compañeros y la
muerte del joven Fernando Morroni», relató.
Tras repasar los detalles de su expulsión de Uruguay y entrega a Argentina,
subrayó que la Suprema Corte de Justicia uruguaya así como el organismo Servicio
de Paz y Justicia tildaron de «ilegal e irregular» la expulsión.
«El 31 de julio de 2002, el entonces ministro de Interior Angel Acebes dijo que
yo era el etarra más buscado de América, cuando todos sabían dónde vivía y
trabajaba. Ese mismo señor fue quien mintió al mundo entero el 11 de marzo sobre
las muertes ocurridas en Madrid, asegurando que había sido ETA», declaró Lariz.
Preguntó «cómo puede ser que en pleno siglo XXI se ilegalice a organizaciones
políticas como Batasuna, EH y ahora HZ, a organismos como Gestoras pro-Amnistía,
Jarrai, Haika y Segi, y se cierren medios». «No creo en la Justicia española, ni
para mí ni para Euskal Herria», concluyó ante Claudio Bonadío.
Finalmente, después de oir a las partes, el juez Bonadío comunicó un cuarto
intermedio hasta el proximo 17 de junio en el que dará el veredicto final de
este caso.