"Si entran me prendo fuego y muero con mi familia, porque ya no soporto más
la injusticia que quieren hacer conmigo’ le dijo ayer Remigio Román a la jueza
de paz que intentaba desalojarlo de su rancho, rodeada de cincuenta policías y
de la resistencia de toda la población. Encadenado, y mirando por la ventana
como a la gente que no la dejaban cruzar, lo apoyaba desde la otra orilla, el
hombre pensó que ya no había retorno, cuando un llamado de Roberto Rosúa abortó
la violencia que amenazaba desatarse a orillas del Coronda".
Así comienza la nota que firma Silvia Carafa en La Capital de hoy y que ocupa
toda la página 29, sección La Región.
Remigio Román tiene ocho hijos y vive en una humilde casita sobre pilotes,
construida por él mismo, en una isla de 1.200 hectáreas frente Puerto Gaboto.
Hace 24 años que es puestero de la misma y en los primeros tiempos, el dueño del
lugar, residente en Rafaela, le pagaba como mensual. "Una creciente puso fin a
la relación laboral, pero le dieron luz verde para que siga cuidando la isla".
Hace unos meses, un conocido cantante santafesino le dijo que había alquilado la
isla y le pidió que se fuera. Hubo toda clase de presiones, incluyendo la
presencia de hombres armados, que dijeron pertenecer a una agencia de seguridad
de Villa Gobernador, cuando Román los denunció a la Guardia Rural. Fueron
detenidos, pero los liberaron enseguida y continuaron las presiones hasta
desembocar en el episodio de ayer, cuando la Jueza de Paz de Gaboto intentó
cumplir la orden de desalojo librada por un Juez de Rafaela.
En otra página del mismo diario, sección Información General, nos encontramos
con que "una gruesa columna de campesinos se movilizó ayer hasta la Casa de
Gobierno de Santiago del Estero, donde entregaron un petitorio al interventor
Pablo Lanusse, en el que reclaman la tenencia de tierras, la protección de
recursos naturales y la provisión de agua para consumo".
"La movilización, de la que participaron pobladores de 27 departamentos de la
provincia fue encabezada por el sacerdote Sergio Lamberti de la Pastoral Social
y por el presidente del Movimiento Campesino Santiagueño (Mocase), Juan Cuellar".
Los campesinos exigen la normalización de los títulos de propiedad de las
tierras que trabajan desde hace años y de las que terratenientes locales y de
otros lugares intentan desalojarlos. En tiempos de los Juárez y del comisario
Musa Azar, la presión era a balazos y a quema de campos. Ahora la violencia es
menor pero la presión continúa.
¿Qué es lo que une a estos dos episodios y a muchos otros que podríamos citar?
Un modelo productivo, que tienen como base la producción y exportación de soja,
pero que no termina en el campo y los puertos y que es también el responsable
del crecimiento de los índices de desocupación en Rosario y otros conglomerados
urbanos, del conflicto social que se sigue agudizando, de la judicialización de
la protesta, de los daños ecológicos en el valle fluvial del Paraná y de muchas
otros problemas, ligados por este hilo conductor.
Leemos en el Boletín Electrónico "La Fogata" también en su edición de hoy, un
artículo del uruguayo Raúl Zibecchi, titulado "Nuevos escenarios, nuevas
resistencias" que comienza señalando:
"La profundización del capitalismo en las áreas rurales está provocando cambios
económicos, políticos, sociales y culturales en varios países de América Latina.
El cultivo de soja en Argentina, segundo productor mundial luego de Estados
Unidos, provocó entre 1991 y 2001 la emigración del 33% de la población activa
rural, además de una fuerte polarización económica y social y la destrucción del
patrimonio cultural y natural del país. Ahí donde es cultivada de forma intensa
y extensa, la soja deja secuelas devastadoras".
La nota continúa refiriéndose fundamentalmente a Brasil y a las formas de
resistencia que despliega el Movimiento de los Sin Tierra, pero muchos de sus
conceptos son válidos para nuestro país y para varios otros. Por ejemplo:
"El agronegocio no sólo afecta la soberanía alimenticia del país sino también
los equilibrios políticos. En los próximos años las exportaciones del
agronegocio seguirán creciendo, y con ello el poder político del sector,
representado en el gabinete de Lula nada menos que por el ministro de
Agricultura, Roberto Rodrigues, ex ejecutivo de Sadia. Una de las razones que
explica la apuesta de Lula al agronegocio es que la explosión de las
exportaciones (están creciendo a un ritmo del 22% anual desde comienzos de 2003)
disminuye la vulnerabilidad externa del país, mejorando la relación entre
producto bruto y deuda externa
.
"La trampa es evidente: las exportaciones sólo crecen en aquellos rubros
dominados por las multinacionales (soja y agronegocio son el mejor ejemplo de
dominio absoluto de ese sector), lo que su vez provoca desequilibrios internos
que redundan en un aumento de la dependencia (alimenticia) y, sobre todo, en un
crecimiento del poder de las multinacionales. El caso argentino debería eximir
cualquier comentario".
La economía no es algo que funciona sobre sus propios pies de manera
independiente del resto de la sociedad. Por el contrario los hechos económicos
son la resultante de relaciones sociales concretas, en la cual hay clases
dominantes y dominadas, explotadoras y explotadas. Y también gente que trata, de
manera autónoma, de construir nuevas formas de vida y de producción, un
verdadero contrapoder, que incluye también formas alternativas de comunicación,
para enfrentar las ideas dominantes con otras ideas que apoyen la resistencia y
la creación de lo nuevo.
Son los economistas y comunicadores del poder los que presentan a la economía
como algo independiente y a los hechos económicos como inevitables, como
fenómenos naturales del tipo de la crecida de un río o el paso arrasador de un
tornado.
Aunque ahora sabemos que también muchas catástrofes no son tan naturales como
parecen, sino la resultante de la acción predadora del capital sediento de
ganancia, sediento de plusvalía, que está destruyendo también nuestra casa
común, el planeta.
Pero los hechos económicos no tienen nada de natural, ni de fuerza
incontrolable, ni el carácter necesario que se les atribuye.
Cuando leemos que la baja de la tasa de desempleo es mucho más lenta que la tasa
de crecimiento y que en algunos lugares, como en Rosario, la desocupación no
bajó en el último trimestre, sino que subió del 16,6 al 17,2, totalizando 92.000
desocupados y 57.000 subocupados, sobre una población económicamente activa de
534.000 personas esto no es ningún fenómeno natural.
Es el resultado de todo un modelo productivo que ahora se asienta en el
agronegocio y la renta petrolera, de la misma manera que en la década del 90 se
asentó sobre las privatizaciones, las AFJP y los bancos. Lo cual no quiere decir
que grupos financieros y privatizadas se hayan vuelto pobres o estén perdiendo
plata, sino que hay ahora, a partir de la devaluación, otros negocios más
rentables. De la misma manera que con la convertibilidad igual se producía y
exportaba soja y derivados, gas y petróleo, aunque la rentabilidad de estos
negocios no fuera tan alta como la de los otros.
Una de las bases de todos estos negocios es la baratura de la mano de obra o
dicho en términos más humanos, la miseria que sufren millones de argentinos,
ocupados y desocupados.
Si el empleo crece, los trabajadores están en mejores condiciones de exigir
salarios más altos y dignos. Pero como las patronales argentinas o localizadas
en la Argentina, están acostumbradas a tasas de ganancia fabulosas, a las que no
están dispuestas a renunciar, cualquier aumento de salarios se traslada a
precios, lo que genera inflación, un circuito bien conocido, que desembocó en la
hiper de 1989.
Por eso, un inteligente comentario de Julio Nudler, titulado "Para algo sirve el
desempleo" en Página 12 ayer, finaliza señalando: "Así que no es aventurado
presumir que al ministro (se refiere a Roberto Lavagna, ministro de Economía) no
necesariamente le urge que afloje la desocupación".
Es mejor, para las clases dominantes, que siga funcionando un modelo exportador
con baja demanda de mano de obra y con retenciones que son la base de la
solvencia fiscal que permite pagarle a los acreedores externos.
¿Y la deuda interna para cuando? ¿Hará falta otro 19 y 20 de diciembre para que
haya un poco de equidad distributiva en este castigado país?.
Note: "A contrapelo", columna de opinión emitida el lunes 19 de junio de
2004, en el programa "Hipótesis", LT8 Radio Rosario, Argentina.