Argentina: La lucha continúa
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29 de mayo de 1969 – 2019 A 50 años del Cordobazo
por Alberto Jorge Lapolla
'Nuestras armas son la verdad, la libertad, la
justicia y la dignidad. Cuando fuimos detenidos no bajamos la cabeza. Dijimos
que sí, que habíamos votado un paro de treinta y seis horas, que habíamos
resuelto manifestaciones callejeras para reclamar por nuestros derechos. Y
dijimos que la violencia estaba desatada por la represión. Porque a quince
minutos de iniciarse las manifestaciones, una columna de obreros mecánicos se
encontró frente a una feroz represión. Cuando el compañero Máximo Menna,
caminando con su gran esperanza de una vida mejor, cayó bajo la pistola 45 de la
represión, ¿El pueblo tenía que bajar la cabeza?¿El pueblo tenía que llorar al
lado de sus muertos y no salir a protestar con mayor firmeza, como el glorioso
Cordobazo del 29 y 30 de mayo de 1969?
Agustín Tosco
Otra rebelión popular del pueblo argentino, que cambió el curso de la
historia
El 29 de mayo de 1969, el pueblo de Córdoba se sublevaba contra la brutal
represión de las fuerzas policiales de la dictadura del Bravísimo General
Onganía, que regenteaba la nación desde mayo de 19666. El pueblo de Córdoba
encabezado por su combativo y poderoso proletariado industrial -el más
concentrado, organizado, moderno y mejor pago del país, por entonces- sacudió un
poderoso mandoble a los planes de la dictadura de los monopolios y del Opus Dei,
continuadora del régimen de la Libertadora gobernante en el país, a través de
diversos gobiernos militares y civiles, desde 1955.
El Cordobazo abrió una etapa en la Argentina que culminaría con la huida del
poder militar y civil de la dictadura el 25 de mayo de 1973, que recularía casi
en chancletas ante la oleada de rebelión popular generalizada que se extendería
por la nación entre 1969 y1973. Rebelión que incluía en la misma una fuerte
actividad militar por parte de organizaciones armadas del pueblo, que
acompañaron, protegieron y potenciaron esta lucha, produciendo la mayor gesta
épica del pueblo argentino durante el curso del siglo XX. Dichas luchas darían
por resultado el fin de la dictadura, el retorno del General Perón al país y del
peronismo al gobierno, después de dieciocho años de proscripción y
persecuciones.
La magnitud de la rebelión cordobesa adquirió tal envergadura, para el poder
dominante que casi de inmediato el jefe de la Libertadora -el General Pedro E.
Aramburu- señaló espantado 'hay que pactar con Perón antes que esto salte por
los aires', iniciando tratativas con el líder exiliado en Madrid -el tirano
prófugo, según las palabras del mismo Aramburu- a través de Ricardo Rojo -un
amigo común- y del nuevo delegado de Perón en la Argentina -luego de la
defenestración del Mayor Bernardo Alberte- Don Jerónimo Remorino. Estas
negociaciones completadas por el mejor alumno de Don Pedro Eugenio -luego de su
ejecución por los Montoneros en 1970- el General Alejandro Agustín Lanusse,
darían por resultado el llamado Gran Acuerdo Nacional -GAN- que culminaría con
el triunfo popular del 11 de marzo de 1973, con la elección de Héctor J. Cámpora
a la presidencia de la nación.
El Cordobazo se inscribe en las rebeliones del pueblo argentino que cambiaron el
curso de nuestra historia, alterando el carácter de la dominación o del poder
existentes hasta entonces. Al igual que en 1810, 1820, 1890, 1945 o diciembre de
2001, en mayo de 1969 el pueblo argentino se sublevó contra el destino de saqueo
y humillación que 'esa clase estéril e infecunda' -al decir de Hernández Arregui-
le deparaba, esa clase antinacional -la oligarquía nacida en la Argentina- que
siempre busca su existencia en la miseria del pueblo y la entrega de la nación.
La CGT de los Argentinos, el punto de partida
La rebelión del pueblo de Córdoba había tenido su origen en un conflicto del
gremio mecánico que reclamaba por mejoras salariales y laborales quitadas por la
dictadura (las llamadas Quitas Zonales y el sábado Inglés), provocando una
confluencia de hecho de los tres sectores sindicales existentes entonces en la
provincia, los peronistas tradicionales, los Legalistas -Elpidio Torres-, los
peronistas combativos, los Combativos -Atilio López y Tapia- y los
Independientes -Agustín Tosco- al calor del influjo unitario y combativo que
había producido la emergencia de la CGT de los Argentinos durante 1968,
encabezada por Raymundo Ongaro.
La CGT de los Argentinos simbolizaba el nuevo peronismo de la Resistencia, aquel
que venía combatiendo contra la represión y la proscripción desde 1955 y que
enfrentaba la propia traición en su seno encarnada en el vandorismo y la
burocracia sindical conciliadora, que había apoyado el advenimiento de la
dictadura de Onganía.
La CGTA era la herencia de los mayores exponentes de lo que daría en llamarse
Peronismo Revolucionario y luego Tendencia Revolucionaria del Peronismo, que
encabezaban John William Cooke, Gustavo Rearte y el Mayor Bernardo Alberte.
Casualmente sería la desobediencia de Alberte al deseo de Perón, para que Vandor
se hiciera cargo de la CGT tras la muerte de Amado Olmos, el hecho que
originaría la CGTA y la conducción revolucionaria de Ongaro y del peronismo
combativo. Conducción que plantearía la unidad de acción contra la dictadura sin
importar el origen político de los luchadores y haría de la alianza con Tosco y
el sindicalismo del interior su principal estrategia de construcción de un nuevo
gremialismo combativo, democrático y antiburocrático.
De las regionales que se sumarían a la CGTA, sería la de Córdoba la de mayor
peso, estructura e influencia y sus resultados no tardarían en observarse en la
gigantesca movilización del proletariado cordobés a la cabeza de su pueblo. .
La CGT de Córdoba había convocado a un paro activo para los días 29 y 30 en
solidaridad con los mecánicos -el principal gremio provincial- al cual había
sumado su apoyo expreso el movimiento estudiantil a través de la FUC, ya que los
estudiantes se habían sumado a la lucha de los trabajadores ya desde 1960-1961,
pero en particular luego que la dictadura de Onganía entrara a sangre y fuego a
las universidades nacionales en junio de 1966, en la célebre Noche de los
bastones largos, al grito de 'judíos de mierda. Bolches a Moscú'. Para Córdoba
en particular, el estudiantado no hacía más que retomar la tradición de los
jóvenes Rebeldes de la Reforma Universitaria de 1918, quienes encabezados por
Deodoro Roca marchaban por las calles de la Docta del brazo de la joven
Federación Obrera de Córdoba cantando 'obreros y estudiante unidos adelante.'
La magnitud de la movilización obrera, -más de 20.000 en la columna del SMATA y
10.000 en la de Luz y Fuerza- espantó a la policía que disparó a quemarropa
sobre la columna de mecánicos que se acercaba a la Plaza Vélez Sarfield,
asesinando el obrero Máximo Menna. Este crimen infame -uno más en la larga lista
iniciada en junio de 1955, con los bombardeos a la Plaza de Mayo- enardeció a
los trabajadores y a todo el pueblo de la Docta que pasaron a enfrentar
abiertamente la represión, arrojando todo tipo de proyectiles desde las columnas
y desde las casas y balcones. Derrotando la represión y poniéndola en retirada,
quedando el pueblo -primero obreros y estudiantes y luego el pueblo todo- a
cargo de la ciudad de Córdoba, territorio ganado a la represión por primera vez
desde 1955.
La rebelión cordobesa que de hecho significaba la explosión de la verdadera olla
a presión en que el gobierno autoritario y falangista de Onganía, había
transformado a la nación, había sido precedida por casi todo un mes de peleas,
manifestaciones y marchas por distintos motivos en casi todo el país. Luchas en
las cuales en la semana previa, habían sido asesinados por la policía tres
estudiantes universitarios, que luchaban contra las privatizaciones de los
comedores estudiantiles: Bello, Cabral y Blanco.
Desde una perspectiva histórica puede pensarse que era casi inevitable que la
poderosa clase trabajadora de entonces -seis millones de obreros activos, la más
combativa y organizada de América- explotase contra la brutal represión y
recorte de derechos que la dictadura llevaba adelante, en un intento por poner
fin a la Argentina peronista que aún gozaba de gran potencia en cuanto al
poderío industrial de la nación y al poder, número, peso y organización de la
clase obrera.
Desde los bombardeos de Plaza de Mayo en 1955, hasta el Cordobazo la clase
trabajadora solo había retrocedido ante los embates del poder económico-militar,
en particular por la imposibilidad de contar con una conducción sindical
combativa que defendiera sus derechos quitados por el poder dominante. La CGT de
los Argentinos había cambiado las cosas, para el pueblo pero también para el
poder.
Otro escenario
A partir del Cordobazo el país sería otro y el movimiento obrero combativo
de Córdoba sería el problema de todos los problemas para los sucesivos
dictadores que caerían bajo su potente lucha, incluido el propio gobierno
peronista -a excepción del Dr., Héctor Cámpora, cuyo gobierno apoyaría casi
incondicionalmente la alianza del peronismo combativo provincial con Agustín
Tosco- ya que tanto el General Perón como luego su viuda y su mucamo José López
Rega tratarían de destruir al inmenso movimiento rebelde originado en el
Cordobazo, que iniciaría la gran rebelión popular de los setenta.
A partir del mayo cordobés y dadas las confluencias altamente revolucionarias
que se producían en la Argentina y en el continente americano luego de la
derrota norteamericana en Bahía de los Cochinos por las tropas cubanas en 1961,
el asesinato del Che en 1967 y la fuerte radicalización que comienza a transitar
el Movimiento Peronista a través de su lucha y Resistencia, harían que la lucha
en nuestro país ya no fuera sólo por un cambio de gobierno sino por el cambio
del carácter, del contenido del Estado a través de una revolución popular que
conquistando el poder a la plebeya, arrasara los privilegios oligárquicos de una
vez y para siempre. Exactamente lo que la oligarquía ha intentado impedir desde
siempre, desde el propio derrocamiento de Mariano Moreno y su Plan
Revolucionario de Operaciones en diciembre de 1810.
Contra esa posibilidad cierta a partir del país que emergió del Cordobazo, se
alzó el Gran Acuerdo Nacional (GAN) y el repliegue de las fuerzas represivas de
la oligarquía para esperar mejores condiciones. Las cuales vendrían de la mano
de los brutales errores de las fuerzas revolucionarias luego de que Juan Perón
asumiera su tercera Presidencia y de los innecesarios ataques que éste hiciera
contra su juventud revolucionaria y los sectores de su propio movimiento que con
su lucha lo habían traído de vuelta al país y al gobierno.
En esa absurda postrera pelea de Perón, no sólo se abriría la puerta para la más
atroz de las dictaduras, sino que además el peronismo sería castrado de toda
posibilidad revolucionaria, al punto que en los '90 sería el partido encargado
de llevar adelante el programa político que la oligarquía no había podido
completar desde 1955. Sería el Infame Traidor a la Patria nacido en Anillaco y
escondido en Chile, el encargado de destruir físicamente a la industria, a la
clase trabajadora y al Estado Nacional soberano e independiente, construido por
el peronismo entre 1945 y 1955. En 1976 teníamos seis millones de obreros
mayoritariamente industriales, en 1999 sólo restarían menos de un millón. Sería
el infame riojano quien cumpliría el sueño del Almirante Isaac Rojas? 'para que
desaparezca el peronismo deberán desaparecer las chimeneas'.
Poder popular en Córdoba
Durante los dos días que duró la tom
a de la ciudad por el pueblo insurrecto, emergió un líder que alcanzaría luego
ribetes casi míticos cuando su larga detención en las cárceles patagónicas:
Agustín Tosco, jefe del sindicato de Luz y Fuerza y principal impulsor de la
idea de la unidad política, organizativa y revolucionaria del movimiento obrero
con un proyecto de lucha revolucionaria del pueblo.
Tosco, junto a Gustavo Rearte, Raymundo Ongaro, Armando Jaime, los hermanos
Villaflor, René Salamanca y Alberto Piccinini entre otros, simbolizarían un
proyecto de sindicalismo combativo y revolucionario que nacido dentro del
peronismo proponía ir más allá, completando la Revolución Peronista con una
mayor participación económica y política de los trabajadores en la República. El
poder económico oligárquico e imperialista y su brazo dentro del movimiento
popular, la burocracia sindical vandorista, destruyeron este proyecto a sangre y
fuego. Luego la dictadura genocida completaría el trabajo: el 55 por ciento de
los 30.000 desaparecidos son dirigentes sindicales de base, miembros de esta
corriente combativa, clasista y revolucionaria originada por el Cordobazo.
En su derrota -que es la derrota de la nación misma- se nos fue el sueño de una
Patria justa, libre, soberana y socialista. En su lugar tenemos este presente de
ignominia y entrega que nos devolvió a la Argentina colonial que nos toca
resistir y transformar.
Memoria e historia
Alguna vez Alcira Argumedo señaló que desde el genocidio primigenio o
fundante producido por la conquista española, católica y europea en América, los
pueblos originarios y sus descendientes mestizos, el pueblo profundo de la
Patria Grande americana, ha luchado heroica y constantemente por redimirse del
yugo opresor de 500 años de expoliación y genocidio recurrentes. En ese sentido
señalaba proféticamente que casi cada generación de criollos desde la conquista
ha luchado por redimir su libertad, siendo esta situación particularmente
visible desde la gran insurrección del pueblo indio del Perú encabezada por el
Inca Gabriel Condorcanqui -Túpac Amaru-: desde su monstruosa derrota en la
segunda mitad del siglo XVIII, no ha habido generación de americanos que no se
alzara en lucha por su libertad y dignidad.
Retomando nuestra historia reciente podría decirse que los hijos de la montonera
que peleo en Pavón, que combatió con el Chacho Peñaloza y con Felipe Varela,
serían quienes acompañen a Leandro Alem -'el último federal'- en la Revolución
de 1890, sus hijos llegarían al gobierno con Don Hipólito Yrigoyen, cerrando más
de medio siglo de dictadura 'republicana' conservadora. Sus hijos harían el 17
de octubre de 1945 arrasarndo la Década Infame, completando la democracia con
los derechos sociales y económicos de los trabajadores. Los hijos de esta
generación de 1945, harían el Cordobazo y la gesta épica de los años setenta.
Los hijos de los sobrevivientes de la derrota de 1976 se sublevarían en las
jornadas de diciembre de 2001, liquidando el modelo de desaparición nacional
pergeñado por el traidor de Anillaco y su calvo socio en la entrega de la
nación.
Es en esta clave que debemos recordar el glorioso Cordobazo, al inmenso Agustín
Tosco y la maravillosa gesta de los Setenta, tratando de conjurar la advertencia
que nos legara el gran Rodolfo Walsh: 'Nuestras clases dominantes han procurado
que los trabajadores no tengan historia, no tengan doctrina, no tengan héroes,
ni mártires. Cada lucha debe empezar de nuevo, separada de los hechos
anteriores: la experiencia colectiva se pierde, las lecciones se olvidan. La
historia aparece así como propiedad privada, cuyos dueños son los dueños de
todas las otras cosas.'