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Argentina: La lucha continúa


Acerca de seguridades, inseguridades y la ofensiva de la derecha

Por Raúl Isman. (raulisman@yahoo.com.ar)

Para comprender en profundidad la conmoción ocasionada por el asesinato de Axel Danian Blumberg y la movilización posterior es menester referirse al contexto general del acontecer económico, social y político marcado por contradicciones que no siempre son claramente percibidas y decodificadas. Analizar dichas temáticas será el objetivo de la presente nota.

En efecto, el principal enfrentamiento que desgarra a nuestro país es el que alínea, por un lado, al poder económico y sus defensores en los medios de comunicación y en ámbitos académicos. Para decirlo fácilmente, la derecha. Estas fuerzas dominantes no pueden disimular la oposición irreductible profesada al conjunto de las iniciativas encaradas por el gobierno de Nestor Kirchner. Por el otro, se halla un conjunto de fuerzas en gran medida disgregadas y desarticuladas entre si y con centro en el propio gobierno nacional. El objetivo del presidente patagónico- recrear una nación con fuerte énfasis en la producción material, erigir un estado social y derrotar a las fuerzas que postulan la marginalidad y el hambre para gran parte de nuestros compatriotas- es el nudo del conflicto. La derecha percibe que, en caso de avanzar exitosamente el proyecto del pingüino, perderá gran parte de los privilegios acumulados en la década del ’90. Por lo tanto, no dejó en ningún momento de agitar diversos fantasmas (el aislamiento internacional, de no arreglar con el F.M.I.); pretende constantemente condicionar la marcha del gobierno (si se hubieran verificado los tantas veces anunciados aumentos de tarifas de los servicios públicos, las mismas ya estarían por las nubes). Además, procura influir en la designación de los equipos (por ejemplo, cuando pretendió renunciar al jefe de gabinete, en caso de perder Ibarra frente a Macri). Tal es la contradicción real que atravieza nuestra sociedad y no los delirios de los partidos de izquierda, soñadores de un socialismo imposible de construir en las actuales condiciones: para decirlo con palabras de la cotidianeidad: un país para todos o la comunidad de los negocios del menemismo, añorada por gran parte del empresariado como la más grande y bella de las utopías perdidas. El problema de la delincuencia- sin dudas real y existente- históricamente sirvió a la derecha para alejar la percepción en sectores sumergidos de la terribles inequidades de este sistema, así como de cuales son sus verdaderos causantes: el poder económico y sus corifeos. Por cierto que si se habla hasta el hartazgo de inseguridad no se menciona un conjunto de seguridades mil veces peor: en este sistema los trabajadores nos quedamos sin empleo, sin salud, sin educación, en suma, sin derechos elementales con seguridad, como hubiera afirmado hace algunas décadas Cacho Fontana. En los primeros meses del gobierno de Kirchner la oposición de la derecha se limitó a colocarle piedras discursivas, algunas de las cuales ya han sido mencionadas. Las reuniones de empresarios connotados con referentes políticos afines se sucedieron desde mayo de 2003. Pero el contenido y la intensidad de las acciones de los sectores privilegiados comenzó a cambiar, y a acelerarse, a partir del último 24 de marzo. La foto en la ESMA del presidente rodeado de un terceto de artistas populares (Victor Heredia, Joan Manuel Serrat y León Gieco) y de organismos de derechos humanos tuvo un impacto irrefutable y debía ser contrarrestada. La utilización política de la horrible muerte de Axel Blumberg vino a cumplir dichos propósitos. Previamente hubo distintos intentos, por ejemplo cuando Susana Gimenez, desde Miami, pretendió encabezar una cruzada de las personas de bien, contra la delincuencia y la inseguridad, tan sólo ella, acusada de irregularidades diversas (haberse servido de una empleada para importar un automóvil para discapacitados omitiendo impuestos o sus oscuros negocios con el sacerdote Grassi). Los secuestros que se verifican en la provincia de Buenos Aires, en especial, no son la acción de emprendedores anónimos del delito; ni tan sólo de mafias enquistadas en los pliegues de las estructuras de la mejor policía del mundo, Duhalde dixit. Son parte de un plan de la derecha para condicionar y desestablizar al gobierno nacional. Veamos porqué. Un secuestro, aín cuando cuente con la complicidad de funcionarios policiales, es una empresa muy costosa. Por ello, sorprende relativamente que las víctimas nunca son grandes empresarios, ni financistas en cuyo rescate pudieren esperarse cifras de siete dígitos, aún verdes. Los aprehendidos son, por lo general personas, relativamente conocidas (padres de Pablo Etcharri, Corcho Rodriguez y los Milito, hermano de Riquelme; a veces, inclusive son personas humildes, sin recursos), lo cual asegura impacto mediático e instalar la desesperación en sectores populares, pero impide esperar las cifras suculentas que compensen los riesgos de la operación. Esto demuestra, a nuestro entender, la motivación política de los secuestros. El padre del joven asesinado apareció convocando a una marcha a la que adhirieron nada sorprendentemente Canal 9, Radio 10, Canal 26 y otros medios de la derecha. Para sorpresa de parte de los propios convocantes, una verdadera multitud- más de 100.000 personas en los cálculos menos exagerados- se dio cita y avaló la prédica de la derecha. Los manifestantes, en gran medida eran debutantes en las prácticas de concurrir a una marcha, pero sin dudas habituales consumidores de los mensajes elaborados por Hadad y compañía. La mayoritaria composición de clase media no puede ocultar que, aún en sectores humildes los discursos citados tienen enorme predicamento. No sorprendió, por lo tanto, que entre los concurrentes, no faltaran silbidos hacia la dirigencia política y denuestos a los organismos de derechos humanos habituales en los citados medios de comunicación. Los objetivos de la derecha estaban logrados por las siguientes razones:
1) La Plaza Congreso del jueves 1 de abril opacó indudablemente el emocionante acto de la ESMA y el posterior a Plaza de Mayo del mismo 24 de marzo.
2) Luego de la concentración, desapareció literalmente de la agenda pública la temática del desempleo, la pobreza y la inclusión social. La lamentable muerte del joven secuestrado sirvió también para ocultar la cotidiana desaparición de varias decenas de personas por hanbre y enfermedades curables. Es una función indelegable de todos los sectores democráticos reestablecer un debate que coloque la centralidad de los temas fundamentales, y, en tal contexto, se debata también acerca de la delincuencia.
3) La crisis colocó en situación de parálisis política al gobierno de Felipe Solá, un aliado de Kirchner. Por lo tanto, retrasa desde el punto de vista político la concreción del proyecto presidencial. Las propuestas de la derecha Con relación al problema de la delincuencia, analizaremos aquí como la prédica de los sectores dominantes no aporta ninguna solución efectiva a la temática referida, no hablemos de los problemas decisivos. En este último punto pretende que la situación de pobreza se resuelve... con una vuelta a las recetas de la década del 90, que fue cuando se gestaron las condiciones de la miseria de nuestro pueblo. Es como pretender dejar el upite a salvo, entrando desnudos a un simposio de violadores. Pero veamos lo que dicen acerca del problema de la llamada inseguridad. En el petitorio presentado por el señor Juan Carlos Blumberg al Congreso se dicen algunas vaguedades de indudable ineficacia. Por ejemplo, Adoptar un D.N.I que impida su adulteración y falsificación (Clarín del 4-04-04). ¿Alguien piensa en un documento público concebido para facilitar su truchación?. O clásicos del discurso autoritario como aumento y sumatoria de penas y baja en la edad de imputabilidad de los menores, como si un niño obligado a delinquir fuera un victimario y no una víctima. ¿Desconocen los propositores de estas medidas que en los países en que se aplican no disminuye el delito? Sin dudas, no lo ignoran. Pero el objetivo es alentar la creación de enemigos menores en importancia, los delincuentes, invisibilizando de este modo a los causantes de la miseria popular. No falta el registro del uso de los celulares y otras cuestiones cosméticas. Uno de los centros del petitorio- y el señor Blumberg se encargó de subrayarlo en multitud de apariciones mediáticas- es la propuesta de obligar a los presos a realizar un trabajo útil para la comunidad. Tal punto merece diversas objeciones. Desde el punto de vista filosófico, ¿Es pensable obligar a trabajar a los reclusos en una sociedad basada en el trabajo libre? Hablando legalmente. ¿Es constitucional la ocupación forzosa de los reclusos? Además, si la labores de marras son en espacios públicos. ¿No es mejor emplear en ellas a desocupados? Si son en empresas privadas. ¿Devengarán salario? ¿Lo pagará el empresario privado o el estado? ¿No es esta medida una desafortunada manera más de bajar los sueldos por vía de la presión que implican sobre el trabajador? ¿No es el sueño de muchos empresarios, una mano de obra cuasi esclava? No hay una sola palabra en el petitorio acerca de la (re)educación de la población carcelaria, tanto en lo que hace a la reinserción en la sociedad como en lo referente a un auténtico arrepentimiento. Queda claro que de este modo no se resuelve el problema de la inseguridad. En rigor, tampoco lo pretende verdaderamente. La intención real es escamotear los temas centrales de la agenda pública instalando la solución fácil, mágica y expeditiva. Y dejemos de lado que nada se dice acerca de la complicidad de la intendentocracia pejotista con la policia y sus negocios ilegales. Sin resolver esta problemática, nada puede hacerse para moderar el delito en la provincia más grande del país. Frenar a la derecha La derecha venezolana comenzó sus tareas de desestabilización del gobierno del presidente Hugo Chavez Frias cuando este se hallaba en el pináculo de su popularidad. Desde entonces, sus campañas- fallido golpe de estado en 2002 incluido- lograron limitar la capacidad del gobierno para solucionar los problemas populares. Lo mismo intentan sus congeneres de esta orilla del Río de la Plata. Buscan instalar sus posiciones en el conjunto de la agenda pública esterilizando la acción del gobierno, y, si es posible, desestabilizarlo. Sabotean a Kirchner cuando el presidente goza aún de la máxima popularidad. Algunos de estos temas son:
a) Defender el pago de la usuraria e ilegal deuda externa (la interna que la pague mongo).
b) incremento de las tarifas (como si las enormes ganancias obtenidas por las empresas prestadoras de los servicios- aún luego de la devaluación, no hablemos durante la convertibilidad- no hubieran existido).
c) La solución fácil y expeditiva del problema de la delincuencia (la llamada mano dura).
d) La reivindicación del terrorismo de estado, so pretexto de que la memoria no puede ser hemipléjica. Es que los sectores poderosos fueron los verdaderos mandantes y beneficiarios de la infame dictadura (1976-1983). Por lo tanto, no se permiten ni la hipocresía de dejar de reivindicar la matanza operada en nuestro país. La marcha del jueves 1 de abril tuvo sin embargo algo profundamente positivo. Nos dejó expuestos frente a la inocultable influencia de la derecha en la sociedad, por vía de su potencia para convocar a través de los medios de comunicación afines. La verdad es siempre revolucionaria, afirmaba Antonio Gramsci. Dice una investigadora argentina actual que... las clases dominantes son las que ejercen el control del código, Y por lo tanto aquellos que regulan las condiciones de producción, circulación y recepción de los mensajes. Alejandra Ciriza. Feminismo política y modernidad. En revista El cielo por asalto. Número 5. Página143. Buenos Aires. 1992. Por ello, es fundamental terciar en la discusión operada desde los massmedia. Por ahora, las fuerzas dominantes no pueden construir política alrededor de una figura (sus referentes son patéticos, tanto Lopez Murphy, Macri, Sosbich o Patricia Bullrich y no alcanzan dimensión nacional), ni de un partido; pero esto no las hace menos temibles. El control que ejerce sobre la conciencia popular es el gran límite que encuentran los sectores progresistas y de izquierda para avanzar. El modo en que debemos comenzar a superar dichas limitaciones es una tan urgente como necesaria tarea de crítica en el seno de las masas. De no comprenderlo así, la hegemonía ideológica de la derecha no se modificará. Y pequeños destacamentos adherirán a los sectores progresitas y contestatarios. Pero las grandes mayorías populares seguirán a las fuerzas dominantes, como burro a la zanahoria (masmediática). Las fuerzas de izquierda deben abandonar caracterizaciones impresionistas (Kirchner es Bush) e iniciar estas imprescindibles tareas. Los poderosos no se equivocan al elegir sus enemigos.

Buenos Aires, 5 de abril de 2004