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Argentina: La lucha continúa

30 de marzo de 2004

Argentina ante una oportunidad histórica
Deuda eterna o deuda odiosa: ésa es la cuestión

Jorge Ismael Guevara
Rebelión

En las últimas décadas ninguno de los países prisioneros de agobiantes deudas externas ha intentado plantarse ante el Fondo Monetario Internacional y librar una batalla judicial planteando el no pago de la deuda. Ha sido así pese las posibilidades abiertas por la doctrina de Alexander Nahum Sack, que fue el primero en definir la categoría de deuda odiosa, a la que el mismo presidente norteamericano George Bush le ha dado reconocimiento públicamente.

El no pago fue reivindicado por Bush

Argentina se encuentra en posición privilegiada y éste es el momento histórico para asumir ese liderazgo. El 10 y el 11 de abril de 2003 la deuda odiosa aparece en el discurso nada menos que de George Bush, quien solicita a Francia, Rusia y Alemania (sus principales opositores a la guerra contra Iraq) que renuncien al cobro de las acreencias que Iraq tiene con ellos. La deuda odiosa es explícita y correctamente mencionada por Bush.

Después ya no se habló más de ello. Sólo en el Financial Times -diario financiero inglés- los editorialistas reclaman firmemente la retirada de esa propuesta: consideran la idea peligrosa, que puede prender en los gobiernos de países endeudados, que terminarán exigiendo la aplicación de esta doctrina y, si no son los gobiernos, serán los movimientos sociales de esos países quienes lo harán. El diario explica que la administración Bush juega con fuego y que pone en peligro a los acreedores. Las grandes potencias -por ser las acreedoras- han tenido siempre la precaución de evitar su sola mención.

Quien por primera vez definió la categoría de deuda odiosa (1927), fue el profesor Alexander Nahum Sack, ex ministro del Zar de Rusia, y profesor de Derecho de la Universidad de París, quien marcaba su posición con relación a las causas de ilegitimidad para plantear el no pago de una obligación de un Estado: "Si un poder despótico contrae una deuda, no por las necesidades o el interés de su pueblo, sino para fortalecer su régimen despótico, para reprimir a la población que lo combate, ésta es una deuda odiosa e ilegítima para la población de todo el Estado".

Es decir que si un régimen despótico contrae una deuda en su propio beneficio, se trata de una deuda personal de un régimen, y por lo tanto, caído el régimen se cae la deuda. Precisamente, al Estado argentino la dictadura le costó 30.000 desaparecidos y una deuda exagerada, hoy finalmente transformada en ilegítima, inmoral, fraudulenta e impagable.

Cuándo es lícito negarse a pagar

Hay tres claves para identificar una deuda odiosa: la naturaleza o comportamiento del gobierno que tomó el préstamo; el destino que se le dieron a los fondos tomados; y la actitud de quienes en cada caso prestaron el dinero.

La falta de consentimiento por parte de la población afectada para tomar el préstamo la transforma en odiosa, claramente aplicable en una dictadura.

La segunda clave es el destino de los fondos. Sería irracional concebir que ha habido consentimiento para tomar un préstamo por parte de una población determinada, cuando esos fondos la han convertido en víctima de delitos de lesa humanidad, o la han sumido en la pobreza o han devastado su entorno natural para enriquecer notoriamente a sus gobernantes, por encima de que los responsables hayan administrado el Estado elegidos por el voto popular. Para que una deuda sea calificada de odiosa, los fondos deben haber tenido un destino contrario a los intereses y/o necesidades de la población.

También pueden ser odiosas las "deudas de corrupción", es decir, aquellas que terminan en las cuentas personales de los déspotas o sus cómplices, por lo general en bancos suizos.

Otro tipo de deudas que podrían ser tildadas de odiosas son las "deudas de élite", ya que son las que se acumulan como resultado de préstamos tomados por el Estado o de pérdidas que asume el erario público para beneficiar a una minoría de la población que goza de una posición de ventaja preexistente. Dentro de este tipo de "deudas de élite" también hay que considerar todos los saldos acumulados por la "socialización" de deudas privadas. Por lo general, este fenómeno se concreta cuando el Estado asume deudas de un grupo empresario privilegiado ("estatiza" sus deudas). Los seguros de cambio o las compensaciones suelen ser la vía ordinaria de esta conversión de deuda privada en deuda pública.

Dentro de este amplio espectro que abarca la caracterización de las deudas odiosas, no hay que dejar de considerar las "deudas irresponsables". Durante la década del 70 los países del Tercer Mundo emprendieron unos 1.600 mega proyectos con un costo total de un billón de dólares. Todos estos proyectos necesitaron financiamiento externo para su realización, que resultaron antieconómicos, causaron graves consecuencias al medio ambiente y muchos de ellos pusieron en peligro la vida de comunidades enteras.

Para que una deuda pueda ser declarada nula por su naturaleza odiosa se requiere que los acreedores sean cómplices, o sea que tengan conocimiento tanto de la falta de consentimiento de la población para tomar los créditos como de la ausencia de beneficios que el destino de los fondos les reportará a quienes en definitiva tendrán la obligación de reembolsar.

Ellos fueron, entre otros, los gobiernos militares de Argentina, Brasil y Chile. A partir de la década del 70, el apoyo del mundo occidental a los gobiernos de facto estuvo asociado a los cambios económicos propugnados por la derecha neoliberal liderada por Estados Unidos y Gran Bretaña.

Identificar una deuda odiosa permite que las víctimas exijan que se la declare nula. Con la declaración de nulidad, los acreedores pierden el derecho a reclamar el cumplimiento del contrato de préstamo de dinero. La nulidad sanciona directamente a los acreedores de mala fe o irresponsables por el hecho de haber concedido créditos con fines delictivos (opresión, corrupción y fraude), para beneficiar élites, o destinados a financiar proyectos "irrealizables" o desprovistos de los estudios de factibilidad técnica, financiera, social o ambiental correspondientes.

Un país "de rodillas" ante los acreedores

Argentina no puede mantener el peso psicológico de un estado de permanente negociación, con un acreedor que primero mira la caja para aumentar sus exigencias, en un juego perverso de carácter extorsivo. Es hora de plantear la suspensión del pago de la deuda externa y su investigación: sobran argumentos para considerarla odiosa.

El presidente Néstor Kirchner prometió "no volver a pagar deuda a costa del hambre de los argentinos". También aseguró que convocará al pueblo para decidir sobre las cuestiones más importantes y ha quedado en evidencia que los servicios de la deuda no pueden pagarse si no es a costa del hambre de los argentinos. Sería oportuno que la ciudadanía toda discuta y decida sobre el pago, con el costo que todos conocemos o la investigación sobre deuda legítima e ilegítima.

Cabe recordar que el doctor Raúl Alfonsín (presidente entre 1983 y 1999), en el discurso pronunciado en su asunción el 10 de diciembre de 1983, aseguró que "no se va a pagar la deuda con el hambre del pueblo", y que se iba a realizar una investigación para establecer cuál es la deuda lícita y la ilícita, para solamente pagar la deuda lícita.

Transcurridos casi 20 años, la deuda se paga puntualmente y los chicos mueren de hambre, por el incumplimiento de las promesas de Alfonsín.

"Argentina acaba de batir el récord, con una cosecha de 70 millones de toneladas de grano. Se espera un ingreso de 10.000 millones de Euros por exportaciones". Sin embargo, "100 chicos mueren de hambre por día en Argentina".

Argentina cuenta con elementos suficientes para plantear seriamente la suspensión del pago, ya que existen todos los argumentos jurídicos y fundamentos técnicos que avalan que la deuda externa argentina es ilegítima, inmoral, fraudulenta e impagable. Y que hay suficientes antecedentes, no sólo jurídicos sino de carácter doctrinario, para fundamentar un planteo distinto al condicionado, que se ha realizado hasta ahora.

La deuda argentina se encuentra viciada de nulidad desde su origen, además se puede plantear que hubo perversidad en el procedimiento empleado, y se podría demostrar que existió un propósito deliberado de provocar un endeudamiento irresponsable con la consiguiente imposibilidad de pagar, con el objetivo de someter a los gobiernos a pagar un tributo permanente, y quedar sujetos a las directivas de los acreedores.

Hace veinte años, el 4 de abril de 1982, el periodista Alejandro Olmos denunció ante la Justicia que la concertación de la deuda externa argentina era fruto de un entramado de delitos que habían sido cometidos por las autoridades del gobierno militar en connivencia con los funcionarios del Banco Central de la República Argentina.

A la causa se le fueron agregando otras y los vericuetos judiciales duraron dieciocho años. Olmos dejó en ella sus últimos años de vida, ya que murió en la más absoluta miseria. Después, extrañamente, la sentencia sobreseyó a los responsables por prescripción de la causa. Sin embargo esa causa dejó sentado un precedente de inestimable valor al que debería recurrirse prontamente. Después de los rigurosos exámenes periciales, que se extractan y transcriben en la sentencia, están las declaraciones de los funcionarios actuantes, y una gran variedad de documentos que tienen que ver con el endeudamiento. Pero aún cuando las conductas señaladas pueden tipificar la comisión de diversos delitos, el juez se limitó a enunciarlas sin abrir juicios en ningún caso hasta las conclusiones finales, en las que habla de que el país fue "puesto de rodillas frente a los acreedores extranjeros".

El origen de la deuda argentina

Analizando la evolución de la deuda, queda en evidencia que existen infinidad de argumentos que avalan el pedido de una revisión de la deuda y que permiten cuestionar su legitimidad. Enumeremos sólo algunos:

1. Ilegitimidad del gobierno: Ilegítima en su origen: El primer y espectacular salto ocurre con un gobierno ilegítimo surgido de un golpe militar en el año 1976. De más de 6 mil millones de dólares que debía el gobierno, finalizada la dictadura la deuda había superado los 35 mil millones. Es decir que aceptar su legitimidad es como aceptar que en una casa ocupada por intrusos, esos moradores hipotecaran el inmueble, y luego el propietario tuviera la obligación de hacer frente con su peculio al pago de la deuda contraída ilegalmente.

Al respecto es clara la argumentación doctrinaria del Dr. Alexander Nahum Saks, quien marcaba el planteo de deuda odiosa e ilegítima para la población de todo el Estado.

Como antecedentes jurídicos que fundamentan este planteo podemos recordar que cuando la independencia de Cuba, España reclamó el pago inmediato de la deuda externa contraída. En ese momento, EE.UU. rechazó ese pedido, argumentando que esa deuda era un peso impuesto al pueblo cubano sin su consentimiento y por el uso de la fuerza de las armas. Por otra parte, en 1886 en Méjico, el presidente Juárez desconoció las obligaciones contraídas por el emperador Maximiliano, por lo que España, Inglaterra y Norteamérica no cobraron sus acreencias. También en este recuento sumario podemos citar que en 1918 el Soviet repudió la deuda contraída por los zares de Rusia. En ninguno de los casos pasó nada.

2. Falta de registros. En la actualidad la deuda se podría calcular, aproximadamente, tal vez en 200.000 millones de dólares, y es aproximadamente porque no existe ningún registro de ingreso. No se puede demostrar operación contable que justifique nada.

En la causa judicial iniciada en el principio de la etapa "democrática", el entonces presidente del Banco Nación, doctor Adolfo Diz, declaró ante el juez Jorge Ballestero que de la deuda no se llevaban registros contables. Dijo que el ministro de Economía Alfredo Martínez de Hoz los llevaba en una libreta personal.

Uno de los antecedentes que avalan esta postura: Costa Rica repudió la deuda con el Royal Bank of Canadá. Gran Bretaña, acreedora, lo llevó a juicio. La Suprema Corte de EE.UU. la desestimó, argumentado que en caso de reclamo de una deuda se debe fundamentar la demanda en el suministro real de los fondos enviados (al "gobierno legítimo", dice además la sentencia).

3. Necesidades especiales. Mas allá de la legitimidad de los gobiernos y de la deuda, hubo negativas al pago por necesidades especiales del deudor. El Reino Unido en 1920 solicitó a EE.UU. una reprogramación de la deuda, explicando: "Ese dinero lo necesita el Imperio Inglés para comprar trigo y productos porcinos para alimentar a la población". Es decir que el Reino Unido se negó a pagar la deuda con el hambre del pueblo. Norteamérica aceptó y después de varias reprogramaciones, finalmente, no se pagó la deuda.

4. Interés y corresponsabilidad. En el mundo de las altas finanzas es sabido que si un país se endeuda por encima del 3 por ciento va directo a bancarrota. Pero el FMI le impuso a la Argentina primero entre un 8 y 9 por ciento para finalmente elevar los intereses hasta un 19 por ciento.

Luego, cabe puntualizar que los créditos y refinanciamientos fueron sujetos a planes de gestión, con la fiscalización de los organismos multilaterales de crédito. Por eso cabe aplicar la corresponsabilidad. Precisamente en "1987 cuando se discutía el tema de las deudas externas, la Comisión de Asuntos Económicos de la ONU aprobó una resolución donde se daba mérito a la corresponsabilidad de los acreedores. Fue aprobada por 131 votos a favor y 1 en contra, de EE.UU".

Todos estos argumentos se aplican simultáneamente en el caso argentino.

Entre las conclusiones de un peritaje, la Academia Nacional de Ciencias Económicas del Consejo Profesional de Ciencias Económicas señala que:

-El acrecentamiento de la deuda externa del país, pública y privada, entre 1976 y 1982 fue excesivo y perjudicial. Carece de justificación económica, financiera y administrativa.

-Existe responsabilidad del ministro Martínez de Hoz y de sus sucesores hasta el 31 de diciembre de 1982, por las operaciones que determinaron el endeudamiento público y por haber promovido el endeudamiento del sector privado. Entran en esa responsabilidad el ex presidente del Banco Central y sus sucesores hasta el 31 de diciembre de 1982.

Casos similares en América Latina

El caso argentino es sólo uno entre una miríada de casos similares en toda América Latina. Hubo una extensión generalizada del endeudamiento fraudulento.

Existe un informe en el que se analiza la forma en que se efectuaron muchos préstamos, no sólo a la Argentina sino a otros países, que demuestra la ligereza de los acreedores y la perversidad del procedimiento empleado.

Esas obras fueron realizadas por empresas transnacionales, previos estudios de factibilidad realizadas por consultoras del mismo origen y financiadas por bancos asociados que conocían el destino de la inversión, además de contar con la fiscalización de los organismos multilaterales de crédito. Todas fueron inversiones fallidas, operaciones de venta de tecnología obsoleta o de obras nunca concluidas o mal encaradas. Algunos ejemplos:

-La Central Nuclear de Bataan, en Filipinas, construida en los años 80 y que ha causado una deuda que llega hoy a los 23.000 millones de dólares. Se construyó sobre una falla tectónica y por sus rajaduras no puede generar electricidad.

-La fábrica de papel de Santiago de Cao, en el Perú, que no pudo funcionar por no tener suficiente agua. O el inconcluso tren eléctrico de Lima en el mismo país.

-La refinería de estaño de Karachi Pampa, en Bolivia, que por estar ubicada a 4.000 metros de altura no tiene suficiente oxígeno para operar.

-La procesadora de basura para Guayaquil, que nunca se instaló.

-La acerería ACEPAR, en Paraguay, que no funciona desde su culminación hace 17 años.

-La imprenta del Ministerio de Educación de Quito, instalada en 1991 a más de 12 años de haber sido comprada, cuando el país de origen -la República Democrática Alemana- ya no existía. Nunca funcionó.

Por eso decimos que la deuda externa argentina se encuentra viciada de nulidad absoluta desde su origen, al igual que la del resto de América Latina.

Este es el momento oportuno de plantear un convenio o una alianza con el resto del continente. Hace ya muchos años el embajador Thomas Enders, Secretario de Estado Adjunto del Departamento de Estado, realizó un ensayo para determinar qué ocurriría si los países de América Latina pagaran la deuda sólo parcialmente o recurrieran a una moratoria unilateral. Los resultados a los que llegó en caso de que el repudio se hiciera en bloque, señalan que EE.UU. perdería más de 200.000 empleos y 77.000 millones de dólares al año. Ese estudio fue realizado en 1982, y si actualizamos las cifras los resultados serían mucho más graves para el Imperio que para Argentina y el resto de América. También llegó a la conclusión de que del conjunto de países, Argentina y Venezuela estaban en condiciones de no pagar sin correr riesgos. A la vez, que aceptar las condiciones de una moratoria era lo que más convenía a EE.UU.

Un marco de acción para el futuro

Las consecuencias actuales y futuras del crecimiento de la deuda externa del país son extremadamente perniciosas. Los servicios de la deuda no pueden pagarse, si no es -como hasta ahora- con el hambre del pueblo y las responsabilidades, aunque puedan ahora hacerse efectivas, han dañado el prestigio del país, su vida política e institucional, el orden jurídico, el sistema, la estructura económica y la paz social.

Puede considerarse probado que ha habido impericia, negligencia, y una actitud indiferente a toda crítica. Ello configura el marco ideal para la tipificación de los delitos de abuso de autoridad, violación de los deberes de funcionario público, malversación de caudales públicos y negociaciones incompatibles con el ejercicio de la función pública. La justicia deberá determinar el grado de responsabilidad de cada uno.

Por lo expuesto, el pueblo debe solicitar al Poder Ejecutivo Nacional que cumpla con su promesa de no pagar la deuda con el hambre del pueblo, que convoque a un profundo debate con el que se puedan esclarecer orígenes, responsabilidades, causas y consecuencias de la deuda externa y que convoque a una consulta popular vinculante para decidir si se plantea la revisión de la deuda externa y el pago de la deuda legítima.

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Fuentes

-Eric Toussaint. 3 de octubre 2003, Rebelión. Eric Toussaint es presidente del CADTM (Comité para la Anulación de la Deuda del Tercer Mundo), miembro del Consejo Internacional del Foro Social Mundial, autor de "La Bolsa o la Vida. Las Finanzas contra los Pueblos" Editorial Gakoa, San Sebastián, 2002.

-Laura Ramos. Investigadora del Observatorio de la Deuda en la Globalización.

-Patricia Adams (1991) "Deudas odiosas. Un legado de insensatez económica y saqueo ambiental", Planeta Tierra, Buenos Aires, 1993.

-(1) y (2) Del diario El País, (España, jueves 24 de abril de 2003, página 12).

-Seminario sobre aspectos históricos de la deuda externa argentina. Alejandro Olmos Gaona.

2001.

-Foro Argentino de la Deuda Externa, Regional La Plata, Berisso y Ensenada. Mayo 2001.

-Pedro Agote. "Informe del Presidente del Crédito Público Nacional", Editorial Kraf. Buenos Aires, 1988.

-Alfredo Eric Calcagno. "La Perversa Deuda Externa Argentina". Editorial Legasa, Buenos Aires, l985.

-Carlos F. Díaz. "Ensayos sobre la Historia Económica Argentina". Amorrortu Editores. Buenos Aires, 1983.

-Alejandro Olmos. "Todo lo que Usted quería saber sobre la Deuda Externa". Editorial De los Argentinos. Buenos Aires, 1989.

-Raúl Scalabrini Ortiz, "Política Británica en el Río de la Plata", Editorial Plus Ultra. Buenos Aires, 1986.

-Luis Vitali. "Historia de la Deuda Externa Latinoamericana, y entretelones del endeudamiento argentino". Editorial Sudamericana Planeta. Buenos Aires, 1986.