Argentina: La lucha continúa
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Nuevo intento o intentona de la izquierda argentina
"La doctrina socialista es una doctrina de amor,
la bandera roja es el símbolo de las reivindicaciones de todos los pueblos,
es la bandera internacional que debe ser respetada por los hombres buenos,
porque en ella está escrito el programa noble y grande,
que es el programa de la humanidad que sufre"
Alfredo L. Palacios
Hugo Alberto de Pedro
Me pregunto si la reunión celebrada en la ciudad de Rosario el pasado sábado
será o no como otros intentos realizados anteriormente, los que terminaron en
fracasos y desalientos muy difíciles de remontar. Ellos han provocando un
descrédito hacia la izquierda aún en el extremo de no haber ejercido jamás el
poder y de haber sido desde hace más de un siglo la usina necesaria e
imprescindible de ideas y luchas que concluyeron en las conquistas de los
derechos humanos, sociales y laborales.
En ésta nueva oportunidad, bajo la denominación de "Encuentro Nacional por la
Soberanía Popular por un Nuevo Proyecto de Nación", una amplia convocatoria de
militantes y dirigentes de la izquierda y centro izquierda nacionales pretenden
conformar un movimiento social y político, por ahora no electoral, donde tengan
cabida diferentes expresiones de los movimientos sociales, cooperativistas,
sindicales, independientes y políticos.
Cualquiera que conoce la historia, y además es bien intencionado, sabe que es
posible lograr un espacio político que aglutine a diferentes sectores si se
parte de establecer cuales serán los motivos de la conformación del mismo, no
dejando solamente enunciado una simple declaración de principios que en éste
caso también cuenta con una extensa denominación.
La realidad de nuestro país, extensiva al continente centro y sudamericano, es
la explotadora e inequitativa distribución de la riqueza y del ingreso que
coloca a sus inmensas mayorías en la pobreza e indigencia. La "madre riqueza" y
el "padre ingreso" han dejado huérfanos a los pueblos por haberse entregado al
designio de los grupos concentrados y hegemónicos de interés económico,
financiero y político, tanto nacionales como foráneos.
Si la nueva experiencia de aunar voluntades en la izquierda queda nuevamente
definida para establecer quienes son los responsables de la hecatombe y dejar
otra vez enunciado un mancillado listado de los responsables todo será en vano.
Sencillamente porque es justamente el pueblo el que lo tiene muy claro por
padecerlo en carne propia y mucho más que las clases dirigenciales de la
mismísima "siniestra" política.
Es más, considero que los tiempos del diagnóstico se han acabado como también la
búsqueda de sus culpables que ha sido hasta el presente el pasa tiempo de los
que no han querido ni sabido hacerse del poder, o por lo menos luchar por él de
forma coherente y consistente. Porque justamente de eso debe tratarse cualquier
intento de unificar criterios desde una visión política y socialmente superadora
que tiene que ser fundamentalmente revolucionaria.
Si se pretendiera pensar que basta con hacer nuevos y pequeños ajustes al
sistema capitalista para disfrazarlo con una máscara menos temeraria hacia los
millones de oprimidos, empobrecidos y hambreados que lo padecen, una vez más
estaríamos en presencia de mentiras y pérdidas de tiempo. Las que siempre son
utilizadas por los mismos que usufructúan del poder desde hace prácticamente
doscientos años, o sea desde nuestros orígenes independentistas.
La realidad nos pone frente a un desafío que va más allá de nuestras propias
fronteras y que debemos comprender que debe comprometer a todo un continente en
la búsqueda de una salida humanista con políticas y los proyectos sociales
reivindicativos en donde el eje sea el ciudadano. No alcanza, en consecuencia,
con el logro de un espacio político mayor para luego quedarnos dormidos en los
efímeros laureles de un crecimiento electoral insostenible, sino que debemos
pensar en las formas de hacer una convocatoria que alcance a todos los que de
una u otra forma estamos dispuestos a terminar con el actual estado de cosas y
las funestas prácticas políticas. Esto requerirá años de militante trabajo.
Los tiempos por venir nos darán la dimensión exacta de que vamos camino hacia el
poder, que no necesariamente debe terminar con obtener el gobierno, ya que éste
mientras que sea producto de un simple resultado electoral no hará posible que
se lleven adelante los cambios revolucionarios necesarios. La garantía de estará
en lograr una verdadera y efectiva participación popular en los asuntos que nos
incumben a todos y no solamente a los dirigentes, por cierto siempre necesarios.
Con todo, y por todo, debemos colocar nuestras esperanzas y militancia activa en
este nuevo espacio político y social, considerar que desde la amplitud de la
convocatoria podrá quedar garantizada una base de sustento lo suficientemente
sólida para actuar en todos los terrenos de la vida nacional y no dejarlo
centrado en el accionar político electoral solamente. Éste ya se encuentra
cooptado por el dúo partidista que se pasa el gobierno por turnos de espalda a
los que dicen querer representar cuando en la realidad lo único que les interesa
es sacarle los votos necesarios cada dos años.
Para conseguir el fin buscado siempre serán escasos los tiempos y las
modalidades que diseñemos, las que deben destruir las prácticas del pasado tan
llenas de vicios y preconceptos conspirativos e intolerancias como vacías de un
proyecto que no deje dudas sobre el accionar futuro.
Coraje, fuerza y convicción son imprescindibles al momento de establecer los
cursos de acción política, desechando cualquier entendimiento con los que ayer y
hoy usufructuaron de la política para denigrarla a la simple búsqueda de
corrupción institucional y proveedora de bienes y fortunas para unos pocos
dirigentes, burguesías asociadas y grupos económicos interesados en la
expoliación del patrimonio nacional.
Será necesario ser claros y precisos al propagar el ideario socialista de
justicia social, equitativa distribución de los bienes y las riquezas, activa
participación del Estado en la regulación de las actividades sociales y
económicas, confraternidad internacionalista con los pueblos del mundo,
libertades individuales y políticas en un estado de derecho donde el hombre sea
el beneficiario de las políticas. Donde los derechos humanos y sociales sean
rectores de una sociedad que busque el bienestar del hombre nuevo del mañana.
Trabajemos en esta "Convocatoria a la Militancia Popular" para que podamos hacer
realidad éste nuevo intento de la izquierda argentina que no termine en
"intentona".
29 de noviembre del 2004