Argentina: La lucha continúa
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Las claves del debate que estalló entre Néstor Kirchner y Lula
Maximiliano Montenegro
La administración Kirchner cuestiona la especialización primaria que le toca a Argentina dentro del Mercosur, contradictoria con un país urgido por bajar la desocupación y la pobreza.
El rompecabezas del conflictivo vínculo comercial entre Argentina y Brasil no
es difícil de armar. El Mercosur, que entró en vigencia hace una década, alentó
una división "natural" de la producción a nivel regional. En ese reparto,
Argentina disminuyó las exportaciones de manufacturas industriales con mayor
valor agregado a Brasil, y en cambio aumentó las compras que más empleo local
sustituyen. Simultáneamente, el comercio exterior argentino se volvió cada vez
más "Brasil dependiente", mientras que el socio mayor diversificó notablemente
los destinos de sus ventas y el origen de sus importaciones. Los cortocircuitos
recurrentes entre Buenos Aires y Brasilia, que alcanzaron otro pico de tensión
en los últimos días, son una consecuencia insoslayable de estos desequilibrios.
Más aún cuando, a diferencia de gestiones anteriores, el gobierno de Kirchner
cuestiona este patrón de especialización, contradictorio con un país urgido por
bajar la desocupación y la pobreza. "No queremos una Argentina
desindustrializada y proveedora de materias primas en el Mercosur", planteó hace
unos meses Roberto Lavagna a la administración Lula, y creyó haber sido
comprendido. Más allá de la negociación puntual de medidas de protección para
algunos sectores, ésta será la discusión que atravesará la agenda de la reunión
de presidentes del Mercosur, que se inicia este viernes en Ouro Preto.
Las cifras del comercio bilateral son diáfanas como un cristal:
- Según datos oficiales del Centro de Estudios para la Producción (CEP),
dependiente de la Secretaria de Industria, entre 1998 y 2004 las exportaciones
de manufacturas de origen industrial (MOI) a Brasil cayeron un 42 por ciento. En
cambio, aumentaron a los principales países latinoamericanos fuera del Mercosur
(Chile, México, Perú, Venezuela, Colombia) entre un 43 y un 290 por ciento.
También crecieron las destinadas al NAFTA (88 por ciento) y a la Unión Europea
(45 por ciento). - En el 2004, las ventas industriales a Brasil repuntaron, pero
están lejos de revertir la tendencia estructural.
- "Parte de la débil performance de las exportaciones de manufacturas
industriales durante el año 2003 estuvo asociada a la desaceleración de la
economía brasileña, pero ello no parece ser un fenómeno sólo coyuntural",
advierte un informe del CEP. "Si bien Brasil continúa siendo el principal
destino de las exportaciones MOI, su participación en el total exportado por
Argentina al mundo de este tipo de productos ha caído sistemáticamente desde el
año 1998", agrega.
- Entre los rubros de ventas industriales a Brasil que se derrumbaron sobresale
"vehículos y autopartes", que en conjunto cayeron unos 1800 millones de dólares.
Tal situación se explica por el éxodo de inversiones de las multinacionales
automotrices a Brasil, donde aprovechan "economías de escala" y el acceso
directo al mayor mercado del bloque, entre otras ventajas. - Pero "aun
destacando este factor decisivo, el análisis de las MOI al Mercosur muestra que,
con la excepción de químicos y plásticos, todos los rubros experimentan
retrocesos entre 1998 y 2004", sostiene el documento oficial. Por ejemplo, los
envíos de "máquinas, aparatos y material eléctrico" se achicaron un 35 por
ciento; los de "papel, cartón, impresos y publicaciones" un 42 por ciento, y los
de "textiles y confecciones", un 38 por ciento.
- En la última década la balanza bilateral del sector manufacturero fue (salvo
en el 2002) desfavorable a Argentina. Según las estimaciones presentadas ayer en
un seminario organizado por la Cepal, este año el déficit bilateral de la
industria argentina rozará los 4000 millones de dólares, frente a los 1957
millones del año pasado.
A la especialización primaria de la Argentina en la división del trabajo
regional, se le suma este año la reaparición de un problema "macro" para la
política económica: por primera vez en diez años, el saldo consolidado de la
balanza comercial bilateral será negativo para el país en unos 1800 millones de
dólares. Esa situación contrasta con el abultado superávit que muestran las
cuentas comerciales con cualquier otro país o región: desde Chile hasta China,
pasando por la Unión Europea y el Nafta.
La explicación de semejantes desequilibrios ya no puede buscarse en el tipo de
cambio bilateral (la paridad desde la devaluación es inédita), ni en la desigual
evolución de ambas economías, que transitaron este año un sendero de crecimiento
elevado.
Tal vez haya que rastrearla en la relocalización de inversiones ocurrida en los
últimos años que, replicando el modelo automotor, se ha dado también en otros
sectores manufactureros: desde electrodomésticos y metalmecánica hasta
alimentos. Es la lógica de un Mercosur guiado por las fuerzas del "mercado" o,
si se prefiere, de las multinacionales. Dicho de otro modo: cada vez resulta más
evidente que, sin mecanismos de promoción y salvaguardas consensuados a nivel
regional, Argentina jamás podría competir con Brasil por un modelo de desarrollo
industrial.