Argentina: La lucha continúa
|
¿La Argentina de Kirchner o un país alternativo?
Guillermo Almeyra
Como era lógico y previsible, a pesar de los 'teóricos' que hablaron de una
desaparición del proletariado industrial, la reanimación económica produjo en
Argentina una reactivación de la lucha de clases (durante los acontecimientos de
2001 y de 2002 buena parte de la sociedad permaneció inmóvil) y de las luchas
sindicales.
De la crisis están surgiendo también nuevas direcciones sindicales,
independientes, de izquierda, democráticas y hay desplazamientos en las viejas
burocracias sindicales, las cuales han perdido dos tercios de los afiliados a
sus organizaciones y se encuentran sometidas a gran presión de la base.
Al mismo tiempo, la recuperación económica y las excelentes ventas de soya y
otros productos primarios han dado mayor peso político y mayor capacidad de
presión a la oligarquía terrateniente, ligada al capital financiero
internacional, mientras la recuperación, seguida de peticiones masivas de
aumentos salariales, y el temor al ingreso de mercancías chinas, alejaron del
gobierno los restos maltrechos de la industria nacional que, además, en general
se oponen al Mercosur porque éste favorece a Brasil.
Hay más de 150 conflictos por salarios y condiciones de trabajo, las huelgas son
combativas y con métodos directos (piquetes, marchas, manifestaciones). Estas
abarcan ahora los gremios estatales y las empresas privatizadas, pero se
extenderán, previsiblemente, a metalúrgicos o al automóvil, ya que esos sectores
han recuperado su producción de 2001 pero mantienen salarios que perdieron la
mitad de su poder adquisitivo.
La mitad de los asalariados gana menos de 500 pesos por mes (unos 2 mil pesos
mexicanos), o sea, sólo un tercio de la canasta básica. Para evitar una
explosión, Kirchner acaba de decretar un aumento masivo de 100 pesos para los
salarios menores y dio un aumento también a los jubilados, inyectando así a la
economía más de 2 mil millones de dólares.
Pero los telefónicos, con su huelga vencedora, arrancaron 20 por ciento de
incremento para todos, cuando la patronal española sólo ofrecía 2 por ciento. De
modo que el decreto será bienvenido pero no frenará las reivindicaciones, porque
lo nuevo es que se puede ganar esta pelea. Kirchner goza aún de una aprobación
superior a 70 por ciento, pero no tiene partido (es peronista y el peronismo le
trabaja en contra) además, hasta ahora no ha reunido ni una vez su gabinete y
trabaja como un patrón de empresa: con dos o tres fieles, y en una relación
unilateral con sus ministros, de manera que no recibe consejos ni coteja
opiniones.
En parte nace de esto su idea de pagar al Fondo Monetario Internacional (FMI)
los 15 mil millones de dólares que el país debe, según él, para reducir
presiones y ganar independencia. Aunque es obvio que no se debilita al FMI
pagándole y que su presión política continuará, al pagar aparece evidente la
contradicción con las anteriores declaraciones del señor K (el FMI es
corresponsable de la deuda y de la explotación). En vez de dedicar las divisas a
desarrollar el mercado nacional, a ganarse un sólido respaldo social dando
trabajo y aumentos de salarios, dando dinero a la enseñanza y a la salud, las
reservas irían a fortalecer al FMI, que es obsoleto y está en crisis.
En estas condiciones, y en un año electoral que es la etapa para las elecciones
presidenciales de 2007, se reunieron en Rosario, provincia de Santa Fe, algunos
de los grupos más importantes de izquierda y de centroizquierda y la Central
Argentina de Trabajadores (CTA) para intentar establecer un acuerdo común de
acción, sin depender de las elecciones.
Este encuentro es similar al Diálogo Nacional organizado en México por los
electricistas y otros sindicatos más de organizaciones campesinas y populares
pero, a diferencia de éste, su eje no es el movimiento sindical sino la alianza
entre los débiles partidos, sobre todo entre los partidos Comunista (PC) y
Socialista (PS) (el primero sólo tiene un diputado y casi no tiene influencia
sindical; el segundo, en cambio, es un poco más fuerte).
Aparte del hecho de que en ambos partidos y en la misma CTA hay sectores que son
kirchneristas, partidarios de un acuerdo privilegiado con el señor K, o que
están directamente en el gobierno, en posiciones subalternas, es evidente que el
proceso electoral comenzará a pesar en su actuación diaria.
El PC ya habla de formar una nueva agrupación política (se supone que al estilo
del Frente Amplio uruguayo o sea, un pool de partidos y agrupaciones de
izquierda) mientras el PS está empeñado en definir su línea y reforzar su
organización como fuerza independiente y de izquierda.
El problema central, sin embargo, no son los cálculos electorales o las
actividades organizativas, sino la falta de claridad en el centroizquierda sobre
qué fue y es el peronismo, en general, y qué es su variante kirchnerista.
Los comunistas tienden a ver en Kirchner un agente más del FMI y a no comprender
el lento proceso de construcción de nuevas direcciones sindicales combativas ni
las formas ocultas y confusas que adopta la fuerza que se manifestó en el
2001-2002 .
Ambos partidos tampoco ven al país en perspectiva, en la situación económica y
política mundial, por lo que no encuentran cómo formular algunas ideas-fuerza
movilizadoras que aglutinen sobre una base clasista amplios sectores que hoy son
todavía peronistas.
El encuentro que acaba de nacer puede tanto morir como desarrollarse y avanzar.
Es una perogrullada, pero habría que apostar a lo último.