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Argentina: La lucha continúa

Desinformación se escribe con d (de derecha)

Fernando Rouaux
Argenpres

Si se lee una edición de La Nación en cierto detalle, se notará que una de las intenciones es la de adueñarse de significados. 'Dos paros en los subtes tornaron caótica la circulación por la ciudad', se lee en la tapa de hoy. 'Medio millón de pasajeros no pudo viajar'. El tema se actualiza a lo largo del día. 'Otra mañana caótica por el paro de subtes'. Se trata tenazmente de imponer un significado a un hecho, a un actor político, o a una palabra..
Los trabajadores del subte hacen un paro, única herramienta en sus manos para reclamar por sus derechos, y no es un conflicto gremial, mucho menos un reclamo justo. Es caos de tránsito. Intencionalmente se ignoran las causas para enunciar y agigantar sus consecuencias. Qué distinto de lo que se hizo con las marchas de Blumberg, donde se resaltaban los reclamos del empresario, la insoportable inseguridad de la clase media, y ni una mención a la gente que viajaba en los colectivos que se tuvieron que desviar de la plaza de los dos Congresos, que llegaron tarde a casa por la manifestación, o de los taxistas que perdieron tiempo y dinero por el corte de calles. Mucho menos hablaron de 'caos de tránsito', aunque se cortaron arterias centrales a la hora que todos vuelven a casa..
El significado siempre está asociado a un grado de legitimidad. Por ejemplo: decir 'violencia piquetera' es desacreditar a esos grupos de personas desocupadas y despersonalizarlos. No hay violencia buena, así que la violencia piquetera debe ser mala. Como queremos que la gente crea que los piquetes son violentos, decimos eso, y la gente lo cree. El siguiente paso es reemplazar la 'violencia piquetera' por la 'violencia callejera' o 'violencia' a secas. Así, lo que es un reclamo social, se convirtió lisa y llanamente en violencia. Como la violencia genera violencia, si la policía los muele a palos es porque se la buscaron. Por eso nunca dicen la 'violencia de la desigualdad social,' sino el 'fenómeno de la desigualdad social', o 'la violencia policial' sino 'el accionar policial'..
Los desocupados cortan una calle, no digamos que hubo un corte de calles por parte de personas sin trabajo, digamos 'otra vez, la violencia piquetera.' Nunca, por ejemplo, 'la violencia de las empresas', aunque sus guardas de seguridad maten chicos a balazos. Por eso no dicen 'leyes de impunidad' sino 'leyes del perdón'. Perdonar es bueno, suena lindo, así que son leyes del perdón, no es impunidad. Somos cristianos, perdonemos a quienes, entre otras cosas, han torturado. Fue un error, nadie es perfecto. Pero cortar una calle es un delito. Cumplamos con la ley, no tengamos piedad con los delincuentes..
Otra forma de hacer esto es juntando en el mismo párrafo (u oración, o pantalla), dos hechos o cosas que no tienen ninguna conexión lógica entre sí. El resultado de esto (y la intención) es que el lector establezca sin darse cuenta una conexión en realidad inexistente. 'Ola de inseguridad' es una frase lo bastante ambigua como para incluir ahí cualquier cosa que dé miedo. Un ejemplo común sería algo como 'Continúa la ola de inseguridad' y abajo algo así como 'Hubo dos asaltos a estacionamientos en capital. Intento de secuestro en Quilmes. Otra vez caos de tránsito por los piqueteros.' Y ya entró todo en la misma bolsa. Total, quién se va a poner a pensar en lo distinto de cada noticia..
En las editoriales, las contradicciones y barbaridades que se dicen se tienen que rodear del contexto adecuado para tener cierta credibilidad. Así, la mayoría de los columnistas apelan a las grandes citas. Esto está explicado de una forma muy divertida en Don Quijote. El amigo del autor le recomienda poner al principio algunas citas inventadas que parezcan muy importantes, total, nadie va a ir a revisar los libros a ver si son verdaderas o no, y le van a dar un toque intelectual y serio al texto, un aire de irrefutable que es imprescindible cuando se están escondiendo contradicciones, cuando se están omitiendo las partes más importantes, y se quiere imponer, aún así, un significado específico a cosas que tienen otro muy distinto..
Fíjese el lector, cuando encuentre un ejemplar de La Nación usado (¡por favor no lo compren!), que las referencias históricas (de la historia que aparece en la Enciclopedia Británica) son abundantes y que además, en cuanto más importantes suenen, mejor. Abundan las referencias a 'la Grecia Antigua', a 'el general tal o cual, antes de ganar la batalla tal', 'decía tal filósofo que…' y así sucesivamente. Total, ¿quién se va a poner a pensar que para cada uno de esos nombres y citas se pueden encontrar otros tan o más importantes que decían exactamente lo contrario? ¿Quién se va a poner a averiguar si lo que se cita fue dicho en un contexto completamente diferente, y con otro sentido?.
Esto lleva al otro mecanismo que usan los 'doctores' de La Nación. Este mecanismo, el más común, el más efectivo y el más usado por todos los medios, es el de la lisa y llana omisión. Cuando algo no les gusta, lo omiten en sus títulos, si se puede, claro. Si no se puede, irá en la página de la izquierda, abajo, con un título muy poco atractivo..
Tengo un vecino que lee La Nación. Por supuesto que lo hace sabiendo la clase de gente que son, el derechismo que los mueve. Por eso lo lee con un cierto espíritu crítico, que no le resulta fácil a mi entender. Así, cree que ve en lo que ve todas las malas intenciones y todo su derechismo salvaje..
Pero no lee nada más. Mira la tele, escucha la radio, sí. Así, está absolutamente imposibilitado de saber qué pasa, además de lo que las gigantescas empresas mediáticas quieren que veamos que pasa. Así, no sabe cómo es la vida diaria de una persona sin trabajo, qué hace un desocupado cuando no corta una calle, cómo comen él y sus hijos cada día. No sabe que hay intelectuales de primera línea que se reirían a carcajadas con las verdades de los 'doctores'. No sabe lo que es la Democracia Participativa, un Foro Social, cómo funcionan las cooperativas, cómo se destruye el medio ambiente para ganancia de las multinacionales. Así con miles de cosas cada día. Cada espacio que dan a algo es un espacio que niegan a otra cosa. Cada palabra elegida es mil palabras dejadas fuera..
Muchos argentinos leen sólo el diario Clarín, porque 'trae todo'. Basta comparar los títulos de Clarín y La Nación para ver que son casi los mismos. Es imposible estar más o menos informado sin leer diferentes fuentes, y sobre todo, las que no pertenecen a grandes empresas. La desinformación y la ignorancia son las herramientas más útiles para la derecha, como se demostró recientemente en los Estados Unidos. Por eso jamás se cansan de estimularlas, desde todos sus multimedios, porque de lo que ignoramos muchos, sacan ventaja unos pocos.

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