Argentina: La lucha continúa
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La casa está sucia
Osvaldo Bayer
La casa sigue sucia, a veintiún años de la caída de la dictadura militar. En
Zárate, la Justicia hizo un allanamiento que dejó al desnudo que todo sigue
igual en el Ejército argentino, más disimulado, por cierto, más mentiroso. Una
casa en medio de un barrio dedicada a los servicios de informaciones, que no es
otra cosa que la alcahuetería rastrera de la gente que al Ejército ³le resulta
sospechosa². Nos podemos imaginar quiénes son los sospechados: obreros de
actividad sindical, periodistas independientes, intelectuales que persiguen las
huellas de los asesinos de siempre.
Todo se debió a la denuncia de un dirigente obrero que expresó que en la casa
llamada ³Frente de piedra² Lavalle 636 había sido detenido y golpeado
bárbaramente por el Ejército durante la dictadura. La Justicia ahora actuó de
inmediato y ordenó el allanamiento. Lo que se encontró hasta una picana
eléctrica dejó en claro que todo sigue igual. Residencia de alcahuetes pagos
que sirven para vigilar a los ciudadanos que no agachan el lomo. Una dependencia
del Servicio de Inteligencia del Ejército.
Uno se pregunta: ¿pero acaso después de la dictadura no estuvo de comandante en
jefe el general Balza, que se rasgó las vestiduras de que él aunque estaba en
actividad no participó de la represión y habló decenas de veces de la
democratización y de la limpieza del Ejército? ¿Cómo es esto? El allanamiento
demuestra que todo sigue igual. Baste leer los objetos encontrados en la casa
allanada: armas de fuego varias, proyectiles, proyectiles antiaéreos,
fotografías, agendas, mucho material bibliográfico (manuales y revistas de
inteligencia del Ejército), ropa de fajina, una diminuta cámara fotográfica,
miras telescópicas, silenciadores, abundante cantidad de ropa usada, una especie
de soldador sin punta de los que se utilizaban como picana eléctrica,
certificados de la ICIA, gran cantidad de armas blancas, banderas argentinas,
libros por supuesto sobre el comunismo y la lucha contra la subversión,
miguelitos, etcétera.
Lo sorprendente es que ya la Justicia había preguntado al Ejército si allí
funcionó durante la dictadura militar el Destacamento ICIA 201/1, y el Ejército
lo negó hace muy poco tiempo.
Bien, se comprobó que en el lugar vive Juan Isaac Maldoz Peraza, del personal
civil de Inteligencia. Resulta curioso que el nombrado es uruguayo y que en
cuatro meses de llegado al país se le dio la ciudadanía argentina, lo que hace
sospechar que formó parte del Operativo Cóndor, operativo conjunto de las
Fuerzas Armadas para combatir a la izquierda. Ya se ha revelado la cantidad de
cobardes asesinatos políticos que cometieron tales sicarios. Se conocen
declaraciones de dicho agente a vecinos en las que declaró que a los
desaparecidos no los iban a encontrar más y que durante el Mundial de Fútbol del
Œ78 tuvo la orden de reprimir a gays y travestis para que no dañaran la imagen
argentina en el mundo. Y se preciaba de haber pertenecido al ejército uruguayo.
Declaró, además, ante el juez que hasta marzo de este año cobraba su sueldo a
nombre de Juan Isaac Maldoz Peraza, pero que a partir de esa fecha, por orden
del Estado Mayor del Ejército, su nuevo nombre era Ambrosio Serrano y exhibió su
nuevo recibo de sueldo con ese nombre. Es decir, el Ejército sigue actuando con
absoluta impunidad, con métodos mafiosos, pisoteando leyes y reglamentos. Se
sigue sintiendo dueño de la vida y de la muerte. Agregó el individuo que en la
actualidad desempeña funciones en el Destacamento de Inteligencia de Combate de
Campo de Mayo. Y que su actual jefe es el coronel Aurelio Corcelli.
La víctima de la brutalidad del Ejército que hizo la denuncia es Valentín
Rogelio Ibáñez, quien fue delegado obrero de la cercana empresa DalmineSiderca.
Que con otros dos delegados fue detenido en 1977 por dos civiles armados que los
llevaron a la casa de la que estamos hablando, donde durante tres días le
propinaron palizas indecibles a patadas y puñetazos. Eran miembros de
Inteligencia del Ejército que les querían hacer declarar que los detenidos eran
comunistas, cuando en realidad eran peronistas. Estos procedimientos van a ser
repetidos en varias oportunidades y finalmente los perseguidos serán dejados en
libertad porque no se les pudo comprobar nada.
Cuando el ocupante actual de la casa allanada, como decimos, el uruguayo Juan
Maldoz Peraza, fue detenido al entrar en la casa allanada, es decir, hace pocos
días, se le secuestró un bolso en el que tenía 24 proyectiles calibre 22 punta
de plomo y 16 proyectiles intactos calibre 22, una tricota verde militar, una
gorra blanca con visera y escudo, una camisa camuflada, una gorra azul con
visera, con estampado CVN, un pasamontaña verde, una bombacha de fajina
camuflada con cinturón color marrón, y en uno de sus bolsillos un cargador para
pistola 9 mm, una campera de piloto de avión con aplique de bandera argentina y
escudo de la Escuela de Aviación del Ejército. Uno de los allegados del miembro
del Ejército Peraza declaró ante el juez que éste, cuando se refería a los
desaparecidos, los calificaba de ³comunistas de mierda². Y que durante la
represión había actuado en el Batallón 601 de Inteligencia. Y que ahora trabaja
en la oficina denominada CRIM del Ejército en Campo de Mayo. A Maldez Peraza se
le secuestran libros que estaba leyendo, entre otros, Subversión comunista en
Latinoamérica y otro a favor de la campaña del desierto de Roca llamado Política
seguida por el aborigen del Círculo Militar.
Ha intervenido el juez Federico Efraín Faggionato Márquez y la Secretaría de
Derechos Humanos bonaerense. Se investiga actualmente cuántos hechos de tortura
y de detenidos ocurrieron en esta casa y por qué el Ejército negó que fuera
propiedad de esa institución tal guarida.
Resulta un insulto a las instituciones democráticos que el Ejército niegue
realidades y que se maneje siempre en el misterio con que ejecutó los horribles
hechos de torturas, apropiación de niños y desaparición de personas. Creemos que
éste es un caso que no sólo debe ser tratado por la Justicia sino que da ocasión
para que el Congreso origine un debate y una comisión de investigación para que
sanee la moral de esa institución. Y a esa investigación hay que comenzarla con
la averiguación de las ideologías de los profesores del Colegio Militar. En el
film Panteón Militar que se debe a mi investigación, está bien claro la
ideología de los que enseñan a los actuales cadetes. No basta con bajar el
retrato de Videla, que por fin se hizo en el 2004 a pesar de que denuncié el
hecho de su existencia en 1992, y ni Menem, ni De la Rúa, ni Duhalde se
sintieron responsables de ese insulto a todas las víctimas de esos tétricos años
del crimen y del abuso de la dignidad.