Argentina: La lucha continúa
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En un contexto de desinterés social, detuvieron al ex-sacerdote Angel Strapazón y otros seis miembros del Mov. Campesino de Santiago del Estero (MOCASE), por resistir el desalojo de sus tierras.
"Primero encarcelaron a los piqueteros, y no me importó"
por Pablo, militante del
MTD Anibal Verón - Frente Darío Santillán
Cuando se desarrolló el encuentro en Buenos Aires de la Carta Social de las
Américas impulsada por el gobierno venezolano, hace menos de un mes, nos
reunimos una delegación de la Verón y el Frente Darío Santillán con los
compañeros y compañeras del MOCASE, y el vice-canciller de Venezuela, Federico
Ruiz, que viajó a la argentina especialmente para ese encuentro.
Es conocida la afinidad que el presidente Chávez manifiesta con el Gobierno de
Kircher. Por eso, en la charla, nos encontramos ante el desafío de explicarle a
un alto funcionario del Gobierno venezolano, por qué nosotros bien podíamos
manifestar nuestra simpatía con el proceso popular que se desarrolla en su país,
a la vez que manifestábamos profundos puntos de oposición al Gobierno de
Kirchner en el nuestro. Un ejemplo resultó clarificador: "nosotros vemos que en
Venezuela" –le dijimos- , "mientras la derecha local y el imperialismo
presionan, el gobierno adopta una posición de enfrentamiento a esa oligarquía y
apela a la movilización social en defensa de los intereses populares. En
Argentina, en cambio, la presión histórica de la derecha y los sectores del
poder económico para que se ponga freno a la lucha popular, encuentra eco en el
gobierno, que cede a esa presión, o dierctamente comparte los mismos objetivos:
el endurecimiento represivo y el encarcelamiento de decenas de militantes
populares es muestra de ello".
Angel Strapazón, aquel sábado, era parte de la charla. Hoy, junto a seis de sus
compañeros, está tras las rejas en una provincia gobernada por la intervención
del gobierno de Kirchner.
¿Qué le permite al Gobierno "K" avanzar en esta ofensiva de deslegitimación y
judicialización de la protesta social? Son varios los factores: la realidad
económica, aunque sigue castigando a los más empobrecidos, parece dar un respiro
a ciertos sectores medios y altos de la sociedad que hasta no hace mucho eran
parte del descontento y hoy manifiestan su apoyo al gobierno; en el campo de los
que luchan, acorde con la estrategia oficial, un sector se desmovilizó, en
nombre del apoyo a un gobierno "popular"; en sus editoriales plantean que "no
bajaron sus banderas", pero mientras siguen los recortes a los planes de empleo
y hay cada vez más presos por luchar, ellos callan. Por último, y tal vez lo más
importante: todo el colchón de solidaridad y acompañamiento social que tuvimos
las organizaciones populares en los momentos de ser reprimidas o perseguidas
hasta no hace mucho, hoy se reduce a la mínima expresión.
Poco podemos hacer ante las voces reaccionarias de las "doña Rosa", paradigma de
la clase media despolitizada y conservadora, que se escuchan hasta el hartazgo
en los llamados a las radios porteñas. Después de todo, no fueron esas voces las
que nos acompañaron en los momentos críticos. Hay todo un espacio
ideológicamente "progresista", en cambio, que se auto-justifica a la hora de
tomar distancia (e incluso asumir posturas abiertamente críticas) ante quienes
seguimos manteniendo las mismas banderas de lucha que tomaron notoriedad a
partir de diciembre de 2001. Y los argumentos que encuentran, muchas veces pasan
por repetir las consignas que emanan del gobierno y las corporaciones
mediáticas, brazo comunicacional del poder económico. "Castells se lo estaba
buscando", repiten, y entonces ya no es tan importante ir a las marchas por la
libertad de los presos políticos. Flaca memoria la de quienes, como la CTA,
repitieron en su momento: "nuestro límite es la represión y el encarcelamiento
de los luchadores sociales", y tomaron como bandera la campaña por la libertad
de Emilio Alí, pero hoy se muestran ausentes cuando el gobierno transgrede el
límite que ellos mismos fijaron, y olvidan que son exactamente los mismos cargos
que pesaron sobre Alí los que hoy pesan sobre muchos detenidos por luchar.
Si de cada suceso en la lucha popular, aún los traspiés, debemos extraer
enseñanzas, la detención de los compañeros campesinos seguramente también nos
brinde alguna.
El MOCASE es una organización social con 14 años de existencia, que agrupa a más
de 9000 familias campesinas organizadas en toda la provincia de Santiago del
Estero. Junto al Movimiento Sin Tierra (MST) de Brasil y otras 17 organizaciones
campesinas de toda América Latina, integra la Vía Campesina Internacional.
Difícilmente se pueda dudar de la legitimidad su lucha. Sin embargo, la
detención de los compañeros es el correlato de las detenciones anteriores a
otros militantes populares y la poca reacción social; es su lógica consecuencia.
Empezaron deteniendo a militantes de Quebracho, y pocos reaccionaron porque "Quebracho
genera desconfianza". Siguieron por Castells, los presos de la Legislatura, y
los trabajadores de Caleta Olivia en la provincia del presidente… Pero el
objetivo de la estrategia represiva y judicializadora nunca se limita a atacar a
tal o cual expresión "minoritaria" o "extrema". Empiezan por allí, pero
necesariamente avanzan sobre todo aquel que se arraigue en la defensa de los
intereses populares y no esté dispuesto a "transar" con un gobierno que no
satisface sus demandas.
Hoy son los presos del MOCASE, mañana quién sabe.