Argentina: La lucha continúa
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Juicios a los represores: El "atentado" de Fisherton
Juane Basso
Se presentó un nuevo querellante en la causa Feced, el paranaense Guillermo Germano, quien acompañado por este medio volvió 30 años después al barrio donde asesinaron a su hermano para hablar con los vecinos
El martes 19 de octubre se presentaron dos nuevos querellantes en la causa
Feced, Guillermo Germano y María del Carmen Salvay, hermano y madre del
desaparecido Eduardo Raúl "Mencho" Germano, secuestrado en diciembre de 1976
junto a una compañera con la cual fue asesinado en Fisherton, en un terrible
operativo encabezado por el propio Agustín Feced.
Luego de declarar en el juzgado federal a cargo del juez subrogante Carlos Vera
Barros, Guillermo Germano acompañado por militantes de H.i.j.o.s, se trasladó al
barrio de Fisherton a buscar datos sobre el destino de su hermano.
¿Donde está Eduardo Germano? Eduardo Germano –18 años– era un militante de la
juventud peronista de Paraná (Entre Ríos). Entendía que el peronismo era la
identidad político cultural mayoritaria de los argentinos y que desde el
movimiento se "llevaría adelante la liberación nacional y social en este país".
A pesar de que en su seno contuviera las contradicciones que albergaba, el
peronismo rompería las cadenas de la dependencia con el imperialismo, al mismo
tiempo que el peronismo revolucionario derrotaría a los sectores reaccionarios
del propio movimiento.
En agosto de 1976 Germano se trasladó a Rosario. Los días de aquel año se habían
vuelto demasiado peligrosos para la militancia, había que andar a escondidas,
clandestino, para eludir el encuentro con los militares que andaban de "caza".
Así y todo Eduardo se las arreglaba para seguir viendo a sus padres con
encuentros programados con anticipación, cosa que otros militantes evitaban.
El último encuentro familiar fue acordado para el 18 de diciembre de aquel 1976.
Los padres de Germano viajaron a Rosario pero Eduardo no concurrió a la cita,
volvieron a Paraná y estuvieron cortando clavos hasta el 6 de enero, día en que
recibieron una carta anónima que les informaba sobre la desaparición de su hijo
y su posible asesinato. A partir de ese día los Guerrero comenzaron un trabajo
de búsqueda, de investigación, igual al de decenas de miles de argentinos.
El "atentado". El 28 de diciembre de 1976 el diario La Capital contaba a los
rosarinos sobre un operativo militar realizado durante la madrugada en el barrio
de Fisherton. Con el título "Fueron abatidos dos terroristas", el Decano de la
Prensa Nacional publicaba una reproducción calcada del parte del ejército.
"Personal dependiente de la Jefatura 211 –decía el ejercito a través de La
Capital– que realizaba un patrullaje en la zona de Fisherton, observó a una
pareja que portaba un bulto de regulares dimensiones y en actitud sospechosa se
mantenían próximo a la estación transformadora de energía eléctrica instalada en
la intersección de y Boulevard Argentino y Columbres"... "intentaron fugarse
cubriéndose con disparos de fuego siendo abatidos y produciéndose la detonación
de una carga explosiva que transportaban".
La carta anónima recibida por la familia más la nota de La Capital, eran la
única información que tenía Guillermo Germano, hermano de Eduardo. Con esos
datos, un día de 1982 –con 18 años– viajó a Rosario y se fue hasta el barrio de
Fisherton, habló con los pocos vecinos que vivían por la zona y sólo uno, que
supero el miedo todavía instalado por la dictadura en retirada, estuvo dispuesto
a contarle lo que sabía.
"Una chica de unos 22 años –recordó Guillermo a el eslabón– me contó que Feced
en persona les dijo a los vecinos que no salgan porque tenían información de que
iba a realizarse un atentado. Me dijo que el barrio había quedado tomado por los
militares y que ella se quedó espiando desde la ventana, y que luego escuchó una
terrible explosión". También se acordaba la chica que el día después vinieron
los bomberos a descolgar una pierna que había quedado colgada de un árbol.
Cuando finalizó la dictadura dos testimonios señalaron que en ese episodio
habían muerto Eduardo Germano y una chica apodada Pelusa. Uno de los testigos
era una detenida del Servicio de Informaciones de la Jefatura de policía, que
recuerda que los dos jóvenes habían estado ahí, que se los habían llevado en muy
mal estado, producto de la tortura, y que los habían asesinado en Fisherton.
El camino de la verdad. El martes 19 de octubre, luego de declarar en el marco
de la mega causa Feced, Guillermo Germano fue junto a militantes de H.i.j.o.s.
hasta el barrio donde había estado hace veintidós años.
Colombres y Boulevard Argentino, la esquina del episodio, estaba "muy cambiada"
según Guillermo, pero seguía ahí la torre transformadora de la EPE. Germano tocó
el timbre del chalet que recordaba como el de la chica que le había contado el
encuentro con Feced, pero ya no vivía ahí. Sin desanimarse pero con gran
ansiedad, el hermano de Eduardo tocó en otra vivienda de la que salieron dos
ancianas con su nieta.
Desde la puerta de casa, separada de la de calle por un cuidado jardín, las
señoras –sumamente precavidas, quizás embargadas por el nuevo miedo tan
difundido por estos días– lanzaron un "que quieren" desconfiado a los
visitantes. "Buscamos gente que viva en el barrio hace mucho tiempo, –contestó
un militante de H.i.j.o.s–, alguien con buena memoria".
Endulzadas por la invitación las señoras se arrimaron con su nieta. Los
visitantes contaron porque andaban recorriendo el barrio y rápidamente las
ancianas –que reconocieron justo en ese momento que estaban contándole la
historia del barrio a su nieta– empezaron a recordar el hecho del "atentado de
los montoneros".
—Si, eran unos chicos que querían hacer explotar el transformador de la luz
–contaron las abuelas a los extraños– nosotras vimos todo".
—Eso es lo que salió en los diarios, lo que dijeron los militares –dijo
Guillermo.
—Vos viste eso abuela –preguntó la nieta–.
—Bueno nosotros no vimos nada porque vino el ejército y nos metió a todos para
adentro, es lo que dijeron después –dijo una de las mujeres.
—Señoras a mi hermano lo sacaron de la Jefatura de Policía ese día, y lo
trajeron hasta acá para matarlo, eso lo pude averiguar mucho después –comentó
Guillermo.
—Puede ser –reconoció la otra anciana— nosotros tenemos familiares que se
exiliaron durante la represión, yo siempre lo escucho a (Marcelo) Nocetti en Lt8
que cuenta como hacían esas cosas.
La charla con las vecinas se extendió un rato más, Guillermo quedó muy
emocionado por lo bien que lo trataron, además le acercaron datos para dar con
la testigo que hace veinte años se había quedado espiando por la ventana.
Casi treinta años después, las abuelas que vivían en el barrio desde 1914, ya
pueden contar a su nieta la historia verdadera del barrio.
Por su lado Guillermo se llevó otra pieza del rompecabezas que su familia hace
tiempo está armando para conocer el destino final de Eduardo "el mencho"
Germano•