Argentina: La lucha continúa
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SEGURIDAD PRIVADA: UNA HISTORIA CRIMINAL
Drogas, ex represores y dinero negro
Alejandro Guerrero
PRENSA OBRERA
A mediados del año 2000 comenzó el desembarco en la Argentina de varias
agencias privadas de inteligencia y seguridad, todas de origen norteamericano,
que hoy ya tienen tomada la porción más gruesa del mercado. Ellas trasladan
fondos, ofrecen seguridad bancaria y servicios de custodias personales, de
edificios y barrios cerrados. Pero, además, organizan operaciones de espionaje
industrial y de inteligencia militar para Estados extranjeros.
Cada una de esas 'compañías' tiene su historia, pero este artículo se referirá
especialmente a la de una de ellas: Trident Investigative Services Inc.,
propiedad del coronel Oliver North -aquel que estuvo en el centro del escándalo
Irán-contras-, representada en la Argentina por el uruguayo, nacionalizado
norteamericano, John Battaglia Ponte. Hablar de esa agencia y de esos personajes
implica referirse a la supervivencia y al reciclaje del Plan Cóndor,
organización criminal dedicada hoy, además de a la represión, al tráfico de
armas y de drogas, negocios que constituyen su mejor especialidad.
Battaglia Ponte fue uno de los coordinadores del Cóndor, trabajó para la CIA y
para North, estuvo a cargo de detectar y perseguir a los exiliados argentinos en
los Estados Unidos en tiempos de la dictadura, y trabajó activamente durante
aquellos años en Paraguay, en la Argentina y en Uruguay, su país de origen.
También cumplió su papel en América Central, y esas referencias geográficas
trazan el mapa de una red mafiosa internacional cuya eficacia se sostiene hasta
el día de hoy.
Trident, por supuesto, trabaja aún para la inteligencia norteamericana
-actualmente tiene fuerte presencia en Irak- y Battaglia Ponte, de antiguos
vínculos con militares argentinos, ha tomado parte en la organización de grupos
parapoliciales en México, donde, como se sabe, cumplieron en su momento un papel
muy activo varios asesores llegados desde la Argentina.
Por ejemplo, Battaglia conoce muy de antaño a las bandas paramilitares 'Los
Chinchulines', con base en el municipio de Chilón; 'Paz y Justicia', en
Sabanilla; el 'Frente Cívico Luis Donaldo Colosio' y la 'Organización Juventud
Independiente', en Tila y Salto de Agua. También a los llamados 'Guardias
Blancos', autores del asesinato de unos 600 campesinos entre 1996 y 2000.
Por cierto, la presencia de consejeros militares argentinos entre las fuerzas
desplegadas en Chiapas desde la década pasada, tal como hicieron en los años '80
en El Salvador, Honduras y Guatemala, señala la supervivencia de un sistema
clandestino y secreto de coordinación de la inteligencia militar. En ese punto
resurgen por su propio peso nombres como los de Oliver North y Battaglia Ponte.
En otras palabras: persiste la actividad de organizaciones mafiosas y represivas
creadas hace casi 30 años y consolidadas, en lo que a los militares argentinos
respecta, cuando, tras el golpe de 1976, Guillermo Suárez Mason promovió la
creación del Grupo de Tareas Exteriores (GTE) del Batallón 601, un aparato de
inteligencia militar vinculado con la Secretaría de Inteligencia del Estado (SIDE).
Viejos contactos
Los primeros contactos de la inteligencia militar argentina con los grupos
centroamericanos de extrema derecha se produjeron por intermedio de la
organización neofascista italiana 'Avanguardia Nazionale', en 1973, cuando el
terrorista de esa misma nacionalidad Stephano Delle Chiae, de contactos fluidos
con la Dina chilena, comenzó a operar en la Argentina. Michael Townley -ahora
convicto en los Estados Unidos por el asesinato del ex canciller de Chile
Orlando Letelier- hizo de nexo entre la primera misión de consejeros argentinos
y el entonces oficial del ejército salvadoreño Roberto D'Aubisson.
En 1980, producido el golpe narco-militar en Bolivia conducido por Luis García
Meza y organizado por la dictadura argentina -el brigadier Omar Graffigna estuvo
personalmente en un aeropuerto militar de La Paz la noche de la sublevación-,
hubo allí una reunión peculiar entre Luis Arce Gómez -hoy preso por narcotráfico
en los Estados Unidos-, su primo Roberto Suárez, llamado entonces 'el barón de
la droga', Delle Chiae y el teniente coronel argentino Hugo Miori Pereyra,
delegado de Suárez Mason. En ese cónclave se llegó a un acuerdo para aceitar el
mecanismo de tráfico de drogas en América Central y del Sur, de modo de
financiar grupos paramilitares. Además, claro está, de llenar los bolsillos de
quienes sellaron el pacto.
Represión y narcotráfico
El coronel argentino José Osvaldo Ribeiro, (a) 'Balita', estuvo a cargo durante
los años '80 del destacamento argentino en Centroamérica. El teniente coronel
Miori sirvió de 'mensajero' y a él se asignó un papel importante en la
coordinación del tráfico de drogas por El Salvador, donde instaló redes que
perduran hasta la actualidad. La cocaína se transportaba a bases de la Fuerza
Aérea salvadoreña y desde ellas se la enviaba a los Estados Unidos. En su
momento, parte de esa droga financió los escuadrones de la muerte de D'Aubisson.
Pues bien: todas esas operaciones estuvieron supervisadas por el coronel North y
por Battaglia Ponte.
Uno de los contactos de North y Battaglia Ponte era el teniente coronel
argentino Santiago Hoya, (a) 'Santiago Villegas'. Hoya y Ribeiro fueron
participantes activos de las operaciones (organizadas por North con la
colaboración de Battaglia) que luego derivaron en el escándalo Irán-contras.
Ribeiro, además, tuvo responsabilidad en varias desapariciones de personas en
cuanto él mismo era pieza operacional del Plan Cóndor.
En esa época, Battaglia y Ribeiro también fueron instructores de los servicios
de inteligencia paraguayos, chilenos y uruguayos. En tiempos de la guerra
subversiva contra el gobierno sandinista en Nicaragua, Ribeiro, desde una
habitación del Honduras Maya Hotel, en Tegucigalpa, coordinaba operaciones con
ex miembros de la Guardia Nacional somocista. El argentino Hoya fue jefe de
operaciones de aquel plan sedicioso y organizó el centro de entrenamiento
Sagittarius, en las afueras de Tegucigalpa, y el campo de concentración llamado
'La Quinta'.
Battaglia Ponte -a esta altura conviene recordar que tiene hoy en sus manos
buena parte del negocio de la seguridad privada en la Argentina- también
intervino, por cuenta de la CIA, en las negociaciones que culminaron con la
creación de una dirección 'contra' colegiada, y en la organización de la 'Legión
Setiembre', constituida por ex guardias somocistas. Así pudo ponerse en marcha
la Fuerza Democrática Nicaragüense (FDN).
Según una investigación del San José Mercury News, las actividades del FDN se
financiaron en gran parte con el tráfico de cocaína. El nicaragüense Danilo
Blandón, ex agente especial de la DEA, admitió ante el Congreso norteamericano
que entre 1981 y 1988 se transportaron más de 100 kilos semanales de droga desde
bases aéreas salvadoreñas hacia territorio de los Estados Unidos.
De ayer a hoy
Toda esa estructura se mantuvo mucho tiempo, y se mantiene todavía hoy.
Resulta interesante recordar que, una vez estallado el alzamiento campesino en
Chiapas, marchó a asesorar a los militares mexicanos el represor argentino Juan
Martín Ciga Correa, (a) 'Mayor Santamaría', otro viejo conocido de Battaglia.
Las autoridades argentinas tenían orden de arresto contra Ciga Correa por el
asesinato en Buenos Aires, en 1974, del general Carlos Prats González, ex
comandante del Ejército chileno.
Además, Battaglia Ponte, al igual que North, tiene vínculos aceitados con la
secta Moon, organización mafiosa, financiera y traficante de armas a la cual
pertenece la familia Bush. Esa secta financió buena parte de las actividades de
Battaglia en los años '80. Y, si se tiene en cuenta la fuerte presencia actual
de los Moon en Corrientes y en toda la zona de la triple frontera, caen por sí
incógnitas inquietantes.
Tal es la calidad de la inteligencia y la seguridad privada que ha hecho pie en
la Argentina, de donde, en verdad, nunca se habían ido.