No tenemos nada que festejar el llamado "descubrimiento" de
america
Por Raul Dargoltz*,
El gran paradigma de la Conquista es el significado del llamado Descubrimiento y
la Conquista de América. En primer lugar coincidimos con Roberto Ferrero cuando
dice que " la conquista y la colonización de Latinoamérica, lejos de ser una
gesta civilizadora calumniada por la "leyenda negra" inventada por los ingleses
y holandeses envidiosos de la grandeza de España, es lo que son todas las
conquistas realizadas por la violencia: un rosario de engaños, explotación,
rapiña y crueldad inauditas".(Ferrero, Roberto, 1992)
Es evidente que el 12 de octubre de 1492 los europeos "descubrieron" un "nuevo
mundo" para ellos totalmente desconocido. Cristóbal Colon, obstinado navegante
genovés, descubrió por error la "terra nova" y Américo Vespucio la denominó con
su nombre. Es también cierto que los "indios" o aborígenes descubrieron un
"mundo nuevo", el europeo, ya que el suyo propio era tan viejo como las
civilizaciones que los tan "civilizados" europeos vinieron a conquistar y a
descubrir.
El poder europeo a sangre y a fuego dominó las civilizaciones amerindias. Para
Europa fue el Nuevo Mundo y era necesario encontrar una justificación científica
y filosófica de esta empresa colonial. Un mundo tan diferente de la colosal
civilización europea no podía ser otra cosa que salvaje. "Bárbaros", como los
llamaron los romanos a los extraños o extranjeros, fueron los aborígenes y sus
culturas. Fueron bárbaros aunque los mayas conocieran el cero o tuvieran un
calendario superior al gregoriano que recién se conoció en el año 1582. Aunque
Tenochtitlán, la hermosa ciudad capital del imperio azteca, fuera diez veces
mayor que Londres y que Madrid. Aunque las pirámides de Teotihuacán fueran ocho
veces más grandes que las conocidas hasta la fecha en Egipto.
Era la civilización europea contra la barbarie de América una constante que se
repetiría a lo largo de los siglos. La conquista fue la primera gran
globalización para el continente americano. Buffon en el siglo XVIII diría que
América era inmadura y que sus hombres eran insignificantes, lampiños y
asexuados que sus batracios eran gigantescos pero que en compensación sus
animales feroces eran ridículamente pequeños. Voltaire aseverando esta
afirmación y sin titubear un instante diría que los leones americanos eran
calvos. Hegel, el gran filósofo prusiano, pronunciaría una sentencia lapidaria y
condenatoria que sería seguida al pié de la letra por todos sus discípulos
europeos y americanos: "América del Sur es antes naturaleza que historia. A
las espaldas de América no hay nada. América del Sur está fuera del espíritu".
El genial Hegel expulsaría a América de la historia y no pocos latinoamericanos
contribuyeron para expulsarla también de la llamada "civilización". Creyeron
siempre que la verdadera historia venía de Europa ya que de América sólo podía
esperarse la barbarie.
"Los indios son seres inferiores y su eliminación no es un delito son una
selección natural" diría Mariano Baptista , ex presidente de Bolivia de
1892-1896. "El indio es apenas una bestia de carga, miserable y abyecta, a la
que no hay que tener compasión y a la que hay que explotar hasta la inhumanidad
". Esta frase vergonzosa lo diría otro presidente boliviano Bautista Saavedra
(1929-1925) Pero en honor a la verdad debemos recordar que la llamada leyenda
negra, que no es leyenda sino una historia negra, fue construida por los propios
españoles que se espantaron de las hazañas de sus compatriotas. Fray Bartolomé
de las Casas entre los más célebres. "Todo lo que podían destruir lo
destruyeron....el núcleo de los conquistadores del Perú constituía una gavilla
de bandidos que se acuchillaba mutuamente, traicionaban a su rey y hubieran
hecho buena figura como condenados a galera en cualquier lugar del mundo. En
este sentido un Francisco Pizarro, muerto por sus acólitos en Lima; Diego de
Almagro, asesinado por los pizarristas; Carvajal, un criminal de alma helada, o
Lope de Aguirre poseído de demencia homicida, resisten victoriosamente cualquier
comparación con los conquistadores ingleses, holandeses y franceses de su
época." Escribiría Jorge A. Ramos.(Ramos, Jorge A., 1982)
Fue un gran genocidio la conquista. Se ha estimado la población total del
continente antes de la Conquista en los cuarenta a sesenta millones conforme a
la escuela demográfica de Berkeley (Cook y Borah). Las minas de Potosí se
tragaron casi 8.000.000 de vidas humanas en tres siglos. En México, citan los
demógrafos, había en 1.523 16.871. 408 habitantes, cincuenta años después
quedaron menos de 3.000.000. La población peruana se reduce en tres millones en
treinta años y en otras regiones andinas hasta el 80% de los hombres.
Por supuesto que la Conquista no es únicamente responsable por las muertes
ocasionadas en las guerras y represiones sobretodo por la gran diferencia y
superioridad de los conquistadores en materia de armamentos sino hay que sumar
la extenuación física, las enfermedades transmitidas por los conquistadores, la
sub alimentación, el cambio del habitat y de las costumbres aborígenes, las
deportaciones masivas, y el gran avasallamiento de sus creencias, de sus
culturas, de su organización comunitaria tradicional (Ferrero, Roberto, 1992)
Especialmente para los sociedades autóctonas más desarrolladas la llegada de los
europeos y el derrumbe de sus imperios, con el sentido místico que los
aborígenes atribuyeron a tales acontecimientos, significaron una verdadera
desintegración social y cultural. Las epidemias de gripes, sarampión y viruela
hicieron estragos entre la población aborigen que no poseían desarrollados sus
sistemas inmunológicos. Los suicidios colectivos fueron en algunos casos las
manifestaciones de resistencia a los trabajos forzados y a la temible mita, el
trabajo en las minas de plata, para la cual se trasladaban a los indígenas
peruanos a miles de kilómetros de sus residencias naturales.
Los partidarios de las "leyendas rosas" que niegan este genocidio algunas veces
por vía de la ridiculización alegan entre los beneficios de la conquista la
falta de prejuicio racial de los conquistadores que se advertía en la rápida
multiplicación del número de los mestizos. Fue Ruggiero Romano, entre otros, que
advertiría que la falta de prejuicios se refería solamente a la utilización
sexual de la mujer india, ya que los aborígenes y los mestizos estaban
totalmente segregados de la sociedad colonial, y se les prohibía portar armas,
andar a caballo, acceder a la instrucción, desempeñar cargos públicos.(Romano,
Ruggiero, 1986)
Los hispanistas hablan también de la "evangelización" o la "obra cultural de
España en América" . Al estallar todos los sistemas de valores morales,
incluidos los religiosos, los aborígenes perdieron el sustento anímico que les
posibilite resistir a la opresión colonial. La evangelización, por supuesto sin
dejar de mencionar a los religiosos que tuvieron las mejores intenciones, fue la
base que justificó la conquista de la que también se benefició la Iglesia
económicamente (diezmos, esclavos, prebendas, etc ). En cuanto a la obra
cultural hispánica es cierto que las potencias ibéricas nos dejaron su idioma,
su cultura, y sus instituciones, pero no como una consecuencia de una política
deliberada, sino que todo lo contrario. Los españoles y los portugueses
organizaron sus instituciones, sus cabildos, sus leyes, sus escuelas, para uso
propio y para su beneficio. La limpieza de sangre era exigida para ingresar a la
Universidad.
Consideramos muy apropiada la imagen de Ferrero cuándo nos dice que
Latinoamérica fue producto de una violación, pero así como el hijo nacido del
abuso puede hablar el idioma del padre sin estar obligado a ensalzar al propio
ofensor, así nosotros, hijos de América Latina, hablamos el idioma de España y
Portugal y defenderemos la cultura heredada y mezclada sin tener por ello la
obligación de hacer la apología de la conquista.(Ferrero, Roberto, 1992)
Por supuesto que como toda conquista la española fue cruel pero no fue más que
la Conquista del Oeste norteamericano donde los buenos carapálidas masacraron a
los aborígenes , saqueándoles sus tierras y sus recursos naturales. Por supuesto
que estos argumentos son olvidados totalmente por los probritánicos que
manifiestan que nuestros problemas derivan del hecho de no haber sido
colonizados por Inglaterra como los Estados Unidos y por el contrario haber
soportado a los españoles que difundieron atraso, ignorancia, fanatismo, "la
cruz y la espada".
Tampoco los españoles organizaron las cacerías de negros en Africa como los
ingleses, holandeses y demás pueblos "civilizados" europeos. Son conocidas las
espantosas condiciones en que eran transportados los africanos en los barcos
negreros y la elevada tasa de mortalidad en la travesía. Se calcula que el
tráfico infame arrojó unos diez millones de negros esclavos. Pero estos
argumentos no invalidan nuestra condena por la conquista española.
Tampoco apoyamos que las poblaciones indígenas tengan el derecho a
independizarse y tener estados propios. De esta forma tendríamos un estado
aymará, quechua, toba, wichi, etc. sumando una nueva balcanización étnica a
nuestra continente ya fragmentado y profundamente dividido políticamente. Por
cierto que el rechazo de este indigenismo a ultranza que pretende una
segregación de los indígenas en un continente con un 90% de mestizaje no nos
lleva a celebrar la Conquista. No lo aceptamos porque es nocivo y
contraproducente para la unidad de Latinoamérica que fuera el sueño de nuestros
padres libertadores..
Las reinvindicaciones indigenistas, independientemente de las muy buenas
intenciones y preocupación por la actual situación de exclusión por la que
atraviesan los descendientes de los primitivos habitantes, introduce una nueva
diferenciación y antagonismo entre los latinoamericanos. Engels decía que la "conquista
española cortó en redondo la evolución del incario", ese hecho histórico,
dejando de lado por supuesto las cuestiones morales, sólo podrá ser compensado
elevando al indio campesino a la civilización y a la cultura moderna. Y esto
sólo es posible por medio de la lengua española, legado de la conquista que nos
homogeiniza no únicamente por la lengua sino también por la religión común,
nuestro pasado, tradiciones e historia.
Es indiscutible que la resistencia de los indígenas a emplear la lengua española
o portuguesa no es sólo psicológica, sino ante todo social. José Carlos
Mariátegui había identificado al Indio con el campesino y planteado que el
verdadero problema no era el racial sino que el indígena era un campesino
despojado de sus tierras y segregado de la economía moderna para prácticamente
quedar recluido en su economía natural. En la actualidad con el actual proceso
de urbanización de las grandes ciudades de América Latina y la inmigración de
cientos de indígenas despojados de su habitat a ellas el problema indígena lejos
de ser un problema "nacional" es uno de los aspectos de la cuestión social que
debe afrontar nuestro continente empobrecido por la acción de los intereses
imperiales y extra nacionales.
Por supuesto que no estamos en contra, por el contrario, de mantener todas las
culturas indígenas que enriquecerán la gran cultura de nuestra América Latina,
de nuestra "raza cósmica" al decir del mejicano Vasconcellos, Ministro de
Educación de la gran Revolución de ese hermano país.
Nuestra opinión es que somos latinoamericanos y estamos por encima de las luchas
estériles de los hispanistas e indigenistas que sólo conducen a profundizar las
divisiones en nuestros pueblos sometidos. Pertenecemos al partido americano que
mencionaba San Martín. El problema de los indígenas será solucionado cuándo se
solucione también el problema de gran parte de los habitantes de esta América,
continente de la esperanza.
Santiago del Estero, 12 de octubre de 2.004
*Profesor de Historia Social Regional de la UNSE.
Investigador del Conicet. Master en Ciencias Sociales.