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Argentina: La lucha continúa

LAS MERETRICES A ZONAS ROJAS, COMO LA ULTIMA ESCORIA DE LA SOCIEDAD

Zonas rojas: el lugar del pecado de la carne, producto del racismo y la discriminacion


Elena Luz González Bazán
Argenpress

Y se sancionó el Código Contravencional, en la Legislatura Porteña, 122 artículos y una cláusula transitoria. En el artículo 78 está contenido lo que se da por llamar: oferta de sexo en la vía pública, la venta ambulante y la obstrucción de la circulación, y la verdad no es casualidad…

De ahora en más y apenas esté reglamentado las meretrices tendrán que ir a las zonas rojas a ofertar sexo, a 200 metros de escuelas, iglesias, templos y viviendas. O sea discriminadas de la realidad, ocultar lo que pasa con un Código y una cantidad de legisladores que amanecen a las circunstancias porteñas y utilizando las formas de racismo más condenables.

Se sigue condenando al más pobre, al desprotegido, se lo imputa de antemano, no se legisla para solucionar, sino para mantener la injusticia. Las meretrices, las mujeres que ofrecen su cuerpo por dinero viven en una realidad de falta de trabajo, profundas injusticias, ambientes sociales donde no existen los perfumes franceses y las joyas, muy por el contrario, son mujeres que mantienen sus proles y las mandan a la escuela, producto del proceso de masiva expulsión de la mano de obra de fábricas, talleres, comercios, servicio doméstico, lugares que eran habituales para conseguir una remuneración algo digna.

Se condena y se las imputa por trabajar en la profesión más antigua de la humanidad. Y los hombres los que votaron esta ley, no pueden negar que algún momento utilizaron estos u otros servicios, por supuesto lo negarán, porque están llenos de hipocresías.

Lo que no se condena es la oferta de sexo en las horas de protección al menor, algo que parece ya no existe, por la televisión, las denominadas ¨divas¨ estas impunes mujeres del espectáculo lucen todas las siliconas, las operaciones y lucen semi desnudas, pero acompañadas de otros hombres famosos o no, en este caso el exhibicionismo morboso de ese lado de las cámaras con la anuencia de los morbosos y morbosas que miran, nada dicen de estas ¨estrellas¨, a las cuales se les conocen antecedentes no tan santos. Pero ellas no irán a zonas rojas, son la diversión de poderosos de toda estirpe y escala social ascendente, que aplauden el código de Conveniencia, en aras de su moralidad.

La hipocresía es desmedida y los medios se matan por abrir la boca sobre el código, sus estipulaciones, sus sanciones, sus consecuencias, las imputabilidades y nada dicen, porque nada dirán de esta injusticia profunda, la de siempre castigar al anónimo, al que no tiene pantalla, ni siliconas, ni cirugías.

Hay tanta hipocresía en estos legisladores que reglamentan para que estas mujeres no estén cerca de viviendas, templos, iglesias o escuelas, pero eso sí, si la droga y el mal ejemplo se mete de la mano de un famoso, pobre… no sabía lo que hacía. Si el sexo va de la mano de una vedette de moda, los babiecas quedan cortos…

Todo esto entra en los hogares, de la mano de novelas, tiras publicitarias que nuestros hijos ven a diario, mentiras del faranduleo y de una corrupción generalizada. Ocultemos la realidad, porque las meretrices son parte de esta realidad, la de un país empobrecido por las políticas, políticos y grupos de poder que hacen lobbys para que salgan estas leyes. Saquemos al pueblo de la calle.

Esta es la esencia del Código, que la Capital Federal, la Ciudad Autónoma de Buenos Aires sea para la elite, para los perfumes franceses y que no haya olores indeseables, figuras y pobrezas desagradables. Como en el ´30, cuando vino Uriburu y volvieron los conservadores…

Lo dijimos en otras oportunidades, la última dictadura trajo un plan, la Capital para las clases dominantes y el pueblo a las orillas, tapiados, o bien expulsados. No dejar que su historia quede reflejada, la de una ciudad que nació, en una parte importante de su geografía, con chimeneas, sirenas, madrugadas, talleres y fábricas.

Las meretrices siempre estuvieron y tienen una historia de lucha que debe ser reflejada, no podemos seguir ocultándolas, son parte de la vida misma…