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Argentina: La lucha continúa

¿QUO VADIS, ARGENTINA?

Por Julio Carreras (h)

Estamos ante una representación que resulta convincente porque los actores creen sus papeles. Como no se la representa en un "escenario" ni hay posibilidades de huir de la sala, su resultado es incierto.


¿Nuevo paradigma imperial? Kirchner ha logrado convencer a gran parte de los argentinos de que es un buen tipo, tratando de hacer, en lo posible, lo más conveniente para el país. Seguramente él mismo lo cree: por eso resulta, a su vez, creíble.
Pero la verdad parece ser que, luego del traumático devenir de América Latina para el FMI durante los últimos tres años, se juntaron todos para fraguar otro plan del imperialismo. Más que fijar roles, fueron pactados entre los actores que habían logrado posicionarse mejor -Lula, Kirchner, Lino Gutiérrez, Lagos, Tabaré Vázquez- mostrando aptitud para pilotear las nuevas crisis. Una vieja guardia de cancerberos capitalistas -Anne Krueger, Ter Minassian, Anouph Singh- gruñe junto a los tobillos, como para no dejar que se olvide nuestra condición de subordinados. Otra ala de aggiornados -John Dosworth, Iglesias, el mismo Köhler- parece apostar -aún sin jugarse demasiado-, por el "nuevo paradigma".
¿Y qué cosa vendría a ser esto? En palabras de Lavagna -ministro de Economía argentino- los organismos financieros internacionales deben entender que "no se le puede cobrar a un cadáver". Se trata, pues, de aflojar la presión que vinieron aplicando sobre los países agobiados por la deuda, para permitirles aunque más no fuera una leve recuperación. De esa forma, aunque a más largo plazo, ellos podrán obtener lo que esperaban cuando vinieron aquí para hacer sus negocios. De lo contrario, podrían quedarse sin el pan y sin la torta.
Veamos lo que dice Lavagna: "Dos hechos han ocurrido generando el inicio del cambio en el cual hoy estamos inmersos: "Por un lado, en Estados Unidos el cambio de administración y la asunción de la administración Bush determinó que se quitara legitimidad [...] al esquema de salvatajes. La nueva visión es que el riesgo debe correr por parte de los privados. [...] En buen romance esto significa que el país únicamente se hará cargo de la deuda contraída con organismos institucionales (FMI, Banco Mundial).
Aquellos que seducidos por los bancos vinieron a tomar bonos de la deuda, cobrarán sólo el 25 % de lo que acumularon.
"Por otro lado, Argentina, un país de tamaño económico intermedio y con una deuda externa de magnitud y peso en los mercados emergentes y, por ende, en los portafolios de inversores, entró en default. Después de largos, costosos y finalmente inútiles años de operaciones destinadas a financiar desequilibrios estructurales, el peso de la deuda se impuso con la obviedad misma de la ley de gravedad". Ahora bien, ¿qué propone Lavagna ante este escenario? "[...] el gobierno y la sociedad argentina pusieron un límite al repago externo. El esfuerzo comprometido -superávit fiscal primario- es importante pero debe ser compatible con el crecimiento, la creación del empleo y la reducción de la pobreza". (1) ¿Qué cosa es la Argentina? Kirchner se parece al gringo bueno cuyo padre vino de Europa a fines del XIX y de la nada creó una industria. En ese rol se acerca a los obreros -muchos de los cuales lo han visto crecer- y les dice, palmeándoles el lomo y señalando a los galpones vacíos y a las máquinas muertas: "tenemos que recuperar la fábrica, muchachos". Él y ellos se lo creen. No es un mal panorama, luego de los perversos engendros que gobernaron este país en los últimos treinta años. Pero deberíamos hacernos dos preguntas: ¿Será posible un desarrollo nacional, aunque más no fuera semi-independiente, en el actual contexto de la globalización capitalista? Y aún si la respuesta fuese positiva, ¿esto es lo que conviene verdaderamente a la Argentina hoy? Tal vez antes de ello, debamos hacernos otra pregunta previa: ¿Qué cosa es la Argentina? A grandes rasgos este país está compuesto por un 60 % de población pobre, un 30 % de población con ingresos medios, otro 20 % con ingresos altos, y un 5 % que acapara la mayor parte de la riqueza nacional. Tradicionalmente el sector pobre estuvo constituido por personas con ciertas características etno-culturales, que se podrían sintetizar en la denominación de "hispanoaborígenes". Las clases medias, en cambio, contienen un elevado porcentaje de inmigración centro-europea y han conservado gran parte de su tradición cultural. Los sectores poderosos, en tanto, se constituyeron con los restos de una burguesía comercial portuaria, mixturándose a la pequeña franja más rapaz de la inmigración mencionada (casi toda de entre fines del siglo XIX y principios del XX).
Para completar esta simplificación hay que señalar la ubicación geográfica de los sectores mencionados: mientras la mayor parte de las clases pudientes y medias se concentraron en Buenos Aires, los "cabecitas negras" (2) permanecieron dispersos en el interior. Hasta que a mediados del siglo XX "invadieron" la gran ciudad, aunque conservando en gran medida sus características culturales.
La crisis económica -cuyos orígenes hay que rastrear hacia fines de los 50- fue modificando la composición de estas franjas. Y si bien básicamente permanecen semejantes, hacia los setenta se produjo un corrimiento de grandes sectores medios, provenientes de la inmigración, hacia el más ancho de los "cabecitas negras". Esto precipitados por la creciente exclusión que caracterizó al modelo neoliberal, cuya aplicación sin atenuantes en los 80 y 90 aceleró tal desplazamiento.
La primera acumulación de capital efectuada por la burguesía comercial portuaria, permite el proyecto de nación "europea", aislada etno-culturalmente de su interior, que se establece hacia fines del siglo XIX. De hecho, esta Argentina sólo existe en la provincia de Buenos Aires y su Capital. Allí florece una prosperidad hueca, cuyo origen se basa en exportación de productos agropecuarios. Este período hace famosos a los porteños (confundidos desde entonces con los argentinos). También acuña la palabra "rastacueros", para denominar a estos impertinentes ricachones, que dilapidaban su dinero en París, viviendo en permanente juerga, mientras amplias regiones de Europa se debatían en condiciones económicas precarias.
La crisis de este sistema permite la incorporación de las clases medias a la estructura de poder, pero sin lograr modificaciones, en lo esencial, de un sistema que se niega a aceptar al resto de su inmenso territorio -y quienes lo habitan- a su concepto de Nación. Esto ocurre durante el gobierno nacionalista de Irigoyen (1916-1922, 1928-1930). La dictadura militar de 1930 se encarga de volver las cosas exactamente al lugar donde estaban en 1880: un país dependiente del imperialismo inglés, en lo económico, políticamente establecido en la división internacional del trabajo como productor de materias primas alimentarias.
Las dos guerras mundiales provocan el aflojamiento de estos vínculos, así como dos posibilidades ventajosas: la acumulación de capital por abundancia de exportaciones, y una incipiente industrialización debido a la sustitución de importaciones. Perón aprovecha esta circunstancia para convocar a los trabajadores y al empresariado nacional a un intento por crear una poderosa nación independiente.
Fracasa finalmente, socavado por la acción disolvente del nuevo imperialismo norteamericano, pero fundamentalmente por la falta de comprensión de sus objetivos por parte de la burguesía nacional. Pesa más el miedo a los cabecitas negras y su "aluvión zoológico" (3) que las indudables ventajas que el proyecto ofrecía, en esta clase parasitaria y extranjerizada. Eligen ser empleados de los blancos y cultos europeos, que conductores de una población "oscura y primitiva".
Los enterradores de la nación Las condiciones internacionales de los 60 y 70 -cuando aún subsiste la "sociedad de bienestar"- permite que el desbaratamiento y la enajenación del patrimonio argentino se efectúe en cámara lenta. La existencia del peronismo original, al cual se han sumado poderosos movimientos revolucionarios y una estructura sindical altamente organizada, impide el establecimiento de un sistema de depredación masiva. Como sería posible recién más tarde, al establecerse la dictadura militar. 30.000 desaparecidos, más de 20.000 presos políticos, otros 10.000 exiliados, es el precio que debe pagar el pueblo argentino por su resistencia al proyecto del imperialismo capitalista internacional. Durante el genocidio comandado por Videla, Massera y Agosti se elimina a toda la dirigencia sindical combativa, a las organizaciones revolucionarias, partidos de izquierda, sociedades intermedias progresistas, asociaciones vecinales, obreras, estudiantiles, barriendo en cinco años lo construido en este sentido desde los años 40.(4) Con las garras libres, la burguesía gerencial portuaria se dedica, entonces, a disecar su burbuja de confort y aculturación dependientes.
Sistemáticamente se desmonta la estructura productiva nacional, volviendo al modelo agroexportador que impusiera a fuego el imperialismo británico a la Argentina durante el siglo XIX. Martínez de Hoz -un representante típico de este segmento morboso de la sociedad portuaria- llevó la deuda externa de 7.800 millones de dólares a 43.500 millones. Pero lo más trágico -si existe algo más trágico que la dictadura militar padecida- fue que instituyó una impronta económica que se llevaría adelante, apenas con leves modificaciones, hasta el colapso político del 20 de diciembre de 2001.
Este proceso de endeudamiento tuvo periodos de alza y baja, pero no ha cesado de crecer desde 1976. Con la proliferación de los "petrodólares", el imperialismo coloca sus excedentes en los países subdesarrollados, cuyas clases parasitarias los toman como un maná del cielo. El Banco Mundial hizo un estudio de la manera en que se usaron esos fondos y determina que el 44 % se usó para financiar la evasión de capitales, el 23 % para pagar los intereses generados por esa misma deuda, y el 33 % para importaciones no registradas. En 1979, cuando los bancos cambian las tasas de interés, disparándola del 6 % anual hasta ¡el 16 %!... Argentina ya no puede pagar. Desde entonces, no se ha hecho otra cosa que aumentar la deuda... ¡para pagar la deuda!... En la actualidad esta alcanza los 164.000.000.000 (ciento sesenta y cuatro mil millones de dólares), habiéndose contraído la mayor parte del acrecentamiento de las obligaciones durante los gobiernos de Menem y De La Rúa. Ninguna de esas partidas de dinero sirvieron para crear o fortalecer el sistema productivo. (5) A trazos gruesos, pueden señalarse tres grandes destinos para el gigantesco endeudamiento nacional: 1) Pago de los intereses de la misma deuda.
2) Evasión de capitales, a través del subsidio a empresarios "nacionales" o extranjeros que llevan afuera sus ganancias.
3) Sostenimiento de un sistema político corrupto, creando una casta de adinerados "administradores" del sistema, que devoran una parte sustanciosa del presupuesto nacional, sin contar las innumerables coimas, que reciben para mantener este estado de cosas favorable al lucro empresarial pro imperialista.
El bufón mayor y su hijo tonto En el ínterin las condiciones internacionales se han modificado. Debido a la ofensiva del capitalismo en todos los frentes, se arriba a mediados de los 80 a lo que Fukuyama denominaría "el Fin de la Historia". Es decir, el supuesto triunfo absoluto del capitalismo, estableciendo una "paz" definitiva, consistente en que los explotadores poseen el control de todos los resortes decisivos y los explotados se resignan a su condición de esperar que sus hijos y nietos vayan mejorando, gota a gota, su standard de vida, en relación directa con la mayor prosperidad y generosidad de sus explotadores (la teoría del "derrame").
Dueño absoluto del escenario, el capitalismo salvaje -Plutón desencadenado- recorre los horizontes mundiales provocando desfalcos, estafas, latrocinios de todo tipo, proporcionando grados de lujuria pomposa a niveles nunca vistos a sus directos beneficiarios, una clase de jóvenes administradores, decrépitos chupasangres tradicionales, prostitutas de refinamiento vertiginoso, junto a legiones de funcionarios y dirigentes corruptos, encharcados en el mismo lodo sanguinolento a lo ancho de todo el planeta.
Dentro de ese panorama grangatsbyano emerge Menem. Llega sobre un camino sembrado de cadáveres: poco antes de su ocupación anticipada del gobierno, ha ocurrido un sangriento suceso, que da un golpe decisivo a la sociedad argentina, desplomándola en un knock out técnico del cual tardaría once años en salir. Se trata del copamiento del cuartel militar de La Tablada, a manos de un grupo de guerrilleros conducidos por Enrique Gorriarán Merlo. Víctimas de un perverso operativo de manipulación psicológica por parte de los Servicios de Inteligencia del Estado -probablemente con conocimiento de Menem y su aliado de entonces, el coronel golpista Mohamed Alí Seineldín- este pequeño grupo de izquierda embriagado por desinformación deliberada, inusitada disponibilidad de medios (tenían el apoyo de un sector del gobierno y de la SIDE), además de sed desmedida de poder, caen en la trampa. Y sirven al proyecto del imperialismo, que a través de una astuta combinación por olas de presiones económicas, levantamientos militares, golpes de timón que agravaban la situación argentina, había venido llevando contra las cuerdas a los pocos sectores del gobierno interesados en actuar con cierta soberanía, así como a las organizaciones populares, que aniquiladas por el genocidio dictatorial de 1976-1982, no acertaban aún en hacer pie sobre las movedizas arenas que establecía el andamiaje proimperialista como campo de juego ineludible en nuestro país.
Menem entra entonces con plenos poderes, a gobernar un pueblo agobiado por el recuerdo de las masacres, la hiperinflación, la inestabilidad laboral, la consecuente inseguridad social, creada como producto natural del descenso pavoroso en las condiciones de vida que se ha verificado durante todos estos años.
Si se tiene en cuenta que "el salario real en 2002 es el 30 % del salario de 1974, según recientes publicaciones de la OIT" y que el 60 % de la población está hoy bajo la línea de la pobreza, además de "un desempleo del 20 % [...] ...un 50 % de los chicos menores de 2 años con anemia por falta de hierro o chicos de 14 que no comprenden ni retienen un texto" (6), se tendrá una idea del deterioro terrible que debió padecer nuestra sociedad en el periodo mencionado (1976-2002).
La Argentina de Menem sobresalió por ser el único caso de un país que "hizo todos los deberes" "tal cual lo manda la ortodoxia del Consenso de Washington -privatizando casi todo lo que podía privatizarse; desregulando y liberalizando hasta llegar a constituir "mercados salvajes"; destruyendo al estado; achicando el gasto público; abriendo irresponsablemente la economía; facilitando la especulación financiera; favoreciendo la concentración del ingreso, etcétera- y además todo ésto lo hizo en democracia. Esta combinación entre un desorbitado celo neoliberal e instituciones democráticas -que lamentablemente avalaron con su voto un ensayo de este tipo- es lo que se encuentra en la base de los incesantes elogios que el experimento menemista recibe de los voceros del FMI, el BM y la prensa y grupos de interés asociados a la comunidad financiera internacional".(7) Tal celebración se reproduce aún hoy, cuando "gurúes" argentinos de mediopelo como Rosendo Fraga escriben, siguiendo las líneas fijadas por Anne Krueger "La realidad es que los noventa fue un periodo de crecimiento económico positivo para América Latina, aunque en el terreno social los logros fueron menores (¡sic!) y en algunos casos se registraron retrocesos". Esos "logros menores" arrojaron a un 30 % ciento más de la población bajo la línea de la pobreza, y los retrocesos se verificaron "apenas" en algunos miles de niños más por año que mueren de desnutrición en nuestra oprimida América. Para Fraga esas vidas no interesan mucho: son sólo meros indicadores económicos, que tal vez revisa con aburrimiento desde su laptop bajo la sombrilla de una frívola playa de veraneo en Punta del Este.
Desde esa ubicación, Fraga hace suyos los conceptos de otro aculturado, parasitario del imperialismo, el mexicano Enrique Krauze, quien dice que la "insatisfacción" con los 90 es que "las políticas liberales no han sido instrumentadas con la suficiente amplitud y profundidad ni han tenido tiempo suficiente para mostrar sus beneficios". (8) Algo de razón le cabe, si analizamos los hechos desde una perspectiva neonazi: la aplicación por mayor período de tales políticas tendrían como resultado un mundo donde los pobres desaparecerían por inanición, dejando el terreno despejado para que lo habiten únicamente estos tecnócratas desalmados, sus sostenedores capitalistas y los silenciosos esclavos que ponen a rodar el sistema pergeñados por ellos.
Pero un economista judeo-norteamericano achaca la culpa de los males latinoamericanos a nuestros caracteres etno-culturales. "Bolivia es un caso extremo que ilustra esta horrible combinación de conflicto social, economía mediocre y asquerosa política", escribe (9) "Un presidente reformista democráticamente electo (se refiere a "Goni") fue derrocado por manifestaciones callejeras encabezadas por grupos indígenas históricamente sin derecho a voto y productores de coca [...] Estos grupos -se alarma- adquirieron un poder político sin precedentes gracias a la generalizada frustración popular con las reformas de los noventa, el desprestigio de los partidos políticos tradicionales y la globalización que los conecta fácilmente con aliados de otros lugares. En toda América Latina se encuentran diferentes elementos del predicamento de Bolivia. Los Sin Tierra de Brasil, los zapatistas de México, los bolivarianos en Venezuela y otros grupos similares están rápidamente acercando a América Latina a un movimiento político multinacional". Perdón por la cita tan larga, pero ¡es que no tiene desperdicio! Dentro de este panorama, apocalíptico para tales observadores, se inscribió también la caída de De La Rúa y la posterior calesita loca en que se convirtieron los estamentos gubernamentales argentinos, luego de las gloriosas jornadas del 19 y 20 de diciembre, días en los cuales "por un momento se superó la trampa mortal de la así llamada "democracia representativa" que, en un orden político carcomido por el cáncer del neoliberalismo ya no es democracia ni representa a nadie, y el pueblo, en cuyo nombre existe el régimen democrático, se hizo por una vez dueño de su propio destino". (10) Llegan los bomberos Considerando el ominoso panorama latinoamericano que ven los administradores del capitalismo salvaje, reflejado en los pequeños párrafos del Financial Times citados más arriba, se comprende por qué muchos de ellos, con Bush a la cabeza, están dispuestos a pactar un programa con menos nubes de tormenta, como el que prometen Lula en Brasil y Kircher en la Argentina. La capuchas de los zapatistas, los coloridos gorros de los Sin Tierra, los palos piqueteros, desplegándose en los peores panoramas contemplados en sus pantallas por los piratas globales, les ha hecho, efectivamente, variar un poco su paradigma (aunque seguramente no tanto como alardea Lavagna en su proclamación para consumo interno). En tal contexto, encaja perfectamente la tolerancia imperial hacia chiquilinadas como el "knock out" anunciado por Kirchner a Bush, en combinación con genuinas presiones mutuas, como las demoras en aprobar pautas desde el FMI, las "reconvenciones" del presidente argentino a los organismos internacionales -en simetría perfecta con la inútil pantomima brasileña de tomar las huellas digitales de los turistas estadounidenses.
Pero lo que parece quedar claro es que tanto Lula como Kirchner se han ganado la confianza del imperialismo, obteniendo un cierto aval de sus dirigentes menos trogloditas. Lula ejerció su simpatía sobre los magnates en Davos, apenas llegado al poder; Kirchner efectuó un viaje a Suiza, "para visitar la tierra de sus ancestros", lo cual fue también un mensaje a los imperialistas: "en el fondo, soy como ustedes, un blanco europeo, de la más pura prosapia germánica, no un árabe provinciano como Menem, ni un hispano decadente como De La Rúa. Creo en el capitalismo y sus normas, tanto como ustedes, pues pertenezco a la raza que lo ha establecido en todo el mundo. Pero déjenme hacer". La reciente recomendación del gobierno estadounidense al juez Griesa, de Nueva York, en el sentido de no hacer lugar a los reclamos de los ahorristas contra el Estado Argentino, sugiere que le hicieron caso.
Pero el capitalismo tiene intereses, no amigos, aunque puedan exhibirse fotografías como las que ilustran los diarios del 16 de enero de 2004, con Kirchner y Bush testa a testa, chanceando en la cumbre de Monterrey. Al lado de esta información sobre la "gauchada" de Bush a Kirchner parando la pelota judicial en Nueva York, se publica otra, con la foto de Prat Gay -si se recuerda, el carilindo funcionario, heredado de Cavallo, que se atrevió a despreciar y contradecir un anuncio del presidente y aún sigue muy campante en su cargo. El título dice: "Pese al default, los entes siguen pagando". Y en su cuerpo principal informa: "El gobierno pagó a los organismos internacionales intereses por U$S 2.065 millones, según el informe sobre Operaciones en el Mercado Único y Libre de Cambios y balance cambiario del Banco Central [...] A la vez, los giros al exterior por utilidades y dividendos sumaron más de $ 950 millones y estuvieron liderados por el sector petrolero" (11).
Cuatro días antes de Monterrey, mientras Kirchner protagonizaba un alarde antiimperialista ante las cámaras el "Fondo Monetario Internacional (FMI) logró el visto bueno para incorporar un anexo a la Carta de Intención" (los acuerdos que tanto Lavagna como Kirchner habían anunciado que NO se iban a modificar). En esta modificación se incluye "la necesidad de contar en marzo con una ley marco de regulación pública y clarificar la tarifa social para privatizadas". Según la fuente se busca evitar posibles demoras "en el pago que la Argentina debe hacer al organismo en marzo, por 3.000 millones de dólares". Como se ve, pueden permitirle a Kirchner que se ponga los guantes de boxeo para la foto, pero no que deje de meter la mano en el bolsillo para pagarle al Fondo, sin dilación posible. (12) El capitalismo es caníbal Vayamos ahora a una de las preguntas del principio: ¿es posible restaurar en la Argentina un capitalismo sustentable? Consideramos que no. Es que durante los cincuenta años en que la Argentina estuvo retrocediendo, Estados Unidos y los países de Europa aumentaron su poder de un modo inmenso, consolidando su dominación por todo el mundo. El capitalismo es un sistema basado en la destrucción de toda competencia: por ello es que la fábrica de vaqueros Levi´s, por ejemplo, abandona el territorio estadounidense para ir a producir sus jeans en Indonesia o China. Para abaratar tanto su oferta en el mercado, gracias a la apelación a mano de obra esclava, que aniquilará a cualquier empresa con menos capital que se atreva a competir con ella. Entonces, no hay razón para pensar que los grandes monopolios capitalistas internacionales permitirán alegremente que los argentinos retomemos la producción de automóviles y aviones, comenzados a fabricar durante la 2ª Guerra, recobremos nuestros programas nucleares o intentemos liderar el mercado de fibra óptica -que aquí se había comenzado a producir en 1971.
Ni siquiera Brasil, nuestro "socio" hará otra cosa que echarnos sobre las espaldas todo peso que pueda para retrazar cualquier desarrollo que pudiera poner en riesgo su manifiesto liderazgo en el Mercosur. "...ellos defienden lo suyo [...] tiene menos de 700 puntos de Riesgo-País y reciben inversión de capitales. [...] Negocian con China para construir satélites, con India y Sudáfrica para armar un eje, fijan su posición de reserva en la industria farmacéutica, protegen a su industria informática.
[...]Chile, sin ir más lejos, compensa sus fracasos con el bilateralismo[...]Brasil, por ejemplo, en su alianza con la India y con Sudáfrica, está demostrando una presencia internacional en un "mundito" que ya suma, entre los tres países, más de mil millones de habitantes".
(13) Pero aún suponiendo que nuestros vecinos no compitieran con nosotros, sino que nos ayudaran: no hay en la Argentina una burguesía con clara vocación nacional. En este momento se contabilizan en bancos suizos más de 150.000 millones de dólares en depósitos pertenecientes a capitalistas argentinos.
Sólo con esos depósitos alcanzaría para cancelar nuestra deuda externa. Y "...en los últimos tres años, incluyendo la etapa final del gobierno de la Alianza, se fugaron ni más ni menos que 50.000 millones de dólares al exterior. El equivalente a tres presupuestos nacionales como el que se acaba de aprobar y al valor producido por los trabajadores de toda la industria argentina durante más de dos años aproximadamente. La fuga de capitales ha sido, en realidad, mayor, porque las transferencias "netas" son el resultado contable de lo que entra y lo que sale y no disponemos de los datos de la denominada transferencia "bruta" de fondos al exterior.
(14) Teniendo en cuenta que durante la dictadura militar fue completamente absorbida por el Estado la deuda de los capitalistas privados (es decir, el Estado obligó a toda la sociedad a pagar la deuda de un puñado de ciudadanos que se habían endeudado con el aval del gobierno) y más o menos se ha continuado con esta práctica encubierta durante todos los últimos años, se vuelve más notoria la perversidad crónica que anima a los burgueses argentinos, a quienes importa un bledo que el país donde viven se vaya pique, con tal de conservar sus desmesurados privilegios.
Perón ya intentó entusiasmar a esta raza de víboras durante su primer gobierno. El argumento de entonces era: "Tenemos que aprender a resignar una parte de nuestras inmensas ganancias como capitalistas, para mantener a los obreros contentos. Si no, vendrá el comunismo y nos lo quitará todo". Esta consigna, sumamente lógica desde un punto de vista capitalista, era repetida una y otra vez ante los rostros impertérritos de los grandes empresarios argentinos. No le hicieron caso. Prefirieron apostar a la sumisión hacia el imperialismo norteamericano y socavaron al gobierno peronista, que cayó sin pena ni gloria bajo un golpe militar. No vino el comunismo, sino Pedro Eugenio Aramburu e Isaac Francisco Rojas, dos feroces militares pro-yanquis, ultracatólicos preconciliares, que fusilaron, bombardearon civiles inadvertidos a pleno día en Plaza de Mayo (15), y dieron la señal de lanzamiento para el saqueo de nuestro país y el desmantelamiento de toda la pujante industria nacional que se había desarrollado en los últimos treinta años, hasta 1955.
Kirchner dice ahora (a los descendientes o sustitutos de estos mismos empresarios antinacionales): "Aprendamos a renunciar a una parte de nuestras inmensas ganancias, o vendrán los piqueteros con los hambrientos y nos lo quitarán todo". Los empresarios -más preciso sería llamarlos "atorrantes"- argentinos, contestan con protestas por las retenciones sobre sus inmensas ganancias agropecuarias, o defendiendo la teoría del derrame: "El habitante de una villa miseria próxima a un country vive mejor que si el country no existiera [...] La versión utópica de la teoría del derrame supone que el jardinero compraría una casa similar a la que tiene quien le encargó cortar el pasto, y que el obrero que trabaja en la Mercedez Benz compraría una de las unidades que ayuda a fabricar. [...] Afirmar que la teoría del derrame fracasó implica mostrar que no se realizó introspección [...] y se rechazan las implicancias sobre la conducta que tiene la naturaleza humana".(16) Ergo, los desocupados argentinos, los niños que se mueren de inanición, los ancianos sin cobertura médica deben tener paciencia... esperar, ¡esperar!... El gobierno no debe aplicar políticas impacientes ("Civilizadamente, cuando aplica mayores impuestos a los countries, para subsidiar la educación de los hijos de los pobres, o la salud de quienes menos ganan; incivilizadamente, cuando ignorando el funcionamiento del derrame, permiten -cuando no incentivan- que algunos habitantes de la villa se apoderen de algunas pertenencias de quienes viven en los countries." Idem anterior.) Si Perón en la década de 1950, con una industria nacional floreciente, con los recursos energéticos en manos argentinas, con un mercado internacional ávido de la inmensa producción agropecuaria argentina, con un impecable desarrollo de las tecnologías de punta, no logró persuadir a esta clase abyecta para comprometerse con su país... ¿cómo lo habría de conseguir Kirchner con sus continuadores idiotizados, totalmente aculturados, cebados en la improductividad, tras cinco décadas de existencia parasitaria transcurridas de espaldas al país?...
Hora de respuestas Algunas metáforas podrían ayudarnos a comprender la situación de Argentina hoy.
Imaginemos a un pueblo entre las montañas, que a lo largo de una accidentada historia ha logrado sin embargo construir una cierta prosperidad. Imaginemos que es invadido y sojuzgado de repente por una banda de asesinos, timberos, esquilmadores, chantajistas, estafadores, que imponen su voluntad a este pueblo durante largos años, llevándolo hasta el límite mismo de la absoluta ruina. En ese ínterin los habitantes de este pueblo han perdido sus manufacturas, donde producían muebles y útiles artesanales de singular calidad, sus escuelas, donde se enseñaba el amor al terruño, sus fuentes de trabajo, de las cuales obtenían ingresos como para sostener una existencia digna. Todo para poder pagar los tributos exigidos por sus "protectores", los hampones. Hasta que un día dicen "basta", y levantándose contra ellos logran ponerlos en fuga, temporariamente.
Pero he aquí que de pronto sale de entre los hampones un "chico bueno", y plantándose ante sus compinches, dice: "¡Un momentito! ¡No acogotemos tanto a nuestros súbditos pues terminarán atacándonos con resultados imprevisibles! ¡O si no, los aniquilaremos, con lo cual también nos perjudicaríamos nosotros, pues no tendríamos a quién explotar!". Una vez contenidos sus cómplices, aunque a regañadientes, se vuelve entonces hacia los pobladores insurrectos y les dice: "No nos suicidemos... lanzarnos contra los maleantes que disponen de armas poderosas es perder el futuro. Yo les ofrezco un pacto de no agresión mutua. Les permitiremos volver a trabajar en sus talleres, pero bajo la supervisión de los hampones; podrán comerciar otra vez libremente, pero dejando un impuesto para su sostenimiento..." Etcétera.
Este pueblo deberá optar, entonces, por aceptar la propuesta de los hampones y gozar de un cierto "orden", aunque menos que mediocre, o rechazarlo y lanzarse a un destino que se presenta como caótico, incierto.
En el primero de los casos, este pueblo podrá disfrutar de ingresos más o menos regulares... ¡pero inferiores en un 80 % al que disponían antes de la llegada de los hampones... Podrá comprar muebles nuevos para su casa...
¡pero ya no de algarrobo sino de plástico importado!... Y sin ninguna garantía de que en el futuro, una vez abandonada la beligerancia popular que promoviera estos programas, los opresores no vuelvan a descargar sobre sus espaldas otras exigencias, cada vez más salvajes. Nada en el pasado autoriza a suponer que esta vez los maleantes, los asesinos crónicos, vayan a volverse pacíficos, vayan a cumplir con la palabra empeñada. "Todo el arte de la guerra está basado en el engaño", dijo Sun Tzu hace 2.600 años (17). Bien podría ser la consigna emblemática del capitalismo.
Ante un panorama semejante, a la Argentina se le presenta, pues, una disyuntiva importante hoy, en aras de decidir su destino. Hay una voz que nos inquiere, a todos y cada uno de los habitantes en este inmenso país: "¿Quo vadis?" ¿Adónde vais?... Para nuestro modesto entender quedan, en grandes líneas, las siguientes respuestas: o aceptamos tomar el camino de Roma... para ser crucificados allí, cabeza abajo. O tomamos el camino de Espartaco, regresando con nuestro pueblo para morir con dignidad. O el de Fidel Castro, que ha resistido por más de 40 años al imperialismo, sin concesiones...
Por nuestra parte nos gusta el de Fidel y toda Cuba: la lucha y el optimismo. Pues mientras sigan latiendo nuestros corazones... ¡aún tenemos grandes posibilidades de volcar la batalla, definitivamente, a nuestro favor! Autonomía, Santiago del Estero, Argentina, 20 de enero de 2004.
(1)Roberto Lavagna. "Deuda externa: el fin de un paradigma". El Cronista Comercial. Buenos Aires, jueves 15 de enero de 2004, página 4.
(2)"Cabecitas negras". Esta denominación se dio a los millares de provincianos que hacia 1940 acudían como obreros a los cordones industriales, formados alrededor de las grandes ciudades, principalmente Buenos Aires. De tez oscura, por su trabajo al sol o por naturaleza, de cabellos normalmente oscuros, contrastaban con "la Buenos Aires rubia" construida -e imaginada- por la "generación de 1880", una generación de gobernantes que consideraban a la Argentina "una apreciada gema en la corona inglesa".
(3)La frase "aluvión zoológico" fue acuñada por los diarios capitalinos, La Prensa y La Nación, para referirse a las mareas humanas de humildes trabajadores que apoyaban, en grandes manifestaciones, la candidatura de Perón a la presidencia. El impacto estético fue tan poderoso en esta sociedad, que hasta los partidos de izquierda se unieron entonces a la Unión Democrática, una coalición promovida por el embajador de los Estados Unidos en la Argentina.
(4)El miércoles 14 de enero de 2004 "El grupo automotor Daimler Chrysler [...]fue demandado en Estados Unidos por su presunta responsabilidad en la desaparición, tortura y exilio forzado de sindicalistas y trabajadores durante los años de la dictadura militar argentina. [...] ...varios ejecutivos de la planta de González Catán de Mercedez Benz Argentina, en la provincia de Buenos Aires, habrían colaborado entre 1976 y 1977" en las desapariciones de trabajadores. (El Cronista Comercial, Buenos Aires, 15 de enero de 2004. Esta información muestra sólo un indicio de la profunda complicidad de las multinacionales y sus gerentes locales en el genocidio aplicado en la Argentina durante la dictadura militar, desde 1976 a 1982 (aunque el proceso había comenzado efectivamente mucho antes, desde las dictaduras militares de Aramburu y Rojas, en 1955, pasando por diferentes matices durante todos los otros gobiernos instalados en el país).
(5) "En el período militar la finalidad de la deuda fue financiar la evasión de capitales y comprar importaciones no registradas. [...] Entonces se hizo que las empresas públicas contrajeran deudas en dólares y esas deudas iban al Banco Central, que las distribuía a los bancos y uno podía pedir que le dieran dólares que finalmente eran enviados al exterior. Así llegamos a la bicicleta financiera: una vez que los dólares eran colocados en un banco de Estados Unidos, con la garantía de sus propios fondos, le daban otro préstamo y entraba al país como deuda externa. La pasaba a pesos, era colocada a interés con la tablita de Martínez de Hoz, ganaba tasas muchísimo más altas de las que se pagaban afuera. Las pasaba a dólares, las depositaba en Nueva York y con ese depósito le daban otro préstamo. Lo ingresaba como deuda externa, lo pasaba a pesos, ganaba intereses gruesos, los pasaba a dólares y otra vez se enviaba a Nueva York, para reiniciar el mismo círculo. [...]Todo esto sucedió hasta 1982. Desde entonces y hasta 1990, prestan solamente para que se les paguen los intereses de la deuda..." (Alfredo Eric Calcagno.
"El régimen financiero está basado en la estafa y la especulación".
Revista Marcha. Año IV, Nº 21, La Plata, Argentina, agosto de 2001. ) (6)Carlos Leyba. Ex Subsecretario de Programación y Coordinación del Ministerio de Economía durante el gobierno peronista, entre mayo de 1973 y octubre de 1974. "La Argentina martilló y devastó sus capacidades".
Entrevista por Irene Nasselli. Revista Informe Industrial. Año XXVI, Nº 192, Buenos Aires, octubre/noviembre de 2003. En el mismo diálogo, Leyba afirma que a la inversa "en 30 años, entre 1945 y 1975, desde el Estado y mediante políticas de protección y de regulación, la Argentina creció por habitante más que los Estados Unidos".
(7)Atilio A. Boron. Las "reformas del estado" en América Latina: sus negativas consecuencias sobre la inclusión social y la participación democrática. Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales, Diciembre de 2003.
(8)Rosendo Fraga. El debate en América Latina sobre los noventa. Diario El Cronista Comercial. Buenos Aires, 15 de enero de 2004.
(9)Moises Naim. "Sus maldades son el bajo crecimiento, la elevada inestabilidad, pobreza generalizada y sucia política: Latinoamérica debe terminar su trágica normalidad". Financial Times. New York. 15/01/04.
Traducción: Graciela Rey y Mariana I. Oriolo.
(10)Atilio A. Boron. Obra citada.
(11) El Cronista Comercial. "Las relaciones financieras internacionales".
Página 2. Buenos Aires, viernes 16 de enero de 2004.
(12)"Desde que venimos 'resistiendo' al FMI, Argentina ha pagado a los organismos financieros internacionales 6.533 millones de dólares más de los que recibió (Clarín, 12/1). O sea 20.000 millones de pesos, casi un tercio del 'recuperado' presupuesto nacional. A los bancos se les ha dado bonos de compensación por 40.000 millones de dólares y a los organismos oficiales del exterior se les ha reconocido en forma integral una deuda de 35.000 millones. Los capitalistas privados, por su lado, han aprovechado los bajísimos salarios y los altísimos precios que dejó la devaluación, para refinanciar una deuda de otros 60.000 millones de dólares. Los capitalistas privados, por su lado, han aprovechado los bajísimos salarios y los altísimos precios que dejó la devaluación, para refinanciar una deuda de otros 60.000 millones de dólares.(Plan Marshall: 'go home'.
Editorial de Prensa Obrera, Buenos Aires, 16 de enero de 2004) (13) Marcelo R. Lascano. "El gobierno debería inaugurar otra etapa".
Reportaje de Luis Sznaiberg. Revista Informe Industrial. Año XXVI, Nº 192.
Buenos Aires, octubre/noviembre de 2003.
(14)¿"DEFAULT"? Una fuga de capitales de 50.000 millones de dólares. Pablo Rieznik, Prensa Obrera, Buenos Aires, 27 de noviembre de 2003 (15)Plaza de Mayo, en Buenos Aires, es el principal paseo argentino.
Cuando ocurrió este crimen injustificable, el 6 de junio de 1955, era mediodía. El espacio público estaba repleto de millares de transeúntes que salían de trabajar. Fue una masacre nunca debidamente investigada, pero se estimó que murieron unas 400 víctimas, sin ningún compromiso político comprobable. Desde la Armada se alegó después que el objetivo había sido bombardear la casa de gobierno, y se había producido un error de puntería.
Uno de sus instigadores principales, el general Pedro Eugenio Aramburu fue capturado y ejecutado por la organización guerrillera Montoneros, en 1970.
Su verdadero jefe, el Almirante Isaac Francisco Rojas, luego vicepresidente de Aramburu, fue "reivindicado" , sin embargo, por el presidente Menem, en su segundo gobierno (1996-2000).
(16)Juan Carlos de Pablo. "Cuál fracaso de la teoría del derrame?" El Cronista Comercial. Página 10. Buenos Aires, lunes 19 de enero de 2004.
(17)Sun Tzu. El arte de la guerra. Capítulo I, versículo 17. Traducción y notas de Ilda Sosa, en base a antiguas versiones anónimas. Editorial Fraterna, Buenos Aires, 1989.