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Medio Oriente

Se acaba el tabú sobre la sucesión de Yasser Arafat

Yasser Arafat, cada vez más aislado internacionalmente, se enfrenta diariamente a la cuestión de su sucesión, comentada sin tapujos por sus aliados y la comunidad internacional, pero el presidente palestino ha demostrado a lo largo de su vida una enorme capacidad de salir airoso de situaciones límite.

LA REPUBLICA

El bombardeo israelí contra la Mukata, el cuartel de Arafat en Ramalá (Cisjordania), horas después de un sangriento atentado contra un autobús en el norte de Israel en el que murieron 17 israelíes, fue presentada como la última advertencia a Arafat, la pesadilla del primer ministro israelí Ariel Sharon, que se esfuerza desde su llegada al gobierno israelí por dejarlo fuera del juego político.
El jueves, Arafat, sostenido por sus guardaespaldas y prorrumpiendo en gritos contra el "fascismo" israelí, revisó los destrozos en su cuartel, que ya fue atacado en abril en el marco de la operación Muralla, y que volvió a ver dinamitados algunos de sus edificios y a sufrir la implacable acción de las excavadoras israelíes. Los disparos del ejército alcanzaron su habitación y su baño, devastados por la explosión de un proyectil, si bien Israel aseguró que no quiso poner en peligro su vida.
Ariel Sharon viajará el sábado a Washington para defender de nuevo ante el presidente George W. Bush la necesidad de apartar políticamente a Arafat, a quien acusa de promover los atentados, mientras los dirigentes estadounidenses advirtieron al presidente de la Autoridad Palestina que no es "insustituible".
Si bien las advertencias de Washington no son nuevas, se intensificaron en los últimos días, a lo que hay que sumar unas declaraciones del presidente egipcio Hosni Mubarak al New York Times, especialmente relevantes por venir de un dirigente árabe. Mubarak dijo que Arafat debería, en un año, "nombrar a otro" en su lugar y ocupar una función honorífica.
El jueves, un diplomático palestino destinado a El Cairo, dijo que Arafat había anunciado a su movimiento, el Fatah, que tras la creación de un Estado palestino se retiraría y designaría a alguien joven.
Un sondeo publicado el 22 de mayo mostró un ligero descenso de la popularidad de Arafat, que contaba con el apoyo del 35% de sus conciudadanos por 46% en julio de 2000. Según este mismo sondeo, una aplastante mayoría de palestinos (83%) cree que la Autoridad Palestina es corrupta y nueve de cada diez palestinos desean una reforma en profundidad.