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Medio Oriente

2 de abril del 2002

Palestina, convertida en la sombra de Auschwitz

Suhail Hani Daher Akel
La Nación

En esta locura, cómo formar la lógica. Ya no queda lugar ni siquiera a la exageración. La hipocresía mediática utilizada por el liderazgo israelí intenta levantar el altar de la justificación para mostrarse agredidos y agredir; mostrarse víctima del terrorismo e imponer su terrorismo de Estado; mostrar un riesgo en su seguridad y poner en peligro la seguridad de los pueblos de la región, incluyendo su propio pueblo israelí.
Hasta dónde alcanza la locura de Sharon, que llegó al poder con el objetivo de pulverizar la paz que Rabin construyó junto a Arafat en 1993, e impulsar su determinación confesa al diario israelí HaŤaretz, de vivir con la "espada en la mano", o jactarse de su autobiografía titulada "El guerrero", reflejando en su mirada comparable a la de Atila, el símbolo de la violencia.
El diseño de la agresiva política israelí fue esbozado intelectualmente por el Nobel de Literatura José Saramago, equiparando el sufrimiento judío con los nazis, al sufrimiento del pueblo palestino con los israelíes.
En la cúspide de la derrota en Beirut en 1982, Sharon transfirió su fracaso a los campos de refugiados de Sabra y Shatila, asesinando a cinco mil refugiados palestinos. Acunado en la misma cima de la derrota, luego de catorce meses de gobierno, la que sólo le ofreció inseguridad y muerte a su pueblo israelí, trasladó su nuevo fracaso al pueblo palestino y su liderazgo, sumándole más ocupación, muerte y dolor.
La madre de la violencia En el huracán de la violencia, sumar acusaciones y reproches no conduce a los objetivos de los pueblos.
Pero vale señalar que la "madre de la violencia" es la violencia de la ocupación israelí a Palestina desde hace 35 años, y es la violencia del poder militar sobre la población civil palestina, cuya principal arma es la piedra y la voluntad de libertad como legítima resistencia.
Mientras un torrente de declamaciones y resoluciones son convertidas en tinta sobre papel por Israel, en el terreno, en estos meses y estas últimas horas, Sharon convirtió a Palestina en la sombra de Auschwitz, con su olor y su sabor a muerte.
Arremetiendo contra el bíblico pueblo palestino y su líder Arafat, al que cercó militarmente durante cuatro meses, destruyendo su presidencia en Ramallah, saqueando sus oficinas, asesinando a su guardia presidencial y deteniéndose en la línea roja a la espera de una orden para asesinar al Nobel de la Paz 1994.
Sereno y fortalecido, el presidente Yasser Arafat, sin comunicación, ni luz y agua, expresó: "Me pueden martirizar y martirizar a todo el pueblo palestino, sin embargo, algún día, un niño palestino izará la bandera palestina sobre Jerusalén".
Ante esta caótica situación en la que la sangre baña al pueblo palestino e israelí, la comunidad internacional debe exigir la renuncia de Sharon, someterlo al banquillo de los acusados de Crímenes contra la Humanidad y dar lugar a que israelíes comprometidos con la "Paz de los Valientes", guíen a un nuevo Israel junto a Palestina por el sendero de la paz, la dignidad y la convivencia.



El autor es el embajador de la Misión Palestina en la Argentina