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Medio Oriente

16 de abril del 2002

En Jenin se fundó el Estado palestino

Ury Avnery
La Jornada

Hace 150 años, al día siguiente del primer Congreso Sionista en Basilea, Theodor Herzl escribió en su diario: "en Basilea fundé el Estado de los judíos". Esta semana, Ariel Sharon debería anotar en su diario: "en Jenin fundé el Estado de los palestinos". Por supuesto, esa no era su intención. Al contrario, su intención era destruir la nación palestina, sus instituciones y sus dirigentes, de una vez para siempre, dejando sólo escombros y un naufragio humano al que se podía arrojar a cualquier parte. En la práctica sucedió algo muy distinto. Frente al ataque de la mayor maquinaria militar de la región y las armas más modernas del mundo, sumergida en un mar de sufrimientos, rodeada de cadáveres, la nación palestina se puso de pie como nunca antes.
En el pequeño campo de refugiados cerca de Jenin, un grupo de combatientes palestinos de todas las organizaciones se unió para una batalla defensiva, que será guardada para siempre como en un altar en los corazones de todos los árabes. Esta es la Massada palestina, como la llamó un oficial israelí, en alusión a la legendaria última resistencia de los restos de la gran rebelión judía contra Roma en el año 71 de nuestra era. Cuando los medios internacionales ya no puedan ser mantenidos fuera de la escena y las imágenes de horror se publiquen, tal vez surjan dos versiones posibles: Jenin como la historia de una masacre, una segunda Sabra y Chatila, y Jenin, el Stalingrado palestino, una historia de inmortal heroísmo. Seguramente esta segunda prevalecerá.
Las naciones se construyen sobre mitos. Yo fui educado en los mitos de Massada y Tel-Chai, que formaron la conciencia de la nueva nación hebrea. (En Tel-Chai, 1920, un grupo de defensores judíos, encabezado por el héroe manco Josef Trumpeldor, murió en un enfrentamiento con combatientes sirios antifranceses.) Los mitos de Jenin y del cuartel general de Arafat en Ramallah formarán la conciencia de la nueva nación palestina. Un robot militar primitivo, que ve todo en términos de poder de fuego y recuento de bajas, no lo podrá entender. Pero Napoleón, genio militar, dijo que en la guerra lo que cuenta, en las tres cuartas partes, son las consideraciones morales, y sólo en el restante cuarto la relación material de fuerzas.
¿Cómo se presenta, en esta perspectiva, la guerra de Sharon?
En cuanto a las fuerzas materiales, la relación es clara. Unas docenas de israelíes muertos, contra muchos cientos de palestinos. Ninguna destrucción en Israel, horrible destrucción en las ciudades palestinas. El objetivo era, según se dijo, "destruir la infraestructura del terror". Esta definición carece en sí misma de sentido: la "infraestructura del terror" existe en las almas de millones de palestinos y decenas de millones de árabes cuyos corazones arden de rabia. Cuanto más combatientes y bombarderos-suicidas sean abatidos, más combatientes y bombarderos suicidas estarán dispuestos a ocupar sus lugares. Vimos los laboratorios de explosivos: algunas bolsas de materiales que se pueden obtener en los comercios israelíes. El ejército de Tel Aviv se enorgullece de haber descubierto decenas de tales laboratorios. Pronto habrá otros cientos. Cuando docenas de personas heridas yacen en las calles desangrándose lentamente hasta la muerte, porque los soldados disparan a toda ambulancia que se mueve, nace un odio terrible. Cuando el ejército entierra secretamente cientos de cuerpos de hombres, mujeres y niños, crea un odio terrible. Cuando los tanques aplastan los autos, destruyen las casas, derriban los postes de energía eléctrica, destruyen los depósitos de agua, dejan tras de sí miles de personas sin hogar y obligan a los niños a beber agua de las alcantarillas, provocan un odio terrible. Un niño palestino que ve con sus ojos todo esto se convierte en el bombardero suicida de mañana. Es así como Sharon y Mofaz crean la infraestructura terrorista.
Entre tanto, han creado los cimientos de la nación palestina y del Estado palestino. El pueblo vio a sus combatientes en Jenin y cree que son héroes mucho más grandes que los soldados israelíes, protegidos en sus poderosos tanques. Vieron a su dirigente en una trasmisión histórica de la televisión, con la cara alumbrada por una vela solitaria en su oficina oscura y bajo sitio, dispuesto a morir en cualquier momento, y lo comparan con el hedonismo de los ministros israelíes, sentados en sus oficinas, lejos del frente de batalla, rodeados de hordas de escoltas. Así se engendra el orgullo nacional.
Nada bueno para Israel saldrá de esta aventura, así como nada bueno salió de las anteriores aventuras de Sharon. La concepción del operativo era estúpida, su ejecución cruel, y los resultados serán desastrosos. No traerá seguridad ni paz, no resolverá problema alguno, pero aislará a Tel Aviv y pondrá en peligro a los judíos en todo el mundo. Al final, sólo una cosa será recordada: nuestra gigantesca maquinaria militar se lanzó sobre el pequeño pueblo palestino, y el pequeño pueblo palestino y su dirigente no se doblegaron. Ante los ojos de los palestinos, y no sólo de ellos, esto será visto como una enorme victoria, la victoria de un moderno David contra Goliat.
(*) Pacifista israelí, es miembro del Knesset (Parlamento de Israel). A los 13 años fue terrorista judío contra la ocupación inglesa de Palestina.