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Medio Oriente

10 de abril del 2002

Carta a un Comandante de los paracaidistas israelíes

Coronel Aviv Kohady, ¿Cómo te convertiste en un criminal de guerra?
Neve Gordon
Traducido para Rebelión por Germán Leyens  
Al Coronel Aviv Kohavi
Comandante de Brigada de los Paracaidistas del IDF [ejercito israelí]  
Supongo que me recuerdas. En todo caso yo te recuerdo a ti. Nos encontramos por primera vez en la brigada de paracaidistas. Yo era sargento de sección, en la compañía de cabos; tú eras un joven oficial de sección. Incluso en aquel entonces, mis amigos que sirvieron contigo en la misma posición en el Líbano contaban que eras un oficial sensible, serio, y sobre todo decente.  
La mayor parte de nuestra relación ocurrió, sin embargo, en la Universidad Hebrea. Estudiamos juntos para nuestras licenciaturas en Filosofía -tú te preparabas para una carrera en el ejército, yo para activista por los derechos humanos. Durante ese período tuvimos más de una discusión política. No pude dejar de admirarte. Consideraba que eras una persona pensadora, imaginativa y sensata -bastante diferente del típico oficial del ejército que uno encuentra en la Universidad, el tipo que se matricula para lograr una calificación y escaparse. Mirándolo ahora, creo que de verdad gozaste de tus estudios, muchos de los cuales, hay que señalar, trataban de teoría ética.  
Han pasado años desde que nos encontramos por última vez. Llegaste a ser comandante de brigada de paracaidistas. Yo, profesor en el departamento de política y gobierno en la Universidad Ben Gurion. El jueves 1 de marzo de 2002 te vi una vez más, no cara a cara, sino en la televisión. Estabas en el programa noticioso: como comandante de las tropas que penetraron en el campo de refugiados Balata, cerca de Nablus. Explicaste solemnemente que en ese preciso momento tus soldados estaban transmitiendo un potente mensaje a los terroristas palestinos: el ejército israelí va a darles caza hasta en el último recoveco.  
En los días después de la entrevista, comenzaron a filtrarse las noticias sobre lo que sucedió en el campo: antes de la incursión, los militares israelíes hicieron reinar el terror entre los habitantes mediante helicópteros y tanques; luego, Aviv, impusiste el toque de queda en el campo, hiciste volar los cables eléctricos, cortando la electricidad a los 20.000 habitantes civiles; los bulldozers destrozaron los conductos del agua potable. Tus soldados, Aviv, partieron entonces de casa en casa destruyendo los muros interiores; devastaron los muebles y otras instalaciones, y perforaron a balazos los tanques de agua sobre los techos. Los soldados aterrorizaron a los habitantes, la mayor parte mujeres, ancianos, y niños. Pero eso no fue todo, supe que tus soldados también utilizaron a los habitantes como escudos humanos. También en las primeras horas de la incursión hubo 120 palestinos heridos, y tú, Aviv, te negaste a permitir que las ambulancias entraran y abandonaran el campo.  
Hubo, claro varios combates, y murió uno de tus soldados. También informaste que habías confiscado armas y que tu operación impidió que se realizaran futuros actos terroristas.  
Pero lo que no hiciste de ninguna manera fue intentar de probar la conexión entre la violencia militar israelí perpetrada en los Territorios Ocupados y la violencia palestina en Israel, como si las incursiones en los campos y el reino del terror que tú y tus soldados impusieron no condujeran a Israel y Palestina a un baño de sangre del que nadie podrá escapar.  
¿Cómo, Aviv, piensas que tu incursión afectó a los niños a los que encerraste durante horas con otros miembros de sus familias, cuando registraste sus casas y abriste agujeros en sus muros? ¿Contribuyó tu incursión un ápice a la paz o, en lugar de hacerlo, sembró semillas de odio, de abatimiento, y de muerte en el abarrotado, empobrecido, desesperado, campo de refugiados?  
He estado pensando en ti todo el tiempo desde esa entrevista en la televisión, tratando de comprender lo que ocurre en tu mente. ¿Qué te llevó a llevar a tus soldados -soldados de la brigada de paracaidistas- a una guerra contra una población civil?  
Aviv, estoy actualmente presentando un curso llamado "La Política de los Derechos Humanos". Uno de los tópicos que incluyo durante el semestre es la Intifada y las lecciones que da respecto a los derechos humanos. Desde el punto de vista de las convenciones internacionales, por lo menos, tus actos en Balata constituyen descaradas violaciones de los derechos humanos. Actos semejantes son, en realidad, crímenes de guerra.  
Aviv ¿qué le sucedió al oficial sensible y sensato? ¿Cómo te convertiste en un criminal de guerra?  
8 de abril de 2002
Dr. Neve Gordon
Departamento de Ciencias Políticas, Universidad Ben Gurion, Beer Sheva, Israel.