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Medio Oriente

13 de diciembre del 2002

Sembrando tempestades: Israel, EEUU y la guerra que viene

Roni Ben Efrat
Comité de Solidaridad con la Causa Arabe

"La combinación de poder militar y crisis económica es peligrosa. Induce a los fuertes a resolver los problemas económicos por medios militares. Esa es la mezcla que no hace tanto tiempo engendró el fascismo. Dio lugar a un holocausto contra la humanidad. Estamos de nuevo ante la misma intersección. La pregunta no es si puede el mundo vivir con Sadam Husein. Más bien, la pregunta es ¿puede el mundo vivir con George W. Bush?"
El presidente Geroge W. Bush recibe respaldo incondicional de Israel para su inminente guerra contra Iraq. La izquierda y la derecha le ensalzan. La prensa redobla los tambores. Las que son palomas en la cuestión palestina se convierten en halcones en la cuestión de Iraq. Entre la más amplia opinión pública israelí, el 40% apoya una respuesta nuclear si Iraq utiliza armas químicas o biológicas contra ellos, aun cuando [tales armas] no constituyan una amenaza real a la existencia del Estado. Los israelíes forman fila obedientemente para adquirir sus máscaras de gas. Los beneficios de la guerra parecen tan evidentes que ni siquiera ha tenido lugar una sola discusión ni en la Knesset [Parlamento israelí] ni en gobierno.
Cuando la guerra se produzca, el país que más ira sentirá será probablemente Israel. Aún así, los israelíes apoyan la guerra de Bush incluso más que los estadounidenses. Este hecho llama más la atención especialmente si se considera que en el resto del mundo, incluido en EEUU, el tema es causa de acalorados debates. El canciller Gerhard Schroeder ganó las elecciones debido a su firme posición "contra" la guerra sobre Iraq. En el momento en que escribimos, en el Consejo de Seguridad de NNUU (CS de NNUU), Francia y Rusia amenazan con vetar la resolución de EEUUU que autorizaría una guerra inmediata de impedir Iraq [el trabajo] de los inspectores de armas.
La mitad de la población de EEUU apoya la guerra, sin embargo desde junio se ha producido un descenso del 17%. El 26 de octubre, una coalición llamada ANSWER organizó una marcha contra la guerra de 150.000 personas [1]. En Londres, el 28 de septiembre, otras 350.000 personas protestaron. (Según The Guardian, solo un tercio de los británicos apoyan la guerra). En Italia, un millón y medio se manifestaron contra la postura favorable a la guerra (y contra la política económica) del gobierno de Berlusconi.
¿Y la oposición israelí? No se oye ni pío. Yossi Sarid [del Partido Laborista], su líder parlamentario, hizo un discurso el 14 de octubre en la sesión de apertura de la temporada de invierno de la Knesset. No mencionó nada ni de Iraq ni de los palestinos. Limitó su discurso a la pobreza en Israel. Habló de un chico que recibía comida en la escuela. La profesora se dio cuenta de que llevaba un paquete en el bolsillo que resultó ser una pata de pollo que el chico había ahorrado para su madre. Seguramente esta es una historia legítima pero Sarid omitió el contexto: el cada vez más profundo desastre social de Israel "es en mayor medida un resultado del empeoramiento de su aventura política tanto con los palestinos como con la mayor parte del mundo árabe". La guerra contra Iraq lo enredará todavía más.
Una junta mesiánica
Israel es tradicionalmente pro estadounidense. Eso no es nada nuevo. Los israelíes tienen que preguntarse a si mismos, sin embargo, si la Administración Bush merece la misma fidelidad que sus predecesores. La respuesta es un sonoro ¡no! El mundo se encuentra ante un nuevo/viejo fenómeno cuyas ramificaciones se extienden más allá del conflicto EEUU-Iraq. Tras unas dudosas elecciones, la Casa Blanca ha sido tomada por una junta de derechas sostenida por 70 millones de cristianos fundamentalistas que vinculan su destino con Sión.
El concepto mesiánico encuentra su contrapunto secular en la interpretación de la historia que mantiene la gente que rodea a Bush: el vicepresidente Dick Cheney, el secretario de Defensa Donald Rumself, la asesora de Seguridad Nacional, Condoleezza Rice y sus subordinados, Paul Wolfowitz y Richard Perle. Según este grupo de personas, en la era de Reagan una Administración republicana derrotó al "Imperio del Mal" dejando a EEUU como única superpotencia. Bush padre explotó la nueva situación montando una exitosa ofensiva internacional contra Iraq. Entonces llegó la caída. Debido a las nimiedades económicas, los estadounidenses eligieron a Bill Clinton. En lugar de conducir a la nación a su destino manifiesto como dirigente mundial, Clinton buscó "los dividendos de la paz". Las defensas del país se echaron a perder. Al final, sin embargo, el equipo de Reagan-Bush ha vuelto. Conducirá a EEUU a la hegemonía global.
Esta idea se recoge en un extenso documento titulado Reconstruyendo las defensas de EEUU (Rebuilding America's Defenses). Fue publicado en septiembre de 2000, antes de las elecciones presidenciales estadounidenses, por un grupo conservador que de denomina "Proyecto para un nuevo siglo estadounidense" (The Project for the New American Century). "En términos generales", declaran sus autores, "consideramos el proyecto como medio para construir la estrategia defensiva trazada por el departamento de Defensa de Cheney en los últimos días de la Administración Bush [padre]. La Guía de Política de Defensa (Defense Policy Guidance, DPG) preparada en los primeros meses de 1992, proporcionó un anteproyecto para el mantenimiento de la preponderancia de EEUU, que excluía el surgimiento de una gran potencia rival y configurase el orden de seguridad internacional de acuerdo con los principios e intereses de EEUU" [2].
Reconstruyendo las Defensas de EEUU ha sido la base de la política exterior y de defensa de George W. Bush. Su vector principal es la expansión del poder militar estadounidense, de manera que EEUU siga siendo "la única superpotencia mundial" incontestable. Con ese fin, se dice, EEUU debe incrementar los gastos de defensa, desarrollar el poder nuclear y reanudar las pruebas nucleares. Se aboga por la cancelación del Tratado General de Prohibición de Pruebas (Comprehensive Test Ban Treaty), que firmó Clinton [3]. Su influencia ya era notoria durante el primer año de la nueva Administración Bush que bloqueó los tratados internacionales de control de armamentos.
Reconstruyendo las Defensas de EEUU se escribió antes de los ataques del 11 de septiembre de 2001. Éstos imprimieron una nueva urgencia a la deriva estadounidense por el control global, según se refleja en un documento más reciente, "La Estrategia de Seguridad Nacional de EEUU", publicada por la Administración Bush en septiembre de 2002 [4].
El documento sobre la nueva Estrategia Nacional contiene lo que ha llegado a conocerse como la "Doctrina Bush". "El más grave peligro al que nuestra nación hace frente yace en el cruce del radicalismo y la tecnología". EEUU debe mostrar que esta determinado a actuar. "Nuestro objetivo inmediato serán aquellas organizaciones terroristas de alcance global y cualquier Estado terrorista o que patrocine el terrorismo para intentar obtener o utilizar armas de destrucción masiva [...] Aunque EEUU se esforzará constantemente por conseguir el apoyo de la comunidad internacional, no dudaremos en actuar solos si es necesario, para ejercitar nuestro derecho a la autodefensa mediante acciones preventivas [...].". Y más adelante [afirma]: "Durante siglos el derecho internacional reconoció que las naciones no necesitan sufrir un ataque antes de que puedan ejercitar una acción legal para defenderse contra las fuerzas que representan un peligro inminente de ataque [...]. Debemos adaptar el concepto de amenaza inminente a las capacidades y objetivos de los adversarios de hoy en día". La consecuencia es clara: los estadounidenses no estarán seguros hasta que el Tío Sam se convierta en el Gran Hermano del mundo.
En la New York Review of Books del 26 de septiembre, Frances Fitzgerald destaca que el anterior Bush, a diferencia de su hijo, sabía lo que se hacía en las cuestiones exteriores. Entre los asesores de George Bush padre, el secretario de Defensa Cheney representaba una minoritaria línea dura. Ahora, el vicepresidente Cheney está acompañado por su viejo amigo y mentor, el derechista Donald Rumself, quien nombró a Paul Wolfowitz -coautor de La Guía de Política de Defensa (Defense Policy Guidance, DPG)- como su subdirector. Para la segunda posición del Pentágono, Rumseld designó a Douglas Feith, un favorito de Richard Perle que fue uno de los halcones de la Administración Bush. Perle es en la actualidad asesor del Pentágono. Así, la minoría belicista de la época del anciano Bush forma hoy el principal grupo de asesores alrededor de su ignorante hijo.
La conexión israelí
Según Fitzgerald, en 1996, Perle y Feith escribieron un documento que aconsejaba a Benjamín Netanyahu, el [entonces] nuevo primer ministro de Israel, que procediese a la quiebra abierta del proceso de paz de Oslo y a renovar el control directo israelí de Cisjordania y Gaza. Cuando Netanyahu declinó aceptar este consejo, Feith lo publicó en un artículo de su firma. "El precio en sangre será alto", escribió, pero será una forma necesaria de "desintoxicación, la única vía para pasar la página de Oslo" [5].
Este consejo de Perle y Feith debe ser de interés para la izquierda israelí que apoya Oslo, los mismos que respaldan la guerra contra Iraq en la creencia de que tras su victoria, e imponiendo un nuevo orden en Oriente Medio, Bush instará a Israel a que se retire de los Territorios Ocupados (TTOO). Sin embargo, la realidad es la siguiente: los mismos asesores que hoy lideran la marcha hacia Bagdad abogan con fervor por una conquista permanente de Israel sobre Cijsordania y Gaza.
Reconstruyendo las defensas de EEUU hace un extenso recorrido para resolver el misterio de por qué Bush hijo está tan interesado en atacar Iraq: "De hecho, EEUU ha intentado durante décadas jugar un papel más permanente en la seguridad regional del Golfo. En tanto que el irresuelto conflicto con Iraq proporciona una justificación inmediata, la necesidad de la presencia de una fuerza sustancial estadounidenses [sic] en el Golfo trasciende la cuestión del régimen de Sadam Husein" [6]
Las bases estadounidenses no están en el Golfo, pues, para proteger a los vecinos de Sadam Husein. "Desde una perspectiva estadounidense, el valor de esas bases perdurará incluso aunque Sadam Husein salga de escena. A largo plazo, Irán podría resultar una amenaza tan grande para los intereses de EEUU en el Golfo como lo es Iraq. E incluso aunque las relaciones irano-estadounidense mejorasen, el mantenimiento de fuerzas de retaguardia en la región seguiría siendo un elemento esencial de la estrategia de seguridad de EEUU, habida cuenta de los viejos intereses estadounidenses en la región" [7]. No debemos esperar a ver, pues, una fuerte conexión entre los hallazgos de los inspectores de armas y la decisión de Bush de desplegar la guerra.
La franqueza de este documento es inusual pero lo que revela es miedo: en su búsqueda de dominación, EEUU está preparado para avanzar en solitario, arrastrándonos a todos hacia el caos. No es menos alarmante la reacción en Israel, donde la vasta mayoría ingiere con gusto todo el canto mesiánico sobre una guerra entre "el Bien y el Mal".
Los animadores
El papel de la prensa israelí en el belicismo responde al hecho de que ninguna discusión alternativa está teniendo lugar. Hasta el liberal Ha'aretz, que se enorgullece de su reputación como periódico de las "personas que piensan" titulaba su principal editorial sobre el 11 de septiembre del 2002: "Confrontando el Eje del Mal". Sin reservas, esa pieza conecta el desastre que tuvo lugar en EEUU con la guerra que viene contra Iraq. "Y así, un año más tarde, EEUU está preparándose para atacar Iraq dentro del contexto de la misma "guerra hasta el final"" -milhemet hurmah-, una expresión bíblica aplicada aquí para la guerra contra el terrorismo. "Porque el reto y la guerra no se limitan a los enclaves de las organizaciones terroristas ramificadas y peligrosas como podemos pensar. La ambiciosa meta que el presidente Bush se ha impuesto a si mismo y con razón, es quebrar a la misma fuerza del mal que derribó las Torres Gemelas de Nueva York y que, en sus varias permutaciones, ha impuesto la guerra sobre la vida de todo el mundo libre". Tras mencionar Perl Harbour, el editorial sigue "EEUU entendió [en 1941] que la guerra no era solo contra Japón sino contra todo el "Eje del Mal" de aquella época. La lucidez de aquel momento, la determinación, el sacrificio y el liderazgo desplegado por EEUU en esos años fueron lo que salvó nuestra civilización".
Mientras Ha'aretz reescribía la Historia, Yediot Aharonot no se quedaba atrás. En tres de sus principales editoriales (que los editores del periódico firman), Sever Plotzker azotaba a los que se oponen a la guerra alrededor del mundo. Por ejemplo, decía: "En este momento debe quedar claro para todos: el islam fascista, homicida y terrorista, nutrido por la inspiración del fanatismo religioso, pero también por el apoyo de los regímenes dictatoriales como el de Sadam Husein, constituye una amenaza directa para la paz, la prosperidad y el progreso de todo el mundo civilizado. [...] Los manifestantes que se oponen a la guerra contra Sadam Husein deben comprender finalmente que de hecho se están manifestando por el ataque terrorista en Bali, por el ataque en Tel Aviv, por el ataque en Helsinki y por el ataque que se lanzará en sus propios traseros" [8]. Esta cruzado, debe hacerse notar, es el ex editor de Al-Hamishmar, un diario [israelí] socialista que cerró como resultado de la privatización.
Los días de la preparación para la guerra contra Iraq serán recordados en la historia ­si queda alguien aquí para escribirla- entre los más frívolos momentos de la prensa de Israel.
Israel espera el 'día después'
Tras la ciega adulación de Israel hacia EEUU yace una visión del mundo. La Guerra del Golfo de 1991 apagó lo que quedaba de la primera Intifada junto con el movimiento nacional palestino, según lo expresado en la histórica OLP. Muchos guerrilleros palestinos se convirtieron en tecnócratas. Aquellos que continuaron con el uniforme lo hicieron dentro de la Autoridad Palestina (AP) y bajo la supervisión de la CIA. En los años de Oslo (1993-2000), sin embargo, como las condiciones en los TTOO empeoraron, creció la amargura en la calle palestina tanto contra Israel como contra la AP. La explosión tuvo lugar finalmente en forma de una segunda Intifada que rápidamente quedó fuera de control. Hoy, tanto la izquierda como la derecha de Israel cree que una nueva derrota de Sadam Husein tendrá un efecto como la primera, que dominará la nueva Intifada.
En esta teoría existen dos nociones más. La más simple considera la campaña militar para derrocar a Sadam Husein en tamdem con el proyecto de Israel de derrocar a Yaser Arafat. La segunda, una valoración más seria, procede de figuras de la inteligencia militar israelí. Estas creen que Israel puede hacer frente por si mismo al terrorismo palestino pero que para alcanzar una solución política, se necesita un gran cambio estratégico en Oriente Medio. Tal cambio debe proceder del exterior. Solo EEUU puede dirigir la región de acuerdo con las necesidades geopolíticas de Israel. Esta posición se escucha con frecuencia en la prensa. Por ejemplo: "Ya que[Bush] nos ha pedido que permanezcamos al margen de la cuestión iraquí, la verdadera tarea del gobierno debe ser concentrarse en las ventajas de estar preparados para "el día después" [9]. Aluf Benn alude a la misma posición en Ha'aretz (10 de octubre de 2002): "Uno también pude leer el mensaje israelí de este modo: la crisis en Iraq es una buena oportunidad para dar a los palestinos un coup de grâce [golpe de gracia], que ponga fin a la Intifada y mejore la posición de salida de Israel en las negociaciones que se pondrán en marcha tras el derrocamiento de Sadam".
Como Israel quiere comerse las uvas, no discutirá con el guardián. En su reciente visita a EEUU, Sharon prometió comportarse de manera que beneficie al mercado de Bush en el mundo árabe mientras Bush ayudará al mercado de Sharon ante los círculos de negocios internacionales y banqueros, en un momento en que la valoración del crédito israelí está sometida a examen.
Expectativas peligrosas
La esperanza de que la implantación de un régimen títere en Iraq prepare el terreno para un correspondiente régimen títere en los TTOO no tiene fundamento. Los intentos de cambio o desestabilización de regímenes forman parte desde hace tiempo de la política de EEUU. Lejos de tener éxito, han conducido al caos ­en el Sudeste de Asia, en Latinoamérica, en Oriente Medio- del cual se queja ahora la Administración Bush. Israel ha encontrado la misma dificultad en sus propias tentativas de designar líderes árabes. Aquí van dos ejemplos:
1. La aventura libanesa. En 1982, durante la presidencia de Ronald Reagan, Menahem Begin era primer ministro de Israel. Ariel Sharon, entonces ministro de Defensa, llevó a cabo una grandiosa campaña para cambiar el mapa político de Oriente Medio, empezando por Líbano. La idea era eliminar a la OLP como fuerza de aquel país, de manera que el líder de las milicias cristianas Bashir Gemayel pudiera tomar el control y conseguir que el parlamento libanés le eligieses presidente. Gemayel supuestamente debería pagar entonces su deuda con Israel firmando la paz. Más aún, habiendo derrotado a Arafat en Líbano, Israel sería libre para ejercer su voluntad en las desmoralizadas Cijsordania y Gaza. De acuerdo con el historiador Howard Sachar, Sharon intentó, asimismo, desestabilizar al rey Husein, convertir Jordania en un Estado palestino y anexionarse los TTOO [10].
De hecho, el ejército de Sharon expulsó a la OLP de Beirut y Bashir Gemayel fue elegido presidente el 23 de agosto. Unas pocas semanas después fue asesinado. El caos emergió. Sharon dio ordenes a su junta de mandos militares de "restaurar el orden" y de permitir a los cristianos falangistas entrar en los campamentos de refugiados palestinos. El resultado fueron las masacres de Sabra y Chatila [11]. En ese momento, los estadounidenses volvieron a Líbano -también con el objetivo de "restaurar el orden"­ pero un ataque suicida asesinó a 241 marines en octubre de 1983. Los estadounidenses se retiraron y el ejército de Israel se escabulló en el sur [de Líbano]. Lo que quedó del plan general de Sharon fue una estrecha "zona de seguridad" más allá de la frontera norte de Israel. Esa zona, a cambio, costó cientos de vidas israelíes y miles de vidas libanesas hasta que el primer ministro Ehud Barak la evacuó hace dos años. Líbano no se convirtió en la "democracia cristiana" con la que Begin, Sharon y ­hasta cierto punto- Ronald Reagan habían soñado. La invasión israelí dio lugar, ciertamente, a la salida de la OLP pero también a la muerte y la destrucción, a la fragmentación de su propia sociedad, a su descrédito ante todo el mundo, a la emergencia de Hizbollah y al origen de una nueva táctica de guerrillas: la bomba suicida.
2. La aventura de Oslo: Tras la expulsión de la OLP de Líbano, el principal centro de la resistencia palestina se trasladó a los TTOO. El resultado fue la primera Intifada (1987). Israel respondió con un tipo de ocupación más sofisticado. En los años 70 y 80, había intentado sin éxito instalar colaboradores como dirigentes ­las denominadas "Ligas de aldeas". La nueva idea iba a trasformar a la OLP en un subcontratista del control israelí.
La combinación de las políticas israelíes y aquellas de su criatura, la corrupta AP, dieron lugar al caos de la segunda Intifada. El partido Laborista, que había puesto todo su empeño en Oslo se encontró asimismo desde octubre de 2000 sin contraparte y sin agenda. Habiendo perdido todo lo que le hacía diferente, el laborismo se unió al Likud, fundamentalmente en un intento de apagar el fuego. Después de doce meses, la asociación se ha roto [12]. Igualmente, la Intifada también hizo caer en picado la economía de Israel, haciendo de ella, de nuevo, un caso para la caridad estadounidense.
Pero en este momento, el propio EEUU está inmerso en una crisis económica. William Greider escribe en The Nation (13 de septiembre de 2002):
"El neto de la deuda exterior de la economía de EEUU ­la acumulación de dos décadas de grandes gastos y de gran déficit comercial- alcanzará este año cerca del 25% del producto interior bruto (PIB) o, aproximadamente, 2.5 billones de dólares. Hace quince años, era cero (...). El fantasma de la profunda debilidad de EEUU parece ir contra la intuición de lo que la gente ve y experimenta en un momento de aparente prosperidad mantenida. Pero las arenas movedizas son reales. Estamos ya hasta las orejas".
Los Estados Unidos de la Segunda Guerra del Golfo serán distintos a los de la Primera. Hace diez años, abundaba la esperanza en Wall Street de que los mercados del mundo se abrirían ante las corporaciones estadounidenses; los dividendos del colapso soviético serían suyos para cosecharlos. Por el contrario, el derrumbe de las Torres Gemelas ha golpeado a EEUU. En lo que respecta a la guerra contra Iraq, Europa se opone, el Tercer Mundo se opone, cualquiera en su sano juicio se opone. Washington, a cambio, se siente traicionado. A pesar de la caída del comunismo, la paz y la prosperidad no han llegado. Solo el pequeño Israel se mantiene firmemente a su lado, gobierno y pueblo por igual. Después de dos años de bombas suicidas, los israelíes están resueltos en su determinación de no ver el hecho de que la ira alimenta el caos. Ahora están preparados, izquierda y derecha, para apoyar una cruzada cuyos resultados serán un aumento exponencial de esa ira. Quien siembra vientos recoge tempestades. Pero quien siembra la tempestad, ¿qué recogerá?
La combinación de poder militar y crisis económica es peligrosa. Induce a los fuertes a resolver los problemas económicos por medios militares. Esa es la mezcla que no hace tanto tiempo engendró el fascismo. Dio lugar a un holocausto sobre la humanidad. Estamos de nuevo ante la misma intersección. La pregunta no es si puede el mundo vivir con Sadam Husein. Más bien, la pregunta es ¿puede el mundo vivir con George W. Bush?
La desaparición del campo socialista se deja sentir hoy más que nunca. Aquellos que pararon a Hitler no eran principalmente ­con el debido respecto a Ha'aretz- los estadounidenses, sino los soviéticos de Stalingrado. Los soviéticos previnieron que EEUU invadiera Cuba. Mitigaron la pobreza alrededor del mundo. Con la caída soviética, la clase trabajadora internacional y las fuerzas de la paz han sufrido un gran revés. Han pagado un doloroso precio por el fracaso de los esfuerzos socialistas. La Unión Soviética fracasó porque sus dirigentes excluyeron al pueblo de la toma de decisiones. Fracasaron en construir el socialismo en el único modo que puede construirse: democráticamente. Fracasaron, en suma, en mantener vivo el espíritu de la revolución. Deberíamos valorar esta experiencia, no obstante, no como la última de esta naturaleza sino como la primera.
En estos años ha emergido un movimiento masivo contra la globalización. Se han depositado muchas esperanzas en él pero ante la inminencia de la guerra, no está a la altura de las circunstancias. Una razón clave de este fallo es el aborrecimiento del movimiento hacia los partidos políticos. Rechazar a las organizaciones estables no pude establecerse como una alternativa al orden global existente. No se puede tomar el poder e iniciar un cambio político. En las actuales circunstancias, cuando el otro bando está organizado en corporaciones, partidos y regímenes, las protestas que meramente reaccionan a los hechos son un lujo que no nos podemos permitir.
No podemos contar con Jacques Chirac y Gerhard Schroeder, que tomaron parte sólo hace unos años en los ataques contra Yugoslavia. Ni podemos contar con Vladimir Putin que tiene sus propias ambiciones.
La necesidad inmediata es, en realidad, reactiva: parar la megalomanía de la Casa Blanca. Pero a largo plazo, debemos negar a los capitalistas los medios de arrastrarnos a la guerra. Tenemos que organizar nuestras protestas alrededor de la agenda socialista.
*Roni Ben Efrat es activista israelí y editora de la revista Challenge. Puedes obtener un ejemplar gratuito de evaluación de Challenge dirigiéndose a oda@netvision.net.il
Chalenge, núm. 76, noviembre-diciembre de 2002
Traducción: Loles Oliván, CSCAweb
Notas de la autora y de CSCAweb
1. Véase en CSCAweb: Parar la próxima guerra contra Iraq antes de que empiece: la coalición estadounidense ANSWER promueve movilizaciones internacionales para el 26 de octubre de 2002 y el 18 de enero de 2003
2. Véase newamericancentury.org/RebuildingAmericasDefenses.pdf, p. Ii.
3. Ibid., pp. 7-8.
4. Véase http://usinfo.state.gov/topical/pol/terror/secstrat.htm. Véase también en CSCAweb: Mientras la Administración Bush da a conocer el contenido de la nueva estrategia de seguridad nacional de EEUU, Israel da por iniciada la guerra contra Iraq desencadenando su ataque final contra Arafat y los palestinos
5. Citado por Fitzgerald en New York Review of Books, 26 de septiembre de 2002.
6. newamericancentury.org/RebuildingAmericasDefenses.pdf, op. cit., pág. 14
7. Op. cit., pág. 17
8. Yediot Aharonot, 14 de octubre de 2002.
9. Yael Gvirtz, Editorial, Yediot Aharonot, 7 de octubre de 2002
10. Howard M. Sachar, A History of Israel, Volumen II, New York: Oxford University Press, 1987, pág. 172.
11. Véase en CSCAweb: Jean Genet: 'Cuatro horas en Chatila'
12. Véase en CSCAweb: Loles Oliván: "Israel, EEUU y Palestina: el cambio de las 'reglas del juego' a la sombra de la guerra contra Iraq"