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Medio Oriente

2 de octubre del 2002

Irak y la visión de los velociraptors

Kurt Nimmo
Counterpunch, 30 de septiembre de 2002
Traducido para Rebelión por Germán Leyens

Mientras Dubya [apodo de Bush, N.d.T.] se prepara para invadir Irak --sin que le importe lo que piensen o digan grandes sectores de la humanidad sobre la prudencia de una insensata aventura semejante-- algunos miembros de la administración están comenzando a comunicar su visión del Irak de la posguerra a aquellos de entre nosotros que tendremos que vivir con las consecuencias.
El 22 de septiembre, Condolezza Rice, consejera nacional de seguridad de EE.UU., declaró a The Financial Times que EE.UU. "se dedicará por completo" a reconstruir Irak como un estado democrático –es decir, después de que el demolido estado haya sido bombardeado de nuevo, ostensiblemente para matar, capturar o simplemente desmoralizar a Sadam Hussein, y castigar al pueblo iraquí por permitir haber sido mantenido en cautividad por un gobernante totalitario que perdió el beneplácito de sus amos. Rice dijo que "la marcha de la libertad en el mundo musulmán"" no "se detiene al borde del Islam." Los "valores de la libertad, la democracia y la libre empresa" se desplegarán sin interrupción por Bahrein, Qatar, y Jordania. La gente celebrará, particularmente los directores ejecutivos de las inmensas corporaciones multinacionales.
Mientras tanto el pollo de halcón neoconservador –o, como lo llama The Economist, el "velociraptor" –Paul Wolfowitz, secretario de defensa adjunto de Dubya y ex profesor de ciencias políticas, no cree, como declaró a The New York Times el 22 de septiembre, "que sea poco razonable pensar que Irak, bien administrado... no pueda resultar siendo, dudo decirlo, la primera democracia árabe... incluso si sólo llega al estilo rumano, ya sería un tremendo adelanto comparado con cualquier otro sitio en el mundo árabe." Dejando de lado la lamentable política de coalición de estilo rumano, lo que quiere la administración de Dubya –más recientemente a través de las cavilaciones de Wolfowitz y Rice –no es otra cosa que una versión neoconservadora de la "democracia". Esta democracia será prefabricada por los gabinetes estratégicos de la derecha, impuesta externa y militarmente, y "administrada adecuadamente" por expertos occidentales que saben lo que es mejor para los primitivos, incivilizados, árabes. Contendrá una versión occidentalizada de la "libertad", en otras palabras "la libre empresa" ("libre", claro, para las corporaciones multinacionales). En ausencia de Sadam, posiblemente el General Nizar al-Khazraji – el comandante a cargo responsable por el asesinato con gas de 5.000 kurdos- sea aceptable como el 'mascarón de proa' 'democrático' en el Irak post-Sadam. O tal vez el General de Brigada Najib al-Salihi – esencial en la invasión de Kuwait hace más de una década—bastará como títere para el sufriente pueblo iraquí. Otro potencial candidato es el desfalcador Ahmad al-Chalabi, líder del Congreso Nacional Iraquí.
EE.UU. ha preparado activamente a esos individuos desde 1990.
En Irán, la "democracia" impuesta por la CIA sirvió bien los intereses de las corporaciones petroleras multinacionales y de los contratistas de armamentos – es decir hasta 1979, cuando una revolución popular expulsó a la marioneta de EE.UU., el Shah Reza Pahlevi. Los iranios, a diferencia de muchos estadounidenses, recuerdan bien su historia reciente. Los iranios recuerdan como el Dr. Mohammed Mossadegh, el popular Primer Ministro, elegido democráticamente, fue depuesto por la CIA en 1953 por el imperdonable pecado de sugerir que el petróleo iranio pertenecía a los iranios, no a British Petroleum. Después de que Mossadegh fue sacado por la fuerza de su puesto, el Shah comenzó a "modernizar" Irán, un legado que incluyó la creación del SAVAK, entrenado por la CIA, una brutal policía secreta que tuvo el dudoso honor de lograr el peor historial contra los derechos humanos del mundo, según Amnistía Internacional en 1976. "El régimen fundamentalista radical que gobierna Irak en la actualidad", señala Mark Zapezauer, "jamás hubiera encontrado apoyo popular sin el golpe de la CIA de 1953 y la represión que siguió." En otras palabras, la "democracia" impuesta a Irán por el gobierno de EE.UU. y la CIA alimentó más tarde la clase de movimientos políticos islamistas radicales a los que ahora se oponen vehementemente Dubya y los neoconservadores.
Eso tampoco importó cuando los musulmanes radicales servían los propósitos de Washington –como en el caso de los mujahidín en Afganistán- recibieron su apoyo (para abandonarlos después).
Los árabes de Irak, igual que los persas de Irán, pueden agradecer a EE.UU. y a la CIA por las brutales dictaduras que han sufrido durante décadas. Como han mostrado Andrew y Patrick Cockburn ("Out of the Ashes, The Resurrection of Saddam Hussein", Verso, 2000), la CIA fue esencial en el derrocamiento del régimen iraquí de Abdel Karim Kassem en 1963 y en el establecimiento del Partido Baath, un partido político secular nacionalista árabe que incluía a un joven miembro llamado Sadam Hussein. "Llegamos al poder en un tren de la CIA," ha admitido Ali Saleh Sa'adi, Secretario General del Partido Baath. Aunque el pueblo iraquí quería a Kassem, esto no impidió que los baathistas lo ejecutaran y exhibieran su cadáver en la televisión iraquí y en los periódicos. Después del golpe, la CIA entregó al Baath una lista de comunistas y de otros pidiendo su asesinato. Años más tarde, la administración de Reagan, con la ayuda de William Casey y de la CIA, "encabezó personalmente el esfuerzo para asegurar que Irak tuviera suficientes armas, munición y vehículos militares, para evitar que perdiera la guerra entre Irán e Irak," según el antiguo empleado del Consejo Nacional de Seguridad, Howard Teicher. Reagan quería jugar a Irak e Irán el uno contra el otro avivando las llamas de la guerra, un juego de ajedrez político que resultó en la muerte de 600.000 iranios y 400.000 iraquíes.
Condi Rice parece pensar que Jordania es una "democracia", aunque sea en parte. El escritor Rami Khouri, que probablemente encuentra su definición de democracia en diccionarios comunes, como la mayoría de la gente, posiblemente querría estar en desacuerdo con Rice.
"Jordania es en realidad un estado policial algo disfrazado, dirigido por la monarquía, el ejército, y un vasto aparato de inteligencia," escribe Khouri. "Este "Reino Hachemita de Jordania" utiliza una variedad de tácticas sofisticadas para integrar, neutralizar, y reprimir toda oposición seria –política o intelectual". Rice podría consultar a Leith Shubeilath sobre el estado actual de la libertad política en Jordania. Shubeilath, de profesión ingeniero, fue arrojado a una prisión jordana por cometer el error de pedir reformas políticas. "Este régimen absoluto que tenemos es como los dioses en el Monte Olimpo," declaró Shubeilath a Robert Fisk, "podrán tener diferentes opiniones entre ellos sobre quién se apodera de qué, pero dominan al pueblo y nadie tiene el derecho de ponerlos en duda." Según Amnistía Internacional, cientos de personas son rutinariamente arrestadas en Jordania por razones políticas. Los servicios de seguridad y las prisiones mantienen a menudo a los disidentes incomunicados y los torturan. La Corte de Seguridad del Estado –un tribunal militar del tipo que seguramente debe enternecer a John Ashcroft-- juzga a prisioneros políticos sin preocuparse por dar alguna garantía de un juicio justo.
Parece que la principal cuenta que los neoconservadores de Dubya tienen que ajustar con Qatar y Bahrein es su falta de apoyo a la invasión de Irak. Qatar, claro, alberga a al-Yazira, que no les gusta a los bushistas, no sólo porque sus boletines noticiosos informan a los árabes sobre asuntos de los que jamás se habla en CNN, sino porque al-Yazira posee la temeridad de presentar entrevistas con bin Laden sin censurarlas, como lo hicieron las corporaciones mediáticas estadounidenses después de recibir una buena reprimenda de Condi Rice el año pasado. Sin duda a Washington le preocupa que los árabes se formen su propia opinión sobre los asuntos medio-orientales sin la influencia de los servicios de propaganda de EE.UU., CNN, ABC, CBS, Fox, etc. En octubre pasado, el Secretario de Estado Colin Powell se reunió con el Emir de Qatar, el Jeque Hamad bin Khalifa al-Thani, y le pidió que "refrenara" a al-Yazira. El régimen de Dubya está tan furioso por la libertad de prensa expresada por al-Yazira que no sólo lanzó una bomba de 500 libras sobre su estudio en Kabul en noviembre pasado, sino que tiene a uno de sus empleados –un cameraman sudanés capturado en Afganistán—en el campo de concentración de la marina de EE.UU. en Guantánamo. En todo caso, una vez que Qatar sea totalmente "democratizado" según lo que consideren apropiado los Rice, Wolfowitz, y otros neoconservadores de Dubya, al-Yazira será o expulsada de los aires o reducida a transmitir reposiciones de "Aladino" de Disney y "Kazaam".
En cuanto a Bahrein, la minúscula nación petrolera es indiscutiblemente la nación árabe menos democrática en la lista de Condi, sobre todo porque recientemente ha llegado a sus propias conclusiones sin pedirle permiso a Washington –y también porque Bahrein está organizando una especie de coalición contra la guerra. El Primer Ministro el Jeque Khalifa bin Sulman al-Khalifa está llamando a los otros estados árabes y musulmanes a rechazar firmemente el ataque de Dubya contra Irak. "Existe la firme intención de atacar y ocupar Irak, y se necesita una clara posición árabe y musulmana," citó recientemente Bahrain Tribune al Jeque. Es un problema, porque Bahrein es el "hogar" de la Quinta Flota de la marina de EE.UU. Si el primer ministro de Bahrein insiste en la paz y la cordura—y en hacer sonar la alarma porque el ataque contra Irak dañaría seriamente "a toda la región"—Condi y Bush podrían pronto considerar a Bahrein como sólo marginalmente menos problemático que Irak.
El problema con el mundo árabe, para citar al Secretario de Defensa, Rummy, es que ellos –y, por cierto, gran parte del resto del mundo—piensan en "términos anteriores al 11-S", lo que es decir que la mayor parte de la gente considera que la insana carrera de Dubya hacia la guerra en aras del imperio, es aterradora y homicida. El régimen militar de Dubya puede tratar de irrumpir a través del "borde del Islam" con bombarderos Stealth B-2 de Boeing y con misiles cruceros AGM-86B de Boeing a un millón de dólares la pieza, pero al hacerlo probablemente iniciará una forma de trastorno social desconocida en el mundo árabe (con la clara excepción de Palestina).
Los neoconservadores interpretan constantemente mal la historia –cuando se preocupan de leerla— y creen que el poder militar es una fuerza invencible e indomable. "La calle árabe ha guardado silencio," escribió el neoconservador Charles Krauthammer en el Washington Post a fines del año pasado, "porque Estados Unidos sorprendió a la calle con una de las mayores exhibiciones de armas de la historia." Declaraciones como la de Krauthammer no sólo reflejan su profundo racismo, sino una incomprensión fundamental del espíritu y de la historia de la humanidad. La gente que lucha por liberarse de la opresión podrá ser "sorprendida" por la capacidad asesina de las bombas revienta búnkeres guiadas por láser GBU-28, pero tales terribles municiones no disminuyen su deseo de resistir. En realidad, como lo demostraron adecuadamente los vietnamitas hace más de un cuarto de siglo, sirven para redoblar su determinación de continuar la lucha y llegar a prevalecer contra terribles obstáculos –y terribles maquinarias.
"Lejos de ser los terroristas del mundo, los pueblos islámicos han sido sus víctimas, sobre todo las víctimas del fundamentalismo de EE.UU., cuyo poder en todas sus formas –militar, estratégico, y económico- es la mayor fuente de terrorismo en el globo, escribió John Pilger en "Hidden Agendas". "La gente no se acalla ni es estúpida. Ven su independencia comprometida, que se les arrebatan sus recursos, sus tierras, y las vidas de sus hijos, y sus dedos acusadores apuntan cada vez más hacia el Norte; hacia los grandes enclaves del saqueo y del privilegio.
Inevitablemente, el terror genera el terror y más fanatismo. Pero cuán pacientes han sido los oprimidos. Sus distantes voces de cólera son escuchadas ahora; los horrores cotidianos en lejanos sitios azotados terminan, por fin, por llegar a casa."



Kurt Nimmo es fotógrafo y productor de multimedia en Las Cruces, New Mexico. Su correo es: nimmo@zianet.com