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Medio Oriente

La deshonestidad del supuesto dossier

Robert Fisk / LA JORNADA

El dossier de Tony Blair sobre Irak es impactante. Tan sólo leerlo basta para llenar a cualquier ser humano decente de vergüenza y enojo. Sus páginas son la prueba última -si se toma como cierto su contenido- de que un masivo crimen contra la humanidad se ha cometido en Irak. Porque si los detalles sobre la construcción de armas de destrucción masiva por parte de Saddam Hussein son correctos -y más tarde volveré para analizar los "si acaso", los "pero" y los "podría"- ello significa que nuestra masiva y brutal política de sanciones de la ONU ha fracasado totalmente. En otras palabras, medio millón de niños iraquíes murieron por nuestra causa, para nada.
Volvamos al 12 de mayo de 1996. Madeleine Albright, la secretaria de Estado estadunidense, nos dijo entonces que las sanciones funcionaron y evitaron que Saddam volviera a construir armas de destrucción masiva (ADM). Nuestro gobierno conservador estuvo de acuerdo y Tony Blair caminó fielmente por la línea que se le marcó. Pero el 12 de mayo, la señora Albright apareció en el canal de televisión CBS. Leslie Stahl, quien la entrevistó, preguntó: "Hemos escuchado que medio millón de niños han muerto. Quiero decir, eso es más de los que murieron en Hiroshima. Y, bueno, me pregunto si vale la pena pagar semejante precio".
Para sorpresa del mundo, la señora Albright respondió: "Creo que es una de-cisión muy dura, pero ese precio vale la pena". Ahora sabemos, si es que el señor Blair dice la verdad, que no valía la pena. El precio que se pagó fue las vidas de cientos de miles de niños, pero esto no valía ni un centavo. El dossier de Blair nos dice que, a pesar de las sanciones, Saddam fue capaz de seguir construyendo armas de destrucción masiva. Todos esos absurdos sobre la tecnología de doble uso que prohibió la compra de lápices escolares para los niños -porque el plomo que contienen podía tener un uso militar- y nuestra negativa a permitir que Irak importara equipo para restaurar las plantas de tratamiento de aguas que bombardeamos durante la Guerra del Golfo, eran una patraña.
Esta terrible idea es la única conclusión moral que se puede extraer de las 16 páginas que supuestamente detallan los horrores químicos, biológicos y nucleares que la Bestia de Bagdad prepara para nosotros. Cuando se lee todo el reporte, uno no sabe si reír o llorar. El grado de engaño y duplicidad que hay en su factura nos habla de la clase de triquiñuelas en las que Blair basa la información de su gobierno y la que destina a su Parlamento.
Hay algunos detalles que suenan ciertos. La nueva planta para producir perclorato de amonia y que fue proporcionada ilegalmente por una compañía de India -la que burló a esas maravillosas sanciones de la ONU, desde luego- es un pequeño detalle que asusta. Lo mismo ocurre con ese ensayo de un nuevo cohete realizado en una planta de Al Rafah. Pero este material está tan sepultado en falsedades y canalladas que su inclusión no tiene valor alguno.
He aquí un ejemplo de la deshonestidad de este dossier. En la página 45 se nos dice -en un largo capítulo dedicado a los violaciones de los derechos humanos por parte de Saddam- que "el primero de marzo de 1991, al comienzo de la Guerra del Golfo, revueltas (sic) estallaron en la ciudad sureña de Basora y se extendieron rápidamente a otras ciudades con población mayoritariamente chiita en el sur de Irak. El régimen respondió asesinando a miles". Lo que está equivocado en este párrafo es la mentira que se emplea en la palabra "revueltas". Estas no fueron revueltas. Se trataba de una rebelión masiva instigada por el padre del actual presidente George W. Bush y por una estación de radio de la CIA en Arabia Saudita. Los musulmanes chiitas de Irak obedecieron el llamado del señor Bush padre y luego fueron abandonados a su suerte por estadunidenses y británicos, quienes les dieron motivos para pensar que vendrían a ayudarlos. No es de extrañar que miles murieran. Pero no es eso lo que el dossier del primer ministro Blair nos dice.
Pero cualquiera que lea las palabras de duda que lograron colarse e insinuarse a lo largo del texto, sólo puede sentir una profunda preocupación sobre el fundamento que tiene Gran Bretaña para ir a la guerra. El programa armamentístico de Irak "casi seguramente" está buscando hacerse de uranio enriquecido. "Al parecer" Irak está tratando de producir imanes en serie. Hay evidencia de que Irak ha tratado de adquirir tubos de aluminio especializado (usados para enriquecer el uranio) pero "no existen datos definitivos de inteligencia" que indiquen que esta operación está dentro del contexto de un programa nuclear. "Si acaso" Irak obtiene material para fisión, este país podría producir armas nucleares dentro de uno o dos años. Es "díficil de determinar" si los misiles Al Hussein podrían estar listos para ser empleados. Los esfuerzos para regenerar el programa iraquí de misiles "probablemente" comenzaron en 1995. Y así continúa el dossier.
Ahora, es posible que Saddam Hussein haya relanzado el Programa de Armas de Destrucción Masiva. Digámoslo 20 veces en voz alta: Saddam es un tirano brutal y perverso. Pero, ¿son los "casi seguramente", los "aparentemente", los "probablemente" y los "si acaso" una verdadera razón para enviar a nuestras tropas al desierto de Kut al Amara?
Hay en el documento de Blair muy altos elogios para los inspectores de armas de la ONU. Y hay todavía más tretas en el importante capítulo que los menciona. Se cita al doctor Hans Blix, el presidente ejecutivo de la comisión de inspectores de la ONU, cuando dijo que ante la ausencia de inspecciones (después de 1998) era imposible verificar si Irak ha cumplido las exigencias internacionales en cuanto a desarme. Pero en agosto de este año Blix hizo declaraciones a la Associated Press en las que sostuvo que no existe certeza de que Bagdad posea armas de destrucción masiva. Esta cita está excluida del dossier de Blair, desde luego.
Ahí lo tenemos. Si estas páginas tramposas están basadas en "probablementes" y "síes", no tenemos motivo para ir a la guerra. En cambio, si son ciertas, hemos asesinado a medio millón de niños iraquíes. ¿Qué tal está eso como crimen de guerra?
© The Independent
Traducción: Gabriela Fonseca