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Medio Oriente

19 de octubre del 2002

Los ataques terroristas de Bali causan conmoción en el Pacífico

Jean Duval
Corresponsal en el Sudeste Asiático de In Defence of Marxism
Traducido para Rebelión por Germán Leyens

Este artículo discute los antecedentes y las consecuencias de la reciente explosión en Bali. En un futuro artículo el autor tratará la situación económica en Indonesia, los acontecimientos en la lucha de clases y las perspectivas para la izquierda.
Algunos comentaristas ya están presentando la reciente explosión en Bali como la versión indonesia, o incluso australiana, del ataque del 11 de septiembre contra el World Trade Centre en Nueva Cork. La terrible carnicería causada por la explosión de fin de semana pasado en un repleto club nocturno del centro turístico de Kuta en Bali, está provocando rápidamente un maremoto en toda la región. Tendrá efectos de gran alcance para Indonesia, Australia, y todo el sudeste asiático.
Al escribir estas líneas hay unas 188 personas muertas en la explosión de una autobomba. Otras 300 han sido heridas y cientos de turistas más siguen sin aparecer. La mayor parte de las víctimas son turistas de Gran Bretaña, Holanda, Francia, Bélgica, Nueva Zelanda, Singapur y también de la propia Indonesia. El mayor grupo de víctimas, sin embargo, está compuesto de australianos, lo que ha llevado a muchos a pensar que Australia fue el objetivo específico del ataque. Otro periódico va más lejos y concluye que: "probablemente el ataque resultará en la mayor pérdida de vidas australianas en el exterior en tiempos de paz,"
Nubes oscuras se ciernen ahora sobre Bali, la isla turística conocida por su paz y tranquilidad. Durante los momentos más inestables del caos posterior a Sukarno en Indonesia, Bali siguió siendo recomendada por las embajadas extranjeras, a diferencia de otras partes del archipiélago, como un lugar seguro para turistas. Esto ha encontrado un fin brutal.
Como Indonesia es el mayor país musulmán del mundo ha surgido una reacción visceral internacional contra los grupos islámicos fundamentalistas locales, supuestamente ligados a la red Al-Qaeda de Osama Bin Laden. Los marxistas condenan el asesinato sin sentido de gente común. Pero la inmediata condena de este ataque por el Presidente de EE.UU. George Bush y por Jack Straw, el Ministro de Asuntos Exteriores de Gran Bretaña, huele a pura hipocresía. Están tratando de utilizar este desastre humano para justificar su llamada "guerra internacional contra el terrorismo". Culpan a un oscuro grupo llamado Jamaah Islamyah (JI) con lazos con Abu Sayaf en las Filipinas y con Osama Bin Laden. Este grupo ha sido acusado por la embajada de EE.UU. y el gobierno malasio de albergar a talibanes prófugos y a operativos de Al-Qaeda que buscan de una nueva base. Más importante es que el gobierno de EE.UU. ha acusado a Indonesia de ser el nuevo semillero de grupos islámicos radicales.
El líder de JI es Abu Bakar Bashir que dirige un internado islámico en Java Central. También encabeza el Consejo Muyahidin pan-islamista de Indonesia. Algunos de sus lugartenientes son buscados por la policía indonesia por su papel en una serie de atentados en Indonesia en la Nochebuena de 2000 y también por la policía malasia por presuntos lazos con grupos terroristas. A pesar de esta dudosa reputación, el líder de JI fue invitado a cenar hace algunas semanas por Hamza H, el Vicepresidente de Indonesia y dirigente del reaccionario Partido del Desarrollo Unido (PPP), un viejo partido satélite del régimen de Suharto con lazos con los militares.
A pesar de esto, informes del año pasado, especialmente de funcionarios de EE.UU., que afirman que JI opera como la filial local de Al-Qaeda, han sido recibidos con mucho escepticismo dentro de Indonesia y también por expertos independientes. Hasta ahora no se ha encontrado prueba seria alguna que substancie esas acusaciones. Aun ahora, con este nuevo ataque, no se puede concluir claramente que Al-Qaeda sea responsable.
El corresponsal para temas de seguridad de BBC World escribió el domingo por la mañana (13 de octubre) que el modelo de este ataque no es característico de Al- Qaeda. Cita a una fuente anónima que indica que podría tratarse de un grupo nacionalista indonesio violento que quiere vengarse de Australia por la pérdida de Timor Oriental.
Sin embargo, también sería erróneo pensar de inmediato que este ataque es un desquite contra Australia por su apoyo a la guerra contra Irak. La gente común en Indonesia puede imaginarse numerosos otros sospechosos potenciales para las atrocidades en Bali: elementos dentro del ejército, nostálgicos de Suharto, los servicios de EE.UU. y de Australia, etc., etc.
El diluvio de propaganda de EE.UU., Gran Bretaña, Australia y otros que vuelve a abusar de los sinceros sentimientos de indignación y disgusto de la gente común, tiene el objetivo de unir a la mayoría de la población detrás de las nuevas aventuras imperialistas en Irak y otras partes. La prensa burguesa de Australia no deja dudas al respecto:
"Esto constituye un toque de diana para Australia, nuestra región y todo el mundo civilizado para que se una más fuertemente que nunca para derrotar el terrorismo. Los atentados de Bali ponen al descubierto la mentira de que el acto de guerra del 11 de septiembre de 2001 haya sido simplemente un ataque contra estadounidenses y contra los valores de EE.UU. Bali prueba que todos los pueblos amantes de la libertad corren riesgo por parte del terrorismo, en el país y en el exterior. No podemos permitir que las rivalidades nacionales, las diferencias políticas interiores o un anti- americanismo cínico nos dividan. Los atentados de Bali deben servir de lección a los indecisos que han permitido que su desagrado por George W. Bush o su visceral aislacionismo los ciegue ante las realidades del terrorismo." The Australian, 14 de octubre de 2002.
El gobierno Howard también anunció (el lunes 14 de octubre) que fortalecerá su legislación antiterrorista así como su aparato de seguridad como consecuencia de este ataque.
Es posible que este ataque haya tenido sobre todo un objetivo interior de desestabilizar el gobierno de Megawati, En los últimos 4 años Indonesia ha sido el violento teatro de numerosos grupos paramilitares de carácter paramilitar, Sus actividades desdibujan la distinción entre las bandas criminales y las milicias. Muchos de estos grupos, como Laskar Jihad mezclan la política con actividades criminales, como la extorsión y el crimen organizado. Fueron utilizados en el pasado en la masacre de comunistas en 1965/66 y como paramilitares contra la independencia en Timor Oriental. A menudo sus actividades representan una alianza por conveniencia entre criminales y segmentos de la oligarquía política y los altos rangos de los militares. Otros grupos como el Frente de Defensores del Islam (o FPI) fueron establecidos en 1998 con la ayuda de altos oficiales. Este grupo dirigió algunas ruidosas protestas anti-estadounidenses después del 11 de septiembre y ha participado en redadas en los locales nocturnos de Yakarta como parte del lucrativo negocio del manejo del chantaje.
En Yogyakarta, en Java Central, un grupo llamado Gerakan Pemuda Ka'bah juega el mismo papel. Este grupo ha sido denunciado por grupos pro-democracia como una creación del comandante militar local y del Partido del Desarrollo Unido (PPP). En varios casos grupos islámicos radicales han sido entrenados por los militares e impulsados por ellos a realizar actividades terroristas. Combatientes de Laskar Jihad han jugado ese papel en los conflictos comunitarios en las Malucas, Sulawes central y en Papua Occidental. En el caso de las Malucas, Laskar Jihad pudo llevar combatientes de la principal isla de Java sin ninguna oposición del gobierno, a pesar del hecho de que el Presidente Abdurrahman Wahid y otros funcionarios habían apelado a las fuerzas de seguridad para que los detuvieran. El crecimiento de estos grupos puede ser directamente relacionado con el colapso del régimen de Suharto y los intentos de diferentes facciones dentro de la oligarquía civil y militar de crear inestabilidad para beneficiar sus propios objetivos.
Se ha informado que 1.200 dirigentes y activistas favorables a la independencia en diferentes partes de Indonesia, defensores de la democracia y otros activistas sociales han sido puestos en una lista negra por ambos grupos, Laskar Jihad y Jemaah Islamyah, y se han convertido en objetivos legítimos.
Además, el terror en Indonesia tiene su origen en las estrategias represivas del estado de Suharto desde 1965/66 y de todos los gobiernos que siguieron desde su destitución. Comenzó con el baño de sangre en el que fue asesinado un millón de comunistas. Más adelante, hubo las matanzas de Tanjung Priok, la masacre de Lampung, y el secuestro y asesinato de activistas estudiantiles en 1998, El ejército de Indonesia también es responsable por el asesinato de un cuarto de la población de Timor Oriental desde 1976 hasta su reciente "independencia" y también jugó un papel decisivo en la creación, el armamento y la protección de las milicias pro-integración en 1999.
Es pura hipocresía que el Jefe Nacional de Policía declare que la explosión de la bomba en Bali "es el peor acto de terrorismo en la historia de Indonesia".
Sólo en este año han sido matados 2.000 civiles y miembros de GAM, el movimiento guerrillero de Aceh en ataques del ejército en el Norte de Sumatra, El número diario de víctimas mortales de este año excede el de 2001. En Papua Occidental, la intimidación, acoso, los arrestos arbitrarios, la tortura y el asesinato de activistas por la independencia por parte del ejército ocurren a diario.
En un artículo anterior explicamos los efectos del 11 de septiembre sobre la posición internacional de Indonesia. El sudeste asiático ha sido visto generalmente como el segundo frente de la guerra contra el terror. El despliegue de 660 soldados de EE.UU. en las Filipinas como parte de una operación de contrainsurgencia en el Sur del archipiélago fue el comienzo de este nuevo frente, Washington quiere que Indonesia juegue un papel central en la nueva seguridad establecida por el imperialismo de EE.UU. en la región, ya que está ubicada en una posición estratégica, tanto geográfica como económicamente. Desde el 11 de septiembre EE.UU. ha comenzado a reanudar sus lazos con los militares indonesios que fueron interrumpidos hace tres años en "protesta" por los abusos contra los derechos humanos. 50 millones de dólares han sido ya gastados y vendrán más. Hay también planes de recomenzar también la Educación y el Entrenamiento Interregional Militar, así como la participación de oficiales indonesios en el programa de cooperación en la contrainsurgencia suministrado por EE.UU.
La participación de los militares indonesios (TNI) en este programa encontró la resistencia de grupos por los derechos humanos en EE.UU. y de algunos miembros del Congreso. No cabe duda de que esta resistencia será ahora dejada de lado como resultado de la explosión en Bali. El retumbar de las botas del ejército de EE.UU. en suelo indonesio no es la perspectiva más probable a corto plazo. La "guerra contra el terrorismo" también ha dado al ejército la posibilidad de fortalecer su peso político a pesar de su retiro formal y temprano del parlamento. Se puede decir sin exagerar que la influencia política del ejército nunca ha sido más poderosa desde la caída de Suharto. La llamada "estructura territorial" de los comandos locales, vital para ejercer un efectivo control político y militar a todos los niveles de la sociedad indonesia, no ha sido desmantelada. Al contrario. Se han creado nuevas estructuras, especialmente en el área de intranquilidad en Aceh en el norte de Sumatra. En esta área el ejército está conduciendo una guerra de baja intensidad contra las guerrillas locales, que cuesta la vida a miles de civiles por año. Con la autoridad que acaba de recibir, el ejército amenaza ahora con una guerra generalizada con el movimiento por la independencia de Aceh.
El Centro de Estrategia y Relaciones Internacionales en Yakarta tiene toda la razón cuando dice: "No es exagerado decir que la actual campaña antiterrorista convierte al TNI en un vencedor."
A corto plazo EE.UU. insistirá en que el gobierno indonesio aprueba una legislación antiterrorista, Esto fortalecerá el brazo represivo del estado. Estas proposiciones son generalmente consideradas como un peligro para los derechos democráticos y para las libertades cívicas. Ha sido el caso en varios países asiáticos donde el "antiterrorismo" ha sido utilizado para la restricción de los derechos democráticos y para aumentar la represión contra la izquierda.
En el período subsiguiente a la explosión de Bali el Ministro Coordinador de Asuntos de Seguridad de Indonesia anunció que aumentaría la seguridad en proyectos energéticos vitales alrededor de las minas, de las industrias del gas y del petróleo. Como la mayor parte de éstas están situadas en Aceh y en Papua Occidental, esto constituye un claro mensaje de los militares de que utilizarán el pretexto terrorista para aumentar su violenta actividad en esas áreas. La "protección" de estos proyectos también representa una lucrativa fuente de ingresos para los comandantes del ejército.
Megawati, que hasta ahora ha estando dándole largas al tema de la acción contra los grupos islámicos locales (que le era exigida por EE.UU., Australia, Singapur y Malasia) se verá bajo una presión irresistible en los próximos días. El hecho de que no haya actuado contra estos grupos, (independientemente de si están ligados a Al-Qaeda o no) se debió sobre todo a razones internas.
Los sentimientos antiamericanos han estado aumentando en los últimos años en Indonesia, especialmente por el papel jugado por el Fondo Monetario Internacional en la imposición de un severo programa de austeridad y en la privatización de los principales activos de la economía indonesia. Estos sentimientos contrarios a EE.UU. no sólo son ampliamente compartidos en los grupos fundamentalistas radicales sino también en amplios sectores de la población y también dentro de su propio partido. Está siendo considerada más y más como alguien que se ha convertido en un títere de EE.UU. y del FMI. Dentro de la oligarquía también existe oposición al programa de privatización, que es considerado como una entrega a las compañías extranjeras.
El gabinete estratégico de EE.UU., Strategic Forecast, advirtió recientemente sobre los riesgos de repercusiones negativas si EE.UU. insiste demasiado y demasiado abiertamente ante el gobierno indonesio para que lance una acción enérgica contra los grupos fundamentalistas. La embajada de EE.UU. ha sufrido ya un ataque con granadas de mano poco serio por parte de algunos individuos en Yakarta, En Java Central, grupos islámicos se han especializado en ataques contra turistas estadounidenses en los hoteles de Solo.
Numerosos observadores burgueses han criticado a Megawati por su manejo exageradamente liberal del gobierno de coalición compuesto de partidos antagónicos. La misma acusación fue dirigida contra su predecesor Gus Dur, que tuvo que enfrentar la crítica de su "dirección errática". En ambos casos se ha hablado de defectos personales para explicar la falta de dirección, el profundo sentimiento de parálisis en la política gubernamental. Pero una vez más tenemos que insistir en que las características personales juegan un papel secundario en la explicación de este fenómeno. La falta de fuerza y dirección proviene de la profunda división entre burgueses mientras andan a la rebatiña por privilegios, y por acceso a más influencia y riquezas. Pero también resulta de la crisis dentro de los principales sectores del aparato estatal (ejecutivo, legislativo y judicial) que están afectados por la gangrenosa corrupción e ineficiencia y que carecen de la menor legitimidad ante la masa de la población, de los pobres en las ciudades a los campesinos y los profesionales de clase media.
El ímpetu de los llamados "reformasi" se ha agotado. Si se pregunta a cualquiera persona en las calles de Yakarta qué piensa del nuevo 'período de reforma', lo más probable es que responsa que 'es pura porquería'. El aparato judicial está dirigido por el notorio corrupto Fiscal General. El Parlamento es presidido por Akbar Tanjung, dirigente de Golkar, condenado a tres años de prisión por malversación de fondos del estado. Desde la caída de Suharto no ha habido ni un solo proceso o encarcelamiento de destacados políticos o militares por los actos de terror estatal que fueron realizados bajo su régimen. El propio Suharto ni siquiera ha sido acusado de violación de los derechos humanos. Existe un sentimiento generalizado de impunidad en el aparato estatal. żNo correspondería este estado a la descripción de un "estado delincuente"?
Hay una creciente crítica a Megawati por parte de gente común por su indiferencia "majestuosa" ante los sufrimientos de los pobres. Esto fue subrayado recientemente por la falta de alguna medida por parte de su administración para ayudar a 100.000 trabajadores itinerantes expulsados por los "amistosos" vecinos malasios, que fueron abandonados en la islas externas para morir de hambre, Los incesantes aumentos de los costos de la gasolina, del transporte (aumentados en un 300% en unos pocos años), de las tarifas telefónicas y de los gastos de matrícula en las escuelas, han aumentado la impopularidad del gobierno y de la era de los 'reformasi' en general.
La vida diaria de los indonesios comunes ha empeorado con los 'reformasi'. Yakarta, la capital, ha sido descrita durante recientes debates por jóvenes indonesios en Indymedia como la "ciudad menos habitable del mundo", incluso como un "centro del infierno" con su creciente pobreza, la permanente congestión del tránsito y los terribles niveles de contaminación.
Este reciente atentado y la presión australiana y de EE.UU. sobre la administración de Megawati exacerbarán dramáticamente las tensiones que ya existen en Indonesia. La supervivencia del frágil equilibrio del gobierno está en juego. Un periódico regional afirmó hoy que la única "estabilidad bajo la sangre de la carnicería en Bali fue la inestabilidad" de Indonesia. El "arco de inestabilidad", un concepto acuñado por los planificadores de la seguridad australianos para descubrir el nuevo ambiente político en el Pacífico se está convirtiendo rápidamente en una realidad.
15 de octubre de 2002