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Latinoamérica

4 de marzo del 2002

Brasil: Habla Luiz Inacio Lula da Silva, candidato del PT

Francesc Relea, Página 12

"Brasil no quedará aislado si ganamos estas elecciones" Próximo a oficializar su candidatura para las elecciones de octubre, Luiz Inacio "Lula" Da Silva, líder del Partido de los Trabajadores (PT) del Brasil, cree que la cuarta vez puede ser la vencida. En estas páginas, un reportaje donde explica su nueva visión política, así como un panorama de campaña en momentos en que Lula corre parejo con la derecha.

"Argentina, al igual que Brasil, necesita partidos políticos representativos, serios. Es una necesidad del mundo entero, porque al final, si la sociedad deja de creer en las instituciones, nos volveremos todos anarquistas, y el anarquismo también podría ser un fracaso estrepitoso", dice Luiz Inacio Lula Da Silva, quien por cuarta vez aspira a la presidencia de Brasil al frente del Partido de los Trabajadores (PT). Estas son sus precisiones.
–¿Qué opina de la situación que atraviesa la Argentina?
–Lo que ocurre actualmente es el resultado de la sumisión de los últimos 10 años, en la que los gobernantes argentinos estuvieron a merced del Fondo Monetario Internacional (FMI). Subordinaron la economía a una moneda falsa, creyendo que la especulación podía salvar el país.
–¿Hasta qué punto hay riesgo de que la crisis argentina contagie a Brasil?
–No creo que tengamos un efecto argentino en Brasil. De otro modo ya se habría producido. Creo que Brasil y otros países que tienen las condiciones para ello deben ayudar a LA Argentina a salir de la crisis. Pero quiero subrayar que se trata de una crisis atribuible única y exclusivamente a la incompetencia de los líderes argentinos, que un día dijeron al pueblo argentino que un peso valía un dólar cuando no valía un dólar, y resolvieron desestructurar el Estado vendiendo las empresas más esenciales, privatizar hasta extremos fuera de toda lógica. En una ocasión pregunté al presidente Cardoso por qué no se adoptó una actitud conjunta para devaluar el peso cuando Brasil devaluó el real, en enero de 1999. "Los argentinos no quisieron conversar", me respondió. Argentina no tiene hoy patrimonio público y está quebrada por la irresponsabilidad de Menem, de Cavallo, de De la Rúa, del FMI... Toda esta gente que quebró Argentina no está quebrada. Quien está quebrado es el pueblo argentino.
–¿Tiene solución la Argentina?
–Estoy convencido de que la Argentina puede recuperarse, porque tiene un pueblo extraordinario, que ya fue considerado un país del Primer Mundo. Pero tendrá que hacer un gran sacrificio. Va a tardar en encontrar una salida porque no será un camino fácil. Pienso que los argentinos merecen una segunda oportunidad.
–¿Cómo afronta estas elecciones?
–Creo que con una buena alianza política podemos ganar las elecciones. Estoy convencido de que si el PT pasa a la segunda vuelta, la derecha se unirá detrás de un solo candidato. Porque nos teme. Vamos a ver, pueden pasar muchas cosas.
–Y de nuevo empiezan a escucharse las voces que aseguran que usted tiene un techo electoral que le impide alcanzar la presidencia.
–Han inventado la mentira de que tengo un techo en las encuestas electorales que tratan de presentar como si fuera verdad. En 1989 obtuve el 16,5% de los votos en la primera vuelta. Esa fue la votación del PT, mi votación. Después, en la segunda vuelta, con el apoyo de otros partidos, logré el 47%. En 1994 conseguí el 24%, lo que significó un aumento de casi ocho puntos. En 1998 alcancé el 32%. Me gustaría saber quién tiene este techo electoral en Brasil.
–¿Qué cambiará en Brasil y qué cambiaría en América latina si Lula ganara las elecciones presidenciales de octubre?
–En América latina, no sé. En Brasil sería un sueño. Yo sueño que en Brasil tienen que cambiar muchas cosas. Hay que tener en cuenta que en Brasil son necesarias reformas que en Europa fueron hechas hace 50 años. Como la reforma agraria. La gente en Brasil tiene que modificar sus prioridades para que parte de los recursos públicos sean invertidos en la creación de empleo, para mejorar la educación y la salud, para hacer lareforma agraria. Mientras no resolvamos estas cuestiones, Brasil no tendrá solución. Brasil tiene 170 millones de habitantes, 50 millones de brasileños que pasan hambre, 50 millones que no consiguen comer las calorías y proteínas necesarias para todo ser humano. Garantizar que estas personas coman es el compromiso del Partido de los Trabajadores.
–Si gana las elecciones, ¿revisará algunas de las privatizaciones aprobadas en los últimos años?
–Es un tema muy difícil. Primero, el Estado no tiene dinero para recomprar empresas que fueron privatizadas y sería un error invertir dinero del erario para ello. Lo que hay que hacer es no privatizar lo que no fue privatizado, fiscalizar correctamente a las empresas privatizadas y utilizar todo centavo recaudado en este país para garantizar saneamiento básico, vivienda, escuelas, salud, reforma agraria y empleo.
–Usted despierta grandes recelos en el exterior, sobre todo en los organismos financieros internacionales y entre los grandes inversores. ¿Corre Brasil el riesgo de quedar aislado si usted llega a la presidencia de la nación?
–No creo. En primer lugar, porque soy un defensor de la integración latinoamericana, pero no sólo comercial, que favorece a los que tienen mayor potencial. Estoy en contra del acuerdo de libre comercio con Estados Unidos, porque la propuesta del ALCA no es una propuesta de integración, sino de anexión de la economía de América del Sur a la economía de Estados Unidos. Un proyecto de integración presupone una cierta equidad entre los miembros que participan de la integración. EE.UU. detenta la hegemonía tecnológica, militar, cultural y económica, y no se propone tener una política compensatoria como la que la Unión Europea (UE) tiene para España, Portugal y Grecia. La integración de América latina tiene que incluir las esferas política, cultural, sindical... Tenemos que echar raíces. Europa tardó 50 años para conseguirlo. Brasil no quedará aislado si el PT gana la presidencia, porque ningún capitalista invierte en un país según su régimen político. Si fuera así, China no sería un mercado preferente para Estados Unidos ni la Organización Mundial de Comercio aceptaría en su seno a la República Popular de China. Los capitalistas invierten en un país si se les ofrecen cuatro ingredientes básicos: estabilidad política, mano de obra calificada, infraestructura y mercado para los productos fabricados.
–¿Sobre qué bases tendría que ser la integración latinoamericana teniendo en cuenta que el Mercosur ha sido un fracaso?
–Lo que fracasó fue la economía del Brasil y la economía de la Argentina. El Mercosur apenas fue un acuerdo comercial. Es preciso que dé un paso más hacia la integración cultural y política. Hoy no queremos ninguna institución como el Parlamento Europeo en el Mercosur; no queremos nada, ni políticas compensatorias para ayudar a las industrias argentinas, uruguayas y paraguayas, ni tampoco para ayudar a la agricultura brasileña. Es preciso crear mecanismos de protección hasta ir consolidando la integración. Queremos atraer a Venezuela, Perú, Chile, para que participen del proceso de integración, haciendo los ajustes necesarios para que todos los países puedan sobrevivir. El Mercosur tiene problemas porque cuando la moneda brasileña estaba sobrevaluada favorecía mucho a los argentinos en su política de exportaciones. Cuando el Brasil devaluó el real, perjudicó mucho a la Argentina, que dependía de nosotros en un 30% de sus exportaciones. ¿Por qué? Porque Cardoso y Menem mintieron. Cardoso, cuando dijo que un real valía un dólar, y Menem, cuando decía que un peso valía un dólar. Nunca un real valió un dólar y nunca un peso valió un dólar. Pero las mentiras tienen las patas cortas, y la verdad apareció finalmente. Quien paga es el pueblo.
–¿Qué papel asignaría al Estado un gobierno del Partido de los Trabajadores?
–El pueblo no necesita vivir del favor del Estado. El Estado tiene que instituir políticas públicas serias que atiendan las demandas de la población, que gestionen la autonomía y la autosustentabilidad para el pueblo brasileño. Esto pasa por un cambio de mentalidad y por la profesionalización del funcionario público, que no debe trabajar para los gobernantes, sino para los ciudadanos.
–¿Cuál es su mayor preocupación?
–El PT tiene fuerza suficiente para aplicar las medidas sociales y económicas que necesita Brasil. Nuestra mayor preocupación es escuchar al pueblo y ejecutar las políticas públicas prioritarias.
–Hay un gran debate sobre la deuda externa. ¿Es posible no pagar la deuda externa?
–Hay un problema que hoy ya tenemos resuelto dentro del PT. Aproximadamente, el 70% de la deuda brasileña es privada. Fueron empresarios que tomaron dinero prestado a tipos de interés más bajos. Por tanto, tienen que pagar. Lo que tenemos que rediscutir son los acuerdos de las deudas públicas, las deudas de los estados y de los municipios. Ahí se puede negociar. Hay diversas alternativas. Por ejemplo, se puede utilizar a los países más pobres parte de sus deudas, parte de los intereses que tienen que pagar, para ser reinvertidos en un mismo país, fiscalizado por una comisión éticamente respetada y que pueda aplicar estos recursos para mejorar la vida de las personas. Creo que habrá una lucha muy enconada, porque no podremos continuar trabajando para pagar los intereses. Se impone un acuerdo sobre la base de los intereses de los países más pobres. No es la primera vez en la historia de la humanidad, ni será la última, en que los países ricos hagan un sacrificio para ayudar a los países pobres.