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Latinoamérica

10 de marzo del 2002

Sin democracia y pluralismo no hay debate entre los luchadores y revolucionarios para impulsar la unidad y la movilización política de la clase trabajadora ante la crisis

Osvaldo González
Resumen Latinoamericano
Un análisis de la situación actual del gobierno y su ubicación en la crisis; del desarrollo de las luchas populares en el último período contra las medidas que han afectado hondamente las condiciones de vida y de trabajo de la clase trabajadora, desocupados y la clase media, se hacen a esta altura necesarios entre los luchadores y los militantes revolucionarios en Argentina. Al igual, requieren un balance crítico las líneas de acción trazadas en el último periodo por las corrientes de la izquierda tradicional, en especial las de más peso, que observe su efectividad y acierto o por lo contrario su error y posibilidad de corrección.
Es cierto que esta imprescindible tarea teórico revolucionaria, en una situación de elevación de la luchas populares, debería tener un ámbito de concreción con metodología obrera y por tanto democrática y plural (" los comunistas no forman un partido aparte, opuesto a los otros partidos obreros", se dice en el Manifiesto Comunista), pero es necesario observar de entrada la inexistencia de tal espacio, lo que es una realidad nada positiva para la lucha de clases de la clase trabajadora en Argentina. Ni las CGTs que apoyan al gobierno, o lo que es peor a los "lobbys" monopólicos sobre él, ni la CTA, colocada ella misma como izquierda consejera del duhaldismo, ni las "Asambleas populares", a pesar de su notable importancia, por su debilidad y contenido de clase, ni la Asamblea de Trabajadores ocupados y desocupados convocada por el " bloque piquetero", por su inmediatismo, solo trasmisor de consignas y recetas para la "actividad" con restricción de debate sobre perspectivas estratégicas ante la situación actual, son punto de reunión para este fin educativo, político y organizativo de tanta importancia en busca de una salida revolucionaria de los trabajadores y las masas. Ni pensar en que corriente de izquierda alguna, en pugna y competencia feroz entre ellas, sea capaz, por la forma sectaria de vincularse, de abrir un ámbito de respeto e intercambio serio para el debate crítico, para la diferenciación y delimitación clara y el consecuente impulso de la unidad de la clase trabajadora y el pueblo en el terreno antiimperialista y anticapitalista para el avance de la lucha revolucionaria.
Reafirmación del rol de los trabajadores organizados políticamente en el papel directriz de la revolución popular antiimperialista y anticapitalista en Argentina
Un mayoritario sector de la izquierda Argentina creyó y escribió en las últimas semanas que el ruido de las cacerolas de la clase media, los cortes de ruta de desocupados, los "escraches" de los ahorristas en los bancos y las movilizaciones de los jueves contra la Corte Suprema, sembraron pánico y depresión en el gobierno y lo colocaron al borde de su caída y del triunfo de la consigna "que se vayan todos".
En el pensamiento teórico político de una gran parte de los grupos y partidos de la izquierda del país esta reflexión deviene originalmente de los análisis llevados a cabo, con variantes mínimas, de los acontecimientos del 19 y 20 de Diciembre pasados, en muchos casos sin abandonar el vínculo previo con el electoralismo burgués.
Mientras, para las corrientes provenientes de los desmembramientos que sufrió el viejo tronco morenista, arrastrando a los aliados que los acompañan en sus vaivenes electorales como el PC e influyendo sobre corrientes no provenientes de esa rama política como el PO, han descubierto (sin abandonar su apego a la agenda electoral y su crítica a quienes intervinieron en la campaña del no voto-voto protesta de Octubre, antecedente inmediato de las jornadas del 19 y 20) que en Argentina se inició una revolución, para los marxistas serios se trata del inicio de una movilización popular autónoma al margen de los partidos del capital y una posibilidad para una próxima movilización independiente del conjunto de la clase obrera.
La línea divisoria no es de poca importancia, mientras por un lado se buscan formulas dirigidas a adjudicar un rol revolucionario a la clase media o a los desocupados separados de la clase obrera con trabajo, por el otro, se reafirma el rol de los trabajadores, que aún sin poder avanzar en su recuperación política y en su protagonismo independiente, son la única clase que pondrá inicio a una inflexión, a un cambio en la relación de fuerzas y consecuentemente a una era de revolución en Argentina. La ubicación en la producción, el nivel de concentración y masividad inocularán finalmente, en esta etapa de ataque al salario y al trabajo, la dispersión social y política que la afecta.
La consigna "piquete y cacerola la lucha es una sola", tan en boga en este tiempo, es así una pobre afirmación , de mente cansada, carente de norte estratégico y preparación política de los luchadores. Además una ilusión espontaneista , un engaño impresionista, toda vez que la única clase que puede hacer "una sola" de esas luchas, distintas y divididas, es la clase trabajadora organizada políticamente. Esta no es simplemente una afirmación sociológica, es la experiencia de más de 150 años de lucha de la clase trabajadora, y explicación en muchos casos definitoria de triunfos y derrotas.
Pero hablamos de clase trabajadora y de su acción política, tal cual la entendió Marx, Lenin y sus seguidores, y por lo tanto de la unidad política de ella y no de la suma de pequeñas luchas económicas, defensivas y aisladas. Hablamos de la unidad y de encontrar el método democrático: las Asambleas de trabajadores para darle forma.
Espontaneismo Militante
El "espontaneismo militante" unilateralizó, otra vez, en la actualidad política, la profunda crisis del capitalismo en el país, la puja, inocultable y diaria, entre las diversas fracciones capitalistas, insistiendo en el constitucional error de esa vieja escuela política de la izquierda Argentina: subestimar, devaluar, el papel de la conciencia de clase en la lucha política de los trabajadores. Colocar en segundo plano la importancia, subjetiva y a la vez objetiva, de la inexistencia de herramienta política de los trabajadores, de la necesidad de eje de nucleamiento social y político de la clase obrera.
Tomó, casi toda la izquierda, con seguidísimo, sin reflexión y propaganda de las necesidades políticas y organizativas que implica, una consigna popular de desprecio y rechazo a candidatos y partidos del régimen y su sucesión bipartidista, la conocida "que se vayan todos", levantada por la movilización del 19 y 20 y por las Asambleas barriales de capital, para imaginar una revolución y lanzar el dislate de "todo el poder a las Asambleas populares" que, sin de nuestra parte subestimar su potencialidad política, solo expresan, mientras se mantengan las Asambleas en el ámbito de la clase media, el rechazo y el hastío de este sector social, a la llamada "clase política" y al parlamentarismo de la mentira, la corrupción y las leyes antipopulares. Es importante señalar que dos meses antes de las jornadas de Diciembre, los mismos nucleamientos políticos de izquierda rechazaban y trataban de frenar publicitariamente, esa exacta consigna cuando ésta se expresaba en la avalancha de votos protestas en las elecciones del 14 de octubre llamando por el contrario a "pegar duro", cambiando el rechazo masivo a las elecciones por sus candidatos prefabricados.
La impotencia política actual de la izquierda tradicional ante la crisis del país(tan notoria que hasta los diarios de la burguesía lo reflejan, pag 12, "El lugar de la izquierda" por Luis Bruschtein 24/2/02) se encuentra por la suma de sus errores y desubicaciones, ante una nuevo rebrote en la crisis del "espontaneismo militante" (denominación tomada del articulo escrito por Norberto Bacher en la Revista Critica de Nuestro Tiempo de septiembre - octubre de 1992 denominada "Estallido del MAS ultimo ensayo de construcción sectaria") similar al que en 1991 maximizando su apuesta del análisis erróneo del significado inmediato de la caída de la URSS, los hizo diagnosticar una época de revoluciones políticas, abiertas con la caída de los Estados Obreros, cuando por el contrario entrábamos en el mundo y en Argentina en un duro reflujo, desorganización y etapa de conservadurismo entre los trabajadores.
No tan lejos en el tiempo en 1982, atendiendo a "acontecimientos decisivos" siempre visibles cuando se apela al impresionismo, los mismos espontaneistas habían diagnosticado el inicio de una revolución democrática, "los febreros" según su terminología, sin tomar en cuenta "el peso muerto, en la conciencia de las masas, de la derrota frente a la dictadura; la relativa desconfianza en las direcciones tradicionales del sindicalismo; el agotamiento de medio siglo de prácticas política y social de la conciliación de clases como herramienta útil para enfrentar la amenaza de nuevas formas de explotación; la fragmentación y disgregación de la propia clase en el proceso productivo, son(para ellos) elementos subalternos que se superarían si la confrontación se generaliza y surgen nuevos dirigentes" se dice en la nota mencionada de Roberto Bacher del año 1992 que saca conclusiones de esta forma: " la realidad enseña que estos elementos subjetivos- que en el enfoque espontaneista están desdibujados- se convierten en trabas objetivas para la extensión y profundización de la lucha de clase; el surgimiento de nuevas direcciones y el crecimiento del partido revolucionario" (pag. 23 Crítica de Nuestro Tiempo Nº 3).
Ni los piquetes ni las cacerolas alcanzan: programa de unidad antiimperialista y anticapitalista y movilización política
La repetición igual y simbólica de cacerolazos y los cortes de ruta de simple presión sindical para objetivos de asitencialismo, fueron cayendo en un desgaste que reveló su impotencia, ante un gobierno dispuesto a maniobrar con dos temas centrales de la crisis capitalista: el saqueo del capital financiero y la miseria social creada por la desocupación.
Así, a dos meses de asumido el Gobierno de Duhalde se fueron limando las aristas más filosas de la confiscación bancaria a los ahorristas y ante un reclamo sin fuerza y alegórico (golpes de cacerolas y escraches), cortando, momentáneamente, la mecha conectada a la pólvora popular, que implicaba el carácter de masas de la movilización.
El reclamo de Planes Trabajar y bolsas de comida de los desocupados y hambrientos va siendo también desactivado con una apuesta superior por parte del Gobierno, que con la figura emblemática del asistencialismo "manzanero" en cabeza convoca ya junto a la Iglesia, el Ejercito, los punteros "batatas" y los "piqueteros" institucionalizados de CTA y CCC, disfrazados todos de Reyes Magos del Conurbano, asistir con 2.000.000 de subsidios a los desocupados. Superior, como se ve al reclamo de 25.000 planes trabajar de los "cortes de ruta", de las organizaciones de desocupados.
La búsqueda de la solución a la desocupación, hacía tiempo que superaba el mero reclamo asistencialista al Estado del capital. Con más razón, luego del levantamiento popular del 19 y 20 de Diciembre, aparece virulenta la limitación del asistencialismo en las organizaciones de desocupados y coloca definitivamente la lucha contra la desocupación como una lucha política contra el capital. Que necesita un programa de unidad de ocupados y desocupados que sume de forma efectiva y no simplemente enumerativa y propagandista (mientras solo se presta atención al reclamo asistencialista) la consigna de reparto de horas de trabajo; plan de obras públicas con control de las organizaciones de desocupados; e indexación salarial ante la baja de salarios y aumentos de precios de los empresarios. Sería un error creer que estas consignas son simplemente económicas cuando al contrario son los puntos de solución política de raíz al problema del trabajo y el salario y colocan a las masas en el terreno de cambiar la correlación de fuerzas para abatir al imperio y el capital con un poder propio.
No puede confundirse el valor de estas consignas transicionales con la acción de cortar el paso a los camiones hacia o desde las Empresas petroleras en reclamo, a ellas, de trabajo. Una cosa es el centro de un programa político de lucha y unidad contra el capitalismo y en vía al poder y otra es el método de lucha adecuado en cada momento para acumular fuerza. Una cosa puede no coincidir con la otra y al contrario desvirtuarlo ante la falta de fuerza social para mantener duro un corte de tal naturaleza a las empresas monopolistas. Por el contrario puede esto actuar negativamente y ser factor de represión y detenciones innecesarias o de marcha atrás que retrocedan el planteo a la simple negociación de una bolsa de comida.
¿Consolidación del gobierno?
Sería también una visión impresionista creer que el gobierno se está, paso a paso, fortaleciendo ante a la crisis, la protesta social, las pujas y los lobby de las fracciones capitalistas y los choques interimperialistas que encuentran en esta región del continente un lugar privilegiado para sus disputas.
Sin embargo algo es de gran importancia para interpretar el curso político actual: mientras no exista una herramienta política de los trabajadores las protestas y luchas populares no encontrarán rumbo y en estas condiciones las posibilidades de maniobras y nuevos equilibrios basados en la explotación a fondo de los asalariados serán posibles.
Así los mismos funcionarios del Estado que privatizaron las empresas hace menos de una década atrás, que dolarizaron la economía del país con la Convertibilidad, que facilitaron el saqueo del país por los monopolios y el capital financiero, hoy en representación de la misma burguesía que antes practicaba "relaciones carnales" de asociación con el imperio, se pronuncia por renegociar la deuda externa "según las posibilidades de pago" y habla de ponerle limitaciones a los monopolios y recrear una "nueva república". Si aquello fue el derrumbe tras la decadencia de una clase social que dejó gobernar el país a la Casa Blanca, lo de hoy, no es más que lo que se ve: conseguir mejores condiciones ante el imperio, el capital financiero y los monopolios sin pelear y entregando el salario de los trabajadores, la educación y la salud de los argentinos a la ferocidad imperialista y los reclamos de ajuste para sostener el vínculo con los organismos del capital financiero internacional. Es decir la dependencia como sistema.
Ante las maniobras demagógicas del gobierno actual de jugar de "nacionales" bajo el comando "antinacional" de la UIA experta en fuga de capitales y transferencias de deudas al estado, es decir al salario, al gasto público, a la salud y la educación popular, redoblamos la afirmación de que una ruptura con el imperialismo y la construcción de una nueva república independiente del imperio, solo puede ser llevada a cabo por los trabajadores y por el pueblo con su movilización y protagonismo propio, independiente de los partidos del capital que hundieron al país.
Ante el reclamo generalizado de una nueva democracia sin corrupción, sin lobby y enriquecimiento de políticos, sin impunidad, sin represión a las luchas populares, sin entrega del patrimonio de la nación, sin desocupación y aplastamiento del salario, insistimos en la propuesta de bregar por la construcción de una herramienta política de los trabajadores que imponga, con la lucha y el derrocamiento del estado del capital, una nueva democracia, la de los trabajadores basada en la intervención directa del pueblo, en la revocación de mandatos y en el salario de los funcionarios igual al de un trabajador.