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Latinoamérica

23 de marzo del 2002

Un desayuno por los derechos humanos
Estados Unidos en las sombras de la ONU


Kintto Lucas
UNO

D
esde que el mundo está preso del contenido de las palabras, Estados Unidos lo modifica, cada vez que no se adapta a sus intereses, hasta llegar a un presente en el que la confusión se apoderó del significado de los decires.
Pero esa confusión es parte de un recambio de valores que se ha venido procesando. Hemos pasado de una época en la que importaban más los intereses colectivos a otra dominada por los asuntos privados y el individualismo. Una época en que el mundo se dividía en dos a otra en que es gobernado por una sola potencia. Y son precisamente los gobiernos de esa potencia, los maestros en el arte de cambiar el significado de las palabras. Derechos humanos, por ejemplo, hoy se reduce a lo que cincuenta y tres burócratas de la diplomacia internacional puedan resolver sobre Cuba en la comisión respectiva de la Organización de las Naciones Unidas (ONU).
El país de los Bush, tenaz acusador de Cuba, perdió en mayo de 2001 el escaño que ocupaba desde hacía 56 años en esa comisión. En la votación secreta realizada en la ONU para cubrir tres plazas entre cuatro candidatos, Estados Unidos obtuvo 29 votos frente a 52 de Francia, 41 de Austria y 32 de Suecia.
Pero la ausencia de Estados Unidos entre los 53 miembros de la Comisión de Derechos Humanos de la ONU que sesiona del 18 de marzo al 26 de abril en Ginebra, no significa que ese país haya desistido de influenciar sobre los integrantes. Un ejemplo de la movida estadounidense tras las sombras es el desayuno de trabajo que John Negroponte, representante de Bush en la ONU, ofreció en febrero a un grupo de embajadores de América Latina, para pedirles que condenen a Cuba y lo apoyen en su esfuerzo por retornar a la comisión.
La comisión está integrada por países divididos en cuotas regionales: 15 estados africanos, 12 asiáticos, cinco de Europa oriental, 11 de América Latina y el Caribe y 10 de Europa occidental y otros países. La diplomacia estadounidense busca que dos países europeos retiren sus candidaturas para asegurar su retorno en mayo, cuando deberán llenarse nuevas vacantes.
Negroponte informó a los representantes de los países latinoamericanos presentes en el desayuno que, como cada año, la República Checa presentará la moción contra Cuba, "pero sólo a condición" de que Estados Unidos garantice los votos necesarios para imponerla.
DOS
De los 11 países latinoamericanos representados en Ginebra, Argentina, Costa Rica, Guatemala y Uruguay votaron en 2001 a favor de la condena. Brasil, Colombia (cuyo lugar es ocupado ahora por Chile), Ecuador, México y Perú se abstuvieron, en tanto Venezuela y Cuba se pronunciaron en contra.
El gobierno argentino ha prometido apoyo a la condena a cambio de un puñado de dólares del Fondo Monetario Internacional para paliar la crisis que vive ese país. Una actitud similar tuvo el gobierno del ecuatoriano Jamil Mahuad en 1999, y los ansiados dólares nunca llegaron. Pero recompensas son recompensas y tras su caída en enero de 2000 se fue a profesoriar a Hardvard.
El gobierno mexicano, por su parte, dio ya seguridades de que no patrocinará ni copatrocinará, ni tampoco presentará proyecto alguno de resolución sobre Cuba y que votará sobre textos que promuevan otros.
Si los proyectos se parecen a los de 2001, "probablemente el voto mexicano se parezca al del año pasado", señaló el canciller mexicano Jorge Castañeda, quien acompañó al presidente Vicente Fox en su visita a La Habana, el 3 y 4 de febrero. Pero sus afirmaciones siempre inspiran dudas. Brasil, Chile, Ecuador y Perú mantendrían su independencia absteniéndose. Aunque a los dos últimos todavía les falta sortear la reunión del sábado 23 de marzo con Bush Hijo en Lima, donde no se descarta que éste pida definiciones contra Cuba. Los gobiernos de Uruguay y Guatemala, seguramente mantendrían su voto condenatorio, mientras en sus países reina la impunidad en los casos de violación a los derechos humanos. También es difícil que Costa Rica retome su independencia y asuma una posición neutral.
Desde 1990 Estados Unidos ha logrado que la comisión condene a Cuba año tras año, con la única excepción de 1998. En abril del año pasado la votación fue de 22 votos a favor de la condena, 20 en contra, 10 abstenciones y una ausencia.
Sea cual sea la posición final de la comisión este año, en Ginebra no se decide sobre las violaciones a los derechos humanos en Cuba, si no sobre el derecho a la libre determinación de un pequeño país que a ha decidido tener y defender un sistema socialista.
TRES
Las jugadas del país de los Bush en la Comisión de la ONU no se reducen a desayunos de trabajo, si no a una gestión permanente que implica también sacarse de encima a funcionarios molestosos como la alta comisionada de la ONU para los Derechos Humanos, Mary Robinson, quien tras cuatro años y medio de mandato anunció que se retira de su cargo.
En marzo de 2001 tras anunciar su intención de abandonar el cargo, Robinson aceptó seguir un año más a pedido del secretario general, Kofi Annan. Ahora la oposición de Estados Unidos a que continúe la obligó a renunciar, aunque estaba dispuesta a seguir hasta finalizar su segundo mandato, en tres años más. La organización humanitaria Human Rights Watch denunció las presiones ejercidas por el gobierno norteamericano para que dejara un puesto en el que estaba resultando cada vez más incómoda. "Mary Robinson pagó un precio por enfrentarse a gobiernos poderosos que violan los derechos humanos", señaló el lunes de esa organización. El gobierno Bush Hijo criticó a la alta comisionada durante la Conferencia Mundial contra el Racismo celebrada en agosto de 2001 en Durban, que se desarrolló hasta el final, aunque su país decidió abandonarla por discrepar con las resoluciones.
Robinson también instó a Estados Unidos a respetar los Convenios de Ginebra en el trato a los prisioneros talibán en la base de Guantánamo, y esta semana advirtió contra la tentación de muchos países de instaurar medidas de excepción con detenciones arbitrarais, tortura y juicios contrarios a los derechos humanos, con el pretexto de la lucha antiterrorista tras el 11 de setiembre.
Allá por marzo de 1993 el "pensador" norteamericano Richard Rosecrance en un artículo aparecido en "Facetas", revista de la US Information Agency, señalaba: "No es preciso recordarle al mundo que su existencia transcurre en un estado formal de anarquía. No hay un gobierno internacional; y tampoco existe el grado suficiente de interdependencia o de división del trabajo entre Estados, para transformar las relaciones internacionales en un sistema social similar al de los asuntos internos. En la situación actual, sólo hay tres métodos para regular ese sistema anárquico o evitar que caiga en el caos: el equilibrio de poder, la disuasión nuclear y el gobierno por medio de una coalición central. Cada uno de ellos se ha usado en distintas ocasiones en los últimos años".
El artículo resumía la ideología de los gobiernos norteamericanos, para los cuales gobernar el mundo por medio de una coalición central, es gobernarlo a través del Consejo de Seguridad de la ONU, la Organización Mundial de Comercio, el Fondo Monetario Internacional, el Grupo de los Siete, la OTAN y el Banco Mundial.
Es obvio que la Comisión de Derechos Humanos debe someterse a ese gobierno dictatorial. Letras más, letras menos, esa es la realidad que se construye cambiando el sentido de las palabras cuando es necesario, presionando a los demás países para crear "consensos" cuando las circunstancias lo requieren, y eliminando funcionarias "inadaptadas" que pueden poner en peligro el logro de esos "consensos". Desayuno más, desayuno menos, el país de los Bush permanece a la sombra de la ONU.