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Latinoamérica

El diario cubano Juventud Rebelde acusa de ''servil'' al gobierno de Fox

GERARDO ARREOLA CORRESPONSAL

No sólo le acaba de dar la espalda a su pueblo, sino a la historia, afirma
EU puso precio a la cumbre de Monterrey, y el gobierno mexicano aceptó el trato, dice

La Habana, 24 de marzo. Cuba lanzó hoy la acusación más explícita y violenta que haya hecho a un gobierno mexicano en cuatro décadas, al afirmar en un editorial de portada del diario Juventud Rebelde que el de Vicente Fox ''no sólo le acaba de dar la espalda a su pueblo, sino a su historia'', con un ''servilismo que envilece la memoria del cura Hidalgo, de Benito Juárez y de tantos próceres que trascendieron el ámbito de su época y de su territorio''.
El tono y la ubicación de la ofensiva, en un espacio reservado para transmitir lo que indudablemente son las posiciones políticas de la dirigencia cubana, representan un escalamiento en el choque bilateral surgido en Monterrey, y colocan a las relaciones entre los dos países en el umbral de un conflicto explícito y sin precedente.
Cuba no empleó este lenguaje con México en público ni siquiera cuando descubrió en 1969, en el gobierno de Gustavo Díaz Ordaz, que el agregado de prensa de la embajada mexicana en La Habana, Humberto Juan José Carrillo Colón, trabajaba para la Agencia Central de Inteligencia (CIA) estadunidense.
Obediencia al gendarme mundial...
''La cumbre de Monterrey quedará en los anales de este siglo como lugar de obediencia al gendarme mundial, a un amo que desdeña a los mexicanos, que los condena a muerte en la frontera o les asigna el trabajo sucio, en la vida doméstica y en la política exterior, como estamos viendo'', dijo el editorial del matutino, único de circulación nacional los domingos.
La durísima reacción cubana prolonga los alegatos verbales del presidente Fidel Castro; del líder parlamentario, Ricardo Alarcón, y del canciller Felipe Pérez Roque, que en los últimos tres días han denunciado la exclusión del mandatario cubano de la conferencia de las Naciones Unidas del jueves y el viernes pasados por presiones personales del presidente estadunidense, George W. Bush, sobre el gobierno de Fox.
En sus explicaciones a la prensa, Alarcón y Pérez Roque pusieron el acento en la información que tenía Cuba para comprobar que Bush amenazó con boicotear la cumbre si iba Castro, y que México aceptó la presión. Juventud Rebelde abre ahora claramente el expediente político bilateral con el gobierno foxista.
''Estados Unidos puso precio a la cumbre de Monterrey y el gobierno mexicano aceptó el trato. La moneda de cambio era Fidel.
''Es doloroso que esto pase en México, porque si de algo podía preciarse ese país en otros tiempos era al menos de su independiente política exterior. Muchos latinoamericanos encontraron allí su casa, cuando las dictaduras amparadas por Estados Unidos asesinaban a miles de personas por todo el continente.
''Los cubanos nunca olvidaremos que este país fue el único que no se unió a la condena contra la isla, cuando los demás le negaban hasta el saludo a la Revolución cubana'', añadió el editorial, breve pero punzante.
Juventud Rebelde evocó el barroco lenguaje de los símbolos gestuales y corporales, tan preciado por Castro, y recordó que el mandatario llegó a la cumbre en traje militar verde olivo (es decir, el uniforme de diario). Sin mencionarlo, el diario contrastó ese vestuario con los ternos civiles que el mandatario usa en algunos foros o ante ciertos interlocutores a los que envía en esa forma un mensaje de convivencia y buena voluntad.
''Desde que lo vimos subir al estrado en traje de campaña, sabíamos que había pelea. Hay palabras que no necesitan ser dichas para saber qué está pasando.
''Ya nos hemos acostumbrado a los códigos, a esas señales que indican que con la dignidad de este país no se juega. Ver a Fidel en un evento internacional, vestido de verde olivo y sacando del bolsillo, junto al corazón y de un tironazo enérgico, aquel papelito en el que se decía mucho con unas pocas frases esenciales, fue suficiente para entender que algo sucio se había tramado contra Cuba y que ésta, como siempre, no agacha la cabeza, sino que se dispone a luchar. Por ella y por los demás que no pueden o no se atreven a hacerlo.
''El cacareado Consenso de Monterrey quedará en la memoria como la escandalosa aceptación de un chantaje -otro más- impuesto por el gobierno norteamericano. Y éste, como se sabe, paga siempre con el desprecio. Bush lo ha dicho clarito: la democracia tiene fronteras y cuidado con pisar la raya.''
La arremetida cubana se queda fuera de la incidencia diplomática sólo por el hecho puramente formal de que el diario es órgano oficial de la Unión de Jóvenes Comunistas, la rama juvenil del Partido Comunista de Cuba, y no de alguna instancia del Estado o del gobierno. Pero su connotación política es superior.
Entre el jueves y el viernes, la radio y la televisión cubanas han repetido el discurso de Castro en Monterrey con el anuncio de su retirada. La televisión difundió también reiteradamente declaraciones de Alarcón y de Pérez Roque desde esa ciudad, siempre en torno a la denuncia de la exclusión, todo lo cual, además, ha sido ampliamente destacado en los medios escritos.
Hasta ahora, la réplica cubana coloca a México en un pelotón de países como Argentina, Canadá, Costa Rica, Guatemala y Uruguay, a los que el gobierno de La Habana reclamó agriamente en público su voto contrario en el 57 periodo de sesiones de la Comisión de Derechos Humanos (CDH) de Naciones Unidas, el año pasado, y con los cuales mantiene relaciones diplomáticas al nivel de embajador, sin frenar operaciones comerciales y de cooperación, pero sin diálogo político alguno.
El embajador cubano en México y viceministro primero de Relaciones Exteriores, Jorge Bolaños, llegó a La Habana el sábado y se espera que vuelva a su puesto el lunes, pero hasta hoy no había explicación oficial de su viaje. El jefe de la misión mexicana aquí, Ricardo Pascoe, declinó este domingo responder a las preguntas de la prensa.
Pascoe tiene previsto participar el lunes en el seminario Cómo acceder al mercado mexicano, destinado al sector empresarial y comercial de Cuba, en el que habrá un ''mensaje del gobierno de México'', a cargo de Juan Antonio García Villa, subsecretario de Normatividad y Servicios a la Industria y al Comercio Exterior de la Secretaría de Economía.
En las últimas seis semanas el gobierno de Fox y la gestión del canciller Jorge G. Castañeda han merecido de Cuba una insólita serie de reclamaciones explícitas, que en esencia son correcciones o desmentidos a versiones de los mexicanos sobre algún tramo de la relación bilateral, réplica a algún argumento político y, en Monterrey, denuncia de haber aceptado la presión estadunidense en perjuicio de Castro.
En declaraciones a la prensa el 7 de febrero, tres días después de la visita de trabajo de Fox a Cuba, Castro hizo varios reproches al mandatario mexicano y a Castañeda. El primero, que hubieran revelado públicamente que la situación de terceros países (Argentina, Colombia, Venezuela) fue tratada en las pláticas entre los dos presidentes.
''Es cierto eso totalmente'', dijo Castro. ''Pero yo he hablado de cada uno de esos temas en virtud de preguntas que él me hizo. No me considero con derecho a estar hablando a un visitante sobre cualquier otro país... cualquier país se puede disgustar de que, incluso, se convierta en tema de conversaciones con algún visitante.''
Segundo reclamo: que Fox hubiera dicho a la prensa mexicana, en el vuelo de regreso a México, que había entregado una lista de presos a Castro.
''Hay algunos detallitos que han dado lugar, tal vez, a ciertas confusiones'', dijo el líder cubano tres días después. ''Porque él no me habló en absoluto de presos contrarrevolucionarios. Ni una sola vez. Ni me entregó ninguna lista de presos.'' Castro aceptó, sin embargo, que Fox había dejado a Pérez Roque la citada lista, ''que yo no he visto''.
Tercer punto, la versión de que había sido informado previamente de la reunión de Fox y Castañeda con un grupo de opositores en la embajada mexicana: ''El último día, por la noche, cuando tuvimos una reunión privada, a última hora conversó sobre ese tema, mas no me dijo que se iba a reunir con ellos... me dijo que su canciller se iba a reunir por la mañana con ellos en la embajada de México y que él se limitaría sólo a saludarlos. Eso no fue motivo de problema''. Castro convino, sin embargo, en que Fox se limitó a saludar a los disidentes.
Cuarto punto: la declaración de Castañeda según la cual México ha terminado su relación con la Revolución cubana y la inicia con la República de Cuba.
Castro dijo entonces: ''Nosotros tenemos sentimientos a la inversa. Nos interesan más las relaciones con la Revolución mexicana que las relaciones con la República mexicana. Yo no entiendo qué quiso decir él con eso, como si la República de Cuba pudiera apartarse o separarse de la revolución. No hay separación posible, como creo que tampoco México y su historia se pueden separar de la Revolución''.
Castro elogió la naturaleza de la Revolución mexicana y habló extensamente de cómo se explica el México actual por su historia.
''A Cuba no la puedes separar de su historia; a la República de Cuba, que es la República socialista de Cuba, la República independiente de Cuba, nadie la puede separar de su historia. Y la república no es un nombre; esta es una república revolucionaria y, sin discusión, la más independiente del mundo hoy día... me limito simplemente a decir que este país es el menos dependiente y, por lo tanto, el más independiente entre todos los países del mundo.
''No puedo olvidar la veneración, cuando yo estaba en México, que todo el mundo experimentaba hacia Lázaro Cárdenas. Era una figura respetada e idolatrada. Fue el México aquél que mantuvo las relaciones con la República Española durante muchos años después que se había acabado la guerra... siempre veré en México un pueblo hermano.''
Hasta ese momento, el balance de la relación era bueno, aunque con algunas abolladuras. Castro y Fox estaban satisfechos de la visita. Era evidente su disgusto, pero el cubano no había creado un conflicto por la entrevista de su visitante con la oposición. Era un gesto recíproco al anuncio de Castañeda de que México no patrocinaría ningún proyecto sobre Cuba en el 58 periodo de sesiones de la Comisión de Derechos Humanos de la ONU, que arrancó en Ginebra el lunes pasado.
Tres semanas más tarde, Castañeda inauguraba el centro cultural mexicano en Miami, al que fue invitado un sector del exilio radical anticastrista. Esta parte de la agenda de Tlatelolco no había salido a colación en el diálogo bilateral y provocó profunda irritación en La Habana, donde todo el conglomerado de ese signo es llamado ''mafia terrorista''.
El 27 de febrero se produjo la ocupación de la embajada mexicana y sobrevino la quinta reclamación al hilo: las declaraciones de Castañeda (''las puertas de la embajada mexicana están abiertas para todos los cubanos'', y nuevamente la frase sobre revolución y república) fueron ''manipuladas'' por Radio Martí, pero fueron pronunciadas por el secretario de Relaciones Exteriores, se dijo en La Habana.
Según los informes cubanos, Fox invitó a Castro a la cumbre de Monterrey en carta fechada el 28 de febrero, día que la embajada amaneció ocupada y el vicecanciller Gustavo Iruegas viajaba a esta capital para enfrentar la crisis. De acuerdo con la misma versión cubana, en los días siguientes Fidel Castro fue desinvitado.
No está claro cuándo y cómo México comunicó el retiro, primero, y el condicionamiento, después, de la invitación a Monterrey, como argumentan los cubanos. Pero el martes 5 de marzo Castro apareció en la televisión para quemar a la primera víctima del conflicto, Ricardo Pascoe. El golpe ya lo había anticipado una noche antes la Mesa Redonda televisiva, en funciones de portavoz oficial, y el compacto grupo de reporteros cubanos que, el sábado anterior, con una elocuente batería de preguntas en una conferencia de prensa, prácticamente le anunciaron al embajador que se estaba pidiendo su cabeza.
La sexta reclamación fue para Pascoe, en cadena nacional de radio y televisión. Castro desmintió que el desalojo de la embajada se hubiera pactado con ''condiciones'', como había dicho el diplomático en la conferencia de prensa. Con sorna, el presidente cubano reclamó lo que considera indiscreciones, al llamar ''reportero'' al embajador. Hasta entonces, el mandatario cubano salva su trato con Castañeda y encomia su relación con Vicente Fox, pero considera mentiroso y desacredita al representante mexicano en La Habana.