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Latinoamérica

LO QUE QUEDO TRAS LOS ACTOS
POR EL 24 DE MARZO

Asociación Madres de Plaza de Mayo: la memoria embarazada de rebelión

Otro 24 de marzo. Igual que el año pasado, las Madres encabezaron el acto de repudio lúcido y coherente a la hora de la lucha contra la impunidad y a favor de cambios políticos drásticos. Los años pasan, pasan los funcionarios, los gobiernos, los partidos; quedan las Madres.
Hace un año exactamente, en ocasión de cumplirse el 25º aniversario del golpe militar, y tal como lo hicieran para este reciente 24 de marzo, las Madres organizaron su acto en Plaza de Mayo, a contrapelo de la convocatoria lanzada por un sin fin de organizaciones de derechos humanos, partidos de todos los colores, sindicatos más y menos burocráticos y demás agrupamientos menores.
A pesar del puntual silencio que los medios masivos guardaron respecto de aquel acto de las Madres, que contrastó con el favor que los comunicadores más "progresistas", de poses más "críticas", hicieron a la otra convocatoria, la Plaza de Mayo organizada por las Madres lució colmada, con discursos fuertes y duros posicionamientos de clase. Fue la primera vez que las Madres cantaron La Internacional para empezar un acto. Aquella tarde, bajo el sol del final del verano, las Madres marcharon alrededor de la Pirámide entonando una y otra vez, de principio a fin, las estrofas de la legendaria canción revolucionaria. Los rostros felices de estas mujeres, alumbrados de sol por el pañuelo blanco, levantando en dirección del cielo sus puños izquierdos, quedarán para siempre en la memoria silenciosa de los ojos de quienes las acompañaron aquella tarde de repudios y esperanzas.
Hacia el final de aquel acto, tras los discursos de Vicente Zito Lema, Herman Schiller, Facundo Martínez (de HIJOS sin puntitos) y Hebe de Bonafini, las Madres encabezaron una marcha multitudinaria con destino a su Casa, sede de la Universidad Popular que ellas conducen. Es conocido el incidente que ocurrió cuando se cruzaron la caravana de las Madres y la cola de la otra marcha, que empezaba en esos momentos a recorrer el camino inverso, con rumbo a Plaza de Mayo. También se recordará la denuncia penal injuriosa y cobarde que a los dos días presentó la UCR en Tribunales, acusando sin pruebas a las Madres de tener una "patota armada con palos y cadenas", especialmente preparada para hacer de "seguridad" en sus actos y "golpear a los radicales".
Sin embargo, ¿adónde están ahora esos radicales que inculparon a las Madres? ¿A qué tacho los tiró el fuego de la rebelión popular iniciada en diciembre?
El país cambió, las Madres no
Muchas cosas han cambiado en el país desde aquellos días hasta hoy. El gobierno de la Alianza radical frepasista que agravió a las Madres salió eyectado del poder tras la rebelión popular del 19 y 20 de diciembre. Los radicales difícilmente puedan volver a aparecer en un acto de protesta popular sin que el pueblo se organice inmediatamente, en forma espontánea, con palos y cadenas, piedras y gritos de condenas, para expulsarlos de la calle, de la plaza, del espacio público. Los que ayer repudiaban el golpe junto a los que perdonaron a los golpistas, hoy deben reconocerles a las Madres la gran razón que tuvieron en no juntarse nunca jamás con los cómplices de los asesinos. La lucha de las Madres, su trayectoria de ética, coherencia y valentía, ha dado una vez más otra clase de memoria fértil, lúcida y fructuosa.
Al revés de las muchas cosas que cambiaron en el país, las Madres no cambiaron ni se movieron de sus posturas. A pesar de los ataques, las difamaciones y malos entendidos a propósito que padecieron durante todo el año anterior, ellas se mantuvieron firmes en sus convicciones, claras en sus rechazos y solidarias en sus sueños. Una vez más, las Madres estuvieron un paso al frente de la historia y ante los hechos de represión al pueblo permanecieron firmes sin dar un solo paso atrás. En este sentido, la consigna de las Madres estrenada en la última Marcha de la Resistencia, celebrada tan sólo dos semanas antes del 20 de diciembre, fue premonitoria: "Resistencia y combate contra el terrorismo del Estado". A la hora en que el país empezaba a estallar, y mientras todo el arco socialdemócrata, reformista y tibio se aglutinaba alrededor del Fre.Na.Po. para pedirle al Estado reivindicaciones imposibles de ser cumplidas y procurando conducir "democráticamente" la creciente rabia popular, las Madres denunciaban al Estado por terrorista y llamaban a combatirlo. Algunos que fueron muchos las criticaron por su visión "extremista", "violenta", "sectaria" de la realidad. Sin embargo, la exigencia popular de que "se vayan todos" justificó históricamente la permanente intransigencia del pañuelo blanco. Una vez más, el desarrollo dinámico y complejo de la realidad dejó en posición adelantada a los que pretenden contener, suavizar, atrasar lo más posible el seguro destino de revolución y cambios políticos drásticos que los pueblos se han trazado para sí a lo largo de la historia.
La socialdemocracia quiere volver
No obstante ello, el reformismo socialdemócrata se ha vuelto a juntar. La jornada del 24 de marzo fue importante porque puso al pueblo frente a frente con las instituciones burocráticas tan golpeadas durante la rebelión popular más impresionante de los últimos 30 años.
Durante los actos quedó clara la nueva apuesta política de este sector, en su búsqueda por recomponer la imagen pública y escalar posiciones en el campo popular. La nueva tarea de los sindicatos, partidos y sellos burocráticos es lograr ocupar nuevamente el terreno perdido en manos de la inédita movilización de masas.
No son pocos los testimonios que denuncian a la CTA por el virtual copamiento que cuadros medios de la central sindical hacen en las asambleas barriales, procurando desviar a su favor las decisiones combativas y antisistémicas que allí se gestaron durante todo este comienzo de año.
Los militantes radicales no perdieron la ocasión del guiso policlasista servido en la otra convocatoria por el 24 de marzo y salieron a la calle disfrazados bajo los ropajes de sellos estudiantiles. No estaban las banderas moradas, pero sí los grandes carteles de FUA, FUBA y alguno que otro Centro de Estudiantes universitario.
La enjuagada marcha de los organismos de derechos humanos incluyó columnas de "Montoneros" (sector que levanta la candidatura presidencial de Mario Firmenich); del peronista Dante Gullo (del partido "Nuevo Milenio", miembro además de la oficialista APDH, que hasta hace poco tuvo entre sus afiliados a Carlos Menem y mantiene a Raúl Alfonsín); del ARI (de tinte más "progresista", pero de inconfundible origen aliancista, es decir: residuos frepasistas más referentes alfonsinistas); de ciertos mal leídos maoístas (PCR y sus filiales CCC y CEPA) que piden la libertad del Coronel Seineldín porque es un "patriota preso político del liberalismo", como afirmó Jorge Reyna, de "Peronismo que resiste", en recientes afiches callejeros.
Las Madres muestran el camino
Ante el nuevo aniversario del golpe militar, las Madres (acompañadas por un sector cada vez más grueso, integrado mayoritariamente por piqueteros y trabajadores antiburcráticos, que coinciden en su rechazo a las variantes electorales propuestas por la socialdemocracia) han vuelto a responder con firmeza y han jurado seguir haciéndolo todas las veces que sea necesario. Contra viento y marea, volvieron a convocar una concurrida jornada en Plaza de Mayo, que incluyó la misma simbología revolucionaria de otras veces y muy duros discursos. "En cada uno de ustedes vive uno de los 30000, porque no importa cuántos estemos acá, no importa que la marcha no sea la más grande; es la más fuerte, la más valiente, la más convencida, la más revolucionaria, la que no traiciona, la que no se junta con los políticos corruptos, ni con los sindicalistas vendidos", proclamó Hebe de Bonafini a los miles que la escuchaban con fervor. Y luego agregó: "26 años del golpe, ¿quién lo hubiera dicho? Aquí en la Plaza, los que somos capaces de cantar La Internacional, los que no nos avergonzamos de ser revolucionarios, de amar la revolución, de cantar la marcha con toda la voz, de levantar la bandera roja, las banderas del Che, las banderas del socialismo".
A la hipocresía de los perdonadores y cómplices, las Madres le han devuelto jirones de memoria embarazada y rebelión. Contrariando vicisitudes económicas y de las otras políticas y de aislamiento periodístico, dieron forma al acto revolucionario más contundente del primer cuarto del año. Al revés de los recuerdos lavados y la memoria inválida de la socialdemocracia, las Madres repudiaron el golpe militar reivindicando a los pueblos continentales en lucha: "¡Vivan los compañeros de las FARC que están peleando en Colombia", dijo Hebe para enojo de Horacio Verbitsky, consultado columnista político y líder del CELS, uno de los sellos más activos de la otra convocatoria. Y después prosiguió: "Vivan los Sin Tierra que ocuparon la casa de Cardoso; vivan los compañeros cocaleros bolivianos; vivan los compañeros paraguayos, esos compañeros silenciosos, que luchan en la tierra; vivan los compañeros piqueteros de este país!".
Además, insistieron con su apuesta por el conocimiento y la solidaridad. En su Plaza hubo clases públicas para denunciar a los asesinos y también a la totalidad de cómplices civiles, sindicales, políticos, intelectuales, eclesiásticos. Su prédica consciente y comprometida ha encendido el corazón de muchos otros que día a día asumen como propias las posiciones duras, combativas, viscerales de las Madres. Cuando los periodistas "bien" y los intelectuales "bienpensantes" las atacan, miles y miles son los que se sienten injuriados y ofendidos. Los piqueteros levantan su voz en la palabra justa de las Madres. El ejemplo de mantener a toda costa los posicionamientos más duros y más justos, soportando incluso los embates de la izquierda de derecha (los "marxistas imperialistas", como califica Hebe a cierta clase de intelectuales pomposos y rimbombantes) y de la derecha a secas, es una referencia obligada a la hora de trazar los próximos pasos que ha de transitar la creciente resistencia popular.
Definitivamente, la verdad terrible del pañuelo blanco y su deseo intransigente y transformador se han echado a volar por el gran viento de la historia. Muchos son los que estamos dispuestos a darles soga para que trepen cada vez más alto en dirección del cielo, llevando revoluciones al futuro de los pueblos mundiales.
Demetrio Iramain
Buenos Aires, 29 de marzo de 2002