VOLVER A LA PAGINA  PRINCIPAL
Latinoamérica

16 de septiembre del 2002

Entrevista con ex preso político chileno
"Si el estado me llega a reivindicar, es porque me he vuelto un hijo de puta"


Alejandro Delgado, Revista Rocinante
(Fragmento)
"Al Lautaro se le catalogó desde un comienzo como un grupo sin proyecto, de 'huevones' desquiciados, que no sabían nada de política, como hoy a los estudiantes: unos vándalos. Nos sacaron de la historia. Actualmente hay unos 50 presos políticos, 40 son del Lautaro, por lo tanto, el Lautaro sí existió".
Nació en Puente Alto en el año 1958 y desde niño creció viendo a su padre como dirigente vecinal de la población Malaquías Concha. El le enseñó que las injusticias son una constante de la historia y que para enfrentarlas había que hacer algo. No es casual entonces que José Luis Medina ingresara a militar en el MAPU el mismo fatídico 1973.
"Entré en marzo al Liceo Nº 13 y en septiembre vino el golpe. Antes de eso iba a las marchas, usaba casco y nos agarrábamos a palos con los democratacristianos en las tomas del Liceo. Después del golpe nos tomamos el Liceo, nos juntamos en casas de compañeros a esperar las armas, pero nunca llegaron. Empezamos a generar comités de resistencia y esa resistencia se expresó en organización social. Eso permitió la recomposición del MAPU que en el año 82 constituye el Movimiento Juvenil Lautaro. Fui parte de ese proceso", cuenta mientras se toma lentamente una cerveza.
José Luis tiene el cuero curtido. Al escucharlo hablar se le ve feliz. Cuesta imaginarse que 14 años de su vida los haya pasado bajo prisión. Estar de pie, ese es su mayor orgullo. "Yo parto de la base que las opresiones generan resistencias más poderosas y lo que vivimos en la prisión fue una opresión muy fuerte. Supongo que eso creó en mí una capacidad de resistencia también fuerte como para que después de una vayas por otra y por otra y que hoy día yo no me sienta para nada atemorizado", dice con tono seguro.
En 1985 cayó preso por primera vez en la Cárcel pública de Santiago, tras un operativo que se realizaba en la población donde estaba clandestino. "Luego de estar cinco años y medio, salí en junio de 1990 y en octubre del mismo año volví a caer preso en Curanilahue. En la cárcel de Lebu pasé otros tres años. Salí de ahí en octubre del 93. En febrero del 94 volví a caer preso siendo jefe de las Fuerzas Rebeldes y Populares del Lautaro. Salí con libertad bajo fianza el año 2000 y actualmente estoy siendo procesado por ataque a una comisaría y por formación de grupos de combate".
La transición a la chilena no dejó conformes a quienes participaban del movimiento lautarista. Razón que los llevó a seguir actuando en democracia. "Cuando nos lanzamos en esa política fue en el gobierno de Aylwin. Ahí pensamos 'esto es una maniobra, es un fraude, un engaño y nosotros lo que tenemos que hacer es desenmascararlo' y para hacerlo tuvimos que echarle para adelante con todo".
Fueron los años de los asaltos masivos a bancos, de los copamientos territoriales y los ataques incendiarios a símbolos del estado. Fueron los años, también, de la articulación de la Oficina de Seguridad. "Pienso que La Oficina no logró meterse muy adentro, a lo mejor puedo ser muy ingenuo. Creo que lo que nos desgastó fue operar sobre una realidad que iba hacia otro lado, lo que quedó demostrado en la derrota que nosotros sufrimos, una derrota que por cierto no es ni la primera y ojalá no sea la última".
En todos los años que vivió la prisión, José Lis dice no haberse sentido jamás solo. "Incluso cuando estuve en Lebu tampoco estuve solo, siempre lo enfrentamos juntos. No importaba que no estuvieran conmigo físicamente, yo sabía que estaban preocupados por mí y que si me pasaba algo había gente con la que yo contaba". Y a pesar del encierro José Luis nunca pensó en seguir otro camino. Aún lo ve así. "Yo estoy dispuesto a actuar de acuerdo a mi conciencia, a lo mejor con mucho miedo, pero eso es lo que me hace sentir bien. Me siento absolutamente dueño de lo que yo decida", sentencia.
Actualmente trabaja en una ONG en la comuna de La Pintana con niños consumidores de pasta base. Es ahí donde ha podido comprobar que aun cuando la historia no ha recogido su experiencia, "nosotros existimos en la memoria colectiva. En La Pintana, de repente los cabros encienden una fogata y se ponen a gritar consignas del Frente Patriótico. En ningún medio encuentras nada sobre los presos políticos, pero hay aprendizajes que quedan metidos de otra forma y que se van a expresar en momentos concretos".
Hace unos meses, José Luis perdió un trabajo en la Municipalidad de La Florida cuando le pidieron sus papeles de antecedentes. Sin embargo, no tiene ningún interés en que esos papeles sean borrados. "Si este Estado me llega a reivindicar, es porque me he vuelto un hijo de puta", dice con seguridad. La luz roja de la grabadora empieza a tiritar y José Luis Medina se toma de un viaje el concho de su cerveza. "Hoy me siento bien", recalca.
"Aunque estos procesos abiertos estén ahí como una amenaza real de volver a la prisión y aunque los organismos de inteligencia nos tengan en la mira, estoy tranquilo y haciendo las cosas que quiero hacer. Me gustaría que algún día se reconozcan las razones por las cuales actuamos. No importa si hayan sido justas o injustas, pero que existan, que se discutan. Y que después la gente juzgue".