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Latinoamérica

8 de agosto del 2002

Costa Rica: la conspiracion tributaria

José Merino del Río
Rebelión
Una de las características de la contrarreforma neoliberal es la oposición de las élites económico-financieras a pagar impuestos. Es un fenómeno mundial que se observa con mucha claridad en nuestro país: en los últimos 20 años la carga tributaria, en relación con el PIB, ha permanecido prácticamente estancada, pero no para todos, tendencialmente los más ricos cada vez pagan menos, mientras sobre los hombros de las rentas salariales, del consumo de las mayorías populares y del trabajo productivo en general, ha recaído el peso fundamental de una fiscalidad regresiva.
Además de esa rebelión tributaria, los ricos se han hecho más ricos por medio de una gigantesca expropiación del patrimonio público: del robo. Lo acaba de decir el presidente Abel Pacheco: "se han robado el país", dijo el mandatario. Un periódico como El Financiero, trinchera de las ideas neoliberales, estimó que sólo en 10 casos sonados de corrupción sucedidos en los últimos años, se perdió el 20 por ciento de la deuda pública, más de 250 mil millones de colones. Ahí no se incluyó la red criminal del fraude fiscal, que según el Ministerio Público deja pálidas, en cuanto a magnitud, las cifras de las otras modalidades de la corrupción.
¿ Quién se ha robado el país? Silencio. El presidente Pacheco aseguró que "hay intereses poderosísimos", el fiscal Arias dijo que son mafias organizadas y peligrosas, el contralor Vargas se lamentó de la impunidad que reina tanto en sede administrativa como en sede judicial. Un país saqueado sin que los ladrones de cuello blanco sean nombrados y muchos menos terminen con sus huesos en la cárcel.
Ahora suenan todas las alarmas, y el ex presidente Arias anuncia que "la economía está al borde del abismo", pero ¿cuándo comenzó este ciclo de empobrecimiento, destrucción y déficit fiscal imparable? ¿ Qué hicieron los gobiernos de los últimos 20 años para evitar la crisis y frenar el saqueo? Antes de que llegue la nada improbable bancarrota que sopla con intensidad huracanada desde tierras argentinas, quizás ha llegado la hora de instalar en Costa Rica una comisión patriótica para cazar no a las brujas sino a la verdad. El principal déficit que tenemos no es fiscal, es ético, es el reto de bajar a muchos falsos ídolos de sus pedestales para que rindan cuentas ante el país. ¿ De qué pacto fiscal podría hablarse con seriedad mientras permanezca agrietado el pacto fundacional de nuestra misma democracia? Así las cosas, el ministro de Hacienda tiene el tupé de enviar al parlamento una ley de emergencia tributaria que es, en esencia, un paquete para que el pueblo siga pagando las consecuencias del desastre. ¿ El abismo? Bendito abismo, tantas veces invocado por el poder, pero no para apartar al país del precipicio, sino para obligar a las mayorías a aceptar nuevos sacrificios. Todos debemos contribuir al sostenimiento de los gastos públicos, pero dónde está la propuesta para que cada uno contribuya de acuerdo con su capacidad económica, mediante un sistema tributario justo inspirado en los principios de igualdad, progresividad, eficacia y honestidad.
Si es cierto lo que dice el presidente Pacheco entonces la primera y más urgente tarea es movilizar a la ciudadanía para combatir ese bandolerismo de guante blanco, sacar de la cueva a los ladrones, en primer lugar de sus reductos del fraude fiscal. Mientras haya cierta gente incrustada en las cúpulas del poder político-financiero que piensa que la moral es una mata que da moras, el sacrificio fiscal de las mayorías sólo servirá para que ellos sigan comiendo a dos carrillos. Y ojo, su conspiración está muy clara: cuando el déficit fiscal sea imparable, entonces habrá que echar mano de las privatizaciones. Por eso el ex presidente Rodríguez dijo que su gobierno no se había ocupado del problema tributario, porque había apostado por la privatización de las telecomunicaciones, de la energía, de los seguros y de la banca. Como Menem en la Argentina, que heredó la bomba fiscal mientras privatizó todo el patrimonio nacional, incluidos los cementerios, con la diferencia de que aquí, gracias al combo, todavía no han podido.



José Merino del Río, ex diputado de la República, Coordinador del Foro de Acción Política "Otra Costa Rica es posible, otro mundo es posible".