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Latinoamérica

28 de junio del 2002

Un millón de niños esclavos en Ecuador

Orlando Gómez León, La Hora

El constante trabajo en el campo o en las ciudades es el ingrato destino de más de un millón de niños en el Ecuador. En el sector rural -donde vive el 41 por ciento de la población total del país- 671.318 menores contribuyen a la economía agraria, de acuerdo con una investigación adelantada por el Instituto Nacional de Estadísticas y Censos (INEC). El resto de 1.056.000 niños, o sea 384.682, se desempeñan en las ciudades.
Aunque el papel que llevan a cabo los infantes en el campo no está documentado oficialmente, la observación directa, los testimonios e informes de diversas fuentes indican que los niños y adolescentes son quienes más trabajo aportan en los hogares pobres pues, además del trabajo considerado "normal", colaboran con los quehaceres domésticos.
"Ganamos muy poco..."
La cantidad de oficios que estos niños llevan a cabo es sorprendente: trabajan entre 9 y 15 horas diarias, recolectando cosechas, sembrando, recogiendo leña, atendiendo huertas, conduciendo ganado, ordeñando, ayudando el destajo de animales, cazando, e incluso cavando pozos de irrigación y manejando máquinas como trilladoras de arroz o molinos de café, entre otras cosas. De paso, las niñas, especialmente, se alternan con sus madres para cocinar.
Estos niños no tienen un verdadero estado en la sociedad. Son analfabetos en buena parte - pues por ayudar a sus padres en la economía familiar no van a la escuela-, y escasamente aprenden a firmar.
"Quisiera que mis hijos fueran a estudiar, pero el destino de ellos es que ayuden en la labor de la casa, o si no ¿de qué vamos a vivir? Ganamos muy poco, pero si ellos no trabajan, tendremos menos plata...", comentó una madre de familia en una finca de Tabacundo. Dos de sus hijos le ayudan en la pequeña huerta y dos mujercitas ganan 50 dólares mensuales en una plantación florícola cercana.
Otros niños trabajan en minas, recogiendo y transportando materiales contaminantes. Y no faltan los que obtienen su sustento como obreros en las bananeras, según denunció recientemente la organización Human Rights Watch.
Casi todos están atrapados por el trabajo forzoso, frecuentemente incapaces de buscar ayuda por su edad, y muchos de ellos "no existen", son "invisibles" por la falta de certificados de nacimiento o documentos de identidad.
Condiciones infrahumanas.
En las ciudades, en tanto, las condiciones de los niños son, prácticamente, infrahumanas. Numerosas niñas, por ejemplo, son trasladadas desde el campo a pueblos y capitales de provincia, para colocarlas al servicio de familias en las grandes urbes.
Muchos campesinos pobres llevan a sus hijas al medio urbano, para que trabajen en el servicio doméstico, creyendo que con ello van a colaborar más a la economía familiar y que podrán tener un buen futuro y un mejor nivel de vida.
Pero estas niñas, sin embargo, están en condiciones próximas a la servidumbre. Si bien existen familias que las acogen dándoles educación y buen trato, otras en realidad explotan a las criaturas encomendándoles todos los trabajos serviles de la casa.
No faltan las muchachas que trabajan como criadas desde muy pequeñas y que no conocen su apellido ni el lugar de residencia de sus familias; por consiguiente, no pueden retornar a sus hogares.
Tanto las niñas como los niños, son víctimas del maltrato infantil y, además, de la explotación sexual.
Detrás de un gran porcentaje de niñas trabajadoras se esconde un verdadero drama que llega a los maltratos, violaciones, incestos, pobreza y marginación.
Otros trabajos.
Los niños también son obligados a trabajar en oficios como la construcción, zapatería, mecánica o en ventas callejeras que van desde los artículos de contrabando hasta la lotería, frutas o comida.
Son menores que, a pesar de sus oficios, no reciben ingresos para mantenerse, pues casi siempre el 80 por ciento o más de lo que ganan va a parar a manos de sus progenitores, o de quienes controlan su quehacer en las calles.
En los semáforos y en los buses también están los que ofrecen sus productos desde la mañana hasta altas horas de la noche.
Algunos hacen de cantantes y payasos improvisados. Otros ofrecen flores durante toda la noche en las puertas de los hoteles de Quito. Y no pocos son obligados a pedir limosna, al tiempo que deben cuidar a sus hermanos menores, que cargan a la espalda. Cuando no llevan a su casa cierta cantidad de dinero, son castigados por sus padres. Todos son niños sin derechos, cuyas historias son patéticas y de los cuales nadie parece preocuparse.
¿Un aporte indispensable?
Según el ministro de Trabajo, Martín Insua, el esfuerzo infantil genera por lo menos el 35 por ciento de los ingresos familiares.
El funcionario aseguró que eso significa que el aporte de los niños es cada vez más indispensable en los hogares ecuatorianos.
Insua afirmó que el problema no se resuelve simplemente sacando a los niños de esa tarea, sino que Ecuador "necesita invertir en una buena y completa educación de los niños y los jóvenes".
Ecuador ratificó con la OIT en el 2000 un convenio para erradicar el trabajo infantil y según el ministro Insua el país avanza en un programa para establecer un sistema que incorpore aspectos de salud, vivienda, trabajo y educación como solución al problema. (AFP)
Uno de cada seis niños del mundo trabaja.
Uno de cada seis niños y niñas del mundo trabaja en lugar de asistir a la escuela, advirtió este miércoles la Organización Internacional del Trabajo (OIT), que designó el 12 de junio como Día Mundial Contra el Trabajo Infantil.
El Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef) reclamó ayer a los gobiernos del mundo que adopten medidas urgentes para abolir este flagelo, que afecta a 246 millones de niños y niñas de 5 a 17 años. "Que tantos niños sean forzados al trabajo es más que inaceptable. Es inconcebible", dijo Carol Bellamy, directora ejecutiva de Unicef. "Necesitamos un liderazgo decisivo de los gobiernos", que son signatarios de tratados internacionales que prohiben tales prácticas. Ya es tiempo de que cumplan sus obligaciones, sostuvo.
Según la OIT, 73 por ciento de los niños y niñas trabajadoras, unos 180 millones, sufren las peores formas del trabajo infantil, como la prostitución y el tráfico de menores y labores peligrosas. Consecuencias.
Los menores que cumplen tareas agrícolas están expuestos a una de las mayores amenazas a la salud. Niñas y niños entrevistados relataron casos reiterados de inhalación o contacto con esas sustancias. Como consecuencia, los menores sufren dolores de cabeza, mareos, irritación en la piel, náuseas y vómitos. A largo plazo esta exposición puede provocar cáncer, daño cerebral, malformaciones congénitas y esterilidad.
Correos para la Emancipación