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Latinoamérica

1 de mayo del 2002

Los entretelones de la ruptura de Uruguay con Cuba

Comienzo tienen las cosas

La lista de agravios es larga y añeja. Hasta donde se ha podido rastrear, fue el presidente Jorge Batlle quien abrió el fuego, en la X Cumbre Iberoamericana, en 2000, en Panamá. La cumbre se había inaugurado bajo el signo del terrorismo, cuando Luis Posada Carriles, un ex agente cubano de la cia, autor entre otros crímenes de la voladura de un avión de Cubana de Aviación que costó la vida de 72 personas en 1976, fue detenido en un hotel de Ciudad de Panamá en el momento mismo en que preparaba un artefacto explosivo destinado a ser usado en un atentado contra Fidel Castro.
Quizás porque la detención de Posada Carriles dejaba en evidencia el respaldo que Estados Unidos da a los terroristas de Miami, el presidente salvadoreño Flores se sintió en la obligación de impulsar una contraofensiva que desviara la atención. Y acusó, precisamente a Fidel Castro, que iba a ser la víctima del atentado, de "asesino". Muy comedido, nuestro presidente compartió y respaldó las acusaciones de su colega salvadoreño y ello dio lugar a un entredicho entre Batlle y Castro, que se ventiló ante las cámaras de televisión en una de las sesiones plenarias.
Fue Batlle quien volvió a arremeter contra Castro, en marzo pasado, en la ciudad mexicana de Monterrey, tras un accidentado encuentro de mandatarios convocado por organismos de las Naciones Unidas para debatir los problemas económicos y comerciales que aquejan al mundo. Como ahora se sabe, el presidente estadounidense George Bush no se siente con fuerzas para confrontar con Castro, de modo que presionó al presidente mexicano Vicente Fox para que despidiera a Castro y lo "invitara" a abandonar México, antes de su llegada al país. Fox le rogó a Castro que le hiciera el favor (en los términos que se conocen tras la revelación de la grabación de la conversación telefónica) y el presidente cubano, cumpliendo su palabra, abandonó prematuramente la conferencia internacional, antes de que llegara Bush, aduciendo "razones de fuerza mayor".
Hoy se sabe que Jorge Batlle fue parte de la "conspiración" para evitarle malos momentos a George Bush, un insólito enredo de vodevil montado porque el mandatario de la nación más poderosa del mundo no se anima a confrontar cara a cara con el dirigente de una pequeña nación que viene siendo hostigada desde hace 40 años.
Pero cuando apareció ante las cámaras de Televisa no se sabía que Jorge Batlle era parte del plan y todos se preguntaban por qué razón Castro había abandonado Monterrey tan apresuradamente. Preguntado por el periodista, nuestro divertido presidente explicó: "Es un show de viejo".
La agresiva actitud de Batlle en Monterrey era -ahora se entiende- la lógica postura de quien ya está planificando una puñalada; por entonces, tanto Batlle como su canciller Didier Opertti seguían negando un protagonismo uruguayo en la Comisión de Derechos Humanos de las Naciones Unidas en Ginebra, donde Estados Unidos (expulsado de ella) necesitaba un mandadero para presentar una moción contra Cuba. No puede extrañar, entonces, que Castro, una vez consumado el plan, reaccionara en los mismos términos personales que había inaugurado Batlle: "genuflexo", lo llamó primero, y luego, en la conferencia de prensa en la que reveló los entretelones del episodio de Monterrey, "trasnochado y abyecto Judas". La referencia textual a Uruguay en esta última declaración es la siguiente:
"El miércoles 10 de abril, el trasnochado y abyecto Judas que preside el Uruguay, asumiendo el inglorioso papel de lacayo que venía desempeñando la República Checa, presentó ante la Comisión de Derechos Humanos el engendro contra Cuba, concebido y fraguado con Washington por el canciller Castañeda.
Hay algo más. Eso no impedirá que nuestras vacunas lleguen, porque estando próxima ya la necesidad de un nuevo lote, el mismo día en que aquel infame proyecto fue presentado contra Cuba en Ginebra por el gobierno uruguayo, a las tres de la tarde salía de La Habana un avión cubano hacia Uruguay con 200 mil dosis donadas por Cuba. Nosotros estábamos realmente tan indignados cuando apareció el primer brote y se supo la historia de lo que había ocurrido, cuando pudo prevenirse. Le dijimos al pueblo uruguayo que estábamos dispuestos a donarle las vacunas. Necesitaban en ese momento, a finales de diciembre pasado, 71 mil dosis. Algo más:
de nuestra reserva de vacunas, el total de ellas las sacamos y las enviamos allí. De esto hace apenas 15 semanas, cuando surgió un brote por un pueblo del Interior. Hace poco se desató el brote en la capital. Enviamos de inmediato 200 mil dosis el 7 de abril, ya producidas con anterioridad. Asumimos incluso los gastos de transporte.
Después han surgido discusiones, porque quieren negar que se trate de una donación y se empeñan de todas formas en descontarlo de una vieja deuda. Sí, tenemos una vieja deuda, no es muy grande, ni algo que en la actualidad nosotros no podamos enfrentar, en más o menos tiempo. Ese impago se produce cuando surge el período especial, después de que se derrumba el campo socialista y la urss y cuando el gobierno de Estados Unidos, aliado, o más bien amo del gobierno uruguayo, acentúa y recrudece su bloqueo. Once millones de cubanos son testigos de lo que significó eso.
Hemos dicho que estamos dispuestos a discutir dicha deuda cuando quieran; pero que no deseamos, y nadie nos puede imponer, que tal donación no es una donación, sino un pago de deuda. Jamás pagaríamos ninguna deuda con nuestra reserva de vacunas, mientras reponíamos las mismas.
No es un invento. Hay una tradición que el mundo conoce de nuestro país y de nuestra política. No andamos con mentiras ni demagogias de ninguna clase, y nos negamos con todo derecho a que se ultraje nuestra donación. Realmente, una miseria humana. Y digo que si rompen las relaciones, llegarán puntualmente las vacunas restantes, tal vez 800 mil dosis, excepto que no quieran que el avión aterrice allí, porque a las doce de la noche del 21 al 22 de abril, horas después de la puñalada de Ginebra, llegaron a Montevideo las 200 mil dosis del tercer lote de vacunas y estarán listas todas las demás".
Los adjetivos personales contenidos en esta exposición fueron los que provocaron la determinación de Batlle de romper relaciones diplomáticas con Cuba, aunque el presidente explicó que "no hay nada personal".
En La Habana, enterado de la decisión uruguaya en medio de un programa de televisión, Castro tuvo una última reflexión: "No admito que se diga que yo he ofendido al pueblo de Uruguay. Siempre usan el mismo truco, dicen que es una ofensa al país como si ellos fueran el país. En realidad estas personas son el antipaís. Este individuo (Jorge Batlle) es un mentiroso de los grandes. Es un individuo lleno de complejos".
Derechos y humanos
Más o menos textual: rodeado de periodistas, en plena calle, el embajador cubano en Uruguay, Joaquín Álvarez Portela, dijo no saber cuándo podrían restablecerse las relaciones diplomáticas entre ambos países, pero analizó las palabras del presidente Batlle, para quien las relaciones "volverán el día en que haya libertades democráticas en Cuba". La reflexión de Álvarez Portela fue: "Aquí hay un gazapo. Cuba hoy es libre, es libre desde hace 43 años, y seguirá siendo libre. Entonces me cuestiono cuándo será ese día. Quizás el día (del restablecimiento de relaciones) sea cuando él (Jorge Batlle) termine su mandato".
El embajador explicó que había solicitado a las autoridades uruguayas un reforzamiento de la guardia de seguridad para todo el personal diplomático. "¿A qué le teme?", preguntó un periodista. "No le temo a nada. Como ustedes saben Cuba es un pueblo de combatientes. Pero también saben ustedes que aquí, en las calles, pululan torturadores y asesinos que están libres y que hace años cometieron graves crímenes contra el pueblo uruguayo." Una periodista no se contuvo e hizo eso que horroriza a ciertos comunicadores, opinó comentando: "¿Por qué mezcla las cosas?". Y Álvarez Portela, mirando por encima de sus lentes, preguntó a su vez: "¿A qué tú le llamas mezclar?".
La periodista había olvidado que, en apariencia, todo el incidente que culmina con el rompimiento de relaciones diplomáticas se originó en la propuesta del presidente Batlle de monitorear en Cuba la cuestión de los derechos humanos. Y si de derechos humanos se trata - que no se trata de eso, es una simple excusa para hacer un mandado en un episodio remanente de la Guerra Fría- una comisión de monitoreo tendría en Uruguay un trabajo extenuante.