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Latinoamérica

9 de mayo del 2002

Explicaciones sobre el drama uruguayo

¿Por qué tantos desaciertos?
Carlos Santiago
Servicio Informativo "alai-amlatina"

"El déficit fiscal no es de izquierda o de derecha" afirmó alguna vez el doctor Tabaré Vázquez. Ese concepto, por supuesto, no es nuevo. Solamente es el resultado del sentido común, de una lógica a prueba de las elementales diatribas interesadas como las que lanzan, continuamente, algunos políticos que tratan de erosionar el irresistible empuje del Frente Amplio - Encuentro Progresista, hacia la obtención del gobierno nacional.
Pero, ¿cómo definir las últimas medidas que proyecta el gobierno? ¿De derecha o izquierda? Sin ánimo de internarnos en definiciones histórico filosóficas que caracterizan los extremos, y por saber que sectores en este sufrido país son motejados como de izquierda o de derecha, creemos que las medidas pro cíclicas que se siguen reiterando, van más allá de esas definiciones, para convertirse en antinacionales, además de ser desubicadas y torpes.
¿Por qué afirmamos tal cosa? ¿Por qué una definición tan dura y definitiva, sobre el nuevo intento de universalización del IVA en dos franjas y la insistencia de aplicar el impuesto a frutas, verduras y flores? Es que ha corrido demasiada agua bajo los puentes y cuando estamos en el cuatro año de crisis, abonada con una constante recesión que ni siquiera se estabiliza, el gobierno continúa adelante con su irracional receta que sigue empobreciendo a los posibles integrantes de la izquierda (asalariados, pequeños productores e industriales, clases medias, etc.), pero también a los que siempre se han caracterizado como integrantes de la derecha (grandes productores agropecuarios, industriales, sectores de altos funcionarios tanto de la actividad privada como pública, etc.)
En más de una ocasión desde la presente columna hemos sostenido, contrariando la visión del gobierno y de algunos economistas caracterizados por sus dichos cortoplacistas y cambiantes, que el camino seguido en forma obstinada por el equipo económico y el presidente Jorge Batlle, indefectiblemente llevarán al país a una situación de debacle generalizado, el que ya están viviendo crecientes sectores de población que están cayendo en la más dura marginación que se ha vivido en el país.
Hace muchos meses sostuvimos que por el camino de la pobreza se llega al default, desgraciada conclusión a la que nos llevaba esta política que, en una dramática y sucesiva progresión, solo atina a aplicar nuevos ajustes, todos ellos recesivos, dirigidos a aumentar la presión impositiva sobre sectores exhaustos o que ya habían caído en cesación del pagos, haciendo funcionar el país en base al creciente endeudamiento.
¿Es posible que alguien en su sano juicio pueda pensar que el sistema mutual uruguayo pueda absorber el pago del IVA y, además, recibir el impacto de la reducción de la afiliación de miles de familiares de funcionarios públicos que deberán recurrir, en muchos casos, a asistencia alternativa ya que se han decretado limitaciones estrictas a este beneficio?. Tampoco parece de recibo que alguien pueda sostener que los medios de prensa, que también subsisten en medio de una crisis aguda, puedan resistir una nueva imposición fuera de toda lógica económica.
En los tres años de vigencia del gobierno del doctor Jorge Batlle, no se intentó una sola medida destinada a tratar de sacar a la economía de su postración, agobiada por el creciente déficit fiscal, por el atraso cambiario y hoy, por la destrucción del aparato productivo del país que en el mejor de los casos se encuentra maltrecho, pese a que en otros casos más dramáticos ya ha caducado en su actividad. Allí están los desocupados que lo prueban. Y, lamentablemente no se intenta otra cosa.
Pero ha aparecido un nuevo perfil que también debemos tener en cuenta. Mientras el país sigue adelante con la receta recesiva y es aplaudido por el FMI, las consultoras que califican la economía siguen modificando negativamente la calificación sobre la economía uruguaya. Ahora es Moody's que rebajó su nota de la deuda soberana de Uruguay dudando - al igual que nosotros - sobre la capacidad del gobierno para mejorar las deterioradas cuentas fiscales. Se sumó con ello a las consultoras Standard & Poor's y Fitch Ibea que habían adoptado posiciones similares entre los meses de febrero y marzo.
Moody's sostiene que Uruguay asiste al "debilitamiento de los fundamentos económicos" y ello, pese al apoyo del FMI, del discutido "blindaje" financiero, con el que no se han podido reducir las expectativas de los ahorristas que siguen desconfiando del sistema financiero, participando de una "corrida" que sigue siendo importante y que puede llevar a otro estadío de la crisis.
Entonces, ¿por qué esa obstinación de seguir adelante con la demencial política de sumar más medidas recesivas en un país de la recesión? ¿Se busca un estallido social que, de seguir profundizándose la crisis, ocurrirá? ¿Por qué ese absurdo de intentar exprimir a la población con más medidas que no resisten la más mínima lógica, económicamente absurdas y destinadas a ahondar la crisis? ¿Es posible que el equipo económico crea que los afiliados a las mutualistas están en condiciones de financiar los servicios de salud pagando cuotas mayores? ¿Qué el sistema mutual, que ya tiene 500 millones de dólares de déficit, en una virtual cesación de pagos, está en condiciones de afrontar la nueva imposición? ¿Es posible que se intente la irracionalidad de que los deudores del BHU, en una reforma que se avecina, paguen por las deficiencias de una entidad mal administrada, que ha funcionado condicionada a la peor politiquería uruguaya y que hoy se encuentra en una crisis casi terminal?
Todos esos intentos no resisten, obviamente, ningún análisis que haga jugar la lógica económica. En este país la capacidad contributiva está al máximo y, es sabido además, que el resultado de la mayor presión será una mayor evasión. Nadie puede afrontar obligaciones mayores a su capacidad para producir ingresos, que además están en retroceso desde el punto de vista real.
¿Por qué, entonces, tanto dislate? ¿Es que nuestros gobernantes flotan en un limbo sin advertir que el modelo que siguen aplicando ha caducado? ¿No será que la respuesta está más allá del modelo y se inserte en las contradicciones del propio sistema capitalista?
Un sistema perverso que sanciona con rudeza a quien pretenda salirse de su versión del mundo, que mientras impulsa políticas dañinas a través del FMI y del Banco Mundial, reciben las calificaciones negativas de las consultoras en que se basan los inversores para colocar sus dineros excedentarios.
Allí una primera contradicción. Luego está el ejemplo argentino, que muestra como el FMI, en un país que ya cayó en un abismo insondable, sigue con la misma receta, de extender aún más la pobreza, intentando el ajuste - también antieconómico - de los presupuestos de la provincias, logrando de paso que se dejen sin efecto las leyes que sancionaban los delitos económicos cometidos por los banqueros y similares actores económicos.
¿Es que hoy el sistema capitalista, volviendo a una desembozada posición imperial, le corta la mano a todo aquel que intente sacarla fuera de su ámbito? Esa puede ser la otra explicación del drama uruguayo.
Carlos Santiago: Periodista, secretario de redacción del suplemento Bitácora.