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Latinoamérica

28 de mayo del 2002

Ante los cierres y despidos

¿Defensa de la industria nacional" o control obrero?
Facundo Aguirre y Cecilia Feijoo
LVO 98
Frente al cierre de empresas y a los despidos hay dos caminos posibles para los trabajadores. Por un lado una incipiente tendencia a la reapertura de los establecimientos por los propios obreros. Página /12 (24/02/02) toma cuenta de ello: En los últimos años se acumularon casos: el ingenio La Esperanza, en Jujuy; la fábrica de cerámicas Zanon, en Neuquén; la de tractores Zanello, en Córdoba; el frigorífico Yaguané, en La Matanza, son los más conocidos. Son firmas que tras una quiebra o abandono de los dueños, son reabiertas o mantenidas en funcionamiento por parte del personal. En casi todos los casos, acompañado por fuertes conflictos con cortes de ruta, manifestaciones, peleas judiciales y una reacción que rebasa las conducciones de los sindicatos tradicionales. Brukman es uno de ellos. Casi todas estas experiencias han decantado en cooperativas, salvo Zanon y Brukman cuyo planteo es el de la estatización y puesta en marcha bajo control obrero.
En el otro extremo a lo que indican estas dos experiencias y frente a la crisis del discurso de alianza con la producción de Duhalde, un ala de la burocracia sindical, predica como salida un programa de unidad con las patronales en defensa de la industria nacional que, con matices, plantean desde la exigencia de subsidios para la gran industria del acero hasta una política de créditos blandos para la mediana industria y pequeños talleres. Esta política es impulsada por la oposición a Lorenzo Miguel en la UOM, y se encuentra encabezada por Brunelli de San Nicolás, Piccinini (ARI-CTA) y Paulon de Villa Constitución, Gdansky de La Matanza, Almada de Córdoba y el Barba Gutiérrez (ex Polo Social) de Quilmes. Alineado con esta política, de sembrar ilusiones en la comunidad de intereses obrero-patronales, se encuentra, lamentablemente, la CCC y el PCR que en su prensa la considera un gran paso de avance (13/03/02)
El frente en defensa de la industria nacional
Como sostiene Alberto Piccinini en su valoración sobre la Marcha del Acero, realizada por este frente: Nos hemos juntado la gente de la producción, los desocupados, los comerciantes y pequeños empresarios. La confluencia está indicando el camino que debemos recorrer los argentinos, el de la unidad nacional, pero en serio. Según Piccinini están planteadas de forma urgente ...algunas medidas de protección a la industria nacional, como la implementación de créditos blandos. Tenemos que cambiar este modelo económico en cuanto a distribución de los recursos. Es necesario un shock distributivo, que se podría implementar a través del seguro de empleo y formación a los jefes y jefas de familia. (Página/12. 08/03). El hecho que este frente sea encabezado por Naldo Brunelli es un indicador de que al sector patronal al cual se refieren como beneficiario de créditos y subsidios es ni más ni menos que la patronal de Techint. La misma que con la pesificación y la devaluación se ha visto favorecido en la licuación de sus deudas con la friolera de 412 millones de dólares. Otra de las patronales agraciadas a costillas de los ahorristas, es la de Acindar, que vio reducir el monto de su deuda en un poco más de 200 millones de pesos. Esto sin contar que con la devaluación lograron imponer una nada envidiable depreciación salarial. Esto, lejos de crear nuevas fuentes de trabajo o poner un freno a las suspensiones y a los despidos, sólo ha aumentado la voracidad patronal.
Ocupaciones y control obrero
Por el contrario las ocupaciones de las fábricas Brukman y Zanon muestran cómo luchar en defensa de la fuente de trabajo y por la producción, prefigurando nuevas relaciones sociales que van acompañando las tendencias a la autodeterminación desarrolladas a partir de las jornadas del 19 y 20 de diciembre. La consigna de control obrero, levantada por los trabajadores de estas empresas, es la mejor respuesta frente a la bancarrota de los capitalistas y su fracaso en el manejo de los asuntos de las empresas y la economía en general. A su vez es la forma que tienen los trabajadores de defender su existencia como fuerza productiva al afirmar el derecho a poseer su fuente de trabajo más allá de toda consideración en torno a la ganancia. Constituye una oposición contundente a la racionalización económica impuesta por el capital, que implica, en el caso argentino, desindustrialización, concentración monopólica, rebaja salarial y desocupación masiva.
La política del control obrero surge hoy porque la crisis capitalista coloca a los trabajadores ante el abismo del hambre y el paro forzoso, colocándolos frente a la disyuntiva de tomar las fábricas en sus manos y poner la producción en marcha o a engrosar el enorme ejército de desocupados. Esta es la experiencia práctica de control obrero que estamos presenciando hoy día.
Frente a la amenaza del cierre, las suspensiones y los despidos se plantea la exigencia de la apertura de los libros contables, lo que significa la abolición del secreto comercial y la publicidad de los negociados patronales, y el control obrero, la reacción patronal siempre será negativa y va a buscar amedrentar y coaccionar a los obreros y empleados. Por eso la respuesta de los trabajadores debe pasar por la huelga con ocupación, como forma de despojar a la patronal del control de los establecimientos e impedir un virtual vaciamiento.
Control obrero y cooperativismo
Aunque parta de la lucha por la subsistencia, la experiencia del control y la gestión obrera de la producción ponen en cuestión el problema de la propiedad privada. La misma se constituye históricamente bajo el capitalismo como una expropiación del producto social. La recuperación del mando de la empresa por parte de los trabajadores es una forma de dar por finalizada, a un nivel localizado, esta usurpación. Sin embargo, al ser una experiencia restringida y al no generalizarse al conjunto de la industria y los servicios esta siempre presente la amenaza de perder esta posición conquistada. En este sentido el planteo de Zanon y Brukman sobre la estatización es un salto en relación a las experiencias de las otras ocupaciones que organizaron cooperativas.
Debemos señalar que el hecho de que sean los trabajadores los que se hagan cargo de la producción y dirección de la empresa muestra la enorme capacidad potencial de la clase obrera para manejar la economía y la inutilidad y el parasitismo social de la patronal y la burocracia empresarial (gerentes, capataces, jefes de sección, etc). Así como pone al desnudo el carácter innecesario y retrógrado de la propiedad privada para la organización de la producción.
Sin embargo, la gestión obrera de las empresas se enfrenta a las leyes de la competencia capitalista. Esto obliga a los trabajadores de las empresas recuperadas a profundizar el camino de la lucha y la organización exigiendo la estatización de la firma y la expropiación de toda la rama o a seguir el camino de las cooperativas. Esto último implica trasladar dentro de la unidad productiva la lógica de la explotación del trabajo para obtener mayor competitividad en la búsqueda de rentabilidad. Un ejemplo de esto es el que describe el ex obrero y actual directivo Carlos Gutierrez de Polimex, que es una empresa que se ha formado como cooperativa, desarrollando los problemas del proceso de cooperativización: ...conseguimos el traspaso de las acciones a cambio de la indemnización...Hicimos un ofrecimiento a los acreedores mayoritarios y se decidió pedir un año y medio de gracia, para después pagar la deuda en 6 u 8 años... Teníamos contratos para hacer sólo dos tipos de bisagra, con eso teníamos 120 mil pesos y nos quedaba para pagar los sueldos y la convocatoria. Después se cayó mucho más el mercado y estamos con problemas, aunque esperanzados en que el sector se reactive... Los sueldos se redujeron. En las buenas ganábamos de 1500 pesos para arriba y hoy estamos en 300, 400 pesos. Peor es quedarse sin fábrica . Otro ejemplo es el caso de la fabrica de tractores Zanello en Córdoba donde los trabajadores debieron aceptar la formación de una sociedad anónima junto a personal jerárquico y los concesionarios con el 33 % de las acciones, lo que los obliga a trabajar con una mínima cantidad de sus ex empleados y en condiciones que les permita buscar una alta rentabilidad para cumplir con sus compromisos (Página /12. 24/02/02).
Por el contrario el planteo de estatización de las fábricas recuperadas intenta resguardar a los trabajadores de la crisis y plantear la lucha contra la competencia capitalista, sustituyéndola por la cooperación, la solidaridad y la planificación de la producción de acuerdo a las necesidades de la sociedad y no por la sed de ganancias características de la organización capitalista. De esta forma el control obrero se convierte en una escuela de planificación socialista, al organizar y pensar la producción en base a parámetros de utilidad social, de integración del trabajo manual e intelectual (es decir el obrero no sólo participa de la producción sino que discute su planificación y su finalidad) y con ritmos de producción destinados a recuperar el tiempo libre en provecho de los trabajadores. Un ejemplo en pequeña escala de esto es el de los trabajadores de Zanon que impulsan junto a los desocupados un plan de obras públicas, haciendo concreto la forma de realizar la consigna "trabajo para todos" o de los trabajadores de Brukman que se plantean producir indumentaria para los hospitales públicos.
Nuevas organizaciones y dirigentes
El planteamiento del control obrero junto a la ocupación de empresas enfrenta inmediatamente a los trabajadores contra el intento de desalojo y represión por parte de la policía, que actúa tarde o temprano como brazo armado del estado burgués, en defensa de la propiedad privada. Y plantea inevitablemente la defensa de la posición conquistada. Por lo tanto la lucha por el control obrero se sitúa en oposición al conjunto del régimen político y social capitalista y como una lucha política contra el estado.
La dirección de las organizaciones obreras por parte de la burocracia sindical es un impedimento para llevar esta lucha adelante. Es condición para el desarrollo de esta política que los trabajadores hayan recuperado sus sindicatos y comisiones internas del control de la burocracia, o lo hagan en el transcurso de la lucha instaurando un funcionamiento mediante asambleas y delegados revocables, como organizaciones de democracia directa. Tal es el caso del SOECN neuquino (Zanon) y la comisión interna de Brukman. El desarrollo de organizaciones obreras independientes, mediante la recuperación de las comisiones internas y los sindicatos locales, es la condición para generalizar esta experiencia al conjunto del movimiento obrero. El planteamiento audaz de esta política potenciaría el desarrollo de un doble poder de hecho en las empresas y apuntaría en caso de coordinarse a constituirse como un doble poder social, hermanado a las tendencias a la acción y la democracia directa que hoy anidan en los piquetes y asambleas vecinales y aglutinándolos, para empezar a forjar un auténtico contra-poder obrero y popular.
15/3/02