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Latinoamérica

5 de mayo del 2002

Los contenidos geoestratégicos del Plan Colombia

Manuel Salgado Tamayo
Altercom
Heinz Dieterich sostiene que el Plan Colombia busca consolidar la hegemonía de los Estados Unidos en el nuevo orden mundial. Esa hegemonía no significa el mundo unipolar con el que sueñan los neoimperialistas y sus epígonos.
Al despuntar el nuevo milenio en el tablero mundial hay dos fuerzas contendientes que se disputan la supremacía: Una, los Estados Unidos de América; dos, la Unión Europea. Por ahora, el Japón que era el tercer competidor se ha quedado rezagado, como consecuencia de la crisis que soporta desde l992, a la que se sumó la Asiática desde 1997, que afectó el poderío del Asia.
Creo con Kissinger que: "En el mundo posterior a la Guerra Fría, los Estados Unidos son la única superpotencia que queda con la capacidad de intervenir en cualquier parte del mundo. Y sin embargo, el poder se ha vuelto más difuso y han disminuido las cuestiones a las que pueda aplicarse la fuerza militar". En ese sentido, "los Estados Unidos, aunque superpotencia militar, ya no pueden imponer su voluntad porque ni su fuerza ni su ideología se prestan a las ambiciones imperiales".[1]
En esas condiciones, una guerra abierta contra las fuerzas insurgentes en Colombia tiene el mismo límite que, en su momento, impuso el pueblo vietnamita: la posibilidad de la derrota de los agresores.
Sin embargo, el éxito relativo de las guerras de baja intensidad en América Central en los años 80, así como las victorias fáciles en la Guerra del Golfo, en Granada y Panamá y los ocho años consecutivos de expansión sostenida de la economía norteamericana, pudieron haber llevado al ex presidente Bill Clinton a la ilusión de que estaban en su momento de gloria y que podían implementar una guerra relámpago contra Colombia, pretextando el problema de las drogas.
Pero el panorama económico en los Estados Unidos se ha modificado: El crecimiento ha caído y los riesgos de una recesión son evidentes. Explicando este fenómeno el economista cubano Osvaldo Martínez ha recordado: "El crecimiento norteamericano ha tenido como motor una orgiástica explosión de consumo, y este, a su vez, ha tenido una gasolina muy peligrosa: el endeudamiento desmedido de las personas y las empresas que, confiadas en los altos rendimientos de los títulos bursátiles, han pedido préstamos teniendo como garantía la especulación con los títulos de valor que poseen. Y los bancos, confiados igualmente, han otorgado créditos dispendiosamente, aceptando como aval esos títulos...Es decir, se ha estado dando préstamo creyendo que la euforia bursátil va a continuar"
Agregando que la compra de acciones en los Estados Unidos representa hoy una y media veces más el ingreso disponible en los hogares, todo esto en un país que tiene una tasa de ahorro negativo.[2] El problema se agrava porque, en la actualidad, no hay una crisis asiática, rusa o brasileña que alivie el peso de los problemas norteamericanos.
La guerra estratégica contra Colombia puede ser un mecanismo para reactivar la economía de los Estados Unidos, pero esa palanca es deleznable, pues bien podría ocurrir, nuevamente, lo que ya pasó en Viet Nam que, en lugar de tabla de salvación, fue un peligroso pantano en el se fue hundiendo progresivamente el Imperio, como lo ha recordado hace poco, a modo de advertencia, Henry Kissinger. El ex Secretario de Estado del gobierno de Richard Nixon y verdadera eminencia gris de la política exterior norteamericana, al formular duras críticas al Plan Colombia que, en su opinión, "no solucionará el problema de la droga sino que simplemente lo hará migrar hacia otros países". Ha vaticinado: "No podemos simplemente comenzar algo y luego no tener una pista de qué hacer si no funciona". Recordando: "ASI NOS METIMOS EN EL SURESTE ASIÁTICO". [3]
Las voces críticas contra el Plan Colombia, que se han multiplicado tanto en América Latina, en Europa y en los propios Estados Unidos de América, difícilmente harán cambiar el rumbo trazado, sobre todo ahora que en la Casa Blanca se ha instalado de nuevo un grupo guerrerista extremo, aupado en el poder por el fraude electoral, con muy poca legitimidad frente a los pocos electores que acuden a las urnas en la frágil democracia de los Estados Unidos,[4] pero muy implicados en la defensa de grandes y oscuros intereses económicos.
Ahora que desapareció el "imperio del mal", como llamaba Reagan a la URSS, la lucha contra el narcotráfico, la defensa de los derechos humanos y la expansión de las democracias de mercado sirven de cortina de humo para impulsar un orden mundial que, por primera vez en la historia del capitalismo "tiene a la población mundial cogida por el pescuezo".
Ese orden o desorden mundial es la globalización neoliberal. Con su filosofía del postmodernismo, que plantea la muerte de la razón y el humanismo, la imposición total del capital sobre el trabajo, el libre mercado para el sur y el proteccionismo para el norte, la liberalización financiera que les permita saquear los ahorros de los pobres. Los poderosos han construido al fin un mundo en el que rigen sus consignas: "Todo para nosotros, nada para los demás". "Enriquécete y piensa sólo en ti".
En ese orden mundial, que profesa el culto a la opulencia, el creciente poderío económico de las drogas ilegales no admite un combate frontal para lograr su destrucción, pues un negocio que mueve sobre los 400 mil millones de dólares anuales es demasiado importante como para que los abanderados del poder mundial puedan liquidarlo.
Por eso la guerra contra las drogas es un mar de absurdos y contradicciones. Se transforma en enemigos frontales a los campesinos que cultivan las plantas precursoras y se llena las cárceles con gente desesperada por la desocupación y la pobreza, que humilla el templo de su cuerpo, para transformarse en "mulas" que, al riesgo de sus vidas transportan drogas heroicas, pero las empresas químicas norteamericanas que producen más del 90 % de los precursores necesarios para el procesamiento de la coca no tienen problemas y en las cárceles no están sino en mínima proporción los banqueros que amasan las grandes fortunas del negocio en los mercados de consumo.
De la Contención al comunismo hemos pasado a la Ampliación del capitalismo, pero en su versión más cruel y salvaje. Los argumentos éticos y morales que esgrimen sus voceros no tienen, ni necesitan, coherencia ni consecuencia en el impulso primario de su cruzada.
Los Estados Unidos se pretenden el campeón de los derechos humanos, pero sus fuerzas militares y aparatos de inteligencia han emulado con creces con los peores crímenes de los nazis. Los Estados Unidos instauraron las humillantes "certificaciones" para castigar a los Estados nacionales que no hacen lo suficiente en el combate a las drogas, pero sus muchachos de la CIA han construido paraísos de corrupción en el mundo entero.
Los Estados Unidos enfrentan un problema interno grave, si nos atenemos a sus estadísticas, por el número de ciudadanos que constan como consumidores permanentes y/o ocasionales de drogas heroicas. Ser el mayor mercado mundial para la comercialización y el consumo de drogas heroicas comporta una situación ética compleja y delicada. Por ello, su mejor contribución a la superación de este problema debería ser saldar cuentas con sus mafias internas que degradan a la juventud y el pueblo norteamericano. Si esto no se hace es porque existe una doble moral y un discurso dual detrás del supuesto combate al narcotráfico sobre el que se levanta el Plan Colombia.
Ello nos lleva a pensar que el Plan Colombia y la Iniciativa Andina no son otra cosa que elementos de una proyección geopolítica y geoestratégica que busca afirmar el dominio indiscutido de los Estados Unidos en el continente americano. Las grandes metas de esa determinación, por la que viene luchando Estados Unidos desde la doctrina Monroe de 1823, serían:
Primero, desactivar el triangulo radical, como lo llama James Petras, o de Bolívar, como lo denomina Heinz Dieterich, que se ha formado en el noroeste de América del Sur, y que esta formado por la Venezuela del Coronel Hugo Chávez, por la Colombia insurgente de las FARC y el ELN, por el Ecuador de los indios rebeldes y los militares progresistas y por el Panamá sin Bases Militares norteamericanas y sin Escuela de las Américas, en el que se niega a morir el espíritu del General Omar Torrijos. Esta es una matriz geopolítica que se estremece, desde las aspiraciones más profundas de nuestros pueblos, y encuentra "oídos receptivos" en otros pueblos de América Latina. El ejemplo del triángulo bolivariano es preocupante para los círculos de poder norteamericanos, por múltiples razones:
a) La Venezuela bolivariana es, por un lado, el más importante proveedor de petróleo para los Estados Unidos en el Continente, pero la política implementada por su Presidente, el Coronel Hugo Chávez, le ha transformado en una piedra en el zapato en el proyecto anunciado del poderoso Imperio del norte de extender, con el Mercado Común de las Américas, su zona exclusiva de dominio desde Alaska hasta la Patagonia.
Estorba su política de no alineamiento e independencia que le ha llevado a dos gestos que son toda una enciclopedia de dignidad: la venta de petróleo a Cuba, en condiciones mutuamente ventajosas para los dos pueblos y el acercamiento diplomático a Irak. Pero hay algo más, Venezuela ha decidido ayudar en la recomposición del mayor sindicato de países productores de petróleo, la OPEP, dotándole de iniciativas que le permitan mantener su unidad e impulsar una política que impida la caída de los precios de los hidrocarburos. En reconocimiento a esta gestión, un venezolano, Alí Rodríguez, ha sido elegido como su Presidente.
b) El movimiento insurgente colombiano, bajo las banderas de las FARC y el ELN, tienen cuatro décadas de experiencia, lo que bajo sus específicas condiciones de desarrollo entraña que son las únicas organizaciones guerrilleras del mundo que han sobrevivido al fin de la guerra fría; que no se desmoralizaron por la debacle del comunismo de Estado en Europa Oriental y la URSS; que no se dejaron sorprender ni cautivar por la ofensiva ideológica del capitalismo; que demostraron así, que no eran expresiones ni dependencias consulares del comunismo internacional, que sus comandantes y combatientes respondían a las necesidades internas de una larga lucha de liberación del pueblo colombiano; que sus líderes no eran intelectuales medios o profesionales en busca de oportunidades de inserción en el sistema, sino, en la mayoría de los casos, rudos campesinos a los que la Universidad de la vida y de la lucha había transformado en sabios forjados en la enormidad de una geografía desafiante y que, por lo mismo, lo primero que habían aprendido es a pensar y actuar con cabeza propia, a resolver por si mismos los dilemas de la supervivencia; a reinventar, de acuerdo a sus particularidades, las leyes de la guerra irregular y regular, transformándose en maestros de la misma.
Esos experimentados Comandantes, secundados por una juventud heroica y maravillosa, han decidido emular el ejemplo del Libertador Simón Bolívar haciendo una contribución decisiva a la libertad e independencia de nuestros pueblos: Sustraer a la enorme Colombia, con su millón ciento sesenta mil kilómetros cuadrados de territorio, situados estratégicamente entre los Océanos Pacífico y Atlántico, con sus abundantes recursos naturales y con un pueblo de más de 40 millones de habitantes, dotado de una de las diversidades culturales más ricas del mundo, sacarlo de la dominación imperialista y oligárquica, que lo ha sumido en la violencia y el narcotráfico, para transformarlo en un Estado nacional de hombres y mujeres libres, trabajadores, cultos, dueños de su destino.
c) En el Ecuador, el movimiento indígena, los militares progresistas, los movimientos sociales y sindicales, así como los segmentos de la izquierda tradicional que han tenido el valor de la persistencia, son expresión de una lucha difícil y compleja que busca enfrentar y resolver los efectos acumulados de dos décadas de políticas de ajuste estructural, del enorme desangre causado por el servicio de la deuda externa, factores a los que hay que sumar, en los años recientes, los efectos combinados del fenómeno del niño, de la crisis asiática y de una ola de corrupción, sin precedentes, desatada por la minoritaria élite bancaria y financiera, que apuesta a la subordinación total a los dictados imperiales y al colonialismo. A ese proceso económico que ha llevado a un empobrecimiento masivo y a la búsqueda de alternativas de sobrevivencia en una diáspora dolorosa y enorme, hay que agregar además las maniobras arteras de los gobiernos de Jamil Mahuad y Gustavo Noboa que, en el ámbito internacional, nos llevaron a una paz sin dignidad con el Perú, en la que se perdieron más de l5.000 km2 de territorio, a la ignominiosa entrega de la Base de Manta a los Estados Unidos de América por un período de 10 años y a la renuncia a la soberanía monetaria, el segundo asesinato de Sucre, y la dolarización que nos pone al mismo nivel de pequeños territorios coloniales que, al decir de Alberto Acosta, aparecen como caca de mosco en el mapamundi.
SEGUNDO. Los gobernantes norteamericanos empiezan a ver como el tablero democrático que habían construido trabajosamente para imponer la globalización neoliberal se fisura y deshace:
a. En el Perú, donde la dictadura militar siamesa - ¿ o japonesa? - de Fujimori y Montesinos ha culminado en una farsa terrible para sus progenitores. Hoy todo el mundo sabe que el poder lo tenía el agente de la CIA y Jefe de la inteligencia peruana Vladimiro Montesinos y que Alberto Fujimori no era otra cosa que la fachada civil para bailar tecno cumbia en los escenarios del populismo, mientras ambos robaban a manos llenas los recursos de las privatizaciones y coparticipaban en la empresa sucia del narcotráfico y la venta de armas. Todo ello mientras desataban la guerra contra Sendero Luminoso y el Movimiento Revolucionario Tupác Amaru, acusándoles de las mismos vicios que ellos practicaban. Es difícil no reconocer que entre los discípulos predilectos de la democracia made in USA hay individuos a los que envidiarían los nazis por su nivel de cinismo.
b. En Bolivia que, bajo el gobierno de Gonzalo Sánchez de Losada, se pretendió venderla como ejemplo de una modernización neoliberal exitosa, no sólo ha hecho metástasis la salud del viejo y asesino dictador Hugo Banzer, sino que la reactivación del movimiento campesino e indígena ha demostrado que la destrucción manual de los milenarios cultivos de hoja de coca le dejaron a un enorme segmento de la población más pobre sin una alternativa mínima de sobrevivencia. Y el pueblo boliviano tiene una larga experiencia de lucha acumulada que, a no dudarlo, le permitirá dar con ventaja esta nueva batalla. Los meses de junio y julio del año 2001 han presentado la imagen de una Bolivia paralizada por la movilización de cientos de miles de campesinos que han interrumpido las carreteras con piedras exigiendo la derogatoria de la Ley antidrogas l008, que penaliza el milenario cultivo de la coca, la sustitución de una absurda Ley de Reforma Agraria por otra favorezca el desarrollo rural, el cambio de la política de libre mercado, vigente desde 1985, que ha arruinado la producción nacional, entre otras demandas.
c. En Brasil, pese a que Fernando Enrique Cardoso es un practicante de las políticas económicas neoliberales, hay que reconocerle que pertenece a la única clase dominante de América Latina que parece disponer de un proyecto de desarrollo nacional y regional, lo que entraña un distanciamiento, aunque sea temporal, con el Imperio. El busca consolidar el MERCOSUR y junto con la Comunidad Andina de Naciones, la CAN, unir a Sudamérica para negociar de manera conjunta la participación en la Zona de Libre Comercio de las Américas. Esto lo sabe Chávez, el Presidente de Venezuela, que apoya la idea sin reversas. Brasil ha condicionado su ingreso al ALCA a que los Estados Unidos eliminen las barreras no tarifarias, como la declaración unilateral de dumping, las cuotas de importación. Es decir, Brasil exige que Estados Unidos se abra a un libre comercio real con las demás economías de América Latina, de lo contrario Brasil no entrará al ALCA, cosa grave si tomamos en cuenta que Brasil con sus 8 millones 500 mil kilómetros cuadrados de territorio y sus 160 millones de habitantes representan casi la mitad de América Latina.
En el Brasil, además, existen fuerzas políticas muy importantes que inciden en el presente y que podrían gravitar mucho más en el futuro: en primer lugar, el poderoso y sabio Partido de los Trabajadores que, controla importantes gobiernos locales y que ha estado presente, por dos ocasiones, en la segunda vuelta electoral del inmenso País sudamericano. En segundo lugar, el Movimiento de los Sin Tierra que ha sacudido la conciencia histórica de ese pueblo en demanda de una reforma agraria que, en la condiciones concretas del Brasil, puede ser el factor detonante de una transformación de más amplias resonancias cuya onda expansiva podría reeditar los efectos de la Revolución agraria en México en l910.
d. La modernización neoliberal en Argentina, implementada por Carlos Menem y Domingo Carvallo, que tuvo en las privatizaciones y la convertibilidad, el supuesto ejemplo que debían seguir los demás pueblos de América Latina ha llevado a ese enorme país que, un día llegó a ser la décima economía más fuerte del mundo, a degradarse en una nación "piqueros", dice la imagen popular, de desocupados, hambrientos y pobres. En Argentina los neoliberales privatizaron hasta los cementerios y los parques, hoy no queda nada por vender. Pero el espíritu del Che Guevara y de las madres de la Plaza de Mayo por ahora resisten y aceleran la construcción de una alternativa que ponga fin al desastre propiciado por el Fondo Monetario Internacional y la mafia de Menem, Carvallo y de la Rúa, rescate las enormes riquezas potenciales que aún le restan a ese gran país y las ponga al servicio de las mayorías argentinas, hoy pisoteadas y olvidadas.
Tercero, el Plan Colombia sería la expresión de la primera guerra del siglo XXI en la que se disputan recursos naturales estratégicos. En un mundo crecientemente amenazado por la contaminación ambiental controlar la Amazonía es una fuente de poder indudable. La Amazonía tiene una extensión de 7 millones 800 mil kilómetros cuadrados de territorio, que equivalen al 44 % del territorio de América del Sur.[5] Este enorme territorio está en un 69.2 % en Brasil, un 11.1 % en Perú, un 9.9 % en Bolivia, un 3.4 % en Colombia, un 2.5 % en Venezuela, un l.9 % en Ecuador y el 2 % restante repartido entre Guyana y Surinam.[6]
En ésta región se ubica el río más caudaloso y largo del mundo: el Amazonas, en el que desembocan más de l0.000 afluentes. Los botánicos estiman que hay más de 125 mil plantas y una diversidad faunística integrada por varios millones de animales. EL BOSQUE AMAZÓNICO AYUDA A REGULAR LA TEMPERATURA DEL PLANETA CONSUMIENDO BIÓXIDO DE CARBONO Y PRODUCIENDO OXIGENO. [7] Aquí están más del 50 % de los bosques tropicales del mundo. Una quinta parte del total de agua dulce con que cuenta el planeta. En la actualidad, estudios científicos demuestran que unas 3.000 plantas resultan esenciales "para la obtención de medicamentos, pesticidas, colorantes, fibras, aceites, maderas, alimentos". [8]
Hacia el futuro la región puede desempeñar un papel clave a la luz de las nuevas potencialidades que se abren con la biotecnología y la ingeniería genética. [9] pues la región "es un centro evolutivo, que sigue formando diversidad biológica".[10] Muchos científicos advierten que, luego del auge de la industria farmacéutica tradicional, ocurrido entre los años l930 - 1970, se habría iniciado un estancamiento en la década de los 80, del que buscan salir, las grandes potencias, mediante nuevos esfuerzos en los campos de la genética y la biología molecular, en ese campo, la información genética en estado natural, sigue siendo un recurso decisivo, pues el hombre no crea genes, tan sólo los manipula.
La biodiversidad, cuyo stok está concentrado en cerca de un 60 % del total mundial en la Amazonía, se convierte en un recurso estratégico, al que hay que sumar el agua dulce, que presenta signos de agotamiento, cuyas reservas mundiales están en un 47 % en América del Sur. Tenemos entonces en la Amazonía recursos que pueden sacarnos del actual ciclo de estancamiento y/o regresión económica, pero para hacerlo debemos propiciar un cambio en la correlación de fuerzas sociales internas que entregue el manejo de nuestros Estados a coaliciones políticas latinoamericanistas y bolivarianas.[11]
Más aún, el bosque húmedo tropical Amazónico que recicla entre 6 a 7 mil millones de toneladas de agua dulce puede transformarse " en la más importante fuente mundial de proteína animal de alta calidad y de bajo costo, vía una piscicultura organizada y sustentable, con el manejo racional de las dos mil especies de peces y otros tantos crustáceos que viven allí, cuyos ciclos biológicos precisan ser mejor conocidos".
El Ecuador, aunque dispone de apenas el 2 % de la Cuenca Amazónica es "el tercer país con mayores especies de anfibios, el cuarto de aves, el quinto de monos, el sexto de plantas con flores y el sexto en mamíferos"[12] de entre los países que integran la Cuenca. Desde el punto de vista económico, nuestra región amazónica, en contraste con la pobreza extrema y generalizada de sus habitantes, guarda en su vientre el 99 % de las reservas petroleras y de gas, importantes minas de oro, plata, cobre, plomo, zinc y recursos minerales no metálicos como mármol, feldespato, arenas, gravas, fosfatos, yesos y en los minerales energéticos: uranio y carbón.
Amén de que allí se ubican más del 50 % de las reservas de bosques naturales.[13]
Cuarto, finalmente, y englobando todos éstos aspectos, el Plan Colombia busca compactar mejor el cemento de las columnas de sustentación del capital financiero: activar el negocio de las armas, acelerar la dinámica de la industria, sobre todo del sector químico, y relanzar el propio negocio de las drogas desde el interés exclusivo de las étiles del poder norteamericano.
Hasta la fecha en que se escribe este artículo la implementación del Plan sigue encontrando mútiples voces de resistencia en el mundo, así ocurrió en la Cumbre de Jefes de Estado de Brasilia en donde, pese a la insistencia de los delegados de los Estados Unidos y Colombia, en la resolución final no se apoya de modo explícito el Plan. Algo similar o peor ha ocurrido en el Cuarto Encuentro de Ministros de Defensa de las Américas, que concluyó en Manaos el jueves l9 de octubre del 2000, en el que, pese a las desesperadas gestiones del Secretario de Defensa norteamericano William Cohen y de su homólogo colombiano Luis Fernando Ramírez, para lograr el apoyo al Plan Colombia, en la resolución final los ministros de los militares insisten en la necesidad del respeto al principio de la no injerencia en los asuntos internos de los estados y no mencionan el espinoso tema. La falta de respaldo al Plan de guerra habría determinado que los Estados Unidos adviertan que "el Plan se ejecutará con o sin el apoyo de ustedes", refiriéndose a los militares. Estos gestos de dignidad e independencia deben resultar insólitos para la potencia que supone que todos deben inscribirse en su lógica colonial[14]
Entre los que resisten al Plan Colombia, porque comprenden que se trata de la punta de lanza del proyecto geoestratégico de dominación continental y mundial de los Estados Unidos, están, sin duda, los gobiernos de Venezuela, presidido por el Coronel Hugo Chávez, y Fernando Enrique Cardoso, del Brasil, que no sólo resisten abiertamente al contenido militar del Plan, sino que, adicionalmente, se han propuesto unir a Sudamérica, integrando la Comunidad Andina de Naciones y el MERCOSUR, lo que conformaría un espacio económico de más de l7 millones de kilómetros cuadrados, 341 millones de habitantes, un Producto Interno Bruto de más de l.2 billones de dólares y un potencial exportador de 134.000 millones de dólares.
En Septiembre del 2000, en Puerto Asis, 325 participantes en el Foro El Sur responde al Plan Colombia, en representación de otras tantas organizaciones sociales y políticas, señalaron que el "Plan Colombia es una estrategia encaminada a aplicar medidas represivas contra las protestas sociales, económicas y políticas, generadas por los procesos de globalización y la aplicación del modelo neoliberal".
Desde Europa, su influyente Parlamento, votó una resolución el 1 de febrero del 2001, en la que con 474 votos a favor y uno en contra, advierte que "un mayor grado de militarización de la lucha contra la droga acarrea el riesgo de una escalada del conflicto en la región", señalando que el Plan Colombia "contiene aspectos que son contrarios a las estrategias de cooperación de la Unión Europea".
En Lago Agrío, provincia de Sucumbíos, Ecuador, en Abril del 2001, representantes de diversas organizaciones de Bolivia, Brasil, Colombia, Ecuador, España, Francia, Guatemala, México, Panamá, Perú, Puerto Rico, Reino Unido, Suecia y Venezuela señalaron que "La aplicación del Plan Colombia y la Iniciativa Andina y su consecuente militarización en las zonas de frontera responden a intereses geopolíticos y económicos de los Estados Unidos."
Aunque la guerra propiamente dicha no ha empezado, en opinión de algunos expertos, los componentes militares están en tensión: el 80 % de los 1.300 millones de dólares ofrecidos por la administración norteamericana son para compra de armas y asesoramiento bélico. Más de 400 asesores norteamericanos están repartidos en unas 34 bases norteamericanas en Colombia donde se entrenan unos 12.500 soldados de fuerzas especiales, mientras llegan 80 helicópteros Huey Y Black Hawk, así como radares y otros equipos sofisticados de espionaje electrónico.
Sin embargo, la guerra norteamericana contra nuestros pueblos está en marcha, sus primeros componentes son el terrorismo de Estado, impuesto por las Autodefensas Unidas de Colombia, cuyo objetivo vital, al decir de Noam Chomsky, es imponer la cultura del miedo y el silencio. Es la vieja treta de los camisas negras o pardas, pasar de la intimidación y el terror indiscriminado, asesinando a dirigentes de la oposición y posibles colaboradores de las guerrillas, a la búsqueda abierta del poder político, como lo señaló hace tiempo la maestra universitaria colombiana Clara López Obregón.[15] Esta mecánica infernal ha traído como consecuencia el mayor desplazamiento mundial de campesinos a las ciudades en búsqueda de amparo y una brutal acumulación de tierras en manos de los jefes paramilitares.
El segundo eje de la guerra en marcha es la química. Millones de litros de glifosatos fabricados y adquiridos en los Estados Unidos, son lanzados desde aviones piloteados por norteamericanos contra miles de hectáreas de cultivos de "plagas ilegales". Sólo entre diciembre de l999 y diciembre del 2000 se fumigaron 60.000 hectáreas de cultivos de coca en Colombia. Las fotografías de satélite contratadas por Colombia y la ONU demuestran que, a pesar de ello, las zonas de cultivo se incrementaron a 162 mil hectáreas, un aumento del 60 % que evidencia el rotundo fracaso de la represión antidrogas. Pero el Glifosato, al que se le han añadido poderosos surfactantes, ha cumplido su misión, pues los efectos son la destrucción masiva de la biodiversidad amazónica, la liquidación de los cultivos agrícolas del campesinado, la muerte de sus animales domésticos y el aparecimiento de enfermedades desconocidas entre los empobrecidos y sencillos campesinos del sur de Colombia y el noreste de Ecuador.
Pese a la resistencia de sus elementos más críticos los militares de Panamá, Brasil, Perú y Ecuador siguen realizando el cordón sanitario impuesto por los poderosos jefes del Pentágono. Pero en la actual dinámica del mundo andino las armas de los militares pueden volverse contra sus promotores irresponsables. La guerra abierta sería una catástrofe económica y social. Ventajosamente nuestros pueblos y sus mejores dirigentes alternativos lo saben y por ello podemos afirmar que el último capítulo de este drama lo escribirán, con sangre y dignidad, los defensores de la independencia y la soberanía reeditando el ejemplo que nos legaron el Libertador Simón Bolívar y el Mariscal Antonio José de Sucre.
(*) M. Salgado: Ex Vicepresidente del Congreso Nacional del Ecuador, Ex Candidato a la Presidencia, Profesor de la Universidad Central.
(Fragmento de su Ensayo inédito: "EL PLAN COLOMBIA Y LA INICIATIVA ANDINA: Drogas, guerrillas y contrainsurgencia en el siglo XXI" )




NOTAS
[1] Henry Kissinger, La diplomacia, Fondo de Cultura Económica, México, Tercera Reimpresión, l996, p. 802 - 833.
[2] Eduardo Jiménez García, artículo "Desaceleración del optimismo, Períodido "Trabajadores", 25 de diciembre del 2000, La Habana, Cuba, p. 4.
[3] Intervención ante el Consejo para las Relaciones Internacionales, El Comercio de Quito, domingo 15 de febrero del 2001, C 1.
[4] Thomas Edsall, comentarista político norteamericano, señala que el sistema político de Estados Unidos no representa "los intereses de las tres quintas partes de los estratos inferiores de la sociedad". Por ello, los que no se sienten representados no concurren a las urnas. Citado por Noam Chomsky en "Cómo se reparte la tarta". Políticas USA al final del milenio. Icaria, traducción del inglés de Aina Alcover, primera edición, diciembre de 1996, p. 9.
[5] Paúl E. Little anota: " Esta cuenca hidrográfica cubre una extensión de 7'186.750 km2, o sea el 41 % del territorio de América del Sur". Ecología Política del Cuyabeno, Ediciones Abya Yala- ILDIS, Quito, l992, p. 34.
[6] ECORAE, Diagnóstico Integral de la Región Amazónica Ecuatoriana, Quito, l997, p. 17.
[7] Paúl E. Little, Ob. Cit. p.p. 33-36.
[8] ECORAE, Plan Maestro para el desarrollo de la Región Amazónica Ecuatoriana, Quito, l998, p. 13.
[9] Enrique Sierra, Ecuador: Potencial territorial, Grupo Edidac, Quito, 1997, p. 42.
[10] Anamaría Varea y otros, Marea Negra en la Amazonía, Ediciones Abya Yala, Quito, l995, p. 42.
[11] César Benjamín, Amazonía: Antes que sea tarde, Información proporcionada por ALAI, 24 de octubre del 2000.
[12] Anamaría Varea, Ob. Cit. P. 54.
[13] ECORAE, Diagnóstico Integral de la RAE, p.p. 43-44.
[14] Según el cable de la AFP, el Ministro de Defensa del Ecuador, almirante Hugo Unda Aguirre, es partidario de una solución regional al problema planteado por el narcotráfico y la guerrilla en Colombia. ¡ Al fin asoman los cuernos de la verdadera posición del Ecuador, lo dicho por el Ministro implica un apoyo total a la postura de la alianza militar norteamericana con Pastrana!.
[15] Revista Visión, 18 de septiembre de 1989, p. 12.