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Latinoamérica

CASO AMIA


El arreglo

(por el cuál se le tiró a Duhalde un fardo que era de Menem)

POR JUAN SALINAS

Se supone que la Amia fue demolida por una Trafic-bomba. Se supone que esta Trafic tenía el motor uno de cuyos pedazos apareció entre los escombros de la mutual judía (el acta del hallazgo, ya se pudo establecer, es rematadamente falsa). Se supone que ese motor se había sacado de otra Trafic que una banda de policías le habría quitado a Carlos Alberto Telleldín. Se supone que tampoco el motor originalmente era de esa Trafic, sino que Telleldín, su concubina, Ana Boragni, y un mecánico amigo, Claudio Guillermo Miguel Cotoras, lo habían extraído del vehículo original. Se supone que ese motor estaba quemado, pues esta Trafic original había sufrido un incendio originado precisamente en el motor. Y se supone que Telleldín le dio ese motor quemado a otro mecánico, Ariel Nitzcaner, para que este se lo pusiera a una Trafic que uno de sus secuaces le había robado a un disc-jockey, la misma que pronto le quitarían los policías-delincuentes.
Solamente se supone, ya que Nitzcaner niega haberle colocado a esta segunda Trafic un motor quemado. A ese motor quemado y reparado, se presume, pertenece el pedazo que pasada una semana del ataque y en circunstancias hasta ahora desconocidas apareció entre los escombros de la Amia.
Estas suposiciones constituyen la base de la acusación elevada a juicio por el juez federal Juan José Galeano y los fiscales Eamon Mullen y José Barbaccia.
Supongamos por un momento que tantas suposiciones son correctas. Lo que se sabe positivamente es que del entorno e incluso de la vida familiar de Telleldín y Ana Boragni participaba una yunta de oficiales de la policía bonaerense, Diego Barreda y Mario Bareiro. Y que fue Barreda (quien incluso disfrutaba de los favores sexuales de Ana Boragni, la mujer de Telleldín) quien lo delató ante los jefes de la Brigada de Investigaciones de Vicente López, a la que acababa de ser trasladado Bareiro.
Se supone que a instancias de Bareiro y Barreda fueron policías de esta brigada los que se llevaron la Trafic. Hay al respecto dos llamados telefónicos muy interesantes el día de la transacción, hechos por Alberto Jacinto Kanoore Edul, un sirio nacido en Yabrud cuya familia es íntimas de las familias Menem, Al Kassar, Tfeli y Ahmed. Tres hijos varones de ésta última constituyeron el espinazo de la llamada "Banda de los comisarios" integrada por miembros y ex miembros de la Policía Federal.
Precisamente, a fines de 1994, algunos investigadores -entre ellos el fallecido Carlos Juvenal y quienes integraban el equipo contratado por la propia AMIA- suponían a fines de 1994 que la dichosa Trafic había sido traspasada por Telleldín a una banda mixta de policías, que incluía policías bonaerenses y federales vinculados a aquella banda. Y que este traspaso habían intervenido, además de Telleldín, su concubina y el mecánico Cotoras.
Pero mediante el pago de 400.000 dólares (cuya procedencia aún se desconoce, pero que según Telleldín parecen haber salido del Banco Mayo, cuyo presidente era Ruben Beraja, al mismo tiempo presidente de la DAIA) la causa experimentó un giro de 180º. Ocurrió cuando el juez Galeano consiguió que Telleldín acusara de haberle quitado la Trafic no sólo a policías de la Brigada de Vicente López, sino también a otros de la Brigada de Lanús, que estaba al mando del comisario Juan José Ribelli, delfín del entonces jefe de la policía bonaerense, Pedro Klocdzyc, y principal "recaudador" de la desacreditadísima policía bonaerense.
Telleldín explica que acusó a los policías de Lanús porque: a) El juez le dijo que sabía que éstos habían intervenido en la exacción; b) Porque el juez le prometió que a cambio de su "colaboración" lo liberaría (de hecho, Galeano se resistió durante años a acusarlo de nada relativo al atentado); c) Porque le ofrecieron 400.000 dólares para que lo hiciera; d) Porque policías de la Brigada de Lanús lo habían sometido a extorsiones en el pasado, con lo cual se vengaba de ellos, y e) porque de lo contrario Galeano lo amenazó con hacer detener a Ana Boragni, a Cotoras y a su hermano.
"Pónganse en mi lugar ¿Qué hubieran hecho?", remató.
El arreglo (acusar a los policías de Lanús, cuyo jefe era Ribelli, lo que conducía directamente a Klocdzyk y enseguida a quien lo había nombrado, el gobernador Eduardo Duhalde) fue largamente fogoneado por la camarista Luisa "La Piru" Riva Aramayo (que, según Telleldín, decía visitarlo en nombre del presidente Menem y de su ministro del Interior, Carlos Corach) y abrochado por el juez Galeano.
De esta manera, para gran alegría de Menem, Corach y Beraja, un asunto que era casi una interna de la colectividad sirio-libanesa de Buenos Aires (incluído su sector judío, pues vale recordar que la familia Beraja es oriunda de Alepo) y que salpicaba directamente a Menem, le fue graciosamente endosado a su principal rival dentro del justicialismo, Duhalde, que no la comía ni la bebía.
Téngase en cuenta que inmediatamente que se produjo al traspaso de la Trafic de Telleldín a una banda de policías, Edul llamó a lo de Telleldín y enseguida llamó a la comisaría de Santos Lugares -donde revistaba Barreda y había revistado hasta muy poco antes Bareiro. Edul habría hablado con su primo, el oficial José Chabán, quien aparece relacionado con un un comisario general retirado que, como él, es musulmán alawuíta, la secta gobernante en Siria.
Se trata del mismo comisario general del que siempre se sospechó que fue el cerebro de la "Banda de los comisarios". Esa misma banda a la que se dio por desarticulada con la prisión de José Ahmed, un triste ex inspector exonerado de la PFA en 1979 a causa del primer secuestro del banquero Osvaldo Sivak. La misma de la que Menem había dicho que, sugestivamente, que era "la hez de la comunidad".