VOLVER A LA PAGINA  PRINCIPAL
Latinoamérica

22 de febrero del 2002
Argentina: La sociedad encarcelada

David Viñas Revista Locas – Madres de Plaza de Mayo

Quizás hoy como nunca la concepción del Estado-burgués-capitalista patentice con tanta brutalidad su mecánica perversa. La lucha de clases -"globalización" mediante- se corporeiza en el brete en que los "pobres del mundo" se debaten: bregar por la supervivencia o morir. De ahí que nuestra sociedad actual se asemeje a una inmensa cárcel social en la que los otrora marginados -los desarrapados gauchos, "carne de cañón" en otra época- ocupen ahora el lugar de los presos llamados "comunes". Así como debe reclamarse por la libertad de nuestros militantes encarcelados, es justo también reclamar por ellos, los de "abajo", como dice aquí el autor de Dar la cara.
El arzobispo de Buenos Aires, benemérito señor Bergoglio, en su homilía del 25 de mayo pasado, en la Catedral metropolitana, y delante del señor presidente de la República, el polifacético Fernando De la Rúa, acusó a los políticos argentinos de carencia de sentido comunitario, de codicia personal e inseguridad frente a las desdichas populares, y otros estados de ignominia. Monseñor Bergoglio, tiene razón, pero... La palabra "pero", adversativa, siempre abre un prólogo, o admite numerosas discrepancias. En este caso implica grandes, graves discrepancias, porque además de presentir que el arzobispo de Buenos Aires abusa del privilegio de su cátedra sagrada, corresponde abrir varios interrogantes: el primero, realmente, está tan libre de pecado para usar la fórmula catequística el compañero Bergoglio, como para acusar a otro que se jacta de ser su diácono popular?
!Bergoooglio..., Bergoooglio..., Bergoooglio! Quién tira la primera piedra, Bergoglio?
Dónde estaba usted, Bergoglio, cuando en la Argentina se asesinaba y se torturaba desde el poder?
Oficial, y extraoficialmente, qué dijo usted, mi inefable Bergoglio, frente a la dictadura y ante el terrorismo de Estado?
Estaba usted afónico? Padecía, acaso, de la venia insoportable de la totalidad del Vaticano?
(!,Y después del 83, qué dijo usted Bergoglio sobre las leyes de Punto Final y de Obediencia Debida?
Qué denuncias hizo usted a favor de sus ovejas humilladas?
Balaba usted, quizá, Bergoglio, dolorido, acongojado por su rebaño en el valle de Calamuchita o al borde del dique San Roque?
Usted, qué dijo respecto de ese par de leyes miserables?
Le repito, usted, Bergoglio, y la gran mayoría de la jerarquía eclesiástica argentina no dijeron nada; es cierto, no me olvido Bergoglio, el cura Angelelli contestó y lo asesinaron.
Pero usted y los jerarcas de la Iglesia, qué hicieron? Me dicen que ustedes hicieron un homenaje al cura Angelelli; creo que en San Miguel, pero, por qué no postularon al "pelado", como lo llamaban a Angelelli, para santo argentino en lugar de otro, un beato al que probablemente sólo conocían en San Pedro de Roma?
Digo, es un decir, Bergoglio; usted, ustedes..., ni una palabra sobre Angelelli, ni por algunos curas más, asesinados por la policía, por el ejército y por las Tres A. Contra los políticos, ahora, en el 2001, Bergoglio, primera pregunta.
Y la segunda: meter a todos los políticos en la misma bolsa, y usted lo sabe Bergoglio, ese es un procedimiento que opera con un criterio corporativista. Los políticos respetables en la Argentina son pocos, desde ya muy pocos, como los curas respetables, Bergoglio.
Por caridad cristiana, por ecuanimidad cristiana, le hubiera correspondido a usted, Bergoglio, aludir por lo menos a los políticos argentinos decentes, como a los sindicalistas; decir por ejemplo: el actual presidente del club Chacarita, y también, pero por todo lo contrario, el "gringo" Agustín Tosco; puede decir escritores en general, pero corresponde diferenciar entre Leopoldo Lugones y Rodolfo Walsh, si no se nos mezcla todo, cambalache...
Aquí se aludió a la policía, a la represión, y a que desde los ámbitos oficiales se dice que "represores en este país ya no hay más, o están muertos...".
Habría que decirles a los que sostienen esta última versión, que "los muertos que vos matáis gozan de buena salud...", porque todos vemos todos los días a los policías represores de gatillo fácil, sí. Porque también esta corporación de las casas, todas iguales: una casa en Puerto Madero nada tiene que ver con una casa en la calle Hipólito Yrigoyen.
Hay frases, y aquí se ha hablado de eso muchas veces, y conviene recordarlo, conviene subrayarlo, sobre todo subrayarlo, que es una palabra dejada de lado en los últimos años, pero hay que rescatarlas, no más eufemismos: "al pan, pan, y al vino, vino", frases: "imperialismo", "antiimperialismo", "revolución", perdón: "revolución".
La policía se define por ser la contrarrevolución permanente. Miremos un poco a los lejos.
En Italia, Berlusconi; en Francia, un ex ministro de Relaciones Exteriores condenado por "punga", por "escruchante". Esos son los representantes del poder..., legañas de saldos y retazos en liquidación. La Alianza, lo dijimos hace tres o cuatro años aquí (lamento que no esté Hebe presente, ella fue testigo), dijimos, hace tiempo ya, las alianzas en la Argentina terminan en el Banco Municipal de Préstamos. Por lo tanto, no más expectativas, apostar al cambio no coyuntural, al cambio estructural, esto es un cáncer, no se arregla con curitas, y eso se llama revolución.
Este largo prólogo, sí. Decimos que estamos convocados hoy acá (en la Universidad de las Madres de Plaza de Mayo para pedir la libertad de Carlos Bertola, Diego Quintero, Emilio Alí y demás presos políticos; personalmente pido, exijo, la libertad de los compañeros presos: Bertola, Quintero y Alí, y como decían los viejos abogados: será Justicia, como fue justicia encontramos con León Rozitchner y Osvaldo Bayer, y entrevistar en la obscena cárcel de Caseros a los presos de La Tablada, para pedir por su libertad.
Pero ineludiblemente se me plantea una pregunta, en realidad una serie de preguntas. (En la Argentina del año 2001, sólo corresponde pedir la libertad de los presos políticos?
En este país miserable, no por esencia sino porque ha sido miserabilizado, de los que están presos cuáles no son políticos?
Es la pregunta que me hago y me deshago. Acaso los presos que no son políticos son los presos llamados comunes?
Ser preso común quiere decir, por lo tanto, que no se es preso político. Esas son las palabras del discurso canónico. Y sigo preguntando, permítanme, insisto: cuáles son los presos comunes?
Acaso los presos de guante blanco, como se dijo acá?
No. Los presos de guante blanco son los presos VIP, con televisión, teléfono celular, salidas más o menos clandestinas y toleradas. Creo que voy entendiendo..., funcionan aquí las clases que yo mismo declamaba, pero el hombre es un animal político, es una vieja definición, pero si se le tacha lo de "político" se convierte en animal, son animales acaso los presos comunes?
Pero, igualmente, peor que los animales, por el trato que les dan... Entonces los presos comunes son los que están al margen de la política, son presos de cuarta categoría. Y quiénes son los comunes, los que sobran en este país?
Los que robaron, acaso? Los que asaltaron al patrón? Pero, por qué robaron?
Me pregunto: se han rebelado los comunes? Lunáticos dice La Nación, una raza peligrosa son los comunes; o por decir, por desesperación robaron? Por desesperación?, pregunto. Como esa persona, ese compatriota que se Incineró en Esquel porque no tenía qué darles de comer a sus cinco hijos? O tal vez los presos comunes pertenecen a la clase que es carne de presidio, carne de preso, carne de cárcel, culpable de qué?, pregunto.
La sociedad es responsable, nosotros. Carne de cárcel, carne de cañón. Como los gauchos del tiempo de Martín Fierro, de la guerra del Paraguay.
Guerra: carne de cañón, los de abajo, carne de presidio, carne de presos comunes, carne de cañón de cárcel.
!Que se mueran los comunes! Por lo tanto, en la trinchera de los presidios o de los manicomios que revienten, que desaparezcan, que se mueran ahora mismo. Los de abajo, los de arriba. En este año la situación en la Argentina se ha vuelto tan dramática, tan enrevesada, que el estatuto colonial se pone al desnudo como los huesos de un esqueleto se ponen en la superficie. Los de arriba y los de abajo. Los de arriba y los excluidos.
Día a día, más y más excluidos, el discurso oficial insiste en hablar sobre el agotamiento de la movilidad social, ya no se puede subir en la Argentina, sobre todo desde la clase media. La clase media argentina está inmovilizada, siempre hacia abajo, entonces reflexionemos, no hablemos sobre el ascenso social sino sobre el descenso social: no sobre las imposibilidades de la clase media de ascender, de realizarse, disfrutando de un estatus sino desde la concreta posibilidad de asumir la cuesta abajo. Plano inclinado, tobogán hacia abajo.
No adormecernos en el cielo sino sublevarse en el infierno, el infierno de la Argentina invernal, hasta integrarse totalmente en la clase peligrosa hasta trocarse en integrante de los comunes, asumámonos por lo tanto corno presos comunes.
Pues bien, yo pido categóricamente la libertad de los presos políticos. La libertad de Bertola, Quintero y Alí, pero también pido categóricamente la libertad de los presos comunes. La libertad de los de abajo, de los marginados, de los sin trabajo, la libertad de los Jubilados, los que esta noche duermen acá fuera, en la Plaza Lavalle, presos comunes de la injusticia, de un sistema siniestro, hipócrita, beato, pura fachada, estos son los contrafrentes de Buenos Aires.
No fachadas políticas, las favelas de la Argentina; y los jóvenes en colas, esos jóvenes que en el discurso del poder, cuando se los quiere adular, dice "Nuestra estupenda juventud!", pero cuando los quiere liquidar los convierte en muchachones, jóvenes marginados, ninguneados, los comunes... No animales, la sal de la tierra. Ciudadanos, compatriotas como cualquiera de nosotros ahí enfrente en Plaza Congreso, ahí a la vuelta, aquí nomás. Presos comunes nosotros, vecinos, presos comunes.