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Latinoamérica

27 de diciembre del 2002

La oligarquía quiere

Pa'lante

La oligarquía quiere, pero no puede. El pueblo venezolano quiere y puede. De cuando los lineamientos, planes e iniciativas políticas del movimiento popular son claves para voltear, definitivamente, la tortilla.

La naturaleza del conflicto

Hoy, de cara a la coyuntura y en la perspectiva de la dinámica del proceso revolucionario, es indispensable establecer determinados puntos de anclajes, una nueva línea de flotación para defender y profundizar la revolución. Un tal desplazamiento, un significativo reordenamiento de la sociedad venezolana está en movimiento. No asistimos a una revuelta social efímera y sin trascendencia. Está claro, para las fuerzas y campos sociales que no se trata de un arreglo de poca monta o de la banalidad propia de los episodios mediáticos. No vivimos en un tiempo "ligth", y no hay que lamentarse por ello.
Está en juego la capacidad de los actores sociales, de focalizar el conflicto en los datos del presente que posibilitan o no el desplazamiento, la reestructuración de la sociedad venezolana.
Las estrategias de confrontación en marcha; la posibilidad de una guerra civil (a veces, a la vuelta de la esquina); la actitud y posición, decididamente frontal de "la oligarquía y sus compañeros de viaje"; y la azarosa vida cotidiana: constituyen elementos de esa polvareda que siempre levantan los combates, manifestaciones evidentes que la sociedad busca determinados puntos de equilibrios. Está planteado leer hacia atrás o hacia delante...buscar los signos de lo nuevo y seguirlos o retornar a los anudamientos del pasado.
La secuencia vertiginosa de los acontecimientos, permítase repetirlo, no indica una anomalía pasajera, un desarreglo puntual. Estamos en presencia de fuertes efectos (políticos, sociales y militares) que son resultado de una tensión real, la que se refiere a la "fuerza de las cosas", de ese dato inherente de todos los ordenamientos sociales: la pulsión, siempre constante, la puja de las sociedades por reestructurase, con base a la recreación y reinvención de los vínculos sociales; la necesidad, siempre impostergable, de postular y luchar, recurrentemente, por renovar los sentidos de la vida, por otros modos de vida.
Del sentido y de la envestidura de la sociedad venezolana se trata y ello define a la naturaleza y calidad del conflicto, en este escenario no hay lugar para visiones estrechas, ilusiones comedidas y esperanzas recatadas. No hay ya, tiempo para el tiempo sin historia y sin la historia. La dinámica de la sociedad venezolana demanda que los diferentes proyectos políticos y los campos sociales asuman, posicionen sus lugares y atributos. La tarea de producir el sentido de la sociedad es el espacio de la política. La política define y articula las relaciones sociales fundamentadas en los antagonismos y marcadas por el ejercicio del poder.
En esta perspectiva, la cuestión del conflicto nos conecta, de manera directa e inmediata, con el problema de la democracia, la del poder constituyente la que "siempre está por venir". La democracia, ya no hay dudas, como la base esencial de las relaciones sociales (la democracia participativa, la participación comunitaria, la solidaridad, la equidad social, la producción de bienes y servicios incluyentes ...). La metódica de la visión democrática implica que, "la convivencia y la estabilidad social", dependen o tienen como condición previa, la aceptación de modos de vida que posibiliten encontrarnos en correspondencia con la "ley de los más", con una visión de la sociedad que haga efectiva la paz y la justicia social.
De la coyuntura
El equilibrio catastrófico, la situación de cristal que caracteriza al período histórico reciente experimenta una definitiva prueba del ácido. La querella (social, cultural., política y militar) que está posicionada en la sociedad venezolana, se encamina a un desenlace absoluto, a un parte aguas definitivo. Es posible delimitar, en la coyuntura, los siguientes datos para la definición de políticas, planes y acciones políticas.
1. El análisis político (con base a variables nacionales e internacionales) permite concluir que no hay un escenario favorable legitimador para la opción de la confrontación violenta, en tanto alternativa primaria viable para zanjar o dirimir, de una vez el conflicto.
Las estrategias de la oligarquía fascista y sus aliados encuentran, en este hecho, un muro que no han podido franquear.
2. Hasta ahora, el uso desembozado y fuerte de la violencia, se presenta como un aditamento que aliña los planes de la derecha fascista, y queda amenazante como un recurso desesperado de este sector. En este sentido, quieren pero no han podido.
3. En el bloque opositor hay tendencias que se necesitan mutuamente. El sector radicalizado de la oposición, no solamente ha impuesto su hegemonía, también ha dado lugar a una simbiosis paradójica, de vida o muerte. La derrota de la política que representan Ortega y Fernández, tiene como consecuencia el debilitamiento acentuado del poder de los "negociadores". Por eso buscan, desesperadamente, "el punto de ebullición" que enunció Luis Miquelena; sin ese "clímax", sus posiciones políticas, en la Mesa de Negociación y Acuerdos, carecen de fuerza significativa.
4. La Oligarquía puja fuerte, pero a pesar de la impunidad con que ejecuta sus planes y de la musculatura de su poder, se ha quedado a medio camino. Su "resteo" no le ha proporcionado el aire necesario para imponerse.
5. Es claro que la "conspiración" y sus agentes socioeconómicos se encuentran debilitados.
No obstante, poseen fuerza suficiente para prolongar su conflicto y porque no, su agonía. Dos factores pueden potenciar a la derecha: nuestros errores de elaboración y conducción política (riesgo siempre permanente) y que se pueda producir mediante la recurrencia a iniciativas de fuerza una quiebra de la conciencia popular y/o de la voluntad política del liderazgo (tanto militar como civil) afín al proceso y a la gestión del presidente Chávez.
6. La derecha trabaja, arduamente, para producir tal quiebre. Su política editorial y comunicacional y sus lineamientos políticos se fundamentan en acentuar o profundizar la ingobernabilidad, el caos y el terror. El juego duro de los "Carlos" y los jefes de los medios de comunicación se orienta a impedir la descomposición de sus fuerzas (hay signos evidentes de agotamiento, frustración y desanimo en las filas de la "oposición") e impactarnos negativamente.
7. No descartan, ganar la guerra sin dispara un tiro o triunfar sobre un enemigo que va al combate derrotado. La derecha sabe que sus municiones se agotan, pero continua aferrada a tensar, al máximo, la cuerda. De esta apuesta peligrosa no saldrá inmune:
fragmentar su campo político; hacer política "al filo de la navaja", con base al caos, la histeria, el terror, la fuerza bruta; someter a los sectores económicamente débiles, a una presión que e ocasiona su bancarrota económica; asumir grandes perdidas económicas; y en especial el radical desafío que se ha lanzado al pueblo y al conjunto de la sociedad: significa colocarse al borde del abismo...y lanzarse.
8. "contra las cuerdas". El movimiento de poder ejecutado en su contra, ha sido de grandes proporciones; el "big push" de la oposición no ha logrado quebrar el hilo constitucional y tampoco ha posibilitado su fortalecimiento político y social. Que el bloque opositor se haya visto obligado a emplearse a fondo (tal es el caso de los saboteos petroleros y a las industrias del hierro y aluminio, el paro bancario, la cadena eterna de los medios, etc.), es un indicador de las fortalezas del presidente y de la calidad de las fuerzas políticas y sociales que lo apoyan, de la calidad del proceso revolucionario. La derrota de los planes golpistas, de acuerdo a nuestra percepción, se explica con base a los siguientes elementos:

· La subjetividad del pueblo venezolano. Amplios sectores de la población venezolano han asumido, con una voluntad social y política extraordinaria, su participación en la construcción del proceso revolucionario.
· El movimiento popular. Es innegable el desarrollo, la madurez que han adquirido, en estos últimos cuatro años, las organizaciones comunitarias, sociales y gremiales que conforman el campo popular venezolano: y hoy una fuerza social activa, protagónica y beligerante y variada (sindical, campesina, en los barrios, en sectores de la clase media y empresarial) que promueve, sostiene y empuja la revolución y la defensa de la Constitución Nacional.
· La política exterior, en especial la petrolera.
· La posición y composición actual de las Fuerzas Armadas Nacional
· La no identificación de la política exterior del presidente con el sistema de poder político, social y económico de la IV republica. Ubicado en esa posición, el presidente Chávez tiene libertad de movimientos:
no se encuentra atado al sistema de valores, poder, compromisos y privilegios del pasado. El desencuentro es total, y en ese sentido no hay presión posible. La presión viene de su comunión con el pueblo.
· La acertada gestión o conducción política del conflicto
9. Del lado del movimiento popular, y de las fuerzas política identificadas con el proceso revolucionario y el gobierno del presidente Chávez, constituiría una derrota, la imposición de alternativas que sean el resultado de una negociación fundamentada en la presión de los planes y acciones golpistas. En ese hipotético contexto, toda negociación o acuerdo implica asistir a un escenario con "un plomo en el ala".
10. Todo proceso de consulta popular exige de un clima propicio y de reglas claras y precisas. Por ejemplo: la reglamentación de los medios de comunicación y la erradicación del terrorismo mediático, el cese de las huelgas y paros, la eliminación del "foco de Altamira", los saboteos industriales (caso de las "Empresas Básicas", PDVSA, etc.)
11. Asimismo no puede haber consulta electoral gestionada por el actual Consejo Nacional Electoral, y sin la depuración y actualización del registro electoral.
El pueblo venezolano y el movimiento popular: ejes de la línea de flotación del proceso revolucionario
El colapso del andamiaje político y socio cultural de la IV republica es la fiel expresión de cómo un sistema de representación social se agota: de furgón de cola, de un modelo de gestión de gobierno con conceptos, principios, valores y programas acotados por angostos principios de la democracia, el Estado y la nación, el pueblo venezolano optó por otro camino social, político e institucional; camino que la jerga tradicional del fascismo y los demócratas de viejo cuño se encuentran incapacitados de leer: ciudadanos democráticos que asumen un papel protagónico y construyen espacios socio institucionales que permiten su inclusión y participación activa en los asuntos de la sociedad...comunidades organizadas que luchan por una vida puesta en común y anclada en la intermediación e interlocución entre iguales, promotoras de la igualdad y equidad social...En ese contexto, el movimiento popular y las redes populares construyen un nuevo tejido social.
El acelerado proceso de fortalecimiento del movimiento popular venezolano (que se expresa en el surgimiento y crecimiento de diversas formas organizativas; el sinfín de iniciativas comunicacionales; la movilización activa y militante del pueblo; la voluntad manifiesta de establecer niveles de unificación y coordinación entre las organizaciones populares y comunitarias; la cotidianidad que evidencia la emergencia e instalación de un debate político permanente y un aprendizaje ciudadano invalorable) constituye un indicador básico para apreciar y leer los signos de lo nuevo y producir la explosión de los anudamientos del pasado. El pueblo quiere y puede.
A continuación, nos permitimos presentar ciertas consideraciones (previamente compartidas con individualidades y miembros organizaciones populares, así como con dirigentes políticos) sobre la coyuntura y las tareas del movimiento popular:

· Las iniciativas de coordinación y de unificación deben orientarse a establecer, con prioridad, lineamientos políticos compartidos y consignas comunes para estructurar planes de acción y ejecutar iniciativas políticas.
· Focalizar nuestro trabajo en los siguientes ejes: movilización política de la población; presión permanente sobre los medios de comunicación y los bancos; apoyo a la intervención, renacionalización y reestructuración de PDVSA; alternativa constitucional a la crisis; defensa activa de los mecanismos y disposiciones constitucionales que garanticen la participación del pueblo; fin de la impunidad; y promoción de apoyo y solidaridad a escala mundial.
· Elaboración de planes tendientes a garantizar medidas de control popular, desde los servicios públicos hasta iniciar actividades en las empresas paralizadas.
La naturaleza del conflicto, la gobernabilidad, la cuestión del poder y el gobierno del presidente Chávez
No podemos obviar, como un dato clave del análisis, la persistente voluntad del presidente Chávez en impulsar la democracia participativa, promover la participación del pueblo venezolano como fuente de energía y legitimidad para producir y motorizar el cambio, e intentar consolidar su gestión de gobierno en un ejercicio democrático de los procesos culturales, económicos, sociales, políticos y militares. La gestión de Chávez ha avanzado en la ruptura con las posiciones estatistas sin proyectar o asumir una visión negadora del Estado nación. Tales opciones o apuestas gravitan con fuerza en la dinámica y naturaleza del proceso revolucionario y posicionaron como relevantes las siguientes cuestiones: la problemática del poder en términos no de su posesión sino de cómo se ejerce; la calidad de la participación del pueblo; el modelo de gestión que estructura las relaciones entre el estado, el gobierno nacional y el pueblo. Desafíos de envergadura adquirieron relevancia:

1. La reestructuración de las relaciones sociales y del sistema de poder, con base al posicionamiento del modelo de gestión de la sociedad que se fundamenta en la historicidad del pueblo.
2. La participación activa y organización del pueblo como la base social del proceso que posibilita el tránsito de los derechos sociales postergados o negados a la realización o materialización de los mismos y la construcción de un tejido social que produzca la inversión del sistema de desigualdades sociales y de poder vigente en la IV republica.
3. Ejercer el poder del gobierno nacional para promover la igualdad y equidad social y desmontar la realidad conflictiva de la pobreza.
4. Abrir el espacio de lo público al ámbito creativo de lo social, con la finalidad de producir la ruptura con los mecanismos perversos de la gestión estatal clientelar y populista.
5. La construcción de redes sociales, de un tejido social que sea expresión de la acción cotidiana y sistemática del pueblo en la vida social, cultural, política y económica de la sociedad venezolana.
6. Una gestión de gobierno eficiente y eficaz .
Desde entonces, la gobernabilidad o la ingobernabilidad quedó en el aire, en nuestro clima y en nuestras vidas, como un serio problema. En este punto, la cuestión del poder (los mecanismos o la mecánica del poder... el funcionamiento de las relaciones de poder... las estrategias de poder...como el poder produce realidades) afloró con toda su crudeza. Las redes del poder han quedado, totalmente, a descubierto...lo concreto del poder emergió de manera tal que el análisis político y la vida cotidiana nada pueden hacer por ignorarlo.



Equipo político "Pa'lante"
Rubén González
Jesús Gómez
Francisco Cedeño