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Latinoamérica

10 de diciembre del 2002

La estrategia subversiva figura en el dossier Confidencial 5 de la Coordinadora Democrática
Septiembre negro, el plan maestro de opositores para derrocar a Chávez

Carlos Fazio
La Jornada

En los últimos días, en Venezuela, el cronograma golpista se ha venido cumpliendo según un "plan maestro" prestablecido. Con tres meses de retraso, la operación septiembre negro de la llamada Coordinadora Democrática podría tornarse en un diciembre rojo. Los grandes grupos empresariales del país se sienten fuertes y se aprestan a asaltar el Palacio de Invierno de Miraflores. Objetivo: derrocar al presidente constitucional Hugo Chávez lo que, de producirse, pondría al país en la antesala de una guerra civil.
Tras una semana de graves incidentes salpicada de actos terroristas, autoatentados, sabotajes contra puntos neurálgicos de la economía venezolana y la manipulación mediática de las cadenas de diarios, radios y televisoras privadas bajo control monopólico, los grupos oligárquicos agrupados en Fedecámaras, sus aliados de la corrupta Central de Trabajadores de Venezuela (CTV) y miembros de la derecha conspirativa agitados desde el exilio por el ex presidente Carlos Andrés Pérez creen aproximarse a su "día D".
La huelga insurreccional impulsada por los capitanes de industria, ganaderos, grandes latifundistas y la llamada nomenclatura gerencial petrolera, entre quienes destacan el general Guaicaipuro Lameda, Enrique Tejera París, Salas Romer, la familia Mendoza y el presidente de la central patronal Carlos Fernández -devenidos todos en furibundos leninistas- que ha sido combinada con tácticas de violencia urbana de tipo foquista desplegadas a nivel nacional por comandos fascistas de carmonistas, podría derivar a corto plazo en un nuevo golpe de Estado con "olor a petróleo".
Coincidencias
El clima de violencia empresarial que se vive hoy en Venezuela es muy parecido al que se vivió en Irán en 1953, cuando el primer ministro Mohammed Mossadegh intentó nacionalizar el petróleo y la Agencia Central de Inteligencia (CIA por sus siglas en inglés) le orquestó un bloqueo económico y un golpe de Estado, seguido de una matanza generalizada de dirigentes nacionalistas e izquierdistas. El mismo clima de subversión patronal y estrangulamiento de la economía que se vivió en Chile en 1973, previo al derrocamiento del presidente socialista Salvador Allende por el general Augusto Pinochet, que terminó con un baño de sangre y una larga dictadura apoyada por sus tutores en Washington. Hoy como nunca el petróleo venezolano es objetivo geopolítico prioritario del Departamento de Estado estadunidense, y en la trama oculta de los conspiradores la privatización del monopolio público Petróleos de Venezuela S.A.
(PDVSA) será, de consumarse el golpe, el gran botín a repartir.
Por eso, en la batalla que se libra en estos días por el control de la compañía petrolera acuñada durante los regímenes anteriores, que describía a PDVSA como un Estado dentro del Estado, podría ser decisiva. De acuerdo con la estrategia subversiva que figura en el dossier Confidencial No. 5, elaborado por un equipo asesor para la Comisión de Estrategia de la Coordinadora Democrática (fechado el 30 de agosto de 2002), el "paro cívico" de características "cuasi-insurreccionales" debía combinarse con una "huelga" en PDVSA, como parte de un "ensayo general" en el contexto del operativo golpista septiembre negro, según el eslogan propagandístico mediático ideado por César Miguel Rondón.
Pero para que triunfe el golpe petrolero contra el Estado constitucional la subversión oligárquica necesita que militares de alta graduación se rebelen contra el jefe supremo de las fuerzas armadas (el presidente Chávez), aspecto que los conspiradores han venido trabajando desde la fracasada asonada del 11 de abril. En su dossier confidencial, los estrategas golpistas recomendaron realizar tareas de inteligencia e infiltración sobre oficiales de la tercera y cuarta divisiones de ejército, donde se concentran las principales unidades de las fuerzas armadas.
Señalaron que había que tener "especial cuidado con el general Carneiro y los comandantes de unidades de Fuerte Tiuna". La estrategia conspirativa tendiente a generar fracturas en el ejército recomendaba, asimismo, dar un "tratamiento especial" al general Raúl Baduel (hombre clave en la derrota de los golpistas del 11 de abril y la restitución de Chávez en la presidencia), mediante una campaña de propaganda negra dirigida a presentarlo como un militar "sin liderazgo", con un "carácter mítico ajeno a nuestra idiosincrasia católica, personalista y con ambiciones de poder".
Según reportes recibidos desde Caracas, el general golpista Medina Gómez sería uno de los autores intelectuales de la agenda oculta del paro político insurreccional en curso, que es secundado por un grupo de 70 oficiales disidentes sin mando de tropa (la mayoría son administrativos), que desde octubre pasado vienen escenificando un patético espectáculo mediático en la plaza Francia (Altamira), a la que han denominado "territorio liberado".
A corto plazo, uno de los objetivos de los golpistas parece estar encaminado a generar un clima de caos y desgobierno, para obligar al "dictador" Chávez a adoptar medidas de excepción o violaciones a la Constitución Bolivariana, que abran el camino a una intervención militar o a la injerencia directa de Estados Unidos vía la Organización de Estados Americanos (OEA) y su Carta Democrática. Se trata, vale dejarlo apuntado, de una extraña dictadura sin presos políticos, sin torturados, sin desaparecidos y con la libertad de expresión totalmente garantizada gracias al control monopólico de los medios masivos de comunicación por parte de los sectores opositores golpistas. En particular, la mentira mediática está en manos de las principales televisoras privadas: Canal 2 (RCTV), Venevisión (Canal 4), Televen (Canal 10) y Globovisión (Canal 33), además de CNN en español desde su central de Atlanta, Estados Unidos.
En los últimos días el patrón seguido por los medios de comunicación venezolanos recoge al pie de la letra las técnicas de guerra sicológica de la CIA, aplicadas antes a otros procesos de desestabilización, por ejemplo contra el sandinismo en Nicaragua, en Panamá y antes en Chile.
Entre las líneas directrices de tal política que utiliza a los medios como una fuente de acciones encubiertas y donde la propaganda negra (falsa) es presentada como "noticia", figuran generar un clima de caos económico, social y político a través de la prensa, exagerando la naturaleza negativa del gobierno nacionalista de Chávez, a quien se ha presentado como "dictador", "asesino" y causante de todos los "males" del país. Tal política echa mano del rumor y la mentira y está dirigida a explotar los deseos emocionales de la población mediante la persuasión, la sugestión y el odio de clases. Durante la estrategia golpista en ciernes, la prensa, en particular las cinco televisoras privadas (RCTV, Venevisión, Televen, Globovisión y CMT) ha generado rumores sobre desabastecimiento de alimentos y gasolina y se ha sumado al golpismo mediante convocando las 24 horas a reforzar el paro político y el estrangulamiento de la industria petrolera del país.
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