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Latinoamérica

10 de diciembre del 2002

Colombia: La guerrilla del ELN responsabiliza al gobierno colombiano de que no avance el diálogo y le acusa de apostar por la guerra

Correo del Magdalena 134

Entre el ELN y el gobierno no hay proceso de negociación. Se han realizado tres conversaciones exploratorias en los últimos cuatro meses, sin agenda, sin condiciones previas y sin resultados. La tercera reunión mantiene las conversaciones en la idea de explorar si el gobierno está dispuesto a facilitar espacios a las organizaciones sociales, a los gestores de paz y a la sociedad en general, para que participen y actúen como facilitadores y constructores de paz.
No hay acuerdos y resultados guardados como secreto. La confidencialidad manifestada es un mecanismo acordado para contener el acoso mediático en unas circunstancias donde no hay nada que decir, por que no hay nada acordado y no hay resultados para informar al país. Las especulaciones intencionadas hacen daño y acrecienta el clima de desconfianzas propias de este tipo de procesos y con las características del colombiano.
¿Por qué no avanza? El obstáculo principal es la política que está implementando el gobierno, la cual va en contravía de un proceso real que busque la justicia social y el bienestar de los colombianos; la "estrategia de defensa y seguridad democrática" que tiene como brújula "la paz romana"; los actos de gobierno que atiza el conflicto con la toma de medidas económicas y sociales lesivas a la población, con la restricción de los derechos ciudadanos, con la militarización del país, la implantación del régimen policivo, la persecución a las organizaciones sociales y sindicales, la convivencia con el paramilitarismo y la impunidad.
Viendo lo que ocurre en el país y del manejo que le da el gobierno, es que el ELN considera que no hay condiciones que favorezca, en los actuales momentos, el inicio de un proceso sólido que fructifique y enrumbado hacia un nuevo país, aspiración de las mayorías colombianas.
En tales circunstancias no es posible que se den avances de paz y desafortunado señalarlos sin que existan, porque hace suponer que otras "orejas" e intenciones están jugando.
Durante las exploraciones se ha reiterado si de verdad se quiere avanzar hay que generar condiciones, poniendo al mando una política que corresponda a la realidad del país en materia socioeconómica y política y a su interés como nación; que dé garantías, despierte confianzas y se avenga a aceptar cambios antes que la barca se hunda.
El conflicto colombiano es profundo, y amplio el abanico de realidades. Y en consecuencia no se supera tratando una de las manifestaciones del cáncer, dejando para un después incierto llegar a las causas y excluyendo de la terapia al colectivo social. Es un espejismo de las elites pensar que solucionando lo armado queda resuelto el conflicto colombiano y que si el gobierno le agrega autoritarismo como condimento lo extirpa más rápido y a menos costo. Es un mal sueño, que no les escapa de otras tantas pesadillas sociales.
El establecimiento debe disponerse a aceptar los cambios que el país necesita, para no frustrarlo con otra caricatura y aplazar quien sabe hasta cuando, la esperanzas de paz. Si no hay cambios y transformaciones que empaten con los sentimientos populares y el interés nacional, la paz no será posible en el XXI, como no lo fue en los siglos XIX y XX, después de la primera independencia.
El ELN defiende que el proceso sea vinculante, que la sociedad colombiana como actor y víctima del conflicto contribuya a despejar caminos, precisar nortes, afianzar los pasos; que lo asuma como suyo y convierta en un propósito nacional la construcción de la paz: Los obreros, los campesinos, los indígenas, los afros colombianos, los académicos e intelectuales, los religiosos, las mujeres, la juventud no pueden quedar por fuera del proceso de la construcción del nuevo país.
No es suficiente la voluntad política y sentir el país de verdad, sino también pisar el camino que es. Desde luego en las conversaciones no hay la misma visión, tampoco los mismos propósitos y para desgracia de los colombianos lo que se ve en la agenda es la "guerra de Uribe", la del establecimiento y de los intereses imperiales en Colombia. Hay conversaciones sin avances, siendo peligroso estimular expectativas con un proceso enmarañado y darle otros manejos, como anzuelo para satisfacer necesidades políticas y paraguas protector de las "negociaciones" con los paramilitares que no son tan negociaciones, tan santas, tan claras y tan de naturaleza política.
Las expectativas infundadas y la indebida utilización es una vía que corre el riesgo de llevar a la desesperanza, mellar confianzas y achicar ventanas; que otros cálculos no descartable pongan la paz en función de cocinar reacciones que transforme las expectativas en frustración y las frustraciones sumadas legitimen la guerra como única salida y la urgencia de mas impuestos, vender mas patrimonio nacional, implorar mas ayuda del imperio para los preparativos de una guerra injusta que está pisando muy de cerca los carriles de liberación nacional.
El ELN cree en la paz posible. Y es posible siempre y cuando el pueblo la asuma como suya y le meta músculo y alma a construirla ; siempre y cuando haya un gobierno que le quepa en la cabeza que el país va mas allá del interés de un establecimiento corrupto y apátrida, que el bienestar y la democracia del pueblo es el fin último de la política, la responsabilidad del Estado y la legitimidad del buen gobierno.
Ejército de Liberación Nacional