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Latinoamérica

10 de noviembre del 2002

Estrategia e ideología del hegemonismo

Theotonio Dos Santos
Servicio Informativo "alai-amlatina"

Estados Unidos están en pleno proceso electoral. La gran interrogación que se plantea en estas elecciones está ligada al predominio de la cuestión militar o de la económica. Ellas están ligadas entre sí, pero el dominio de una u otra será decisivo para el resultado electoral y para el destino del planeta.
En el plano militar y geopolítico la doctrina norteamericana del destino manifiesto alcanzó un desarrollo total hacia una justificación del hegemonismo necesario e ilustrado. El equipo del presidente George W. Bush ha producido un conjunto de declaraciones presidenciales que reunió bajo el título general de "La estrategia Nacional de los Estados Unidos de América".
Este documento es una expresión impresionante de un nuevo fundamentalismo que amenaza gravemente el futuro de la humanidad si tomamos en consideración el poder económico y militar que manejan aquellos que lo formularon. Más grave aún es constatar que estas ideas alcanzan profundo enraízamiento social que ha apoyado a las propuestas del presidente después del atentado del 11 de septiembre de 2001.
El eje de esta doctrina se encuentra seguramente en la identificación de los Estados Unidos con los valores fundamentales salvadores de la humanidad que se encuentran en gran parte del documento pero especialmente en la siguiente afirmación:
"La estrategia de seguridad nacional de los Estados Unidos se basa en un internacionalismo americano distinto que refleja la unión de nuestros valores y nuestros intereses nacionales. El objetivo de esta estrategia es ayudar a crear un mundo no solamente justo sino también mejor. Nuestras metas en el camino del progreso son claras: libertad política y económica, relaciones pacíficas con los otros estados y respecto a la dignidad humana. Y este camino no es solo americano, él está abierto para todos".
Entre estos valores universales que se encarnan en los Estados Unidos están el libre comercio y la propiedad privada. De esta manera se establece una relación perversa entre el mundo y los Estados Unidos. Ya que esta nación es la portadora de los ideales universales y sus empresarios son la punta de lanza de ellos, cualquier restricción a estos ideales o cualquier restricción a los intereses norteamericanos y a los de los representantes de la libre iniciativa son la misma cosa.
"La América debe defender firmemente las no-negociables demandas de dignidad humana: el imperio de la ley; los límites al poder absoluto del Estado; la libertad de palabra; la libertad de trabajo; la justicia equitativa; el respecto por la mujer, la tolerancia religiosa y étnica e el respeto a la propiedad privada", afirmó el presidente Bush en su discurso del 1 de Junio de 2002 en West Point.
Vean bien los lectores. Estos principios se defienden en una Academia Militar como parte de la definición de una estrategia militar. Esto quiere decir que si algún gobierno se rehúsa a implantarlos es pasible de acción militar. Claro que estas declaraciones no pueden corresponder a la realidad. Todos sabemos que los principales aliados de los Estados Unidos en el Oriente Medio, a comenzar por la Arabia Saudita y el Kuwait no aceptan estos principios, no son estados laicos sino musulmanes y por lo tanto tienen sus concepciones propias sobre el rol de la mujer, sobre la noción de justicia, sobre la propiedad privada, sobre el poder del Estado, etc.
Sabemos también que la guerra en contra del gobierno taliban, implantado en el Afganistán a partir de la imposición norteamericana, fue conducida desde un régimen militar en el Pakistán, que llegó al poder a través de la derrumbada del régimen institucional de la Sra. Butho, cuyo padre también fue sacado del poder al que fuera legalmente elegido por golpes militares sucesivos apoyados por los Estados Unidos.
Sabemos también que el desarrollo del terrorismo y del fundamentalismo en el Oriente Medio fue más que apoyado por los servicios de inteligencia norteamericanos. Basta ver ahora quienes son los enemigos fundamentalistas de Estados Unidos para percibir el rol protagónicos de la CIA en el entrenamiento y preparación del terrorismo fundamentalista que se ejerció originalmente en contra de los invasores rusos del Afganistán, de los nacionalistas árabes y de los demócratas de la región.
Basta hacer la lista de los buscados del momento actual. Los dos protagonistas más importantes, Bin Laden y Saddan Hussein, fueron formados y entrenados y apoyados por la CIA para convertirse en dirigentes políticos importantes en la región. Pero lo mismo pasa con los jóvenes talibanes, formados y alimentados por el apoyo de la CIA y de varios gobiernos occidentales.
No será diferente el record de violaciones de los principios éticos considerados intrínsecos al Estado norteamericano si nos desplazamos hacia otras regiones del mundo. En el momento actual aumentan las informaciones comprobatorias de la intervención, apoyo y articulación de los servicios de inteligencia y hasta de las embajadas norteamericanas a favor de los golpes militares en América Latina así como su rol de instructor de las acciones de tortura y de los arreglos del terrorismo de Estado como la Operación Condor.
Es aún más grave la revelación de la complicidad del secretario de estado Henry Kissinger con las acciones terroristas que terminaron actuando dentro del propio territorio norteamericano, como en el caso de la muerte del ex ministro de relaciones exteriores de Allende, Orlando Letelier.
Como llenar el abismo entre la peligrosa doctrina de fundamentar las acciones militares en principios éticos asociados a Estados y agentes económicos y la realidad basada en hechos totalmente opuestos a los principios invocados. Esto resulta en una disfunción moral y ética extremamente disruptiva. Estamos en el campo de la ausencia total de principios para orientar las relaciones internacionales.
En su discurso de junio de 2002, pronunciado en West Point, el presidente Bush refuerza sus preocupaciones no solamente con el terrorismo (que pasa a constituir un enemigo prioritario que no puede justificarse por ninguna razón) sino sobretodo por su articulación posible con la alta tecnología. Según él
"El peligro más grave para la libertad está en la encrucijada entre el radicalismo y la tecnología. Cuando la difusión de las armas químicas, biológicas y nucleares, en conjunto con la tecnología de la balística de mísiles, ocurre, incluso los estados frágiles y los pequeños grupos pueden alcanzar un poder catastrófico para atacar las grandes naciones. Nuestros enemigos han declarado tener esta intención, y fueron descubiertos buscando estas armas terribles. Quieren la capacidad de nos chantajear o de herirnos a nosotros o a nuestros amigos. Nosotros nos opondremos a ello con todo nuestro poder.
Como podemos creer en estas afirmaciones cuando el gobierno del Pakistán, fruto del golpe militar y claramente contrario a los derechos humanos, dispone de la bomba nuclear y es ayudado militarmente por los Estados Unidos que lo convierte en una contraparte privilegiada en el Asia Occidental. Al mismo tiempo en que promueve claramente acciones terroristas en India sin ninguna restricción norteamericana seria.
Sabemos también que operan en el territorio de Estados Unidos los más diversos grupos de terroristas que tienen acceso a armas ultra sofisticadas cuyo derecho de libre venda es defendido ardorosamente por el partido republicano del presidente Bush. Entre estos grupos tienen un status especial por sus vínculos con la inteligencia norteamericana los grupos anticastristas que operan acciones terroristas a partir de territorio norteamericano.
No nos olvidemos de las operaciones hoy plenamente documentadas que el gobierno de Bush, padre, realizó a favor de los guerrilleros "contras" los sandinistas en Nicaragua, involucrando en las mismas varios gobiernos de América Central. No parece también ser una negación radical del terrorismo los apoyos prestados al Khmer Rojo que mantuvo la representación oficial del Laos en las Naciones Unidas después de derrumbados por las tropas vietnamitas. No es aquí el lugar de hacer desfilar las expresiones de estas contradicciones entre los principios enunciados y la práctica de la política externa de Norteamérica.
Sería más tranquilizador para el resto del mundo si una visión más pragmática y menos fundamentalista orientase los principios de la geopolítica norteamericana. La afirmación por ejemplo del principio de la tolerancia entre las civilizaciones distintas que podría sustituir el principio de la autonomía de las naciones que Wilson puso en vigor en la Liga de las Naciones en el final de la Primera Guerra Mundial. Esto podría justificar más abiertamente la complicidad con los enemigos de los derechos humanos y con Estados de filosofía diferente con respecto a varios aspectos.
Esto dificultaría también las justificativas inaceptables para la defensa de intereses estritos y locales en nombre de principios éticos universales. Esto haría más claro por ejemplo los intereses en llevar adelante una guerra en contra del Irak en el mayor centro petrolero del mundo, en vez de recorrer a falsos argumentos y pretensiones.
Esto no cambiaría tan dramáticamente las contradicciones entre los intereses de un poder hegemónico que busca defender sus condiciones de dominación pero permitiría mayor transparencia en las relaciones internacionales. En los términos actuales se hace casi imposible el diálogo entre las naciones y la implantación de condiciones de paz y cooperación en el plano internacional.
* Theotonio Dos Santos es profesor titular de la UFF, coordinador de la Cátedra y Red UNESCO-UNU sobre Economía Global y Desarrollo Sostenible. Su último libro recién editado en español por Plaza & Janés es La Teoría dela Dependencia: Balance y Perspectivas