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Latinoamérica

2 de octubre del 2002

A un año de la alerta, el gobierno sigue sin estrategia
Patria, tu superficie es maíz... contaminado

Tania Molina Ramirez
Masiorare

A un año de que se dio a conocer la presencia de maíz transgénico en Oaxaca y Puebla, a pesar de la moratoria para la siembra de esta variedad de la planta y de las exigencias de indígenas, campesinos y ambientalistas de que se ponga en marcha un plan urgente para detener las fuentes de contaminación, aún no hay una estrategia gubernamental encaminada en esa dirección. El caso se volvió un escándalo mundial, no sólo en los circuitos académicos, también llegó a la portada de revistas de difusión masiva, como Newsweek. Y es que el maíz es uno de los cuatro principales cultivos en el mundo y México es cuna de cientos de sus variedades. A pesar de que no se conocen los efectos del grano modificado sobre los organismos vivos, todos los días siguen entrando al país sin revisión toneladas de maíz
¿QUIEN IBA A IMAGINARSE que un sábado por la noche, viendo el Canal del Congreso, uno podría toparse con la noticia ambiental del año?
"Nuestro maíz criollo ya está, en algunas regiones de Oaxaca, contaminado por transgénicos", soltó Lina Ornelas -a quien presentaron como representante de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO, por sus siglas en inglés) y de la Organización Mundial de Salud, y funcionaria de la Secretaría de Gobernación- ante los senadores asistentes a la reunión de análisis del Protocolo de Cartagena, organizado por la Comisión de Relaciones Exteriores el 5 de septiembre del año pasado. La noticia pasó desapercibida. Tan sólo la cámara del Canal del Congreso lo registró.
Unos días más tarde, Masiosare dio a conocer un fragmento de aquella reunión:
"El senador panista Ramón Corral Avila le preguntó a la expositora:

-¿Ya está contaminado nuestro maíz original?
-Lo del maíz lo acabo de escuchar el día de ayer. Fue un anuncio que se hizo en la Comisión Intersecretarial de Bioseguridad y Organismos Genéticamente Modificados (Cibiogem). Sé que va a salir en la revista Nature una declaración del doctor (Ignacio) Chapela, que hizo la investigación. Sé que es un maíz que está localizado en Oaxaca -dijo Ornelas.
-¿Cómo llegó hasta allá? -le preguntó el senador Corral.
-Se ha sembrado maíz transgénico en esa zona -explicó la funcionaria.
-¿Con conocimiento de los campesinos o sin conocimiento de ellos? -volvió a interrogar Corral.
-No me atrevería a dar una respuesta -dijo Ornelas".
Fue así como se coló a los medios de comunicación algo que las organizaciones indígenas, campesinas y ambientalistas ya sospechaban desde hace años. A partir de ese momento, comenzó un año de campañas. foros y talleres organizados por agrupaciones como Greenpeace, el Congreso Nacional Indígena, la Asociación Nacional de Empresas Comercializadoras, el Grupo de Acción sobre Erosión, Tecnología y Concentración (Grupo ETC/RAFI), el Centro de Estudios para el Cambio en el Campo Mexicano (CECCAM) y el CASIFOP en defensa del maíz y alertando del peligro del grano modificado (existe una moratoria desde 1998 que impide la siembra de este cultivo en México).
Un asunto de supervivencia
Tlayudas, tamales, pozole, sopes, uchepos, memelas, totopos, corundas, enchiladas, pozol... es difícil imaginarse una comida mexicana sin maíz. Y, claro, en ninguna mesa mexicana, ya sea en Piaxtla, Puebla, o Los Angeles, California, pueden faltar tortillas. Y, a reserva de que usted sea un escrupuloso consumidor, si usted vive en este país, probablemente ya probó al menos una vez en su vida maíz transgénico. Bueno, se podrá usted preguntar, ¿y qué con eso?
Vayamos por partes... Un organismo transgénico es aquel al que se le transfirió un gen elegido (por ejemplo resistencia a herbicidas), un gen promotor (en general proveniente de un virus) y un gen "terminador" (proveniente de bacterias o virus). Silvia Ribeiro, del Grupo ETC, explica que "para saber si se efectuó la transgénesis se agrega también un gen 'marcador', el cual en muchos casos confiere resistencia a un antibiótico" (La Jornada, 27/07/02).
Aún no se conocen los efectos a largo plazo de los transgénicos en los organismos vivos. Sin embargo, poco a poco comienza a haber información. Por ejemplo, "se comprobó experimentalmente que el ADN transgénico ingerido en alimentos se puede recombinar en el estómago y el intestino humanos, transfiriendo a las bacterias de la flora intestinal propiedades de las plantas transgénicas". Esto significa que existe la posibilidad de que si uno come maíz con resistencia a un antibiótico, uno podría desarrollar resistencia al antibiótico. Y la próxima vez que uno se enferme, ya no le hará efecto dicho medicamento. Así de sencillo.
Por ahora, sin embargo, poco se sabe sobre las consecuencias que tendrán los transgénicos sobre los seres vivos y el ambiente.
La prestigiosa red de Conferencias Pugwash -cuyo fundamento proviene del Manifiesto de los Premios Nobel Bertrand Russell y Albert Einstein- decidió agregar a su agenda el tema de los transgénicos y, para iniciar los debates y la investigación, escogió a México como sede del primer taller internacional en biotecnología agrícola. Una de las conclusiones a las que llegaron los especialistas reunidos en el taller realizado del 28 al 31 de mayo fue: "Los conocimientos actuales son insuficientes para evaluar los beneficios y riesgos de los organismos genéticamente modificados (OGM), especialmente a la luz de las consecuencias a largo plazo que estas tecnologías puedan tener en la biosfera y las futuras generaciones".
Y por lo tanto recomendaron: "Dado que se desconocen muchas de las consecuencias de corto y largo plazo de los OGM, ciertas actividades no deben ser llevadas a cabo hasta que no se cuente con más información sobre sus consecuencias biológicas y sociales. Por ejemplo, los esfuerzos actuales para producir maíz genéticamente modificado capaz de producir compuestos químicos y farmacéuticos industriales no comestibles son de gran preocupación, ya que el maíz es un cultivo comestible básico, ampliamente cultivado, y es de polinización abierta".
Lo anterior, sólo por hablar como consumidores urbanos. Para los pueblos indígenas la situación es mucho más compleja. Aldo González, zapoteco, miembro de la Unión de Organizaciones de la Sierra Juárez de Oaxaca (Unosjo), lo ha puesto de esta manera: "La comunidad indígena ha podido resistir porque tiene maíz, las comunidades que ya no tienen maíz se vuelven dependientes y pueden ser destruidas más fácilmente, las comunidades indígenas han podido resistir 500 años porque han podido ser autosuficientes".
Y no sólo es una cuestión de que no se ha comprobado que este maíz no sea dañino para la salud. Además, los organismos modificados tienen dueño. La empresa Monsanto vende 90% de las semillas modificadas. Cuatro compañías más se reparten 10% restante. Así, en caso de que se descubriera un cultivo plantado con semillas modificadas, la trasnacional dueña de esa semilla podría demandar al agricultor por utilizar "su" maíz, cosa que ya ha ocurrido en otros países.
Por si fuera poco, el asunto no sólo es local. El maíz es uno de los cuatro cultivos más importantes en el mundo. En México existencientos de variedades de maíz, entre ellas, la más antigua, el teocintle, un pariente silvestre.
El escándalo
El artículo al que se refería Lina Ornelas se publicó en la revista Nature el pasado 29 de noviembre. Ahí, los investigadores Ignacio Chapela y David Quist, de la Universidad de California en Berkeley daban evidencia científica de la contaminación transgénica en México.
El caso se volvió un escándalo mundial. Y ocurrió lo que nunca antes: Nature publicó una nota retractándose del artículo de Chapela y Quist, argumentando que la investigación tenía fallas metodológicas.
Se desató una discusión mundial: científicos de todo el mundo se enviaban correos electrónicos discutiendo el tema, se publicaban artículos a favor y en contra. Y es que, señalan algunos investigadores, las grandes empresas biotecnológicas, como Monsanto, Syngenta y Dupont, apoyan a un influyente grupo de científicos encargados de divulgar que los OGM no causan daños a la salud.
El asunto del maíz contaminado no se quedó en los círculos académicos, incluso llegó a la portada del popular semanario Newsweek.
En México, las autoridades ambientales alegaron que no había suficientes pruebas para probar la contaminación del maíz. Hasta que ya había demasiadas pruebas como para que lo siguieran afirmando.
"Son muchas las milpas donde se encontró presencia de transgénicos. Los resultados de las investigaciones del INE y Conabio confirman los estudios de la Universidad de Berkeley y UZACHI", dijo Eyeli Huerta, coordinadora de Gestión Ambiental de Técnicas y Análisis de la Comisión Nacional de Biodiversidad (Conabio) ante un público de más de 300 personas, autoridades locales, representantes de organizaciones campesinas, indígenas y ambientalistas, e investigadores mexicanos y extranjeros, durante el Foro En Defensa del Maíz, que tuvo lugar el 23 y 24 de enero. "37% de las muestras de maíz de Diconsa en Oaxaca tenían secuencias transgénicas, y aún más alarmante, en las muestras tomadas de los municipios oaxaqueños de Ixtepej, Tlalistac, Nochixtlán y Santa María Ecatepec, se encontró entre 20 y 60% de contaminación".
Y fue más allá: "No es un hecho aislado a la Sierra Norte de Oaxaca, sino que puede estar en otras regiones. No se puede decir qué tipo de organismo genéticamente modificado es, ni qué compañía es responsable (de la contaminación)".
Sí, no se sabe quién es responsable de la contaminación, pero la mayoría de las fuentes responsabiliza a Diconsa.
Tampoco se sabe de qué tipo de gen modificado se trata, pero lo más probable es que se trate de un maíz al que se le inserta la toxina de la bacteria Bacillus Thuringiensis para volverlo un maíz insecticida.



A raíz de peticiones de 22 organizaciones campesinas, indígenas y no gubernamentales de todo el mundo, el pasado 15 de junio, la Comisión de Cooperación Ambiental de América del Norte (CCAAN) anunció que investigará la contaminación de maíces criollos por transgénicos.
Actualmente, la UNAM y el INE están realizando estudios en otras regiones del país para saber qué tan extendida está la contaminación. Habrá que esperar los resultados.
Además, siguen en la mesa algunas de las conclusiones a las que llegaron los asistentes del foro En Defensa del Maíz: parar las fuentes de contaminación, incluyendo las importaciones de maíz, determinar dónde y en qué grado existe, llevar al Convenio de Diversidad Biológica y a la FAO la demanda de moratoria de liberaciones de transgénicos en centros de origen y diversidad, y la compensación y reparación de los daños causados por la incontinencia genética de las empresas.
¿Por qué no seguir el ejemplo de Japón? Este país, "el principal mercado de las exportaciones estadunidenses, exigió que le garantizaran que las 16 millones de toneladas anuales de maíz estuvieran libres de transgénicos", apunta Ana de Ita, del CECCAM, en un artículo en La Jornada. Nuestro país, a pesar de ser "centro de origen, diversidad y domesticación", además de mantener una moratoria a la siembra de maíz transgénico, sigue importando maíz (cerca de 6 millones de toneladas anuales) sin discriminar.
Y mientras, aún no se cumple con las demandas de las organizaciones campesinas e indígenas que participaron en el seminario En Defensa del Maíz: "Parar las fuentes de contaminación del maíz mexicano, impedir que siga entrando maíz transgénico por importaciones, establecer planes de emergencia para detectar la contaminación y fincar la responsabilidad de las empresas".