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Latinoamérica

31 de octubre del 2002

La difícil construcción del contrapoder y el poder en Bolivia

Jorge Lora
Globalización
El discurso del poder es homogéneo. Los que mandan siempre representan la civilización, el progreso, la autoridad, la ley. También encarnan a "la democracia". Como son civilizados, progresistas y democráticos, ellos fijan las reglas de juego y sus administradores clasistas, con sus técnicos, sus burócratas y sus fuerzas del orden cuidan que la ley se cumpla y la civilización progrese. A menudo quienes no juegan el juego como ellos ordenan corren el riesgo de ser estigmatizados. Si el conflicto crece son criminalizados...
Carlos Fazio, "Los que están detrás", La Jornada México, 26 de julio del 2002.
Conocidos los resultados electorales y las esperadas alianzas postcomiciales de sectores de la clase política boliviana en aras de la gobernabilidad neoliberal y de la impunidad -como antes lo hiciera el MIR con Banzer- quedan muchas interrogantes acerca del futuro de Bolivia y la democracia, pues las condiciones van cambiando rápidamente. Y de eso trata este artículo..
La situación preelectoral
Las elecciones presidenciales bolivianas venían precedidas de una marcha hacia La Paz de decenas de miles de campesinos indígenas provenientes de todas las regiones orientales que durante un mes caminaron convocados por la Confederación de Pueblos Indígenas del Oriente Boliviano y a la que después se sumaron los chiquitanos, campesinos del Beni, de Yapacaní, etc. protestando ante la aprobación por el Congreso del "Anteproyecto de ley de necesidades de reforma a la Constitución Política del Estado" y exigiendo una asamblea constituyente con la participación de todos los sectores sociales. Si antes eran los campesinos indígenas andinos, los quechuas de Cochabamba, cocaleros dirigidos por Evo Morales y el movimiento indígena quechua-aymara conducidos por Felipe Quispe, ahora se agregan los indígenas campesinos orientales, cuestionando nada menos que la estructura del Estado y el poder y proponiendo la refundación del Estado, siguiendo los pasos del Ecuador. Sostienen que el problema agrario (entrega de tierras a madereros, ganaderos y mineros, dificultades en la titulación y saneamiento de tierras, etc.) es el problema de la naturaleza y carácter del Estado, podrido por la corrupción, el prebendalismo, la falta de independencia de los poderes del Estado, el monopolio de los partidos sobre las instituciones. En esos días se forma el Comité de Coordinación de la marcha y la Comisión Cochabambina de apoyo a la marcha indígena proponiendo un encuentro nacional por una Asamblea Popular Constituyente (ACP) sin partidos políticos.
Pero lo más importante fue el pronunciamiento de la Coordinadora de la Defensa del Agua y de la Vida que al proponer una ACP compuesta por representantes indígenas, campesinos originarios, trabajadores, profesionales, empresarios y sectores populares reivindican el derecho a decidir el país en el que quieren vivir superando la llamada democracia representativa en la que los grupos minoritarios expropian la representación y suplantan voces, textualmente señalan:
En abril del año pasado, los cochabambinos organizados en cabildos, asambleas y mítines, recuperamos nuestro derecho a decidir por nosotros mismos sobre el destino de los bienes colectivos como el agua. Durante muchos días fuimos participes de una nueva forma de hacer democracia basada en la formación colectiva de opinión pública, en la ampliación de las estructuras de participación local , en la confianza mutua y en el reconocimiento de que en la solidaridad con el otro se juega el destino de nuestro propio bienestar individual. Hoy la marcha de nuestros hermanos campesinos de oriente nos ha recordado que es posible la construcción de un país diferente.
Bolivia se bolivianiza y desde el año 2000 radicaliza sus acciones, reivindica las nacionalidades indígenas y se organiza como ejército revolucionario para responder la ofensiva neoliberal gubernamental que como ya no tiene empresas que privatizar se preparara a hacerlo con los territorios y sus recursos naturales. En ese año los indígenas aimaras del altiplano y los valles contiguos cuestionan los partidos, la democracia y la república, pero también redefinen el mapa de las contradicciones étnicas entre indios/ q'aras; aymara-quechuas/mestizos dejando de lado lo urbano y popular, acentuando las distancias sociales y perdiendo la posibilidad de hegemonía. En Achacahi, K'ala Chaca constituyen su cuartel general de un ejército indígena comunal con sus propias autoridades, estrategas y soldados frente a frente de los cuarteles militares de una fuerzas armadas asustadas por un futuro.
El 15 de enero del 2002 se da inicio a uno de los últimos combates de la guerra por la coca. Fue contra el DS 26415 que prohibe acopiar, secar, transportar, y comercializar coca del Chapare bajo penas de 8 a 12 años de prisión e incautaciones míltiples e impide la existencia de mercados de comercialización de la hoja. El pueblo de Sacaba y Cochabamba se convirtieron en los escenarios de los conflictos con sus muertos y heridos de ambas partes: ejército y campesinos. Triunfaron estos últimos por la inconstitucionalidad del decreto y Evo Morales fue desaforado del Congreso. No obstante que la Presidencia fue persuadida por la Defensoría del Pueblo se pretendió aprobar una ley ilegal y racista que permitía la impunidad de la represión. Al parecer la colonialidad del poder inicia su derrumbe y se expresa en la articulación entre crisis civilizatoria, expansión del capitalismo y la complejidad del momento histórico que vive Latinoamérica andina. El proceso de constitución de un imperio que unifica a los existentes, bajo la dirección del Estado norteamericano arrasando las etnias y pueblos que habitaban "zonas de refugio", ha provocado una resistencia de tal calidad que viene transformando a los actores en sujetos sociales y a éstos en sujetos históricos, ahora despojados de la tutela de partidos y proyectos muchas veces ajenos a sus intereses. Los imperialistas saben que su expansión sólo puede tener resultados si redefinen la seguridad hemisférica. De otro lado, la resistencia pasiva se expresa en oleadas migratorias sur-norte que rebalsan la olla de presión y ahora amenazan la estabilidad y equilibrio de las potencias y de las propias colonias de mayor crecimiento relativo. Como respuesta se está desatando una xenofobia y racismo que pugnan por cercar a los excluidos en sus "propios" territorios. Globalizándose el conflicto social.
Bases Comunes de la rebelión del Movimiento al socialismo(MAS) y del Movimiento Indígena Pachakuti (MIP)
Dos agrupaciones campesino-indígenas que sintetizan los contradictorios procesos constitutivos en la lucha anticolonial del actual momento histórico que vive Bolivia han decidido dar el combate a la renovada oligarquía boliviana y a su clase política en su propio terreno: el electoral. Y no les ha ido mal en los resultados: 41 congresistas de un total de 157. Estamos hablando del MAS y el MIP, el primero bajo el liderazgo del legendario dirigente minero Filemón Escobar y del joven y combativo dirigente cocalero Evo Morales; y el segundo por el aguerrido aymara Felipe Quispe, conocido como el Mallku y su pensador más conocido Fausto Reynaga (filósofo del poder aymara).
La derecha y los q'aras (poder blanco oligárquico) tiemblan y no es solamente por que cerca de medio centenar de congresistas estén en la oposición, sino por que van a enfrentar a genuinos representantes populares, a dirigentes campesino indígenas producidos por duros combates antineoliberales, por la tierra, la vida y la dignidad del poblador originario, por el agua y la defensa del cultivo de la coca y su inmenso poder simbólico. Pero no es solo eso, vienen de la historia de larga duración y la de los últimos 50 años que comienzan con la revolución del 52 y atraviesan en medio siglo múltiples formas de lucha desde la defensa de las Tesis de Pulacayo, las cruentas luchas huelguísticas de los mineros, las guerrillas que incluyen desde la experiencia del mismísimo Che Guevara, quien quería crear desde ese espacio un Vietnam Latinoamericano, las de Inti Peredo y el ELN y las últimas del Ejército Guerrillero Túpac Katari; intentos democratizadores como la conformación de una Asamblea Popular y protestas que han llegado hasta el bloqueo de caminos y largas marchas hacia la sede del poder político. Triunfos y derrotas que están en el imaginario colectivo y en las mentalidades de los pueblos. Pero aun son más los factores para que hasta los guerreristas estrategas norteamericanos –que abiertamente violan las soberanías periféricas- tomen precauciones.
Y es que estos congresistas responden a un movimiento sociopolítico autonomista, sin mediaciones partidarias, donde los partidos políticos y los intelectuales son mal vistos y cuando a algunos de estos últimos los aceptan es porque han tenido una honesta trayectoria de rebeldía y se han mantenido críticos del imperialismo y sus sutiles y complejas formas de dominación colonial. Hasta aquí probablemente no es para que se les tema demasiado. El asunto se torna más complejo cuando constatamos que aunque aún no tienen un proyecto estratégico definido su eje fundamental de acción es responder a las necesidades y demandas colectivas de los pueblos que han votado por ellos; y aunque tampoco han logrado construir una sólida organización horizontal que retome el mandar obedeciendo zapatista, ese es su horizonte. Pero además estos movimientos no han dejado de observar a sus hermanos latinoamericanos para recoger experiencias históricas: al EZLN de México, a las FARC de Colombia, a la CONAIE de Ecuador, a los Sin Tierra del Brasil, a los piqueteros de Argentina, al movimiento regionalista del Perú, a Hugo Chávez y los bolivarianos de Venezuela, a los Mapuches de Chile, a la lucha antineoliberal en Paraguay y Uruguay.
El Evo y el Mallku: divergencias superables acerca de las contradicciones étnico-nacionales en los países andinos de mayoría indígena
El Movimiento Indio Pachakuti (MIP), portavoz electoral de los aymaras, es pensado desde la visión indígena de nación, de lucha de naciones, de una perspectiva etno-nacional y clasista que rechaza el colonialismo y la colonialidad del poder, que pretende reindianizar a su gente, fortalecer la lucha comunitaria en el campo (los ayllus) y en la ciudad y prepararse para tomar el poder político desarrollando una democracia opuesta a la liberal y que sin embargo es inclusiva con la población clasificada como blanca.
Felipe Quispe, su dirigente, estuvo preso durante cinco años hoy es el Secretario Ejecutivo de la Confederación Sindical Única de Trabajadores Campesinos de Bolivia, también reivindica la autonomía de los pueblos indios para reconstruir el Kollasuyo con su autogobierno socialista.
Por su parte el MAS que ha planteado sus posturas ideológicas básicas: antiimperialista, anticapitalista, anticolonialista, democracia desde lo colectivo, viene siendo presionado por los intelectuales de la transitología para adoptar posiciones programáticas, hacer alianzas, constituirse en partido, tratar con la institucionalidad y abandonar las utopías de la democracia directa, de las asambleas populares, las causas populares pues ello significa empobrecimiento de los pueblos. Es decir integrarse a la democracia representativa pues sin ella ...difícilmente es concebible la democracia tal como la hemos venido entendiendo y practicando, y tal como ha sido organizado nuestro Estado, con sus instituciones, sus leyes, independientemente de lo mal que hayamos hecho las cosas..." se trata de .."un compromiso con el sistema político que nos acoge, no con otro."
Por su parte mientras que el Mallku y las bases del MAS empujan a Evo a entrar en la puja por la Presidencia obligándolo, al parecer, contra su voluntad, a negociar en el sistema político y acercarse a las instituciones: Iglesia, CAO (empresarios agrícolas del oriente), al FMI, al BM. Otros intelectuales lo fustigan exigiéndole legítimamente coherencia. Ricardo Zelaya señala acerca de la conducta de Evo:
Sus recientes contactos con el Cardenal Terrazas y con los líderes del empresariado cruceño –que nunca disimularon su mentalidad racista, arribista y violenta-, su compromiso rotundo de respetar los latifundios y su oferta de entregar ministerios a la Iglesia Católica –esa misma iglesia que sojuzgó y aplastó a los indígenas desde siempre y que más recientemente participó en el cuoteo de las cortes Departamentales...revelan que ...Evo busca un acuerdo amistoso...con los representantes del sistema..."
Frente a este panorama el destacado analista político Alvaro García Linera caracteriza el momento político y hace una propuesta que podemos llamarla de transición. Nos habla del resultado electoral y lo califica de derrota moral de las élites dominantes, un golpe al racismo y la obediencia, al fetiche del poder; surge de los movimientos sociales regionales junto a nuevas subjetividades colectivas descentrando el núcleo del poder simbólico, es el ocaso de un ciclo estatal. Agrega que existe una crisis institucional, de creencias y de la correlación de fuerzas, es una crisis de Estado. Luego recurre a la teoría de sistemas para proponernos una forma posmoderna para superar el caos sistémico: una democracia de segundo piso, que no es otra cosa que una nueva institucionalidad que recupere la autoorganización política, la interacción comunicativa, las identidades colectivas regionales y la democracia directa visualizada en la experiencia de los cabildos, asambleas, las acciones deliberativas de los sujetos políticos no estatales. Esta democracia de segundo piso sería una combinación de la democracia liberal radical con la representación directa de las colectividades, que resuelva la dualidad de poderes, usando palabras de Filemón Escobar.
En términos étnico-nacionales estamos ante el mismo problema que se debate en Ecuador y que le dio tanta fuerza a la CONAIE y que potencialmente es el mismo problema de Perú y Guatemala. México es un caso especial que no discutiremos aquí. En Ecuador la lucha por el reconocimiento de las nacionalidades, equiparable a la lucha por la autonomía de los zapatistas, no ha sido posible resolverse no obstante que el movimiento indígena ha mostrado su fuerza reiteradas veces y de múltiples formas incluyendo la electoral.
Ante el rechazo de la propuesta de Alvaro García por la intelectualidad liberal boliviana, la pregunta que surge es ¿la democracia liberal es la única posible?. Hasta hace poco nos decían –y algunos necios aún lo hacen- que era inevitable incorporarse a la globalización. En ambos casos estamos hablando de geoestrategias de poder y como tales posibles de revertir. Además no es la primera experiencia histórica que pretende revertir al capitalismo y sus formas políticas de dominación.
Cuando hablamos de democracia en términos liberales estamos pensando en "gobierno legítimo de las mayorías" y con los tres términos hay problemas. El Gobierno por su política neoliberal ha perdido legitimidad y además ha sido elegido por un escaso 22.9%. Además si demos más propiamente significa pobres y cratos poder, en Bolivia deberían gobernar los indígenas y pobres que son la mayoría. Recordemos que la idea de individuo es una categoría moderna sobre la que se construye la ciudadanía, en realidad es una astucia liberal que dice que los individuos delegan en el Estado su soberanía y que ese Estado organiza con sus leyes a la sociedad. O sea que los individuos construyen un aparato que después se vuelve contra aquellos para dominarlos y entonces todos somos culpables de lo que ocurre con ese contrato social. Para Spinoza, Rousseau y Marx la democracia es el poder de la multitud, de la voluntad general o de la sociedad como totalidad, respectivamente. Lo que nos queda es que en cualquier caso se trata de una construcción tan válida como la que propone García Linera o el Mallku. Entonces ¿porqué el Estado tiene que ser representativo, si hay otras tradiciones y propuestas que aún no se han terminado de ensayar?.
De otro lado una etnicidad diferenciada constituye un elemento necesario pero insuficiente para la génesis de una nación, para que ello ocurra será necesario que se active mediante una confrontación anticolonial, contra la explotación, la desigualdad, la tierra amenazada, etc. por intelectuales y dirigentes políticos que construyan un bloque social en torno a lo etno-nacional. Mariátegui decía que para luchar por el socialismo en los países indígenas como Perú era necesario que aparezcan intelectuales indígenas y en Bolivia están apareciendo a través de las acciones colectivas nacionalitarias y anti-neoliberales.
La multitud étnico-clasista en los Andes: una síntesis histórica
Bolivia, país que comparte con Perú. Chile y Argentina los Andes y sus remotas culturas quechua y aymará, contemporáneamente desde mediados del siglo no cesa de luchar contra el colonialismo. Álvaro García Linera y equipo, grupo de intelectuales que hoy pretende mayor lucidez en teorizar la resistencia desde las categorías del marxismo y la vertiente dejada por René Zavaleta, dicen que:
Bolivia es un conjunto bastante heterogéneo de procesos que están en flujo, a pesar de las fuertes tendencias a la reproducción de las viejas a la reproducción de las viejas estructuras coloniales y las oligárquico liberales, Bolivia es y fue un país construido por oligarquías señoriales y liberales, contra el pueblo. Bolivia es y fue un modo de nombrar la forma (el conjunto de instituciones económicas y políticas-ideológicas) de dominación oligárquica sobre territorios expropiados a pueblos y culturas que se excluyen de las formas de gobierno. Hoy se las reconoce como la periferia multicolor del mismo núcleo dogmático y oligárquico de corte liberal señorial que reordena el país otra vez a su modo, después que la presencia de lo popular les desordenó un poco las cosas alrededor de la revolución del 52 y su ciclo histórico.
En efecto, para estos autores está reemergiendo la Bolivia plebeya, reconstituyendo y politizando un nuevo tejido social que resiste y quiebra una estrategia de dominación para la expansión de los ámbitos de la mercantilización y privatización monopólica de los medios de vida. La multitud recurre a la semántica de la violencia como el lenguaje más elocuente para trascender la incomunicación en la desarticulación de relaciones sociales. El recurrir a este medio es la abolicón del "olvido estratégico de un orden imitado y una democracia simulada". Estamos ante un nuevo ciclo donde reaparecen en la memoria los fantasmas kataristas y de Zarate Wilka, a través de los combates contra la ley de reforma agraria, de la batalla contra la privatización de tierras y aguas, aparecen las viejas guerras anticoloniales y continúan su proceso. La guerra no es esta guerra. Otro momento y proceso fue la revolución del 52.
Hasta fines de los años ochenta la Central Obrera Boliviana (cob) fue el organismo que articulaba la protesta y la resistencia contra el régimen político; a inicios de la siguiente década cambia la composición de la vida política de Bolivia pues amplia y complejiza el espectro de los sujetos y el espacio político. El país experimenta la emergencia nacional de las organizaciones de los pueblos nativos de la Amazonía y el Chaco. A partir de sus estructuras tradicionales de autoridad configuran sus nuevas formas de organización y representación regional e intercomunitaria: la Central de Cabildos Indígenas Mojeños (ccim), la Central de Indígenas del Oriente Boliviano (cidob) y la Central de Pueblos Indígenas del Beni (cdib).
En 1990 inician una marcha indígena por el territorio y la dignidad con demandas sobre el reconocimiento de tierras comunitarias, frente al asedio de las empresas explotadoras de los bosques y la expansión del latifundio. A su vez, se trata de la demanda del reconocimiento de ciudadanía para los miembros de estos pueblos, quienes antes no habían sido tomados en cuenta en la política nacional. No estaban ligados a la cob ni a la csutcb, a no ser algunos sectores del proletariado agrícola estacional; tampoco lo estaban a los partidos políticos.
Es una emergencia política marcada por la autonomía. Se constituyen los sujetos políticos autoorganizados. Otro elemento que los caracteriza es que son movimientos que provienen de estructuras comunitarias de sociedades y culturas no modernas, pero que se deciden a hacer política para demandar reconocimiento, visibilidad por un país bastante desconocido. En lo fundamental es un movimiento anticolonial que no pretende, como antes, ser parte de la nación- Estado aunque sea reformado para incorporar nuevas nacionalidades. Sin embargo aun hay quienes no trascienden las demandas de ciudadanía e integración y ese es uno de los temas de mayor disputa..
No solamente es la Amazonía que avanza con los pueblos guaraní-chiriguano, los cuales consiguieron que en 1994 se haga una reforma constitucional en la que Bolivia se reconoce con el eufemismo de multicultural y plurilingüe. El esfuerzo de lucha es construido sobre la influencia del Katarismo del altiplano boliviano, movimiento ideológico político que en los años setenta introdujo el clivaje étnico-cultural en el sistema de partidos y a fines de esa década lograron representación parlamentaria a través del Movimiento Revolucionario Tupac Katari y el Movimiento Indio Tupac Katari.
El movimiento de los cocales adquiere centralidad al mismo ritmo en que se incrementaba la represión a ese cultivo. En las dos zonas productoras, Los Yungas y El Chapare, se organizaron sindicatos cocaleros que se afiliaron a la csutcb y de ese modo a la cob. Además, lograron construir la Asamblea por la Soberanía de los Pueblos que no logro su inscripción electoral legal pero participaron mediante la Izquierda Unida. De este modo ganaron varios municipios y lograron cinco parlamentarios. Así, al decir de Tapia, lograron articular lo corporativo, la defensa del cultivo de la coca y el antiimperialismo expresado en el rechazo a la intervención norteamericana.
Recuerda Prada Alcoreza que ya en 1980 la csutcb Tupak Katari convocó a un bloqueo nacional de caminos más intenso y extenso, pero que el movimiento de abril de 2000 consistió en la reemergencia de un movimiento perdido después de la "marcha por la vida" protagonizada por el movimiento minero que ante la ausencia de vitalidad fue derrotado.
En abril, Cochabamba comenzó exigiendo la rescisión del contrato con administradoras privadas del agua potable (el consorcio Aguas del Tunari, en el que participan empresas como Abengoa de España e International Waters de Inglaterra.) En septiembre de 1999, el Estado adjudica a esta empresa un contrato destinado a dotar de agua potable y de riego a los valles centrales de Bolivia. Para ello debía invertir 214 millones de dólares y propuso una subida de la tarifa agua en 20%, provocando un estallido social que se venía transformando en insurrección.
Probablemente esta rebelión tuvo mucho de espontaneidad y era normal después de 15 años de "exitoso" neoliberalismo. En su relato de los hechos, Oscar Olivera reconoce que cuando la multitud toma la Prefectura con todas las autoridades dentro habían sido rebasados por los hechos. Cincuenta mil personas organizaban la resistencia y cuando llegó la represión la respuesta fueron violentos combates: quema de edificios públicos de la Corporación de Desarrollo de Cochabamba (cordeco) y del Grupo Especial de Seguridad (ges). La Coordinadora ocupó la plaza de armas y desde allí se construyó la democracia directa, no obstante la actitud burocrática y negociadora de algunos dirigentes. El movimiento comenzó a extenderse a ciudades altoandinas: La Paz, Potosí, Oruro, Sucre. Sin embargo, no hubo capacidad de crear una coordinadora nacional.
La crisis de abril según los intelectuales orgánicos fue una crisis de condensación de varios procesos:
A. Un proceso de descomposición interna y permanente en el seno del gobierno, sobre todo debido al alto índice de corrupción, incompetencia e ineficacia, y la falta de dirección, atravesado de peleas de grupos patrimoniales de interés.
B. La creciente conducción externa y colonial del país.
C. Un proceso de acumulación política de fuerzas sociales y populares contra la privatización del agua en Cochabamba.
D. Una coyuntura de ofensiva-quiebre de la lucha indígena en el altiplano.
Esta crisis mostraba que existen "subterráneamente" para ciertos políticos e intelectuales hechos que se desconocen o se niegan, como la propia crisis del sistema político y de los partidos; también revelaba demandas, sujetos y fuerzas sociales formulando problemas y alternativas que la clase política estaba incapacitada de resolver. Asimismo la brecha abierta entre intelectuales y el "alma colectiva", en palabras de Parda "... la síntesis conceptual ha extraviado la multiplicidad de fenómenos sensibles captados por la intuición colectiva. El horizonte simbólico y mítico se ha evaporado en la perspectiva de la centralidad intelectiva del concepto".
El despertar de esta perplejidad del intelectual se produce cuando observan en las pantallas de sus televisores o en la prensa a campesinos, trabajadores y militares muertos, decenas de heridos en enfrentamientos, huelga general, bloqueos e intentos de tomar cuarteles (Achacachi, a 100 km de la capital, La Paz). Banzer –"líder de la transición democrática y la alternancia"– recurrió a su larga experiencia represiva (según la Asociación Pro Derechos humanos de Bolivia, durante la dictadura fue responsable de 14,750 arrestos, 20,000 exilados, 200 muertos y 70 desaparecidos; muy por debajo de su socio el exsenador vitalicio Pinochet.) y decretó el estado de sitio, la invasión de ciudades y carreteras por tropas militares y policiales, acción de bandas paramilitares y francotiradores, allanamientos, cacería y apresamiento de sindicalistas y líderes sociales, expulsión de estudiantes de algunas universidades como en Sucre.
Al mejor estilo de las recomendaciones de la Escuela de las Américas donde Banzer se formó. El Pueblo respondió con barricadas, bloqueos, ajusticiamiento de asesinos, ataques a dependencias gubernamentales y cuarteles, estudiantes que se enterraron vivos y otros que amenzaban con quemarse rociándose con gasolina para evitar la invasión a la universidad. Luego siguieron los cocaleros y otros sectores sociales, como los maestros y trabajadores de salud.
En Cochabamba se habían organizado principalmente en las zonas semiurbanas, semirurales y rurales los Comités de Regantes ante la política mercantilista y privatizadora del agua. Logrando mayor expansión sobre la federación de fabriles. En las luchas campales de varios días participaron jóvenes, comunidades periféricas, trabajadores, amas de casa, maestros profesionales: a esta confluencia Tapia la denomina 'la forma multitud de la política de las necesidades vitales'. La Coordinadora y los comités de huelga tomaron la ciudad. Como en Chiapas y en Ecuador la lucha se ha desplazado a la defensa de los recursos naturales para la supervivencia: la tierra y el agua.
En Cochabamba se construyen de modo espontáneo renovadas formas orgánicas –como en Ecuador– que agregan diversos y plurales agrupaciones sociales dispuestas al combate; en el altiplano y los valles se recurre a la memoria sindical con su tradición y consensualismo rebelde. En septiembre, las luchas reaparecen desde el campo y con un movimiento campesino macroespacial: el valle de Cochabamba, el Chapare, el altiplano al norte de La Paz. En defensa del cultivo de la coca, como protesta a la creación de tres nuevos cuarteles asociados al Plan Colombia-Iniciativa Andina y contra la ley agraria neoliberal. Cuando quedan aisladas la capital y las ciudades de Cochabamba y Santa Cruz (donde se encuentra la nueva burguesía en el poder articulada a la de La Paz en lo social, lo político y militar) la represión es violenta con muertos y heridos. La cob y la csutcb no tuvieron capacidad de una respuesta autonomista que articulase el campo con la ciudad y entraron en una nueva crisis que se expresó en el Congreso de enero de 2001 en Oruro.
Al parecer no sólo se retoma la cultura de lucha del pueblo boliviano, sino la experiencia ecuatoriana y venezolana. Algunos sectores políticos llaman a la construcción de una asamblea constituyente con poder soberano, nacida y construida desde la representación ciudadana para dirigir el país. Según alguna organización trotskista esto significaría asumir una institución "burguesa" que desnaturaliza el papel de la Coordinadora como autoorganización democrática, pues un requisito para hacerlo de otro modo requiere derrotar a la burguesía y tomar el poder político bajo dirección obrera. Esto es una muestra de la presencia en los movimientos andino- amazónicos, incluyendo a la Argentina, de las posiciones maoístas, trotskistas, anarquistas y derivaciones radicales de los pcs que en la lucha y el debate deberán ir acordando y discrepando en torno al poder popular y democrático y a la revolución. Aún no hay claridad respecto a muchos aspectos cruciales: el papel de la violencia, la construcción del poder, la relación entre etnia y clase, y entre ciudad-campo, el significado de las negociaciones. Las Asambleas Populares, las Coordinadoras, los Ejércitos, los Parlamentos, Municipios Autónomos, organismos de autodefensa, Soviets, etc., deben ser experiencias a discutirse en América Latina
Mientras tanto las zonas cocaleras de América latina están militarizadas y son coto de caza de las Fuerzas Armadas. En Bolivia son doce mil militares que no sólo controlan la vida de 40 mil familias sino que los allanan, secuestran, desaparecen, torturan, violan, saquean, fumigan, asaltan, incendian y encarcelan. Los dirigentes sindicales e indígenas son sus blancos preferidos.
En los meses de junio-julio de 2001, Bolivia nuevamente está sublevada, múltiples expresiones de lucha muestran la importancia del triunfo popular en los combates de Cochabamba. Mientras los cocaleros de los yungas luchaban contra la militarización de su espacio, en junio de 2001 más de doce mil mineros cooperativistas (de un total de 50 mil) llegaron a La Paz procedentes de Oruro, reeditando 1986, para solicitar 100 millones de dólares para reactivar 514 cooperativas que exportan 35% de lo vendido por el país. Los mineros del azufre dinamitaron una mina en Abaroa, frontera con Chile.
Los combativos campesinos aymaras de Achacachi bloqueaban las carreteras para exigir tierras. Las "tropas campesinas" en asamblea popular decidieron alerta máxima y estado de guerra, definieron estrategias militares y estaban dispuestos a morir luchando antes de levantar los bloqueos a carreteras. Poco más tarde –el 26 de junio– comenzaron las movilizaciones contra la municipalización de la educación y la salud. El 2 de julio cientos de pequeños deudores representantes de doce mil familias, armados con dinamita y molotov ocuparon un edificio bancario exigiendo la condonación total de sus deudas. Cuatro mil presos entraron en una huelga de hambre reclamando mejores condiciones de vida, indultos y terminar con la dispersión. La respuesta ante cada acción fue la violencia estatal.
Existen organizaciones que algunos intelectuales podrían calificar de milenaristas, nativistas, mesiánicas o quien sabe como, por sus características poco ortodoxas. Nos referimos por ejemplo al Consejo Político del Movimiento Indio Tupaq Katari o a los Mallkus (mitka) y Ulaqas de Achakachi, ambas expresiones del combate a la colonialidad del poder. El primero fundado en abril de 1978 como representantes de los pueblos aymará, qhichwa, arawaku y tupiwarani, denunciando la dicha clasificación etnocida de la sociedad por los siguientes aspectos de la sociedad boliviana del siglo xix en adelante:
Sostienen que Bolivia es un país racista que a condenado al indio a morir violenta y masivamente en guerras (del Pacífico en 1879-1881, Acre 1889-1900, Chaco 1932-35), haciendas, minas, fábricas y poblaciones marginales de las ciudades. Es más racista que clasista, dominado por los blancos, el indio no forma parte de la sociedad nacional como sí ocurre con el proletariado europeo. La izquierda contribuyó a invisibilizar al indio con el concepto de clase; agregan que Bolivia es un país de ladrones usureros de origen extranjero, desde el robo de tierras y territorios por "fazendeiros, ganaderiros, garimpeiros, madereiros, saringueiros"; ladrones de aguas, minas, reliquias arqueológicas, loteadotes de tierras, cobradores de peaje, quienes se adueñaron de cementerios, terminales de buses y hasta baños públicos. También están los banqueros, funcionarios, evasores y subastadores privatizadores. Bolivia no es una nación es un estado opresor de otras naciones. Por tanto, hablar de patria, nación, democracia, progreso, modernidad integración sólo es hablar de mentiras. Ante esta situación y la agonía permanente del Estado se impone la resistencia y Achacachi es el bastión para acabarlo.
El acta de reconstitución de la nación Aymara-Quichwa en la que sostienen haber sobrevivido como gobierno clandestino de los mallkus, jilaqatas y amawt's para hacer respetar la pachamama, la tierra. Ellos demandan respeto a la identidad cultural de los pueblos indios, la libre determinación. Autonomía territorial, respeto a la cosmovisión espiritual. Indican que los factores conflictivos permanentes son: el racismo, la politiquería (las instituciones, el sistema y el régimen políticos), la tierra y los recursos naturales (territorialidad y saqueo), la burocracia gubernamental centralizada (la clase política), las soluciones engañosas (bolivianiazción, educación bilingüe, participación popular, elecciones), la economía del pillaje; extensas tierras regaladas o vendidas, el decreto 21060 (sobre la minería) y la privatización de las empresas.
Es un movimiento anticolonial calificado de indianista que ha creado el Comité Exterior de Apoyo al Consejo Indio de Sud América, las cuales retomando las raíces históricas proponen reconstruir las naciones originarias. Condenan tanto a las guerrillas que para ellos son un mecanismo de exterminio campesino, como a las ongs colonizadoras.
Lo importante es que así como en la vida social, en todos los conflictos el sujeto es el indio reconfigurado. El sujeto dominante es el nuevo proletariado, el jornalero a destajo, que se enfrenta al capitalismo trasnacionalizado y colonialista. El indio –el otro– es su sustrato colonial en las redes del sistema y en la diagramación del sistema imperial. Es quien se opone a todas las figuraciones coloniales, es el dominado que ocupa todo el ámbito del campo colonial, está en todos los lugares pues es la mayoría. Es el "substrato demográfico" de las clases subalternas, del mestizaje, del campesino y del obrero. Su resistencia histórica ha pretendido ser reducida a cero con la desterritorialización, descorporeización y nueva codificación cultural. Ello expresa el carácter de la estrategia de dominación colonial externa e interna, que avanza peligrosamente sobre la subjetividad.
Posteriormente, en la madrugada del 9 de octubre fue asaltado el núcleo de Campesinos sin Tierra "Pananti", próximo a Yacuiba, capital de la Provincia Gran Chaco, con un saldo de diez muertos y muchos heridos a manos de paramilitares, militares y mercenarios bajo las ordenes de latifundistas y acaparadores de tierras que pugnan por legalizar los latifundios con la complicidad del gobierno que sucedió al difunto genocida Banzer. "Pananti" es uno de los 18 asentamientos que se crearon en latifundios no trabajados. La csutb y la Federación Nacional de Mujeres Campesinas "Bartolina Sisa" y el Movimiento de Trabajadores Campesinos Sin Tierra (mst-Bolivia) convocan a una movilización general ratificando el bloqueo nacional de caminos.
El imperialismo y la globalización
Otro tema crucial es la crítica y la toma de posición ante los Estados Unidos. Precisamente las políticas neoliberales al abandonar la agricultura y amenazar los territorios indígenas por sus recursos naturales están provocando rebeliones campesinas e indígenas en toda la América Latina. En el actual momento histórico no solo los campesinos indígenas y los movimientos populares de América Latina son antineoliberales y cuestionan el discurso de la globalización, en particular ahora que se desmoronan las políticas neoliberales en la práctica y la teoría -de modo contundente con las declaraciones y libro de Stiglitz- también los militares bolivarianos que están con Chávez en Venezuela y los empresarios de Brasil que se rebelan y apoyan a Lula para Presidente. Ahora sabemos que la Globalización es una geoestrategia de poder mundial de los Estados Unidos y del sistema de países imperiales que consiste en un conjunto de tácticas e imposiciones para ampliar su espacio recolonizado en el que el sistema imperialista integrado y los Estados lo imponen a través de las fuerzas militares. Mientras se establecen bases militares en todos nuestros países, se prepara un ejército internacional en Chile para invadir Colombia, se proyecta la creación de otra Escuela de las Américas en Costa Rica y los Planes Puebla-Panamá y Colombia se han convertido en proyectos contrainsurgentes es impostergable un debate entre las fuerzas sociales y políticas del continente respecto a los proyectos de país, la postura frente a los Estados Unidos y frente a las fuerzas armadas. De ahí la importancia de una constituyente.
Después de 500 años y ante la amenaza de una segunda destrucción civilizatoria, por vez primera en la última década se ha puesto en cuestión por los movimientos sociopolíticos etno- clasistas y están en el debate la recolonización, la dominación, la colonialidad del poder y del saber, el fetichismo de las formas políticas, el eurocentrismo y las categorías coloniales: el progreso, la civilización, el desarrollo, la democracia representativa de signo imperial modelo norteamericano; y está a la orden del día el debate acerca de las alternativas económicas, sociales, políticas y culturales.
Esta es una tarea que nos compete a todos los latinoamericanos, de todas las etnias y clases, de todas las clasificaciones sociales, que no queremos más que decidir nuestro destino histórico por nosotros mismos, en aras de la justicia, la democracia y la libertad colectivas, algo tan simple como eso.
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