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Internacional

ENTREVISTA
Mikel Korta, integrante de la dirección de Batasuna
El mundo, ante una gran regresión de los derechos civiles

Perseguido y encarcelado por defender el derecho del pueblo vasco a la soberanía, Korta afirma que el clima antiterrorista promovido por Bush en el mundo será usado en España para legitimar la represión contra la izquierda independentista

RENATO DAVALOS

Para Mikel Korta, integrante de la dirigencia de Batasuna, se esfuman las esperanzas de un cambio en la postura del gobierno español hacia el País Vasco y establece que el movimiento al que pertenece no es el brazo político de ETA.
-¿Están de acuerdo con la vía armada?
-En Batasuna hay y habrá posiciones distintas. El debate sobre la lucha armada hoy es tipificado como apología del terrorismo y se castiga, sin mayor investigación, con 12 y 15 años de prisión. Basta que alguien exprese ante un micrófono una conclusión distinta para que sea etiquetado como terrorista, aunque nunca haya disparado un tiro.
Korta personifica la batalla de un pueblo que no admite la derrota, y da cuenta de los 600 presos políticos, de las 15 organizaciones civiles -incluidos tres medios de comunicación- declaradas ilegales y las 2 mil personas que han abandonado su tierra en los últimos tiempos. Advierte que en el otoño Batasuna podría sufrir el golpe definitivo para ser arrinconado como un grupo ilegal.
Baltasar Garzón es la punta de lanza del gobierno para la declaratoria de ilegalidad por "apología del terrorismo" y el diagnóstico de considerar a la organización como un problema de "orden público".
En el fondo de la batalla vasca radica la defensa de la independencia. La misma jurisprudencia internacional contempla la libre autodeterminación de los pueblos, especifica.
Ambiente de persecución contra vascos
Korta es de Ordizia, Guipúzcoa, y viaja con la palabra vasca por el mundo con la representación internacional de Batasuna. Hace tres años, justo cuando regresaba de México, fue detenido en el aeropuerto de Barajas junto con otras 14 personas. Incomunicado por tres días, estuvo en la cárcel seis meses bajo la acusación de pertenecer a ETA. Hoy está libre bajo fianza y viaja por el orbe con un permiso de Garzón en espera del veredicto judicial definitivo.
No hay un debate libre hoy, dice. Batasuna no tiene una posición como formación política en torno a la violencia armada por el ambiente de persecución prevaleciente. Considera que lo más importante es avanzar en la erradicación de todo tipo de violencia, pero esa condición implica permitir la libre autodeterminación. "Se confunden causas con consecuencias", define.
-¿Batasuna es el brazo político de ETA?
-No somos el brazo político de ETA. Somos una organización que defiende la independencia del socialismo y entiende que la solución pasa por la democracia y que seamos nosotros, los vascos, quienes decidamos qué tipo de relación queremos con el Estado español y el francés. ETA ha escogido el camino de la lucha armada como salida al conflicto, pero no somos ETA.
Y ejemplifica:
-En la lucha del pueblo palestino todos buscan la creación de un Estado. Esto no quiere decir que todos pertenezcan a organizaciones como Hamas. Lo mismo sucede en Colombia con las FARC y la gente que busca la paz y la justicia social.
-¿Considera que sin violencia podría allanarse el camino de la solución?
-La historia no nos dice eso. Cuando ETA declaró el alto al fuego unilateral hace poco más de 18 meses, continuaron la tortura y la violencia por parte del Estado, con un gobierno incapaz de ofrecer solución.
En el fondo, añade, existe una predisposición gubernamental que proviene de la misma Constitución y que contraviene el espíritu del pueblo vasco. En el título
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octavo se establece que la unidad española "es indivisible" y que el ejército será el garante. Pero nosotros rechazamos en las urnas ese precepto.
-¿Dónde está las distinción entre independentismo y autonomía?
-La diferencia estriba en que todo pueblo tiene derecho a la independencia y a la autodeterminación. La autonomía parte de un principio en el que el Estado español se confundió. Otorgó esa condición como una "concesión" al pueblo vasco. Fue la negación a una lucha y la asunción de un tutelaje por encima de la soberanía vasca.
"Baste mirar a la Unión Europea -abunda-, para tratar de explicar esta realidad. Cada Estado decide qué parte de soberanía cederá a la unión. Hay otros, como Suiza, que prefieren no participar y no hay quien los pueda obligar a ello.
"El asunto no estriba en descentralizaciones administrativas. Tiene que haber una capacidad de decisión definitiva sin imposiciones".
Con la convicción que da la lucha, rememora las palabras que el jefe del gobierno español, José María Aznar, pronunció no hace mucho tiempo: "todos -dijo refiriéndose a los que buscamos la independencia vasca- van a terminar en la cárcel".
-¿Qué sucederá con el ambiente antiterrorista promovido por Bush en el mundo?
-Sólo ha sido pretexto para que el Estado español y el francés reafirmen sus mecanismos coercitivos. Estamos ante una gran regresión de los derechos civiles en el mundo, con un férreo control de los medios de comunicación para la promulgación de mensajes que lindan con el fascismo.
Reivindicaciones de independencia
-¿Hay esperanza de una solución al conflicto vasco?
-No nos van a arrugar en cuatro días si no lo han hecho en casi 500 años. Hay una situación complicada por la radicalización del gobierno en una ola fascista mundial. Hoy se abren las puertas para la prepotencia del Estado español con la presidencia de la Unión Europea. Usará el combate al terrorismo como "fórmula de unidad". Pero nuestra lucha seguirá.
Korta dice que las reivindicaciones de los pueblos europeos surgen como hongos. Ahí está el caso irlandés, el escocés, el de Gales, Córcega o Bélgica. Hoy perviven cuatro provincias vascas bajo la administración española y tres bajo la francesa.
"La tesis no es ya si se quiere reprimir a ETA o a la izquierda independentista, sino hacer desaparecer a los vascos. En 1998 se crearon condiciones esperanzadoras con un pacto político que fue erosionado por el gobierno español, que recrudeció la tortura, la persecución y el encarcelamiento".
El diagnóstico gubernamental sobre el problema, explica, parte de legitimar la represión. La estrategia se sustenta en la distinción entre vascos "violentos" y "democráticos". También descansa en el aislamiento de la izquierda independentista.
Pero al final se trata de una lucha por la soberanía, plantea. La declaración unilateral de ETA de un alto al fuego no fue dirigida al gobierno, sino que buscaba apoyo al proceso político para discutir el tema de la soberanía.
Sin embargo, continúa, el gobierno español, en lugar de aprovechar la coyuntura, prefirió encerrarse en sí mismo. Pareciese que le dio pánico la democracia y lanzó la provocación hacia la izquierda independentista y ETA.
El concepto imperial español, añade Korta, también gravita en una actitud histórica. En 1512 perdimos la guerra y la capacidad de soberanía frente a los españoles y los franceses. Recuérdese que en la historia española el imperio siempre fue expulsado de sus colonias por medio de la guerra. Nunca hubo un retiro de los territorios basado en el diálogo, como en el caso de otras coronas.
En la estrategia gubernamental de hoy, puntualiza, Baltasar Garzón representa la punta de lanza del gobierno español para dejar en la ilegalidad a la izquierda independentista.
El célebre sumario judicial 1898 declaró la ilegalización de organizaciones alfabetizadoras, de médicos, de apoyo a los derechos humanos, de medios de comunicación, de agrupaciones juveniles. La tesis policial define que ETA y la izquierda independentista representan lo mismo. Para el otoño podría darse la declaratoria de ilegalidad de Batasuna. Recientemente, una sala penal fue destituida por haber fallado en contra de las tesis de Garzón, concluye Korta.