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Internacional

27 de septiembre de 2002

Jessica Lange recibe el Premio Donostia y declara su odio a George Bush y su Administración

Elisa Fernández-Santos
El País


"Lo que George Bush pretende hacer con Irak es inconstitucional, inmoral e ilegal. Odio a Bush, le desprecio a él y a toda su Administración. No sólo por su política internacional, sino también por la nacional. Venir hoy de Estados Unidos sólo me da vergüenza, es humillante". Jessica Lange respondió ayer así a la pregunta de cómo veía las consecuencias del 11-S en su país y del anuncio de guerra contra Irak. "Bush robó las elecciones y desde entonces lo padecemos todos. Lo de Irak es una absoluta locura, pero lo que no entiendo es que nadie le frene, ni dentro ni fuera de EE UU. No veo movimientos de derechos civiles o de estudiantes que se enfrenten a un Gobierno inaceptable. No existe conciencia entre los jóvenes de lo que está ocurriendo en nuestro país y sólo espero que algún día esto cambie y alguien se levante de una vez". .
Jessica Lange (Minnesota, 1949) habla con una mezcla de rotundidad, dulzura y amabilidad desarmante. La que fue la inocente novia de King Kong tiene carácter. Y sin levantar la voz. "En mi país el ambiente está envenenado. Irrespirable para los que no somos de derechas. Así que gracias por invitarme a este festival y permitirme salir de allí unos días", dijo anoche la actriz en el Kursaal al recibir, de la mano del actor español José Coronado, el Premio Donostia. "Me siento mayor por recibir un premio a mi carrera, pero a los artistas nos gustan estas cosas, así que estoy contenta". .
Horas antes, en su única comparecencia ante los periodistas, con unas gafas de sol que se ponía y quitaba constantemente, la actriz dijo: "¿Hollywood? ¿Cómo puede interesarme? Los estudios sólo creen en las películas que les van a dar mucho dinero. En Hollywood mandan los contables, no los cineastas. No tengo mucho que hacer allí". .
Retirada en un rancho con su marido, el escritor y actor Sam Shepard, y sus tres hijas (la mayor, del bailarín ruso Mijaíl Baríshnikov), la actriz aseguró ayer que decidió hace tiempo -"como muchos de mi generación"- buscar otros caminos para su oficio fuera de los grandes estudios. "Yo no he dado la espalda a Hollywood, pero ya no es aquel lugar excitante para un actor. El teatro o el cine independiente son hoy la salida". Le preguntaron por su familia, y la actriz, irónica, contestó: "Sí, de verdad, soy muy buena madre. Pero no tengo ningún mérito", añadió más seria. "Es fácil ser buena madre cuando has tenido una como la mía. Se lo debo todo a ella, una mujer extraordinaria". .
Jessica Lange recordó ayer su primera película, el remake de King Kong, de 1975, y cómo, unos años después, El cartero siempre llama dos veces la convirtió en un sex-symbol internacional. "Rodé King Kong al llegar de Europa, donde había vivido cinco años. No sabía muy bien lo que hacía. Era muy inocente, algo que funcionaba con la película y con el personaje. Lo de El cartero... fue distinto. Si leen la novela de James Cain sabrán que trata del sexo y la muerte, y cuando haces una película sobre algo así no puedes ser tímida y recatada. Además, estaba con Jack Nicholson, que era mi amigo, mi colega, era fácil trabajar con él. ¿Qué cómo fue hacer la escena de la mesa? Pues imagínenselo. Fue como debe ser: divertido y sexy. Muy divertido". .
Lange prepara en la actualidad su debú como directora. Adaptará una novela en la que trabaja desde hace años. Ayer, sin embargo, habló más del pasado, de sus oscars (Tootsie, 1982, a la mejor actriz secundaria, y el de mejor actriz, por Blue Sky, 1995). "Los oscars son circunstancias, suerte y, también, un buen trabajo. Ahí están, pero nada más". .